miércoles, 27 de marzo de 2013

Quiero decirte que te amo, Laura Paussini

Desde el ruido del mundo,
desde el giro de un carrusel,
de la piel a lo más hondo,
desde el fondo de mi ser.

De este inútil orgullo,
y del silencio que hay en mí,
desde estas ganas mías de vivir.

Quiero decirte que te amo,
quiero decirte que eres mío,
que no te cambio por ninguno,
y por tenerte desvarío.

Quiero decirte que te amo,
porque eres tan igual a mí,
cuando por nada discutimos,
y luego te cierras en tí.

Del peor de mis fallos,
de un error por el que pagué,
de un teléfono del centro,
de mis ganas de vencer.

De la dicha que siento,
y de esta fiebre mía por tí,
desde que me enseñaste a sonreír.

Quiero decirte que te amo,
quiero decirte estoy aquí,
aunque me aleje de tu lado,
tras la ventana de un taxi.

Debo decirte que te amo,
porque es mi única verdad,
tu no me sueltes de la mano,
aunque podamos terminar.

Desde el blanco de la página,
desde mi fragilidad,
desde mi carta te cuento de mi sinceridad...

Lo que necesito de ti, Mario Benedetti



No sabes como necesito tu voz;
necesito tus miradas
aquellas palabras que siempre me llenaban,
necesito tu paz interior;
necesito la luz de tus labios
!!! Ya no puedo... seguir así !!!
...Ya... No puedo
mi mente no quiere pensar
no puede pensar nada más que en ti.
Necesito la flor de tus manos
aquella paciencia de todos tus actos
con aquella justicia que me inspiras
para lo que siempre fue mi espina
mi fuente de vida se ha secado
con la fuerza del olvido...
me estoy quemando;
aquello que necesito ya lo he encontrado
pero aun !!!Te sigo extrañando!!!







Si hubiera de morir, Jaime Sabines




Si hubiera de morir dentro de unos instantes, escribiría estas sabias palabras: árbol del pan y de la miel, ruibarbo, cocacola, zonite, cruz gamada. Y me echaría a llorar.
Uno puede llorar hasta con la palabra «excusado» si tiene ganas de llorar.
Y esto es lo que hoy me pasa. Estoy dispuesto a perder hasta las uñas, a sacarme los ojos y exprimirlos como limones sobre la taza de café. («Te convido a una taza de café con cascaritas de ojo, corazón mío»).
Antes de que caiga sobre mi lengua el hielo del silencio, antes de que se raje mi garganta y mi corazón se desplome como una bolsa de cuero, quiero decirte, vida mía, lo agradecido que estoy, por este hígado estupendo que me dejó comer todas tus rosas, el día que entré a tu jardín oculto sin que nadie me viera.
Lo recuerdo. Me llené el corazón de diamantes —que son estrellas caídas y envejecidas en el polvo de la tierra— y lo anduve sonando como una sonaja mientras reía. No tengo otro rencor que el que tengo, y eso porque pude nacer antes y no lo hiciste.
No pongas el amor en mis manos como un pájaro muerto.


¿Cómo se miden las audiencias de televisión... en el siglo XXI?

Tablets, móviles, ordenadores… Vivimos en la era multipantalla y nuestra forma de consumir televisión ha cambiado, no así los sistemas para medir la audiencia. De ella depende que un programa se mantenga en antena, o que las empresas lo elijan para publicitarse durante su emisión. Pero ¿cómo saber que se ve en cada hogar cada minuto de cada día?
 


