miércoles, 11 de septiembre de 2013

Dúo de amor, José Ángel Buesa





En el hondo silencio de la noche serena
se dilata un lejano perfume de azucena,
y aquí, bajo los dedos de seda de la brisa,
mi corazón se ensancha como en una sonrisa...

Y yo sé que el silencio tiene un ritmo profundo
donde palpita un eco del corazón del mundo,
un corazón inmenso que late no sé dónde, 
pero que oye el latido del mío, y me responde... 

El corazón que sientes latir en derredor, 
es un eco del tuyo, que palpita de amor. 
El corazón del mundo no es ilusorio: Existe. 
Pero, para escucharlo, es preciso estar triste; 

triste de esa tristeza que no tiene motivo, 
en esta lenta muerte del dolor de estar vivo. 
La vida es un rosal cuando el alma se alegra, 
pero, cuando está triste, da una cosecha negra. 

El amor es un río de luz entre la sombra, 
y santifica el labio pecador que lo nombra. 
Sólo el amor nos salva de esta gran pesadumbre, 
levantando el abismo para trocarlo en cumbre. 

Sólo el amor nos salva del dolor de la vida, 
como una flor que nace de una rama caída; 
pues si la primavera da verdor a la rama, 
el corazón se llena de aroma, cuando ama. 

Amar es triste a veces, más triste todavía 
que no amar. El amor no siempre es alegría. 
Tal vez, por eso mismo, es eterno el amor: 
porque, al dejarnos tristes, hace dulce el dolor. 

Amar es la tristeza de aprender a morir. 
Amar es renacer. No amar, es no vivir. 
El amor es a veces lo mismo que una herida, 
y esa herida nos duele para toda la vida. 

Si cierras esa herida tu vida queda muerta. 
Por eso, sonriendo, haz que siempre esté abierta; 
y si un día ella sola se cierra de repente, 
tú, con tus propias manos, ábrela nuevamente. 

Desdichada alegría que nace del dolor. 
De un dolor de la rama también nace la flor. 
Pero de esa flor efímera, como todas, se mustia, 
y la rama se queda contraída de angustia. 

Cada hoja que cae deja el sitio a otra hoja, 
y así el amor -resumen de toda paradoja- 
renace en cada muerte con vida duradera; 
porque decir amor, es decir primavera. 

Primavera del alma, primavera florecida 
que deja un misterioso perfume en nuestra vida. 
Primavera del alma, de perpetuo esplendor, 
que convierte en sonrisa la mueca del dolor. 

Primavera de ensueño que nos traza un camino 
en la intrincada selva donde acecha el destino. 
Primavera que canta si el huracán la azota 
y que da nuevo aliento tras de cada derrota. 

Primavera magnánima, cuyo verdor feliz 
rejuvenece el árbol seco hasta la raíz... 
Amor es la ley divina de plenitud humana; 
dolor que hoy nos agobia y añoramos mañana... 

Eso es amor, y amando, también la vida es eso: 
¡Dos almas que se duermen a la sombra de beso! 






Ortorexia: cuando comer bien se convierte en obsesión



La ortorexia nerviosa, tal y como originariamente se definió, indica una obsesión enfermiza con el consumo de alimentos saludables.

La palabra ortorexia deriva del griego orthos, que significa justo. Esta enfermedad ha sido investigada por un médico que practica la medicina alternativa, Steven Bratman, quien publicó el libro Health food junkies, ya transformado en best seller. Bratman aventuró algunos criterios diagnósticos a través de preguntas como "¿Su forma de comer lo aísla de los demás?", "¿Se siente culpable cuando come algo no permitido por sus convicciones dietéticas?, o "¿Se preocupa más por la calidad de los alimentos que por el placer de comerlos?".

Aquel que haya respondido afirmativamente, al menos, a una de las cuestiones puede considerarse candidato a la adicción a la comida saludable; un nuevo trastorno alimentario nacido de la contemporánea cultura ecológica y definido, hace poco más de un año, por el médico Steven Bratman.

