viernes, 23 de octubre de 2015

Palabras para Julia, José Agustín Goytisolo





Tú no puedes volver atrás 

porque la vida ya te empuja 

como un aullido interminable.



Hija mía es mejor vivir 

con la alegría de los hombres 

que llorar ante el muro ciego.


Te sentirás acorralada 
te sentirás perdida o sola 
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán 
que la vida no tiene objeto 
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás 
como a pesar de los pesares 
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer 
así tomados, de uno en uno 
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti 
cuando te escribo estas palabras 
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás 
tu futuro es tu propia vida 
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas 
que les ayude tu alegría 
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti 
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes 
junto al camino, nunca digas 
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás 
como a pesar de los pesares 
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección 
y este mundo tal como es 
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte 
nada más pero tú comprende 
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti como ahora pienso.

José Agustín Goytisolo




Suele decirse que "para gustos hay colores". Muestra de ello son estas versiones de este poema: totalmente diferentes y sin embargo las dos traspasan la piel...





Amantea (fragmento), David Cantero




Es difícil recolectar granadas sin destrozarte las manos con las descomunales espinas que protegen las ramas. Lo mismo sucede con los recuerdos. La vida, como una granada que siempre intentamos desgranar, separando las límpidas golosinas rojas del áspero manto amarillo que las envuelve, aferrando con firmeza sus joyas. Queremos tomar sólo la dulce simiente escarlata, pero es imposible. Para saborear el fruto, como la existencia, hay que aceptar el contraste y el fastidio de su sabor agridulce.