jueves, 10 de enero de 2013

Llámame, Ana Rossetti

 
Paraíso sin ti, ni imagino ni quiero     
                              Julio  Aumente

Yo aguardo la señal para reconocerte.
Cada noche, mientras tiembla el invierno
y abatida la lluvia se derrama
y el frío elige calles y restalla cordeles,
indóciles cabellos de pronto destrenzados,
yo aguardo la señal.
Y te busco incesante, y en la música entro:
acolchada la puerta se cierra tras de mí,
la sombra me golpea y mis ojos insisten,
suelta lanza dispersa y confundida.
Por el esbelto nardo y el armonioso alerce,
sauce, flor, el oro se desnuda,
gráciles piernas, bosques, enramadas:
dime, serpiente, dónde tus anillos.
Irresistible seductora mía, sin ti mi rostro
es fervoroso girasol anclado, es alabanza inerte,
no selva trastornada, no subterránea herida
ni belleza.
Sin deseos, sin sed, sin perseguido abismo,
sin que aceches y ofrezcas y arrebates,
qué jardín, dime tú, qué jardín
se podría llamar paraíso o delicia.
Mi tentación hermosa,
cada noche te busco, cada noche.
Y aguardo tu señal, transida ya de ti
para reconocerte y entregarme.



 

Si tu quisieras, Luis Fonsi


Si yo pudiera abrirte en dos mi corazón,
para que vieras el color de mi ilusión,
si yo pudiera hacerlo amor,
si tú quisieras.

No importaria la distancia entre los dos,
regresaría yo en el tiempo por amor.
Si supieras lo que quiero
de tus ojos sere él dueño
y perderme en lo profundo de tus sueños.

Si en tus sueños, corazón, pudiera estar
inventaría un nuevo mundo para ti
serias tú la unica princesa,
la fantacía de mi cuento.
Convertiría cada sueño en realidad
cual mosquetero yo sería tu guardian
defenderte hasta la muerte
todo por ti eternamente
si quisieras...
si tú quisieras...

Mientras tanto yo en silencio te amare,
venerando tu sonrisa vivire.
Si supieras lo que quiero
de tus ojos sere el dueño
y perderme en lo profundo de tus sueños.

Si en tus sueños...


Un amigo escribió "Recuerdos" y despertó Sensaciones dormidas...

Noche de 5 de enero... 
Sara deposita el vaso de agua en la cocina y encamina los pasos enfundada en sus viejas zapatillas hacia el anticuado escritorio. ¡Qué cómodos se encuentran sus pies dentro de las raídas zapatillas!
       Tengo que comprarme unas nuevas- Piensa por enésima vez 
Allí… esperando pacientemente está su inseparable portátil. Se sienta en la silla y pasa los dedos con un suave gesto, casi con cariño sobre un teclado ligeramente gastado. Abre la carpeta titulada “Recuerdos” y a golpe de su dedo índice repasa una vez mas las imágenes de su vida. Las imágenes de esos momentos vividos, momentos que no volverán…

Escucha un rumor sordo que proviene del exterior de la casa. Distingue, que el camión de la basura abandona la calle. La televisión hace de orador improvisado, para que el silencio no produzca un ruido ensordecedor en su corazón.

Cada fotografía es una escena de su vida. Allí están sus padres, sus hijos, sus primos, su hermano… Bajo el tacto de su huella digital van pasando las imágenes y… por unos momentos se detiene en una estampa plasmada en blanco y negro...

Allí están sus padres cobijándola. Su padre serio, enjuto y sobrio. Pero con un interior bonachón. Ella… ella… con su faldita corta y su jersey de lana que pacientemente había tejido su madre… Su madre, obstinada y trabajadora. Siempre pendiente de todos los detalles, para que todo estuviera bien.

