lunes, 3 de junio de 2013

Canción contigo, José Ángel Buesa





Aquí estas en la sombra,
con tu mano en la mía,
respirando en un tiempo
sin antes ni después.

Ya vez que,
aunque te fuiste,
no te vas todavía,
y estas aquí, conmigo
no importa donde estés.

Desnuda en esta sombra
te palpara mi mano,
lenta mano de ciego
que acaricia una flor,
y sabré de repente
donde empieza el verano,
yo, que solo he sabido
donde acaba el amor.

Aquí estas en la sombra,
conmigo todavía,
compartiendo este lecho
calidamente aquí,
Detenida en la noche,
y donde nunca es de día,
detenida en la noche
y amaneciendo en mi.

Y ahora soy como el surco
donde madura el trigo,
como la flor que nace
donde pisan tus pies,
porque, aunque nunca vuelvas,
siempre estarás conmigo,
conmigo en esta sombra
sin antes ni después.



Se va muriendo mi alma, Marco Antonio Solis


Por pensar que tu volverás conmigo
y saber que ahora ya tienes abrigo
aquí, se va muriendo mi alma
se va nublando cada día mas
el cielo de mi esperanza.
Porque la vida no me dice nada
porque tengo temor a las miradas
así, se va muriendo mi alma
y va creciendo ese vacío en mi
que no lleno con nada.
Es tu amor
el que no me deja vivir
del que no puedo desistir
pues muy adentro se quedo
como una luz que nunca se apago
como una noche eterna
que nunca amaneció.
Olvidar
como es posible olvidar
la única vez que supe amar
y ahora tengo que renunciar
a lo mas bello que jamas sentí
pero ahora solo hiere y tu
ni te acuerdas de mi.

Adagio Confidencial (fragmento), Mercedes Salisachs

 


—¿Sabes, Germán? Estoy plenamente convencida de que el amor (eso que la gente lla-ma amor) es única­mente una especie de nivel, un hueco que pide ser relle­nado, una autosatisfacción compartida.
—¿A qué viene esa definición?

—Estaba queriendo analizar el fenómeno sentimen­tal. Todo el mundo necesita sentirse compenetrado con otra persona, pero todo el mundo se engaña cuando encuentra a esa per-sona. De hecho creemos que pone­mos nuestro amor en ella, cuando lo que ocurre es que nos amamos a nosotros mismos a través de ella. No, Germán: no es la persona lo que verdadera-mente im­porta: es lo que esa persona puede darnos o acaso lo que esa persona puede hacer-nos sentir cuando el vacío nos invade.
Germán acaricia el reloj, no replica. Mira las mane­cillas y escucha el tictac, casi imper-ceptible, tímido como el goteo de los árboles.

—Luego está la novedad. La novedad es un acicate poderoso. Por eso el ser humano es tan inconstante. Siempre creemos que puede haber algo mejor...
Germán enciende otro cigarrillo, lentamente, como tiene por costumbre. Dice sin apartar la vista del reloj:

—Es posible que tengas razón.

—Ahora comprendo que si yo me decanté hacia ti, fue solamente por eso. Porque me sentía vacía, porque Rogelio me negaba todo lo que tú me dabas.

—¿Sólo por eso?

—Estoy casi segura.

—Entonces el amor es un mito.

—Creo que sí. Sólo que la vida está llena de mitos fundamentales.

—Si fue un mito, ¿cómo te explicas que durase tanto?

—Porque jamás llegó a cumplirse. Porque tuvimos el buen gusto de no quemarlo.
Vacila, piensa con­cienzudamente lo que va a decir. Añade luego—: Ade­más, casi todos los mitos son reflejos de una realidad. El amor existe, pero no tal como lo comprende el hom­bre. El ser humano se ha empeñado en reinventarlo, en hacer del amor algo propio, algo aje-no por completo a la fuente que lo nutre.

—No te entiendo.

