Pido, a cambio de mi alma,
tu mirada luminosa,
encender contigo el fuego de una noche,
asar castañas,
beber el vino que me ofrezcas
y recoger sobre la alfombra
tu naufragio de azaleas.
Y si hay alguna sombra al otro lado
de la puerta, cerrar con siete llaves
y quedarnos con la voz del viento
en la ventana
y el corazón de la noche
apretado entre las manos.
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