lunes, 15 de octubre de 2012

Se me va la voz, Alejandro Fernández

Cómo duele, hoy
hoy te extraño más que nunca
y no estás aquí,
lentamente, hoy
me va causando tanto daño,
que no sé vivir.

Y se me va la voz

si no tengo tus ojos,
y no siento el calor,
si esas noches no son mías,
y no estoy junto a ti,
la razón para vivir, de rodillas
de rodillas junto a ti.

Y se me va la voz,

pensando que te has ido mujer,
y no siento el calor,
el calor de lo prohibido,
y entrégamelo todo,
que todavía llevo dentro
la razón de ese recuerdo.

En una noche fría,

buscando tu saliva,
una brisa que libera
refresca
el corazón,
enséñame la vida,
porque contigo estoy dispuesto
a la razón y al corazón...



Poema de amor, Lole y Manuel

El sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor,
tenía frío,
y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti.

Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias...

Irse de casa fragmento, Carmen Martín Gaite

“Es curioso, uno así mismo siempre se reconoce por los ojos, porque en ellos es donde anida ese miedo a dejarse de reconocer, a haber perdido algún eslabón de la propia herencia, el miedo es lo que une el yo de ahora con los de antes, un ansia de pesquisa que imprime al rostro la expresión más incondicional, como una lucecita al fondo de la pupila.”

Tutankamón....


"Veo cosas maravillosas". Estas fueron las palabras que acertó a pronunciar Howard Carter al ver por primera vez el interior de la tumba del faraón Tutankamón.

Howard Carter, apoyado moral y económicamente por Lord Carnarvon, emprendió la búsqueda de la tumba de Tutankamón en el valle de los Reyes, búsqueda que duró varios años. Corría el otoño del año 1922, quedaban unas pocas semanas para que venciera la concesión, Carter y su equipo estaban desmoralizados y a punto de abandonar, cuando el hallazgo de un escalón en el último tramo de roca debajo de la tumba de Ramsés VI, devolvió la esperanza a la expedición. Era el 4 de noviembre de 1922.

Cuando se cumplen en estos días ochenta años del descubrimiento de la tumba, hemos de rendir un homenaje a estos dos personajes que han sido decisivos para el renacimiento del interés por esta cultura milenaria.
TUTANKAMON (1346-1337 a.de C.) también conocido como Tut Anj Amón (imagen viviente de Amón).


Aún hoy se sigue discutiendo sobre su origen, no existiendo pruebas irrefutables de quienes fueron sus padres. Existen una corriente que le considera hijo de Akenatón (Amenofis o Amenhotep IV), el rey hereje; y otra hipótesis, basada en semejanzas físicas y en algunas breves inscripciones, lo supone hijo de Amenofis III (Amenhotep) y de Teie.
A la edad de nueve años subió al trono con el nombre de Tutankhatón ("imagen viviente de Atón"). Casi con toda probabilidad quienes ejercieron el poder fueron Ay (presunto padre de Nefertiti y su sucesor en el reinado) convertido en visir, y el escriba y general Horemheb (jefe militar y último faraón de la dinastía XVIII).

Entre el tercer y cuarto año de su reinado se reinstauró el culto al dios Amón, abandonándose cualquier referencia al dios Atón. El faraón y su esposa cambiaron su nombre por el de Tutankamón y Anjesenamón (Ankhesenamón) respectivamente, y regresó definitivamente a Tebas. De esta época data la Estela de la restauración (Museo de El Cairo), en la que el faraón decide abandonar cualquier relación con la revolución amarniense, y restaurar los templos y los cultos.
Poco se conoce de su reinado; parece ser que hizo una expedición a Siria y promovió varias fundaciones en Nubia.
Tutankamón falleció cuando contaba entre 17 a 19 años, según se desprende del análisis de su momia, después de haber reinado durante 9 años. Su muerte sigue siendo una cuestión misteriosa, puesto que no puede asegurarse que fuera debida a un accidente, una enfermedad o un asesinato. Aún hoy en día sigue investigándose este acontecimiento, existiendo posturas contrapuestas.

HOWARD CARTER (1873-1939 d. de C.), con el patrocinio de Lord Carnarvon, emprendió la búsqueda de su tumba en el Valle de los Reyes, pensando que, puesto que las tumbas de los faraones de la XVIIIª dinastía estaban agrupadas en la misma zona, allí debería encontrarse la de Tutankamón. También apoyaba su teoría una serie de indicios descubiertos por Theodore Monroe Davis (1837-1915).