—Es muy sencillo —dice Marina, y su voz se apaga cada vez más—. El amor es sacri-ficio, y el ser humano lo vuelve egoísta. El amor es pureza y el ser humano lo ensucia. El a-mor es esperanza y el ser humano lo de­sespera. Confundimos el amor con el sexo, la pose-sión con la felicidad, la inquietud con la ilusión... No sa­bemos manejar el amor. Por eso lo destruimos.

Germán se pone ceñudo. Tal vez no la entienda. O acaso esté pensando qué clase de a-mor siente él por Vilana...

Marina percibe su confusión claramente, igual que si un rayo invisible uniese los pensa-mientos de ambos. Pero aunque unidos se rechazan, se repelen.

—Yo quiero a Vilana —murmura él como si inten­tara convencerse de lo que está dicien-do—. Le he sido infiel, pero la quiero.

Y Marina piensa: «Ni siquiera se da cuenta de que, al afirmar eso, está proclamando su desamor.» Le falta poco para decirle: «Querer a una persona no es amarla; es acostumbrarse a ella.»

 

¿Por qué hace un ruido tan fuerte el látigo?




Cuando se sacude el látigo con fuerza éste restalla, chasquea, cruje, hace un ruido seco muy fuerte.
Pero ¿por qué hace tanto ruido? ¿golpea contra sí mismo? ¿contra el aire?
Este chasquido es un estallido sonoro en miniatura producido por el extremo del látigo que, al ser lanzado con fuerza, se desplaza más rápido que la velocidad del sonido.
Al restallar el látigo, se aplica al extremo del mango una gran energía que no tiene otro sitio adónde ir que a lo largo del propio látigo como una onda en movimiento. Esta energía cinética (de movimiento) depende de la masa del cuerpo y en mayor proporción de la velocidad del movimiento. Así que, conforme se va desplazando, encuentra cada vez menos masa porque el grosor del látigo disminuye y, como la energía se ha de mantener, aumenta la velocidad.
El aire está formado principalmente por moléculas de nitrógeno y oxígeno. Estas moléculas están vibrando en constante movimiento a una elevada velocidad (a unos 480 m/s a temperatura ambiente). Si algún cuerpo se desplaza a través del aire a una velocidad menor, les da tiempo más que suficiente para, digamos, apartarse. Pero si la velocidad del cuerpo es comparable a la suya no les da tiempo, se amontonan en el extremo y son empujadas hacia adelante: aire comprimido y acumulado que crea una onda de choque que, realmente, es un fuerte sonido. Porque recordemos que el sonido no es más que aire en vibración.


Nota sabionda: No toda la energía que llega a la punta de látigo se transforma en sonido. Una parte se consume en las hebras finales que acaban por deshilacharse y partirse, y otra regresa reflejada hacia atrás a través del látigo.


Fuente:
http://www.sabercurioso.es



¿Qué son los hemisferios de Magdeburgo?



Con motivo de la celebración del VII Congreso Internacional sobre Investigación en la Didáctica de las Ciencias que se celebró en Granada de los días 7 al 10 de Septiembre del año 2005, el Parque de las Ciencias de la ciudad nos deleitó con la realización del experimento de los hemisferios de Magdeburgo.  
Conozcamos la historia de este experimento y qué importancia tubo en el contexto científico de su época. El 8 de mayo de 1654 tuvo lugar, en la ciudad alemana de Magdeburgo, ante el emperador Fernando III y su séquito la exhibición de un experimento espectacular, diseñado y realizado por el alcalde de la ciudad, el científico alemán Von Guericke. Diversos grabados de la época, reflejan el acontecimiento.


