martes, 16 de abril de 2013

Albert Einstein y J. Muñoz Fernández unidos por "milagro"...



“Existe un poder, el del pensamiento, que, unido a los sentimientos, llega a tener un poder de creación. A esa creación  algunos la llaman milagro.
Los milagros pueden existir:
-En pequeños libros, a veces diminutos e insignificantes, que no has visto nunca o de haberlos visto, los has despreciado por resultarte poco llamativos, impresos en papel que al cabo de unos años empiezan a amarillear, y que pueden aportarte mucha sabiduría.
-En una palabra o un gesto que te hace algún ser humano al que posiblemente nunca mas vuelvas a ver y, que a  partir de ahí, origina el cambio o milagro”.
 
El regalo más grande eres tú – J. Muñoz Fernández

  

 

Entrégate, Luis Miguel




Como te atreves
a mirarme así
a ser tan bella
y encima sonreir
mía, hoy serás mía por fin.

Cierra los ojos
déjate querer
quiero llevarte
al valle del placer
mía, hoy serás mía lo sé.

Déjame robar
el gran secreto de tu piel
déjate llevar
por tus instintos de mujer.

Entregate
aún no te siento
deja que tu cuerpo
se acostumbre a mi calor.

Entregate
mi prisionera
la pasión no espera
y ya no puedo más de amor.

Abre los ojos
no me hagas sufrir
no te das cuenta
que tengo sed de ti?
mía, hoy serás mía por fin.

Déjame besar
el brillo de tu desnudez
déjame llegar
a ese rincón que yo soñé.

Entregate
aún no te siento
deja que tu cuerpo
se acostumbre a mi calor.

Entregate
sin condiciones
tengo mil razones
y ya no puedo más de amor.




Amarse con los ojos abiertos (fragmento), Jorge Bucay






Quizás la expectativa de felicidad instantánea que solemos endilgarle al vínculo de pareja, este deseo de exultancia, se deba a un estiramiento ilusorio del instante de enamoramiento.
Cuando uno se enamora en realidad no ve al otro en su totalidad, sino que el otro funciona como una pantalla donde el enamorado proyecta sus aspectos idealizados. 

Los sentimientos, a diferencia de las pasiones, son más duraderos y están anclados a la percepción de la realidad externa. La construcción del amor empieza cuando puedo ver al que tengo enfrente, cuando descubro al otro.
Es allí cuando el amor reemplaza al enamoramiento. 

Pasado ese momento inicial comienzan a salir a la luz las peores partes mías que también proyecto en él. Amar a alguien es el desafío de deshacer aquellas proyecciones para relacionarse verdaderamente con el otro. Este proceso no es fácil, pero es una de las cosas más hermosas que ocurren o que ayudamos a que ocurran.

Hablamos del amor en el sentido de "que nos importa el bienestar del otro". Nada más y nada menos. El amor como el  bienestar que invade cuerpo  y alma y que se afianza cuando puedo ver al otro sin querer cambiarlo.
Más importante que la manera de ser del otro, importa el bienestar que siento a su lado y su bienestar al lado mío. El  placer de estar con  alguien que se ocupa de que uno esté bien, que percibe lo que necesitamos  y disfruta al dárnoslo, eso hace al amor. 

Una pareja es más que una decisión, es algo que ocurre cuando nos sentimos unidos a otro de una manera diferente. Podría decir que desde el placer de estar con otro tomamos la decisión de compartir gran parte de nuestra vida con esa persona y descubrimos el gusto de estar juntos. Aunque es necesario saber que encontrar un compañero de ruta no es suficiente; también hace falta que esa persona sea capaz de nutrirnos, como ya dijimos, que de hecho sea una eficaz ayuda en nuestro crecimiento personal. 

 Welwood dice que el verdadero amor existe cuando amamos por lo que sabemos que esa persona puede llegar a ser, no solo por lo que es. 

"El enamoramiento es más bien una relación en la cual la otra persona no es en realidad reconocida como verdaderamente otra, sino más bien sentida e interpretada como si fuera un doble de uno mismo, quizás en la versión masculina y eventualmente dotada de rasgos que corresponden a la imagen idealizada de lo que uno quisiera ser.
En el enamoramiento hay un yo me amo al verme reflejado en vos." Mauricio Abadi. 

