viernes, 26 de octubre de 2012

Vives en mi, David Bisbal


Me encuentro lleno de ti
de tu calor de madrugada
de cada beso que
me lo dio todo sin pedir nada
hoy no se si es que estoy triste
por lo que pudo suceder
pero feliz por que me hiciste
comprender lo que es un buen querer
pero asi es la vida mi vida
a veces sal aveces miel
te juro no se me olvida recordarte hasta mi muerte

Qué doloroso es amar y no poderlo decir, Joaquín Dicenta

¡Qué doloroso es amar...
y no poderlo decir!
Si es doloroso saber,
que va marchando la vida
como una mujer querida,
que jamás ha de volver.
Si es doloroso ignorar,
donde vamos a morir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Triste es ver que la mirada,

hacia el sol levanta el ciego;
y el sol la envuelve en su fuego
y el ciego no siente nada.
Ver su mirada tranquila,
a la luz indiferente
y saber que eternamente,
la noche va en su pupila
bajo el dosel de su frente.

Pero si es triste mirar

y la luz no percibir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Conocer que caminamos,

bajo la fuerza del sino;
recorrer nuestro camino
y no saber donde vamos.
Ser un triste peregrino,
de la vida en los senderos,
no podernos detener,
por ir siempre prisioneros,
del amor o del deber.
Mas si es triste caminar
y no poder descansar
mas que al tiempo de morir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Vivir como yo soñando,

con cosas que nunca vi;
y seguir, seguir andando,
sin saber por qué motivo
ni hasta cuándo.
Tener fantasía y vuelo,
que pongan al cielo escalas
y ver, que nos faltan alas,
que nos remonten al cielo.
Más si es triste no gozar,
lo que podemos soñar;
no hay más amargo dolor,
que ver el alma morir,
prisionera de un amor
y no poderlo decir.


Joaquín Dicenta

Algunas curiosidades sobre el esqueleto humano


El cuerpo humano es una maravillosa y compleja estructura formada por varios sistemas funcionales, sostenidos o protegidos por un armazón duro compuesto de más de doscientos huesos, un centenar de articulaciones y más de 650 músculos, todo actuando coordinadamente. Gracias a la colaboración entre huesos y músculos, el cuerpo humano mantiene su postura, puede desplazarse y realizar múltiples acciones.

El conjunto de huesos y cartílagos forma el Esqueleto. 

Al nacer, el cuerpo de un recién nacido posee 350 huesos blandos. Muchos de ellos se funden entre sí a medida que el niño crece, por eso el esqueleto adulto típico cuenta solo con 206 huesos, la mayoría de ellos pares, con un miembro de cada par en cada lado del cuerpo. Entre los huesos impares están: el esfenoides, el etmoides, el vomer y el hioides. Si incluimos también los pequeñísimos huesos del oído, tenemos 212.

El hueso es un órgano firme, duro y resistente que forma parte del endoesqueleto de los vertebrados. Está compuesto principalmente por tejido óseo, un tipo especializado de tejido conectivo constituido por células, y componentes extracelulares calcificados. Los huesos también poseen cubiertas de tejido conectivo (periostio) y cartílago (carilla articular), vasos, nervios, y algunos contienen tejido hematopoyético y adiposo (médula ósea).

Los huesos poseen formas muy variadas y cumplen varias funciones. Con una estructura interna compleja pero muy funcional que determina su morfología, los huesos son plásticos y livianos aunque muy resistentes y duros.

Cada pieza o hueso del esqueleto cumple una función en particular y de conjunto en relación con las piezas próximas a las que está articulada.

 Los huesos en el ser humano, son órganos tan vitales como los músculos o el cerebro, y con una amplia capacidad de regeneración y reconstitución. Sin embargo, vulgarmente se tiene una visión del hueso como una estructura inerte, puesto que lo que generalmente queda a la vista son las piezas óseas —secas y libres de materia orgánica— de los esqueletos luego de la descomposición de los cadáveres.

Los huesos están integrados por tres capas, cada una de ellas contiene o protege algún elemento importante para el cuerpo.
- Periostio: es una delgada membrana que cubre al hueso y contiene varios nervios y vasos sanguíneos.
- Corteza ósea: posee millones de pequeños orificios por donde pasan los nervios y los vasos sanguíneos que llegan al tejido esponjoso.
- Parte interna: su principal componente es el tejido esponjoso. Esta se encuentra llena de médula ósea, sustancia blanda en la que se fabrica la mayoría de las células sanguíneas que fluyen a través de nuestro cuerpo, es decir, los glóbulos blancos, rojos o las plaquetas. Tiene aspecto de gelatina roja en los niños y amarillenta en los adultos.
La composición interna del hueso está formada de células óseas rodeadas por una sustancia inerte y dura. Se distinguen tres tipos: los osteoblastos, que forman nuevos huesos endureciendo el colágeno de la proteína celular con los minerales y ayudan a reparar los huesos dañados; los osteocitos, que transportan nutrientes y desechos entre la sangre y los tejidos finos del hueso, y los osteoclastos, que recambian el hueso y ayudan a darle forma mandando los minerales nuevamente dentro de la sangre. Además, tienen un papel importante en la reparación de fracturas.
Químicamente los huesos se componen de 25% de agua, 45% de minerales como sales de calcio y 30% de materia orgánica (proteína y colágeno). El calcio, su principal componente, es un mineral que no solo es necesario para darle fortaleza y dureza al hueso, sino que también es primordial para proteger otros procesos como el producir nuevas células sanguíneas. El colágeno, otro de sus componentes, le proporciona la flexibilidad.