Tras siete años de búsqueda sin haberse llegado a ningún descubrimiento de importancia, y estando próxima a vencer la concesión otorgada por el Gobierno Egipcio, Lord Carnarvon estaba decidido a finalizar las excavaciones. Pero el 4 de noviembre de 1922 se produjo el descubrimiento. Apareció el primero de los 16 escalones de acceso, tallado en la roca, situado debajo de la tumba de Ramsés VI, y una vez eliminados los restos de viviendas existentes correspondientes a la XXª dinastía.
El día 25 de noviembre se abrió la puerta situada al final de la escalera. Un pasillo excavado en la roca y de la misma anchura que las escaleras, conducía a un segunda puerta sellada, también con evidentes indicios de haber sido violada por los ladrones de tumbas.


El día 26 de noviembre Carter practicó una pequeña abertura en la puerta, acercó una vela encendida y temblorosamente miró a través de ella. Cuando sus ojos fueron acostumbrándose a la luz, aparecieron ante él objetos, extraños animales, estatuas y oro. Lord Carnavon, impaciente preguntó: "¿Se puede ver algo?", Howard Carter solo pudo responder: "Sí, cosas maravillosas".
La popularidad que alcanzó este acontecimiento, hizo que se considerara conveniente proceder a efectuar una apertura oficial en presencia de las autoridades. Esta ceremonia tuvo lugar el día 29 de noviembre.



Tras casi tres meses de desescombro de la antecámara, el día 17 de febrero de 1923 se derrumbó el muro que separaba ésta de la cámara funeraria. Ante sí encontró una gran capilla que casi ocupaba la totalidad de la cámara. En su interior había otras tres capillas, una dentro de otra, y finalmente se hallaba en el interior de la última, el sarcófago.

El sarcófago fue abierto el día 10 de octubre de 1925. En su interior se encontraron otros tres sarcófagos momiformes, uno dentro de otro, el último de ellos de oro macizo con incrustaciones de lapislázuli, turquesas, coralinas. El 28 del mismo mes se abrió este último sarcófago apareciendo la momia del faraón con la célebre máscara de oro cubriéndole el rostro así como 143 joyas diseminadas entre los vendajes. El trabajo finalizo en el año 1928. Hubo controversia a la hora de valorar las obras.

Howard Carter hizo las siguientes consideraciones: "¡Cuánta habrá sido la opulencia de estos antiguos faraones! ¿Qué riquezas debe haber ocultado el Valle! De los veintisiete monarcas allá sepultados Tutankamón era probablemente el menos importante. ¿Qué grande debe haber sido la tentación de codicia y la avidez de los contemporáneos, temerarios depredadores de tumbas! ¿Qué mayor incentivo que aquellos inmensos tesoros de oro?"LA MALDICION DEL FARAON.

vLa muerte de Lord Carnarvon producida el 5 de abril de 1923, así como la de otras personas que tuvieron contacto con la tumba inició la leyenda de la maldición del faraón, amplificada por la prensa que lanzó la creencia de que Tutankamón quería vengar la profanación de su tumba.

 
Fuente: http://club.telepolis.com/pmmancebo/tutankamon.htm

Terapia para alargar la vida

Investigadores españoles descubren con éxito la primera terapia para alargar la vida



Un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha desarrollado un tratamiento que actúa sobre los genes y que, aplicado en animales adultos, una única vez, consigue de manera segura alargar la vida media de los individuos.

Diversos estudios han demostrado que actuando sobre distintos genes es posible alargar la vida media de organismos de numerosas especies, incluidos mamíferos. Hasta ahora, este tipo de investigaciones obligaba a modificar permanentemente los genes de los animales desde la fase embrionaria, algo que no se plantea en humanos. Sin embargo, la terapia génica desarrollada por el CNIO para combatir el envejecimiento ha sido probada en ratones adultos de uno y dos años, y ha tenido un efecto «rejuvenecedor» sobre ellos.

Publicado en «EMBO Molecular Medicine», el trabajo ha sido desarrollado por investigadores del CNIO en colaboración con Eduard Ayuso y Fátima Bosch, del Centro de Biotecnología Animal y Terapia Génica de la Universidad Autónoma de Barcelona. Los ratones de un año vivieron, de media, un 24 por ciento más, y los de dos años, un 13 por ciento más. Además, la terapia mejoró sensiblemente su salud, retrasó la aparición de enfermedades asociadas a la edad y mejoró algunos indicadores de envejecimiento, como la coordinación neuromuscular.

La terapia consiste en tratar al animal con un virus cuyo ADN ha sido modificado. Sus genes virales han sido sustituidos por uno de los genes más importantes para el envejecimiento: el que codifica la enzima telomerasa. Los telómeros son estructuras que durante un tiempo limitado protegen los extremos de los cromosomas: con cada división de la célula se acortan y reducen hasta que ya no pueden desempeñar su función, con lo que la célula deja de dividirse y envejece o muere. 