No son pocos los ciudadanos que piensan que los niveles de audiencia con los que las cadenas se deleitan de vez en cuando salen directamente del televisor. Afinan tanto, con porcentajes decimales y “minutos de oro”, que la tele de nuestro salón parece conectada con una central de datos a la que le llega la información de qué vemos y cuándo cambiamos de canal. Nada que ver con la realidad.
Hace treinta años era fácil conocer la audiencia de televisión en España. El 80% veía la primera, el 20% restante, La 2. La aparición de las cadenas privadas y de las autonómicas cambió el panorama audiovisual. Se pusieron en marcha diferentes sistemas para averiguar las audiencias:


¿Cuánta gente ha visto, en el mundo, el último capítulo de Friends o Lost, dos grandes éxitos de la televisión? ¿Cuánta gente las sigue viendo, cada día, actualmente? ¿A través de qué medios? ¿En el iPad, en la televisión, en el iPhone, en la Play?
El dato preciso seguramente no existe y es imposible de conseguir. Se podrán hacer estimaciones y proyecciones estadísticas, pero se quedarán en esto: estimaciones.
A los espectadores que han seguido Friends a través de las pantallas convencionales hay que sumarles los que lo han bajado de internet, los que lo han visto en "streaming", los que han conseguido una copia "pirata" en DVD, los que lo han recibido a través de correo electrónico, los que tienen un "pen drive" que les ha pasado un amigo, los de pago...
Se acabó el televisor único: Estamos en la era de las multipantallas
Hace ya veinte años que España mide las audiencias en televisión. Dos décadas en las que los sistemas de medición se han ido adaptando a los cambios constantes que se han ido produciendo.
De entrada, se acabó lo del televisor único en el salón principal: lo que hay ahora en cada casa son muchas pantallas, en todas las habitaciones, incluso en el baño, y no todas de televisión. Si antes nuestra televisión fija estaba atada a un cable de electricidad y a una antena, ahora teléfonos móviles sin hilos, ordenadores portátiles y tabletas nos dan una libertad absoluta. Nos sirven imágenes cuando queremos, en cualquier lugar: en el tren, en un avión, en la sala de espera del dentista, en el desierto del Sahara.


El "abc" de la medición de audiencias
La medición de audiencias persigue conocer el número de personas que han consumido un determinado producto y sus detalles personales.
Hablamos a menudo de cantidades, pero cada vez son más importantes las informaciones cualitativas, que consisten en saber qué tipo de personas, con qué características, siguen determinado producto audiovisual: qué edad tienen, dónde viven, qué nivel económico, qué formación cultural.
Los análisis de audiencias son importantes para los medios de comunicación, pero lo son también para empresas de publicidad, gobiernos y partidos políticos.
Los medios de comunicación detectan, a través de la medición, el éxito o el fracaso de sus programas y lo que van a cobrar por anunciarse en ellos.
Las empresas de publicidad los utilizan para saber dónde se van a anunciar. Los partidos saben que deben dirigirse a públicos masivos y conocen, de esta manera, dónde está la audiencia.

Historia mínima del análisis de audiencias
En televisión se utilizan especialmente tres técnicas para medir las audiencias:
1) El sondeo que consiste en seleccionar a un determinado número de personas denominado "muestra" y preguntarles sobre su consumo de los programas emitidos por televisión. Las personas elegidas son representativas de la audiencia a medir, por lo que los resultados individuales se globalizan. Los datos que se hacen públicos son estimaciones, por lo que tienen un margen de error. Es la misma técnica que se utiliza en elecciones.
2) El panel, que consiste en que cada uno de los integrantes de una muestra anote cada día su consumo de televisión. El formulario consiste en una parrilla con las 24 horas del día divididas en fracciones de 15 minutos.
3) El audímetro. Se conecta a la televisión y mide automáticamente la audiencia de forma permanente. El audímetro fue inventado en 1936 para medir la radio. A partir de los años 50 el audímetro se aplica a la televisión, ganando en precisión. El aparato actual permite almacenar gran cantidad de datos en un disco duro lo que facilita su proceso, que se hace diariamente, de forma automática y a través de la línea telefónica. La desventaja de los audímetros que se usan actualmente es que necesitan una colaboración activa por parte de los usuarios.


