viernes, 19 de julio de 2013

Rayuela (fragmento), Julio Cortázar




Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos, y entonces primero cosas como estrellas amarillas (moviéndose en una jalea de terciopelo), luego saltos rojos del humor y de las horas, ingreso paulatino en un mundo-Maga que era la torpeza y la confusión pero también helechos con la firma de la arena Klee, el circo Miró, los espejos de ceniza Vieira da Silva, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil.
Y entonces en esos días íbamos a los cine-clubs a ver películas mudas, porque yo con mi cultura, no es cierto, y vos pobrecita no entendías absolutamente nada de esa estridencia amarilla convulsa previa a tu nacimiento, esa emulsión estriada donde corrían los muertos; pero de repente pasaba por ahí Harold Lloyd y entonces te sacudías el agua del sueño y al final te convencías de que todo había estado muy bien, y que Pabst y que Fritz Lang. Me hartabas un poco con tu manía de perfección, con tus zapatos rotos, con tu negativa a aceptar lo aceptable. Comíamos hamburgers en el Carrefour de l’Odeon, y nos íbamos en bicicleta a Montparnasse, a cualquier hotel a cualquier almohada. Pero otras veces seguíamos hasta la Porte d’Orleans, conocíamos cada vez mejor la zona de terrenos baldíos que hay más allá del Boulevard Jourdan, donde a veces a medianoche se reunían los del club de la Serpiente pare hablar con un vidente ciego, paradoja estimulante. Dejábamos las bicicletas en la calle y nos internábamos de a poco, parándonos a mirar el cielo porque esa es una de las pocas zonas de París donde el cielo vale más que la sierra. Sentados en un montón de basuras fumábamos un rato, y la Maga me acariciaba el pelo o canturreaba melodías ni siquiera inventadas, melopeyas absurdas cortadas por suspiros o recuerdos. Yo aprovechaba para pensar en cosas inútiles, método que había empezado a practicar años atrás en un hospital y que cada vez me parecía más fecundo y necesario.


Las manos: música, poesía...¿Por qué tenemos líneas en las palmas de las manos?




Científicamente hablando las líneas de nuestras manos, llamadas pliegues de flexión palmar, ayudan a estirar la piel de la mano y apretar.

Los pliegues palmares se forman en el útero alrededor del tercer mes de gestación. La mayoría de las personas tienen tres pliegues y otras solo uno (conocido antiguamente como pliegue simiesco). Este último caso, presente en 1 de cada 30 personas, pueden mostrar indicios de problemas con el desarrollo y están asociados a trastornos como el síndrome de Down. El grosor y número de pliegues también dependen de factores tales como la herencia familiar y la raza.



Me tienes en tus manos


Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mi mismo.
Eres como un milagro de todas horas,
como un dolor sin sitio.
Si no fueras mujer fueras mi amigo.
A veces quiero hablarte de mujeres
que a un lado tuyo persigo.
Eres como el perdón
y yo soy como tu hijo.
¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y qué ausente
cuando a la soledad te sacrifico!
Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta que arribo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor mío.

Jaime Sabines

 

Enséñame tus manos, Alejandro Sanz


 A veces las cosas se tuercen te digo por cierto
y te encuentras frente a ese desierto abierto
con el hielo mudo y el coraje lento
tan viejo como el mismo mundo
el cariño y el despecho,
el camino se hace andando,si
pero un desierto es un desierto

Ya sé por qué le ganó a nuestro labio el silencio
y es que el reloj no tiene el tiempo
no tiene el miedo
el caso es que no conseguimos aislarnos del resto de este mundo
donde los humanos,cambian los sueños por aire
dame alguna excusa que nos salve
o que nos traguen siete mares
pero no me quites el coraje

Enséñame tus manos
abre las palmas que las vea
y ahora, dime si aún te queda un poco de esperanza en ellas
enséñame tus manos, esas, con las que nos acariciamos
y hoy nos hacemos, tanto daño, tanto daño amor

Tal vez por qué para ti sólo soy un cero a la izquierda
y no hay manera de que multiplique mi cariño por tus ganas,
y nos den más que cero

Ya sé por qué le ganó a nuestro labio el silencio
y es que el reloj no tiene el tiempo
no tiene el miedo
no tiene el fuego...
no te preocupes, que hoy es domingo y Dios descansa
disfrutemos del momento y de este sitio que nos regala

Dame alguna excusa que nos salve
o que nos traguen siete mares
pero no me quites el coraje

Enséñame tus manos
abre las palmas que las vea
y ahora, dime si aún te queda un poco de esperanza en ellas
enséñame tus manos, esas, con las que nos acariciamos
y hoy nos hacemos, tanto daño...



¿Por qué una serpiente es el símbolo de las farmacias?




El origen de este distintivo de las farmacias reside en la figura de Hermes, dios griego de la ciencia química. Recordemos que toda la farmacopea ha sido siempre química, muy ligada a su vez a la medicina.
Debido a que Hermes también era considerado como el mensajero de los dioses, se le representaba portando un báculo alado que en las farmacias ha sido sustituido por una copa.

Los antiguos griegos establecieron una relación entre los médicos y las serpientes, ya que estos ofidios renuevan periódicamente su piel y parecen rejuvenecer, algo que los helenos esperaban obtener de sus médicos. Es por ello que el báculo incorporó los dos serpientes enroscadas alrededor de él.

Con respecto a la copa no se trata de una derivación ni del báculo alado de Hermes, ni del bastón de Asclepio o Esculapio. Se trata de otra divinidad: la diosa Higía, hija de Asclepio. Esta diosa griega y romana, era considerada diosa de la curación, la limpieza, la salud y la higiene, palabra de la cual deriva su nombre.

Esta diosa era representada como una mujer joven por cuyo cuerpo iba enroscada una serpiente que terminaba por dar su veneno en una vasija griega (no una copa) que la diosa tenía en su mano derecha. Así es que, se suprimió la imagen de la diosa y en lugar de la vasija griega pusieron una copa o cáliz.