Esa imagen dispara el pensamiento y los recuerdos se agolpan en su mente…
-         Recuerdo esta noche cuando era una niña, cuando aún vivía  en mi pueblo, cuando la inocencia aún anidaba en mi creencia- Pensó apoyando la barbilla sobra la palma de la mano.
-         Recuerdo la emoción de aquellos momentos... La recuerdo como si lo estuviera viviendo¡¡ahora mismo!! Es increíble la nitidez con la que mi corazón siente aquellas emociones. Me resulta abrumador sentir la cercanía de aquellos días, a pesar de todos los años que han pasado...- Mira detenidamente la fotografía,  distingue el aljibe y esboza una sonrisa
-         Fuera de la casa, en el lugar que en su día había ocupado un aljibe en el que yo me caí librándome de ahogarme gracias a los gritos de mi hermano, se había construido un cuarto de baño ¡con bañera! Toda una novedad para mí en aquella época- La mirada se perdió en el color sepia de la pared, mientras los recuerdos llegaban a borbotones.
-         En la noche del 5 de enero, cuando la oscuridad inundaba el lugar, se oían los cascos de los camellos, ¿quizás fueran caballos? Cerrábamos entonces presurosamente las ventanas para que pudieran pasar sus majestades los reyes sin que nosotros los viéramos ¡¡Estaba prohibido!! nos decían nuestros padres, bajo pena de no dejarnos… ¡¡ningún juguete!! El sonido de unos cencerros anunciaba la inmediata presencia de los camellos. Éstos comían las mazorcas de maíz que les dejábamos en el alféizar de la ventana, bebían todo el agua que estaba en los calderos que dejábamos en el suelo y... se alejaban- Sacude la cabeza a ambos lados, sonriendo de forma liviana.
-         Durante todos aquellos minutos mi madre no estaba en casa, se encontraba en el baño de afuera. Y… recuerdo que yo lloraba, lloraba mucho, desconsoladamente, pensando que se la iban a llevar…
-         Más tarde, cuando ya estábamos acostados, escuchábamos unos golpes en la ventana. Eran los Reyes Magos que nos recordaban que ya era hora de dormirse, y que si no lo hacíamos pronto, se irían sin dejarnos los juguetes tan deseados. Yo me acurrucaba en la cama, me hacía pequeña, muy pequeñita. Cerraba los ojos con fuerza y llamaba al sueño para que viniera a visitarme ya, sin esperar ni un segundo más... Pero los nervios eran más poderosos que el sueño, y éste... tardaba en llegar. Por fin el cansancio me vencía y... los párpados se cerraban lentamente...- Pasea los dedos por el teclado en una nueva caricia.
-         Lo mejor…¡¡aún estaba por llegar!! Lo mejor era despertar en compañía de mi hermano y con mucho sigilo acercarnos al comedor... Íbamos los dos juntos, medio descalzos (una de nuestras zapatillas estaba en el comedor, esperando llenarse de regalos), entonces abríamos la puerta despacio... muy despacio... con una mezcla de temor e ilusión. Temor a que no hubiera nada para nosotros, ilusión por todo lo que esperábamos encontrar tras la puerta...- Un leve hormigueo recorre el pecho de Sara.
-         La alegría de encontrarme con una muñeca, la emoción de poder cogerla y abrazarla... ese olor particular que tenía a juguete nuevo. Olor a cientos de horas que se abrían ante mi en su compañía...- Respira profundamente en busca de esa fragancia.
-         Es algo indescriptible… Algo, que solo pueden entender aquellos que lo han vivido...- Piensa sonriendo con nostalgia.

Se levanta de la silla y sus viejas zapatillas la llevan ante la caldera de gas. La pone en funcionamiento. Se abraza a si misma en un intento frustrado para disipar el frío que acompaña su cuerpo.

-         Ese momento... la ilusión que había en todo mi ser... todas la emociones que en aquellos instantes hacían palpitar mi corazón tan fuerte que parecía que se me iba a salir del pecho, todo eso... aún permanece en mi interior y cada noche del 5 de enero revive en mí con toda intensidad, como si lo estuviera viviendo ahora, en este mismo momento... No hay duda de que de todo el año esta es la noche más mágica, es una noche de sueños e ilusiones...

De nuevo sentada ante el ordenador, pulsa el teclado en busca de la estampa siguiente y sus recuerdos…
En aquel mismo instante sus rememores se fueron de aquel cinco de enero. Se fueron en un rápido silencio en busca de otros días, de otros momentos vividos, de otras historias que un día tendría que contar…
Sara, se para un instante ante la siguiente fotografía. Sonríe. Casi tiene que aguantar una carcajada al revivir los recuerdos de aquella nueva imagen…


JpTorga         

El vuelo del moscardón, Rimsky-Korsakov




Por qué pican las heridas?

Todos sabemos que cuando una herida pica no debemos rascarnos, porque se levantaría la costra y volveríamos a sangrar de nuevo. Lo que no está tan claro es la razón por la que pican las heridas, de hecho, ni siquiera los médicos se ponen de acuerdo. 
Lo que está claro es que tiene que ver con el proceso de cicatrización y regeneración de la piel. 