Enamorarse es amar las coincidencias, y amar es enamorarse de las diferencias.
 

¿Dónde está la cabeza de Goya?



No es difícil imaginar la sorpresa que se llevaría Joaquín Pereyra, cónsul español en Burdeos, cuando, tras presenciar la exhumación del cadáver de Francisco de Goya, se dio cuenta de que al ilustre pintor le faltaba la cabeza.

Pereyra había encontrado la tumba de Goya en una de sus visitas al cementerio de Burdeos donde descansaba su difunta esposa. El pintor había sido enterrado junto a los restos de su consuegro Martín Miguel de Goicoechea en un mausoleo y Pereyra, tras el descubrimiento, decidió tramitar el regreso de los cadáveres a España. Tras la exhumación, el cónsul informaba consternado que la cabeza del pintor no se encontraba en el féretro. "Y precisamente todo induce a creer que los huesos encerrados en esta última caja son los de Goya, por ser los huesos de las tibias mucho mayores que los contenidos en la caja de zinc, y además haberse encontrado restos de un tejido de seda de color marrón, que debe ser los del gorro con que se presume fue enterrado Goya", relataba.
 

A pesar de todo, los restos de Goya fueron trasladados a España, pero la desaparición de la cabeza del artista aún sigue siendo un misterio. Y desde entonces, comenzaron a circular todo tipo de explicaciones, leyendas y bulos. Que si el pintor donó su cráneo a la ciencia, que si quiso ser enterrado junto a su amada, la duquesa de Alba… Nada se sabe aún. Se dijo que se lo había quedado un frenólogo para estudiar las características del cerebro de un genio. Pero se han dado numerosas hipótesis. Este es un extracto de un reportaje que publicaba sobre el asunto HERALDO en 1981, con una foto del cuadro pintado por Dionisio Fierros:
Esporádicamente, con cierta regularidad, aparecen comentarios en los medios informativos, tanto españoles como franceses, sobre el misterio de la desaparición de la cabeza de Goya. Por lo general, se trata de refritos o de variaciones sobre el mismo tema, intentando reforzar teorías que rayan en lo absurdo y que carecen del necesario fundamento de la investigación científica seria.
El pasado verano, el diario ‘Sud-Ouest’, del Midi francés, publicaba un artículo de Roger Galy abundando en este razonamiento, fundamentado en los trabajos que realizó, hace unos años, un diputado de la Gironde, M. Guillet, fallecido en 1977. A su vez, todo el montaje de la teoría se basa,  prácticamente, en el testimonio recogido por Gustave Labat de boca de la señora de Brugada, a la sazón nonagenaria, que había presenciado sesenta años antes el entierro del pintor. Según sus declaraciones, recordaba perfectamente que Goya había sido depositado en el féretro envuelto en una capa española y tocado con una gorra visera de cuero, de la que no se halló vestigio alguno en el momento de la exhumación.
Siguiendo la misma línea especulativa, se da por seguro que fue un joven estudiante de medicina español quien violó la tumba y se hizo con la cabeza, para realizar un estudio frenológico, entonces muy en boga merced a las experiencias del médico alemán Gall. Este joven, de quien no se facilita ni el nombre, habría enviado el cráneo al pintor español Dionisio Fierros, que lo reproduciría en el lienzo que figura en el Museo Provincial de Zaragoza (‘Cráneo de Goya’), para remitirlo posteriormente a unos amigos de Navarra, en manos de cuya familia -acomodada y honorable- se encontraría todavía. La exposición de esta hipótesis finaliza asegurando que las autoridades españolas están al corriente de los hechos, pero que no han querido removerlos, ya que se trata de una violación de sepultura realizada en tierra extranjera.
En el mismo reportaje se recoge otra hipótesis, en la que se sugiere que, en lugar de violación de la tumba del pintor, cabe pensar que nunca se le enterró la cabeza:
Si se hubiera producido violación de una sepultura habrían quedado huellas. Los malhechores tenían que enfrentarse a una gran fosa coronada por un monumento (era una concesión de tres por cuatro metros aproximadamente) en la que no podían penetrar más que agujereando a lo largo de la parte del muro que se hunde en el suelo. Y solamente así podrían alcanzar la piedra que, desprecintada, les permitiría entrar en la tumba. Teniendo en cuenta el nivel de frecuentación de los lugares, era absolutamente imposible que llevado a cabo el ‘trabajo’, nadie se hubiera apercibido del insólito aspecto de la tierra de las juntas recientemente removida y amontonada.