Análisis de audiencias en España
En España la medición de audiencias la realiza el grupo Kantar Media (antes Sofres) y el Estudio General de Medios (EGM).
Kantar sigue las audiencias de televisión a través de audímetros, mientras que el EGM utiliza sondeos y es clave para el resto de medios: periódicos, radios, también televisión e incluso internet.
Hace más de veinte años, cuando se empezó a medir la audiencia de televisión en España, en 1989, no existían Antena 3, Tele 5 o Canal Plus, y había muy pocas cadenas autonómicas en España.
Algunos recuerdan con nostalgia lo fácil que era, sin televisiones regionales y sin cadenas privadas, calcular el reparto de espectadores entre las dos cadenas de TVE: no había audímetros, pero las encuestas en la calle también daban datos: 80% para la Primera Cadena; 20% para la Segunda Cadena.

Más de 4.600 audímetros en España
Kantar Media tiene en la actualidad (octubre 2011) en España un panel de audiencia que cubre 4.625 hogares, muestra que se va renovando parcialmente de forma periódica.
España es el séptimo país en el ranking por número de hogares equipados con audímetros en el mundo, el cuarto de Europa y uno de las más grandes del continente en proporción a la población del país.
Estados Unidos, China e India lideran la tabla, seguidos de Alemania, Italia y Reino Unido. Estos tres países europeos cuentan con una muestra que se sitúa entre los 5.640 y los 5.188 hogares. Tras España, se hallan Francia, Rusia y Australia.

¿Quién tiene audímetros?
Los aparatos instalados en hogares detectan los gustos de 12.099 personas, que representan a los 47 millones de personas que viven en este país. El margen de error de estas mediciones está entre el 1 y el 5%.



¿Cómo es un audímetro?
Un audímetro tiene un tamaño parecido a los antiguos receptores de TDT o a Apple Tv. Los poseedores de un audímetro firman una clausula de confidencialidad y no manipulación de datos. A cambio de su colaboración los usuarios reciben puntos que se pueden cambiar por regalos. El aparato no puede ser adquirido, ni se aceptan propuestas de voluntarios para tener el audímetro en casa.

¿Cómo funcionan?
Cada audímetro dispone de un mando a distancia. Cada miembro del hogar tiene asignado un botón, que pulsa para identificarse cada vez que enciende la televisión. El aparato identifica de esta manera quien está viendo la televisión, su sexo y edad, datos claves en la muestra.
Los invitados también deben identificarse con botones especiales. Si los miembros del hogar no se identifican, el aparato “protesta”: emite una señal acústica que crece hasta que se pulsa el botón.
Estos aparatos miden lo que hace el espectador minuto a minuto: Si está viendo un canal u otro, si está haciendo zapping, si está viendo un video etc. Miden el consumo del vídeo, la TDT o las plataformas de pago. Al final del dia, los datos recopilados se envían vía línea telefónica, a la central de Kantar media donde son procesados.
Con la información recogida se elaboran los datos de audiencia, que se sirven a partir de las ocho de la mañana a todos los abonados vía internet o correo electrónico.

¿Qué datos proporciona Kantar media?
Lo que leéis en la prensa especializada es el fruto de los datos recogidos en audímetros. De esta manera conocemos el share, el rating y los millones de espectadores.
1) El share es la cantidad media de espectadores que ven un programa que se está emitiendo. Es el reparto de audiencias reales expresado en porcentajes. Responde a la siguiente pregunta: De todos los televidentes que están ahora, en España, viendo la televisión, ¿cuántos están viendo esta cadena? También lo llamamos, en español, cuota de pantalla.
2) El rating es la cantidad de espectadores que está viendo la televisión (de forma general) en relación al total de espectadores que tiene un país. Responde a la siguiente pregunta: De todos los televidentes potenciales que hay en España (no de los que están viendo la televisión ahora, sino de la totalidad) ¿cuántos están viendo un determinado programa? Es normal, por tanto, que a un share de un 20% le pueda corresponder un rating de un 3%.