Estructura de un hueso largo

El llamado hueso largo se suele describir como prototipo de hueso porque en él se aprecian claramente todos los segmentos óseos. Esos huesos largos son el húmero, el fémur, la tibia, entre otros, y los segmentos que lo componen son tres:
- Epífisis: constituyen los extremos o terminaciones del hueso.
- Diáfisis: porción principal del hueso, la parte alargada, la cual es semicilíndrica y compuesta de tejido compacto.
- Metáfisis: es la zona de ensanchamiento.
También encontramos la fisis o cartílago de crecimiento, que es una lámina de cartílago que se localiza entre la epífisis y la metáfisis y se le conoce como línea o placa fisiaria o de crecimiento. Cuando el crecimiento se frena, los cartílagos gradualmente se osifican, lo que se llama cierre del cartílago de crecimiento.
El interior de los huesos largos aloja la medula ósea, un tejido noble que fabrica glóbulos rojos y blancos.
Sostienen las partes blandas del cuerpo y le dan consistencia a éste.
Son el apoyo de los músculos y permiten producir los movimientos.


El esqueleto humano es, por lo tanto, la estructura o el armazón que sostiene y protege el edificio de nuestro cuerpo.
Pero no olvidar que hay una diferencia entre las piezas del armazón humano y las estructuras de un edificio: las primeras son partes vivas del cuerpo.

Las articulaciones 

Los huesos se mantienen unidos por medio de las articulaciones o coyunturas.  Hay articulaciones fijas, como las de los huesos del cráneo y de la cara, exceptuando la mandíbula inferior, que necesita moverse para masticar los alimentos.
Las vértebras, los huesos de las piernas y brazos están unidos mediante articulaciones movibles.
Los huesos se mantienen unidos por ligamentos.  Además, hay unas glándulas que segregan un líquido parecido a la clara de huevo, que evita el roce de un hueso con otro. Ese líquido se llama sinovial, y las glándulas, bolsas sinoviales.

Huesos de la cabeza

La cabeza se une a la parte superior de la columna vertebral. Los huesos del cráneo son anchos curvos. Forman una fuerte bóveda que protege al cerebro.
La cabeza esta constituida por el cráneo y la cara. Es una sucesión compleja de huesos que protegen el encéfalo y a otros órganos del sistema nervioso central. También da protección a los órganos de los sentidos, a excepción del tacto que se encuentra repartido por toda la superficie de la piel.
Los huesos del cráneo son 8 y forman una caja resistente para proteger el cerebro.
Los huesos de la cara son 14. Entre ellos los más importantes son los maxilares (superior e inferior) que se utilizan en la masticación.
Huesos de la cabeza (de frente)

Huesos de la cabeza (de lado)

Huesos del Tronco
A la cabeza le sigue el tórax. Éste está formado por veinticuatro costillas.
Las costillas se unen todas por detrás a la columna vertebral. Por delante, se unen al esternón solamente veinte de ellas, mediante un tejido especial que es más blando que los huesos y que recibe el nombre de cartílago. Unidas de esta manera, las costillas forman una jaula protectora para el corazón y los pulmones.
En la parte superior del tórax, a ambos lados, se encuentran las clavículas por delante y los omóplatos por detrás.
Las clavículas se unen a la parte de arriba del esternón por uno de sus extremos.  Sus otros extremos se unen a los omóplatos, formando los hombros, donde nacen los brazos.
La clavícula y el omóplato, que sirven para el apoyo de las extremidades superiores.
Las costillas protegen a los pulmones, formando la caja torácica.
Caja torácica


Columna vertebral


La columna vertebral es el eje del esqueleto, es un pilar recio, pero flexible.  Todos los huesos están unidos a ella directa o indirectamente.  La columna vertebral está formada por huesos pequeños, que reciben el nombre de vértebras.
En el ser humano la columna vertebral está constituida por 33 vértebras, que son, según su número y localización:
7 cervicales (la 1ª llamada Atlas y la 2ª Axis)
12 dorsales o torácicas
5 lumbares
5 sacras (sin articulación entre ellas pues están fundidas y componen el hueso llamado Sacro)
4 coccígeas (sin articulación entre ellas pues están fundidas y componen el hueso llamado cóccix. Tampoco existe articulación entre el sacro y el cóccix; según teorías evolutivas sería la reminiscencia del rabo o cola correspondiente a otras especies animales).
Esta distribución siempre es así, salvo en las anomalías denominadas lumbarización y sacralización.
Las vértebras están perforadas en el centro, y todas juntas forman un canal protector, donde se aloja la médula espinal, que forma parte del sistema nervioso.
Los huesos de las extremidades son largos.  Son órganos de sostén.