«El envejecimiento hoy no se considera una enfermedad, pero cada vez más los investigadores tendemos a verlo como la causa común de enfermedades como la resistencia a la insulina o las cardiovasculares, cuya incidencia aumenta con la edad. Si tratáramos el envejecimiento de las células, prevendríamos estas enfermedades», explicó la directora del CNIO, María Blasco.



El hallazgo refuerza además una hipótesis que cada vez cobra más fuerza: el cáncer, el envejecimiento y la obesidad son manifestaciones distintas de un mismo problema global que se va gestando, a medida que el organismo acumula en sus tejidos daños que por sí solo no puede reparar.

Noticia curiosa...

Una ecuación que predice la forma de una coleta, Premio Ig Nobel 2012


los galardones que premian cada año los estudios científicos más absurdos o disparatados. Promovidos por la revista Anales de Investigación Improbable como alternativa divertida a los Nobel, los premios fueron entregados durante la noche del jueves en la Universidad de Harvard en Massachusetts (EE.UU.).



A pesar de que la mítica imagen de Albert Einstein sacando la lengua dejó muy claro que los mayores genios también pueden ser grandes bufones, la ciencia generalmente se considera demasiado compleja, impenetrable y aburrida para el común de los mortales.

Una vez al año, sin embargo, la Universidad de Harvard y sus premios Ig Nobel se esfuerzan en demostrar a todo el mundo que la ciencia no tiene porqué estar reñida con el cachondeo. Según las bases establecidas por los “Anales de la Investigación Improbable”, la revista que concede cada año estos desternillantes galardones, el objetivo de los Ig Nobel es "provocar el interés de la sociedad por la ciencia, la medicina y la tecnología", mediante la concesión de premios a los trabajos científicos más insólitos e imaginativos, "que hacen reír a la gente, y después les hacen pensar".

Y en la edición de este año una ecuación que predice la forma de una coleta, el descubrimiento de actividad cerebral en un salmón muerto y el hallazgo de los factores que explican por qué se derrama el café de una taza son algunos de los “avances” científicos que este año han ganado los  premios Ig Nobel. Estos galardones, cuyo objetivo es hacer reír mostrando el lado más divertido y disparatado de la ciencia, son entregados cada año como antesala a los auténticos Premios Nobel, cuyos ganadores se anunciarán a principios de octubre.

El científico británico Patrick Warren y sus colaboradores del centro de investigación de la empresa Unilever, en el Reino Unido, formularon la llamada “Ponytail Equation” (ecuación de la forma de una coleta), que tiene en cuenta factores como la dureza del cabello, los efectos de la gravedad y la presencia de rizos en el pelo. En combinación con un nuevo “factor matemático” que los científicos bautizaron como el “número de Rapunzel” (el nombre de la princesa de las largas trenzas), la ecuación predice la forma que adoptará el pelo de una persona cuando se junte para hacer una coleta.

Otro de los Ig Nobel, que se entregaron anoche en la Universidad de Harvard, lo ganó un equipo de investigadores estadounidenses que comprobó cómo los chimpancés se reconocen entre ellos por la forma de su trasero, y a un científico sueco que resolvió el enigma de porqué a los habitantes de la ciudad de Anderslöv el pelo se les tiñe de color verde (las “culpables”, al parecer, son las tuberías de cobre por las que pasa el agua caliente en sus duchas).

Pero además, el cachondeo anual de los Ig Nobel nos recuerda cómo a veces la ciencia puede avanzar gracias a la creatividad y el espíritu lúdico de algunos Peter Pan que se resisten a hacerse del todo mayores. El año pasado, por primera vez en la historia de estos premios, el ganador de un Ig Nobel -Andre Geim, de la Universidad de Manchester- recibió un Nobel de los de verdad (el de Fisica), y aseguró que ese lado juguetón de la ciencia había sido una de las claves de su éxito científico.

Si no fuera porque Geim, y su colega Konstantin Novoselov, se dedican a realizar toda clase de ensayos aparentemente disparatados en lo que ellos mismos han bautizado como «los experimentos de viernes por la noche», su descubrimiento del grafeno, por el que recibieron el auténtico Nobel de Física, no hubiera sido posible. La filosofía de esta ciencia divertida la resume así Novoselov: «Hacemos todas las locuras posibles, que muchas veces no conducen a nada, pero que a veces nos dan grandes sorpresas».

Según Geim, «las personas que no tienen sentido del humor no pueden ser buenos científicos». Seguro que otros ilustres predecesores que recibieron el galardón sueco estarían de acuerdo con él. No olvidemos la irreprimible socarronería del más grande de todos.

«Sólo hay dos cosas infinitas: 
el Universo y la estupidez humana... 
y del Universo no estoy seguro».