Los audímetros dan también otro tipo de información: porcentaje de hombres, mujeres, franjas de edades y clases sociales. Estos datos son importantes para los anunciantes.
Todos los audímetros miden también el comportamiento del espectador minuto a minuto. ¿Por qué? De esta manera podemos saber qué partes del programa interesan más, qué partes aburren y qué contenidos hacen que se incremente el número de espectadores. Como norma general, cuando llegan los cortes publicitarios se hace zapping y la gente aprovecha para ver qué está pasando en otras cadenas, para ir al baño o para saquear la nevera. De ahí el interés de la publicidad por buscar soportes alternativos a sus campañas: emplazamiento de producto, banners superpuestos o menciones de los presentadores dentro de los programas.
Este minuto a minuto también permite conocer el minuto de oro (momento del día con máxima audiencia).

Los controles que garantizan la confianza
Kantar cuenta con detalle, en su página web, las garantías para que sus datos sean fiables: “Además de los controles internos, el panel cuenta con un riguroso sistema de controles externos. El Comité de Usuarios y el Consejo de Control son dos organismos creados de forma consensuada por el mercado, cuya existencia y función garantiza el control y transparencia de la operación que realiza Kantar Media. En ambos organismos están representados todos los usuarios de la audimetría por sectores. Televisiones, centrales de medios, anunciantes, agencias y otros eligen periódicamente los miembros que les han de representar en estos organismos”.

El target comercial
Además de los datos de audiencia, los audímetros permiten definir el “target comercial”, la franja de población con mayor capacidad de consumo, ya sea por edad o por nivel económico, o porque son los que toman las decisiones en casa.
Una definición válida es la siguiente: "Personas a las que se dirige la publicidad. Consumidores actuales o potenciales, compradores o prescriptores”.
La primera cadena que lo usó en España fue Telecinco, hace ya algunos años. Si intentamos concretar, nos referiremos a espectadores con buen poder adquisitivo, capacidad para gastar o hacer gastar, y en consecuencia para adquirir lo que se anuncia en televisión (individuos de 13 a 54 años, de todas las clases sociales excepto baja y de núcleos con más de 10.000 habitantes).