Antes que nada, necesitaremos echar un vistazo al proceso de curación y su funcionamiento.

El proceso de cicatrización


Como todos sabemos, la piel es el primer escudo con el que nuestro cuerpo cuenta para protegerse de cualquier daño posible. Cuando una herida se produce en ella, las alarmas se activan inmediatamente y los procesos de cicatrización se ponen en marcha en seguida.

Primero ocurre la llamada hemostasis, que prácticamente se encarga de hacer que la sangre no se escape y permanezca en los vasos sanguíneos estrechándose y apretando las plaquetas (trombocitos) para formar una especie de tapón conocido como coágulo de fibrina.
Luego la herida se inflama para poder eliminar todos aquellos residuos, suciedades o agentes externos que puedan provocar una infección. Distintas soluciones son liberadas con este cometido y comienza a ocurrir la llamada fase proliferativa.
En dicha etapa, comienzan a generarse nuevos vasos sanguíneos y nuevas capas de piel. A su vez, esta se divide en otras 4 fases: la epitelialización, la fibroplasia, la angiogénesis y la contracción de la herida. Para esta instancia, ya han pasado entre 3 y 5 días desde que la herida fue infligida.
Finalmente viene la etapa de maduración y re-modificación, en la que todas las demás células que se han dañado se terminan de reparar (algo así como ajustar los últimos detalles).

Causas de la picazón de las heridas cicatrizando

Algunos investigadores suponen que se trata de una liberación de histamina en la zona de la herida. Se cree que la histamina se libera en respuesta a una posible amenaza, como por ejemplo una bacteria, y que la misma provoca la sensación de picazón.
Pero ¿qué es la histamina? Es una sustancia química y natural que el cuerpo libera para ayudar a activar las células que se encargan de cerrar las heridas y crear nuevos tejidos. Se hace presente en las costras que se forman durante el proceso de curación del que acabamos de hablar.

Por otra parte, hay quienes creen que la respuesta está en los nervios y sugieren que cuando la piel sufre una herida, como por ejemplo un corte, se rompen algunos nervios. Mientras ocurre el proceso de cicatrización, la piel no esta en su mejor estado y los nervios son más sensibles. Como la zona se encuentra más sensible, en el cerebro (especialmente en el S.N.C.), los estímulos pueden ser malinterpretados, ahora en forma de comezón.
Por último hay quienes creen que la nueva piel formada sobre la costra tira de los extremos de esta, provocando la picazón o que bien se trate simplemente de la sequedad de la piel.
¿Tú que crees? ¿Habías pensado en esto alguna vez? ¿Alguna vez se te ocurrió que pudieran haber tantas respuestas a una pregunta que parece tan trivial?



Fuente:
http://www.quo.es
http://www.ojocientifico.com

Tu cerebro hace magia? Los neurocientíficos explican los trucos


Tiene 82 años y es toda una leyenda viviente. James Randi, uno de los magos más carismáticos de la historia, nos advierte: “Siempre me encuentro con gente que cree que a ellos no se les puede engañar, y no es cierto. Es muy fácil engañar a una persona. Como mago, llevo más de 50 años haciéndolo y es extremadamente sencillo si sabes lo que tienes que hacer”. Y él lo sabe.
Nuestro cerebro asume muchas cosas. Damos por sentado que lo controla todo, lo sabe todo, lo ve todo… Pero ¿es así realmente?
Con esta pregunta comienza nuestra andadura por NeuroMagic 2011. En plena Ría de Vigo, en San Simón, la isla del Pensamiento, se ha celebrado este evento, uno de los más originales e interesantes del momento. Los mejores neurocientíficos del mundo y un elenco de grandes magos de fama internacional se han reunido en este insólito paraje de Galicia para aunar esfuerzos y conocer mejor cómo gestiona la atención nuestro cerebro.
James Randi sube al escenario dispuesto a engañarnos. Habla durante varios minutos y, después de su intervención, suelta el micrófono de juguete. Nadie había notado que el micro no servía para nada. “Todos, absolutamente todos, astrólogos, psíquicos, videntes, futurólogos, todos utilizan habilidades que son bien conocidas por nosotros, los magos”, asegura Randi.
Y es que la magia es una de las disciplinas más antiguas, y por eso tiene una larga tradición de investigación nacida de la necesidad de los magos de determinar el límite de la percepción humana y cuánto se puede manipular.
Ahora, los interesados en saber por qué los trucos funcionan, son los científicos que escudriñan el cerebro humano. ¿Por qué caemos en la trampa? Para resolver el misterio nació NeuroMagic.
Susana Martínez-Conde, directora del Laboratory of Visual Neuroscience en Phoenix y coordinadora del congreso, nos explica las bases con las que comenzar a entender los engaños de la mente: “Nuestro cerebro tiene unos recursos limitados. No puede procesar toda la información que le llega, y por tanto debe enfocar la atención en determinados lugares, borrando el resto. Organiza la realidad con los recursos con los que cuenta, y así, cuando nos concentramos en algo, necesariamente dejamos fuera otros elementos. Es lo que llamamos ceguera por atención”. Véase el siguiente vídeo:




Observa la bola que tengo en la mano. Es amarilla y del tamaño de una de golf. La arrojo al aire y la cojo, lo repito dos o tres veces. Finalmente, la arrojo y la bola desaparece en el aire…Te preguntas qué ha sucedido y, finalmente, no tienes más remedio que asentir con la cabeza.
El mago te ha engañado y, sin embargo, lo que no sabes es que ha sido tu propio cerebro el que ha hecho el truco.
La bola estuvo todo el tiempo en la mano del mago. Lo único que hizo fue seguir la trayectoria, imaginaria, para que te creas la ilusión.
El neurobiólogo Michael F. Land descubrió, analizando este truco, que es clave que el prestidigitador haga la mímica de arrojar la bola al aire para que nos lo creamos. Analizando los patrones oculares, Land descubrió que nuestros ojos no siguen la trayectoria imaginaria de la bola, pero nuestro cerebro predice que la bola estará allí porque ya lo ha visto antes. Y es entonces cuando nace el engaño.
Nuestro cerebro tiene un límite
Como en un escenario, la mente enciende su foco e ilumina aquello que considera importante; pero mientras tanto, el resto de la realidad queda fuera de la escena, como accesorio.
Es el concepto de “foco de atención”, una idea que los magos han aprendido a utilizar a lo largo de cientos de años.
Anthony Barnhart, psicólogo cognitivo y también mago, echa por tierra el mito de la multitarea. “No podemos hacer tantas cosas a la vez como creemos. El cerebro tiene limitaciones. Se estima que podemos procesar unos 40 bits por segundo, y con esa capacidad no es posible atender a todo” .
Por tanto, mientras nuestro cerebro está enfocando la atención en algo, elimina de la escena el resto de información que le llega a través de la retina. Esto es algo que conocen bien los magos. Utilizan esos espacios que el cerebro borra y ocultan allí sus trucos.
“El gran reto de un mago es controlar la atención del espectador”, nos confiesa Miguel Ángel Gea, uno de los mejores magos de cartas del mundo. “Hacer que fije su atención donde nos conviene y olvide el resto… y es ahí cuando realizamos el engaño”.
Al igual que sucede cuando centramos nuestra atención en una carta y suprimimos el resto de la escena. Miguel Ángel Gea se apodera de nuestra atención, los detalles se hacen borrosos y no recordamos gran parte de la realidad. Sin embargo, el cerebro hace más… mucho más. No solo elimina algunos elementos: inventa otros. Consigue que la bola amarilla aparezca de la nada.
Antes se pensaba que nuestro cerebro recomponía la información que recogía visualmente. Como en una especie de puzle, montaba las piezas hasta mostrarnos la realidad, pero no es así… El cerebro no reconstruye la realidad: la crea. Con los recursos a su alcance, la edifica y no le importa inventarla creando elementos que no existen o borrar otros que sí están. Los magos saben esto último y lo utilizan en su propio beneficio. ¿Cómo? Controlando nuestro foco de atención.
Lo hacen, básicamente, manipulando nuestros mecanismos de control de observación. Por lo general, nuestro interés se centra en objetos desconocidos, de colores llamativos o en movimiento. Así, el cerebro desatiende aquellos objetos que son pequeños o de colores apagados. De este modo, mientras con una mano el “hechicero” ejecuta una acción con el objeto más interesante, con la otra está empezando a hacer el truco.
Otro modo de engañar nuestros sentidos es la simultaneidad de movimientos: cuando hay dos acciones simultáneas, nuestro cerebro enfoca su atención a la más grande. Una acción rápida, o de gran despliegue, oculta otra más pequeña.
Ojos que no ven, despiste
Puede parecer una de esas famosas bromas con cámara oculta, pero se ha realizado una experiencia realmente esclarecedora para explicar la ceguera al cambio.
El neurocientífico Stephen Macknick nos muestra un video en el que un turista pide ayuda en la calle a varios paseantes para que le indiquen una dirección. Los sujetos se concentran en buscar esa calle en un mapa y no se dan cuenta de que el turista ha cambiado. Cuando levantan la vista del mapa, la persona que les pregunta es otra; sin embargo, no notan el cambio.