“Por mi consulta pasan muchos pacientes que preguntan cómo pueden prevenir o tratar alguna enfermedad a través de la dieta”, explica el autor del libro en una pequeña introducción. Su experiencia le ayudó a sentar las bases de este trastorno que, no se puede calificar como enfermedad a no ser que requiera tratamiento psiquiátrico.

Todos nos preocupamos por comer alimentos sanos, pero cuando ese comportamiento normal pasa a convertirse en una obsesión que entrañe peligros para la salud ya pasa a calificarse como ortorexia.

Esta nueva enfermedad, cada vez más patente en las sociedades occidentales, tiene como precedentes la obsesión por las dietas, el culto al cuerpo y el miedo a la comida tratada con productos artificiales.

Así como fueron definidos no hace muchos años los signos y síntomas característicos de anorexia y bulimia, los médicos e investigadores están comenzando a considerar evidente otro trastorno relacionado con la alimentación, que se ha denominado ortorexia.

La diferencia entre anorexia y ortorexia es que la primera está relacionada con la cantidad de comida ingerida y la segunda hace referencia a la calidad de los alimentos que se toman.

La ortorexia se define como la obsesión patológica por consumir sólo comida de cierto tipo: orgánica, vegetal, sin conservantes, sin grasas, sin carnes, o sólo frutas, o sólo alimentos crudos. La forma de preparación - verduras cortadas de determinada manera-- y los materiales utilizados - sólo cerámica o sólo madera, etc.- también son parte del ritual obsesivo.

Las personas ortoréxicas recorren kilómetros para adquirir los alimentos que desean pagando por ellos hasta diez veces más que por los ordinarios –un kilo de peras a salvo de plaguicidas supera los seis euros–; si no los encuentran o dudan de su inmaculado origen, prefieren ayunar; huyen de los restaurantes y rehusan invitaciones para merendar en casa de los amigos por no saber qué les van a ofrecer. Cuando incumplen sus propósitos, les embarga un sentimiento de culpa que desemboca en estrictas dietas o ayunos.

Efectos de la ortorexia

Esta epatología puede tener graves efectos sobre la salud. Por ejemplo, la supresión de grasas puede comprometer la ingesta de vitaminas liposolubles y ácidos grasos, ambos imprescindibles para el organismo. Sin carne, son los niveles de hierro los que se desploman y, aunque los vegetales también aportan proteínas, son de inferior calidad.

También puede acarrear carencias nutricionales si el ortoréxico no sustituye los alimentos que rechaza por otros que puedan aportarle los mismos complementos nutricionales. Esto se traduce en anemia, carencias vitamínicas o de oligolementos o falta de energía

Además, no sólo constituye un mal a nivel físico. A nivel psicológico también produce un trastorno que en la mayoría de los casos tiene que ser tratado por un especialista.

Al igual que la anorexia, la bulimia y todos los trastornos en la alimentación, es más costosa la recuperación psicológica que la física, ya que hay que eliminar todas las conductas que el ortoréxico ha ido adoptando a lo largo de un periodo de tiempo bastante extenso. Y para eso se necesita mucha.

Síntomas de la ortorexia

Suele manifestarse en personas con comportamientos obsesivo-compulsivos y predispuestas genéticamente a ello. Se ha observado también, que muchos pacientes que han sufrido anorexia nerviosa, al recuperarse optan por introducir en su dieta sólo alimentos de origen natural, probiótico, cultivados ecológicamente, sin grasa o sin sustancias artificiales que puedan causarles algún daño.

Paradójicamente, este comportamiento en vez de evitar la el transtorno, llega a provocarlo.

Las características más visibles de un ortoréxico son:

Obsesión desordenada para comer alimentos sanos (naturales). 

Suelen ser personas con comportamientos obsesivo-compulsivos y los que han sufrido anorexia nerviosa tienen predisposición a padecerla. 

Excluyen de la alimentación carne, grasas y alimentos tratados con herbicidas o pesticidas.

Pueden tener carencias nutricionales.

Nunca se saltan su dieta, ni siquiera en ocasiones especiales.


Fuente:
http://www.alimentacion-sana.org