Fuente:
http://www.vertele.com


Curiosidades del calendario




¿Por qué unos meses tienen 30 días y otros 31? ¿Y por qué febrero tiene solamente 28? ¿Y por qué son 29 en un año bisiesto? ¿Y cuáles años son bisiestos y por qué? ¿Y por qué no se añade ese día extra al final del año en diciembre en lugar de en febrero? ¿Y por qué se llama bisiesto ese año con un día más? ¿Eh? ¿Eh? ¿Por qué? ¿Por qué?
Estas y otras preguntas acerca del calendario seguro que se las ha planteado algún que otro/a curioso/a. Vamos a dar cumplida respuesta a continuación.
Antes de la reforma del calendario llevada a cabo por Julio César, el año romano comenzaba en el mes de marzo al relacionar el inicio del año con el “inicio” del ciclo de vida que supone la primavera. Y tenia 10 meses de 36 días, más 5 días al fin del mismo, dedicados a las fiestas de las saturnales.
Así septiembre era el séptimo, octubre el octavo, noviembre el noveno y diciembre el décimo. Nótese el uso de la raíz latina en el nombre del mes.
A partir de la reforma juliana, el año pasó a tener 12 meses —de 30 ó 31 días— incorporando a fin del mismo dos meses, que se llamaron enero y febrero. Los meses de 31 días eran los impares: marzo, mayo, quinto, séptimo, noveno y enero. Y los de 30 eran los pares: abril, junio, sexto, octavo y décimo. A febrero le correspondieron 29 (30 los años bisiestos) para obtener los 365 días.
A Cayo Julio César se le brindó el honor de designar un mes con su nombre, y el escogido fue el quinto mes, que a partir de la reforma juliana se llamó julio. Su hijo adoptivo, Cayo Julio César Octaviano, que fue designado emperador —con el título de augustus— asumió el poder absoluto dando origen al Imperio Romano. En su honor se llamó agosto al mes sexto, pero, dado que el mes sólo tenía 30 días y no podía ser que el Imperator Augustus tuviera un mes con un día menos que su padre, resolvieron agregarle un día más que tomaron del último mes, pasando febrero de tener 29 días a tener 28.
Como así habían tres meses seguidos con 31 días, se alteró la duración de los siguientes, pasando septiembre a tener 30, octubre 31, noviembre 30 y diciembre 31.
El año bisiesto fue una innovación del calendario juliano elaborado por el astrónomo griego Sosígenes de Alejandría por encargo de Julio César, que lo difundió por todo el Imperio Romano en el año 46 a.C.
Ocurre que existía un desfase entre el año solar (el tiempo que tarda la Tierra en orbitar alrededor del Sol es de 365 días y 6 horas) y el año cronológico de 365 días. Así, cada cuatro años se reúnen las horas suficientes para formar el día suplementario.
Este añadido hace que el año bisiesto tenga 366 días. Este día extra se añade al final del mes de febrero, por lo que este mes pasa a tener 29 días.
Y este día extra se le añade al mes de febrero, no solamente por ser el más corto, sino por ser el último del año. Así Julio César decretó que el 23 de febrero, día de Terminalia, tuviese 48 horas cada cuatro años.
Comoquiera que los romanos nombraban los días de los meses en referencia a las calendas (primer día de cada mes) y los idus (día 15 de marzo, mayo, julio y octubre, y 13 de los demás meses), el día suplementario se conoció como bis-sextus dies ante calendas martii (repite el sexto día antes del primero de marzo). El nombre es demasiado largo, así que lo de bis-sextus derivó a bisiesto.
Posteriormente, el calendario gregoriano, introducido por el Papa Gregorio XIII en el año 1582, modificó la periodicidad de los años bisiestos para regularizar el desajuste acumulado desde la implantación del calendario juliano, para lo que dispuso 97 años bisiestos cada 400 años. Ocurre que la duración del año solar es exactamente de 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos, así que, con el calendario juliano resultaba un año civil de 365,25 días y, por lo tanto, sólo 0,0078 días más largo que el año solar verdadero.
La modificación introducida en la regla de los bisiestos, y que redujo la diferencia a 0,0003 de día, fue seguir considerando bisiestos los años múltiplos de cuatro excepto el último de cada siglo cuyas centenas no sean múltiplo de cuatro. Así que el año 2000 lo fue, pero no lo será el 2100. La regla gregoriana de los años bisiestos se podría enunciar como sigue: “Un año es bisiesto si es divisible por 4, a menos que sea divisible por 100 y no por 400″.


Nota sabionda: El calendario gregoriano es el utilizado en la actualidad por las naciones cristianas, a excepción de las que siguen el cisma griego que utilizan el calendario juliano, al igual que las naciones musulmanas.

El calendario juliano que entró en vigor el 1 de enero del 45 a.C. supuso que el año 46 a.C. —conocido como “el año de la confusión”— tuviera 15 meses. Concretamente se le añadieron 85 días, distribuidos en dos meses entre noviembre y diciembre (uno de 33 días y otro de 34 días) y otro mes intercalado en el mes de febrero. Con ello consiguieron que el calendario se correspondiera con las estaciones, cosa que ya no ocurría merced al desfase.

Para que la fiesta de Pascua coincidiera con la llegada de la primavera, el calendario gregoriano restó 10 días al año 1582, de tal manera que a al 4 de octubre no le siguió el 5 de octubre, si no el día 15 de octubre. Así, en el año 1583, el equinoccio vernal tuvo lugar el 21 de marzo.

El calendario gregoriano no se adoptó en Gran Bretaña hasta 1752, en Rusia hasta 1918 y en Turquía hasta 1927.


Fuente:

sabercurioso.es