El experimento consistía en tratar de separar dos hemisferios metálicos, de unos 50cm de diámetro, unidos entre sí por simple contacto, formando una esfera herméticamente cerrada, de la que se extraía el aire con una bomba de vacío, por cierto, inventada por el propio Von Guericke. Para facilitar el cierre hermético de los semiesferas metálicas o hemisferios, se disponía de un aro de cuero que se colocaba entre las superficies que se tocaban. Cada hemisferio disponía de varias argollas para pasar cuerdas o cadenas por ellas y así poder tirar hacia los lados opuestos.
Los espectadores quedaron totalmente impresionados al comprobar que diferentes grupos de hombres tirando con todas sus fuerzas hacia ambos lados no conseguían separar los hemisferios. Tampoco pudieron inicialmente separarlos 16 caballos, en dos grupos de 8 a cada lado. Sólo después de un tiempo haciendo un gran esfuerzo lograron su objetivo provocando un estruendo enorme. Los hemisferios que formaban la esfera, que tanto esfuerzo costó abrir, se separaban sin ninguna dificultad con sólo dejar entrar de nuevo aire en su interior.
En el experimento realizado en el 2005 en Granada con 16 caballos no se pudieron llegar a separar los hemisferios. Hay que tener en cuenta que el vacío conseguido con la bomba de Von Guericke del siglo XVII era menor que el que hoy en día se consigue con nuestras modernas bombas de vacío. 
 
Foto del experimento realizado en el Parque de las Ciencias en Granada ante numerosos profesores de ciencias.



¿Por qué cuesta tanto separar los hemisferios y por qué quedaron tan impresionados los habitantes de Magdeburgo?

La primera parte de la pregunta, en esta época, es fácil de contestar para cualquier estudiante de Secundaria que comprenda bien la física. Todo lo que hay en la superficie de la Tierra, por estar en un mar de aire que pesa, recibe fuerzas perpendicularmente a su superficie en todas las direcciones.  De la misma forma las reciben los hemisferios tanto en su interior dirigidas hacia fuera como en el exterior hacia dentro.Si una vez cerrados los hemisferios formando la esfera, se les quita casi todo el aire que hay dentro, las fuerzas sobre la superficie exterior que los aprieta uno contra el otro, es muy superior a la que actúa sobre ellos hacia fuera por el aire que tienen en su interior, lo que hace muy difícil separarlos. 
La fuerza neta que aprieta los hemisferios, repartida sobre toda la esfera formada, o sea, la que hay que vencer para separarlos, suponiendo que el vacío conseguido en el interior fuese como un 10% del aire exterior, es del orden del peso de siete toneladas.

La segunda parte de la pregunta ¿por qué quedaron tan impresionados los habitantes de Magdeburgo? tiene que ver con el conocimiento que entonces se tenía sobre los fluidos y su comportamiento. Estamos en el siglo XVII donde, en una parte importante del mundo científico, se suponía que la imposibilidad de generar vacío, “el horror al vacío”, era la causa del movimiento de los fluidos evitando que se produjese. Así explicaban que, al sorber el líquido de un vaso con una pajita, y por tanto quitar parte del aire que hay en ella, el horror que siente la naturaleza al vacío, hacía subir al líquido que hay en él. En el momento histórico en que se realizó la experiencia científicos como Torricelli ya habían desechado esta teoría, y justificaban la presión que ejerce la atmósfera, por el peso del aire y no por el horror al vacío. Para los partidarios de la nueva teoría, como el propio Von Guericke, son las fuerzas que el aire hace sobre la superficie del líquido del vaso, debido a la presión que ejerce su peso, las que empujan por la pajita al líquido hacia arriba al haber disminuido, por sorber, la fuerza que ejerce la presión del aire del interior de pajita.






Dibujo 1.                   

Antigua teoría. El líquido sube por el horror al vacío.
Dibujo 2 a.
Nueva teoría. La presión del aire sobre la pajita y sobre la superficie del líquido son iguales.
Dibujo 2 b.
Nueva teoría. La presión del aire sobre la paja es menor, por sorber, que sobre la superficie del líquido del vaso. Por eso sube el líquido por la pajita.


Con la teatralidad de la experiencia de los hemisferios de Magdeburgo se ayudó, por el impacto que produjo en un público tan notable, a ir consolidando las nuevas ideas frente a las viejas. 


Fuente:
http://centros5.pntic.mec.es