Hoy lo ignoramos, pero en aquella época se hacía la autopsia casi sistemáticamente a las personalidades cuyos cráneos obtenía la Facultad. Se adivina tanto más fácilmente lo que pudo haber pasado con Goya, ya que su amiga Leocadia Zorrilla de Weiss tenía ideas muy liberales y la Iglesia rehusaba todavía muy a menudo administrar los últimos sacramentos a los artistas. Y los registros testimonian que, de hecho, Goya no los recibió.
Sorprendente, ¿verdad? Bueno, pues también hay quien ha defendido que el cráneo fue utilizado como linterna: 
Pero el cráneo de Goya aún debía suscitar otras discusiones. Un miembro de la Academia de Bellas Artes de San Luis, de Zaragoza, cuenta que halló, en los años 1920, en casa de un anticuario de esta misma ciudad, una pintura que representaba un cráneo, firmada por Dionisio Fierros y fechada en 1849. En el dorso de la tela, junto a una firma: ‘Marqués de San Adrián’, se podía ver, escrita por otra mano, la mención: ‘Cráneo de Goya pintado por Fierros’. Se sabe, por lo demás, que el ‘modelo que sirvió para este cuadro fue conservado por el artista, que lo utilizó como linterna. Su hijo Nicolás lo heredó en 1911. Estudiante de anatomía, se entretuvo en desarticularlo, distribuyendo maxilares, esfenoide y temporales entre sus condiscípulos, y conservó solamente el parietal que su sobrino, Dionisio Gamallo Fierros, poseía aún en 1961, si creemos al historiador de arte Octavio Aparicio. El autor de este relato precisa claramente que estos hechos se evocan únicamente a causa de su pintoresquismo y no constituyen, en manera alguna, un punto de partida para cualquier investigación.
Lo único sobre lo que se puede hablar fundadamente es que el cráneo conservado y pintado por Dionisio Fierros estaba intacto. Ahora bien, es imposible proceder a la extracción del cerebro sin abrir la envoltura ósea.
Y, por último, el reportaje publicado por HERALDO en 1981 aún apuntaba en otra dirección, variante de la primera:
En la revista ‘Aragón’ de abril de 1928, bajo el título ‘El último capricho de Goya’, don José Francés escribe: “Cuando se enterró al pintor en San Antonio de la Florida, se introdujo, en un cofre de plomo, un acta del 29 de noviembre de 1919 declarando que faltaba al esqueleto la cabeza, porque, a la muerte del pintor, según es fama, su cabeza había sido confiada a un médico para su estudio científico, sin que fuese restituida a la sepultura, y por esa razón no se la halló cuando se procedió a la exhumación en la ciudad francesa”.
El misterio sigue vivo. Pero la versión más divertida no aparece en el reportaje. Según dicha versión, un hijo del pintor Dionisio Fierros quiso realizar un experimento sobre la fuerza expansiva de los gases y llenó la calavera de garbanzos en remojo que, en pocas horas, acabaron fragmentándola y arruinándola por completo. Para que vean hasta qué punto las hipótesis son contradictorias: hace tan solo un par de años se dijo que la cabeza estaba localizada, perfectamente conservada en una urna, y que se estaban realizando estudios de ADN para certificar su autenticidad. Pero ya no se ha vuelto a hablar del asunto.
Otras investigaciones revelan la existencia de un cuadro del pintor Dionisio de Fierros en cuya parte trasera se leía la inscripción "El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849". Al parecer, un nieto de Fierros afirmaba que su abuelo tenía en el estudio una calavera que bien podría ser la del artista. El cráneo podría haber acabado en Salamanca, ciudad donde uno de los hijos de Fierro se licenció Medicina. Según esta versión, el estudiante, sin conocer que los restos óseos eran los de Goya, se los dio a comer a un mastín que le perseguía por las calles de la ciudad.
 
Mientras que los demás restos mortales del pintor descansan hoy en la ermita de San Antonio de Florida, en Madrid, el destino final de la cabeza de Goya sigue siendo un misterio.


Fuente:
http://blogs.heraldo.es
http://www.muyinteresante.es