Huesos de las extremidades superiores

 
Clavícula, omóplato y húmero formando la articulación del hombro.

El húmero, en el brazo.


El cúbito y el radio en el antebrazo.





Huesos de la mano








El carpo, formado por 8 huesecillos de la muñeca.
Los metacarpianos en la mano.

Las falanges en los dedos.








Huesos de las extremedidades inferiores


El hueso de cada muslo es el fémur.  Esos dos huesos son los más largos del cuerpo.
La pelvis y el fémur, formando la articulación de la cadera.

La rótula en la rodilla.

La tibia y el peroné, en la pierna.

El tarso, formado por 7 huesecillos del talón.

El metatarso en el pie.

Las falanges en los dedos.



Huesos de la cadera



Un conjunto de huesos que forma la pelvis (ilion, isquión y pubis), se une a la parte inferior de la columna vertebral.  La pelvis sostiene los intestinos y otros órganos internos del abdomen.  La parte superior de la pelvis es lo que comúnmente llamamos caderas.  A ambos lados de la parte inferior de aquella nacen las piernas.






 Curiosidades:

Algunas personas tienen huesos extra en sus pulgares o en el primer hueso del pie; son los huesos sesamoides, que suelen extirparse quirúrgicamente para evitar molestias. Otras poseen un par extra de costillas (decimoterceras).

Se estima que el peso del esqueleto de un adulto es aproximadamente de 17 kg.

El esqueleto de un ser humano contiene un kilo de calcio.
 
El hueso más pequeño es el estribo del oído medio, que mide de 2,6 a 3,5 mm.
 
El hueso más grande es el fémur; mide unos 50 cm en un hombre de una estatura de 1,83 m. Representa casi el 25 % de la altura del individuo.

·  El único hueso sin articulación es el hioides. Está situado en la base de la lengua y a él se unen los músculos que cierran el suelo de la boca.

·  Los dientes no son huesos, a pesar de estar mineralizados y encajados en la mandíbula. En realidad, su origen es epidérmico, forman parte de la piel.

·  Durante el desarrollo del ser humano el último hueso que se endurece es el esternón.

·  Un trocito de hueso puede soportar un peso de 9 toneladas. El mismo peso destrozaría un trozo de cemento del mismo tamaño.

·  El hombre más alto de la historia médica fue Robert Pershing Wadlow, nacido en 1918 en Alton (Illinois, EE UU), quien medía 2,72 metros de estatura y 2,88 metros de envergadura de brazos.

·  La mujer más grande de la historia fue la china Zeng Jinlian, que medía 2,42 metros de altura cuando murió en 1982.

·  Los hombres más bajos del mundo se encuentran entre los pigmeos de la etnia mbuti, en República Democrática del Congo, con una talla media de 1,37 m.

·   Los hombres más altos del mundo son los watusi, de Ruanda y Burundi, y los danka, de Sudán. Los primeros tienen una estatura media de 1,95 m.

·   El ser humano más bajo del mundo fue Paulina Musters, que nació en Ossendrecht (Holanda) en 1876. A la edad de 9 años tenía una estatura de 55 cm y pesaba 15 kg. Murió en Nueva York a los 19 años de edad.

·  La altura media de los varones españoles es de 1,74 m, y la de las mujeres, 1,62 m.

·  La primera vértebra cervical se llama atlas en recuerdo del titán mitológico que fue castigado por los dioses a sostener la bóveda celeste sobre la parte posterior del cuello.

· El cóccix está formado por cinco pequeñas vértebras soldadas que en tiempos pasados correspondían a la cola. En 1889, la revista Scientific American publicó un reportaje de un niño tailandés, de 12 años de edad, que tenía una cola de 13 cm.

· En el siglo XVI, el anatomista Vesalio descubrió que el hombre y la mujer tenían el mismo número de costillas, lo que contradecía la creencia de que Dios había tomado una costilla de Adán para crear a Eva.

· Durante la autopsia del rey Carlos I de Inglaterra (1600-1649), algún desaprensivo robó su cuarta vértebra y la convirtió en un salero. El novelista Walter Scott lo usó con este fin durante 30 años, hasta que la reina Victoria ordenó su devolución a la capilla de San Jorge en Windsor (Gran Bretaña).

Hay operaciones de cirugía estética que se basan en extirpar huesos, como los nasales de la nariz. En algún caso se extirpan las costillas flotantes para conseguir una «cintura de avispa».


El buscador, Jorge Bucay



Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador.

Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda.
Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó Kammir, a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos eran los de un buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción … “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar… Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía “Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terrible mente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No ningún familiar – dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?.
El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fu lo disfrutado…, a la derecha, cuánto tiempo duró ese gozo. 
¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?…¿Una semana?, dos?, ¿tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? … ¿y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? …, ¿y el casamiento de los amigos…?, ¿y el viaje más deseado…?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?, ¿días?… Así vamos anotando en la libreta cada momento, cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.

Jorge Bucay