Su cerebro estaba utilizando la mayor parte de sus recursos en buscar la dirección en el mapa, y no prestaba atención al resto de elementos.
Nos acercamos a Luis Martínez Otero, neurocientífico del CSIC, y le preguntamos por qué nuestra mente se comporta de esta manera. “Hay que tener en cuenta que nuestro cerebro es un órgano que realiza muchas funciones, en muy poco tiempo y siempre buscando la mayor economía de recursos disponibles. Digamos que es un órgano muy perezoso e intenta trabajar con el mínimo esfuerzo posible; así pues, se ve obligado a reducir, generalizar, resumir y, por tanto, asume cosas que no existen, que no están o, simplemente, se las inventa”.
Es decir, que nuestro cerebro, con tal de trabajar un poco menos y consumir menos energía, llena ciertos espacios en blanco con situaciones lógicas. Rellena la realidad a su gusto.
“No solo la altera, sino que la inventa completamente”, confirma Martínez Otero. “La realidad nos llega a través de las retinas en dos dimensiones. Con esa información y su experiencia, el cerebro debe construir el resto del mundo exterior y debe ser coherente… La tercera dimensión que percibimos es una invención de nuestra mente.”
Necesitamos que el mundo que vemos tenga continuidad; por eso inventamos cosas, rellenamos huecos.
La clave es distraer tu mente
“Los magos conocemos esos procesos”, señala Max Maven. “No sabíamos cómo funcionan exactamente, pero los llevábamos usando durante siglos para realizar nuestras ilusiones y espectáculos. Era un proceso de ensayo, prueba y error… Algunos trucos funcionaban y otros no; así hemos ido aprendiendo cómo engañar a la mente.” Max Maven es uno de los mentalistas e ilusionistas más célebres de la escena internacional. A él acuden magos de todo el mundo en busca de asesoramiento profesional, y ha sido consultor de magia para artistas de la talla de David Copperfield y Penn & Teller.
“Hay una frase que se suele utilizar mucho y es falsa: la mano es más rápida que el ojo”, continúa Maven. “No es cierto: mira mi mano, voy a hacer el movimiento más rápido que pueda, y aun así, tu ojo lo verá. El quid de la cuestión es distraer a tu cerebro para que borre movimientos que he realizado, desviar su atención hacia otro punto para que no se fije en la mano.” Existen muchas maneras de conseguir esto. Una de ellas es la de influir en los recuerdos del espectador utilizando “claves falsas”.
Estas son movimientos, aparentemente naturales y espontáneos, como rascarse la cabeza, pero que resultan claves en el desarrollo del engaño. Más tarde, cuando el público intente recordar toda la secuencia del truco para descubrir el engaño, obviará este movimiento y la única explicación posible que quedará será la magia.
Otra táctica es la que los científicos denominan atención conjunta. Miramos donde otros miran. Si alguien en la calle está mirando hacia arriba, inevitablemente, al pasar a su lado también miraremos hacia arriba.
Jamy Ian Swiss es un maestro de magos. Escritor, productor, guionista y asesor de programas televisivos, verle actuar es todo un espectáculo. “Todos nuestros movimientos están dirigidos a obligarte a mirar dónde queremos”, asegura Swiss. “Si un mago mira una carta, la enseña. Involuntariamente, el público también mirará esa carta… y dejará de prestar atención a la otra mano y al resto de la baraja.” Otros artistas utilizan diferentes tácticas. El humor es una de las más usadas por los magos, desde el gran Juan Tamariz hasta Luis Piedrahíta. “Como ya nos han enseñado los neurocientíficos, nuestro cerebro no puede mantener la atención durante todo el tiempo”, concluye Swiss. “Existen pausas donde se relaja y deja de estar vigilante. El humor, la emoción… cuando nos reímos bajamos la guardia, y en ese breve lapso, el mago puede hacer su truco.”
Neurociencia y magia. Extraños compañeros reunidos en una isla gallega para estudiar el cerebro… Así llegamos al final, que en realidad es el principio: volvemos a la bola amarilla, seguimos su vuelo y de pronto… Un momento, lo han vuelto a hacer…


Fuente: 
http://www.quo.es