viernes, 17 de mayo de 2013

Silencio, Octavio Paz





Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

 

Aunque tu no lo sepas, El canto del loco




Aunque tú no lo sepas
me he inventado tu nombre,
me drogué con promesas
y he dormido en los coches.

Aunque tú no lo entiendas
nunca escribo el remite en el sobre
por no dejar mis huellas.

Aunque tú no lo sepas
me he acostado a tu espalda
y mi cama se queja
fría cuando te marchas.

He blindado mi puerta
y al llegar la mañana
no me dí ni cuenta
de que ya nunca estabas.

Aunque tú no lo sepas
nos decíamos tanto,
con las manos tan llenas,
cada día más flacos.

Inventamos mareas,
tripulábamos barcos
yo encendía con besos
el mar de tus labios.

Sólo son palabras, Alfredo Cuervo Barrero



¿ Por qué nos duelen tanto las palabras?,
dejamos que entren en nosotros,
apenas ya hayan sido escuchadas,
provengan de donde provengan nos afectan,
se clavan en nuestra cabeza como un eco,
que se expande y no para de darnos vueltas,
que murmulla y retumba a sus anchas,
hasta que cansado y victorioso se aleja,
dejando tras de sí los rastros de su presencia,
desmantelando el poco orden ya habituado,
a deshacerse con cada nueva esporádica tormenta.
Las cogemos y parece que ya no podemos soltarlas,
sobre todo a las que nos hieren,
a esas no nos basta con aceptarlas,
tenemos que repetírnoslas hasta que nos sangran,
siempre ajenas e insospechadas,
las que menos piensas son las que más te calan.
No hay porqué defenderse contra estas estacas,
la mayoría de las veces se alardea más de su dureza,
que de la profundidad y sentido con la que están hechas,
a través de ellas conocemos a quien las expresa,
sino sabe tratarlas ese es su problema,
insultos, desquites, rabias, ofensas,
nuestros oídos con éstas tienen que estar llenos de cera,
no han de merecer ni la más mínima respuesta.
Porque... y si en el fondo no fuesen mas que nada,
impresiones, las escogemos o las ignoramos,
depende de nosotros que sean invitadas bienvenidas,
o huéspedes intrusos que pasean por nuestra morada,
y es que casi siempre parece que acaban por olvidarse,
ya sean promesas irrompibles juradas con el alma,
sueños soñados sedientos de un futuro que no se alcanza,
ilusiones alimentadas llenas de la mejor esperanza,
se quedan en humo si al final la acción no las acompaña,
si todo esto sólo existe tras coartadas de palabras.

Por eso prevalecerá un solo abrazo sobre un 'te deseo',
una sincera compañía sobre un ' qué tal el día',
un compartido silencio sobre historias vacías,
una simple caricia sobre miles de frases repetidas.
apenas ya hayan sido escuchadas,
provengan de donde provengan nos afectan,
se clavan en nuestra cabeza como un eco,
que se expande y no para de darnos vueltas,
que murmulla y retumba a sus anchas,
hasta que cansado y victorioso se aleja,
dejando tras de sí los rastros de su presencia,
desmantelando el poco orden ya habituado,
a deshacerse con cada nueva esporádica tormenta.
Las cogemos y parece que ya no podemos soltarlas,
sobre todo a las que nos hieren,
a esas no nos basta con aceptarlas,
tenemos que repetírnoslas hasta que nos sangran,
siempre ajenas e insospechadas,
las que menos piensas son las que más te calan.
No hay porqué defenderse contra estas estacas,
la mayoría de las veces se alardea más de su dureza,
que de la profundidad y sentido con la que están hechas,
a través de ellas conocemos a quien las expresa,
sino sabe tratarlas ese es su problema,
insultos, desquites, rabias, ofensas,
nuestros oídos con éstas tienen que estar llenos de cera,
no han de merecer ni la más mínima respuesta.
Porque... y si en el fondo no fuesen mas que nada,
impresiones, las escogemos o las ignoramos,
depende de nosotros que sean invitadas bienvenidas,
o huéspedes intrusos que pasean por nuestra morada,
y es que casi siempre parece que acaban por olvidarse,
ya sean promesas irrompibles juradas con el alma,
sueños soñados sedientos de un futuro que no se alcanza,
ilusiones alimentadas llenas de la mejor esperanza,
se quedan en humo si al final la acción no las acompaña,
si todo esto sólo existe tras coartadas de palabras.
Por eso prevalecerá un solo abrazo sobre un 'te deseo',
una sincera compañía sobre un ' qué tal el día',
un compartido silencio sobre historias vacías,
una simple caricia sobre miles de frases repetidas.



¿Cómo poner a los espectadores en pie? Obras para todos los gustos...

"Para gustos hay colores", se suele decir...
Y creo que es cierto, tan cierto como que hay voces, interpretaciones... que consiguen traspasar la piel de los espectadores e impulsarlos a ponerse en pie para aplaudir al intérprete que tiene ante si.
Es posible que el género, el tipo de música, el tipo de espectáculo no sea nuestro favorito, pero hay videncias que van más allá de nuestros gustos. 
Para muestra, estos vídeos...


I Will Always Love You (Bodyguard Film Music),

Whitney Houston







La Reina de la Noche, La Flauta Mágica, Mozart.






What a wonderful world - Louis Armstrong.








El hombre que fabrica volcanes


 Sabías que...

  • El geólogo Greg Valentine simula distintos tipos de erupciones con volcanes de miniatura.
  • Utiliza TNT y explosivo plástico para las explosiones y estudia sus efectos.


El último experimento de Greg Valentine tuvo lugar hace unos días en Ashford, Nueva York, y consistió en la detonación de 12 cargas explosivas que provocaron una docena de cráteres de 45 centímetros de profundidad y 3 metros de diámetro, y lanzaron restos hasta 80 metros de altura. En las explosiones, varias pelotas de ping-pong y de tenis saltaron por los aires para poder medir mejor su recorrido.
Aunque puede parecer un experimento de instituto, Valentine es uno de los vulcanólogos pioneros en este tipo de simulaciones y estudia lo que sucede cuando una erupción volcánica sacude la corteza terrestre. Para algunos experimentos, asegura Valentine en Nature, "debes hacer cosas grandes, desorganizadas y al aire libre". En la última prueba, por ejemplo, participaron diecisiete científicos de cinco países que monitorizaron la prueba con cámaras de alta velocidad, sismómetros y micrófonos que registran los infrasonidos.

 "Estamos recopilando la misma información que recogeríamos en una erupción volcánica real", asegura Valentine, quien lleva años estudiando estos fenómenos desde la Universidad de Buffalo. Los hallazgos, aseguran, podrían ayudar a comprender mejor los efectos de una gran erupción en algunos de los volcanes más activos de la Tierra.


 Algunos de estos experimentos aportan información que es muy difícil de recopilar sobre el terreno, como los efectos que tiene la forma de un cráter cuando se producen varias explosiones consecutivas. En una serie de pruebas realizadas en 2012, Valentine y su equipo descubrieron que si se produce una explosión en el mismo cráter disminuye la distancia a la que se llegan las rocas.


 Este tipo de cráteres recuerdan a los que se producen con la caída de un meteorito, que son simulados también por otros científicos, pero en algunos aspectos son más misteriosos. En los impactos por meteorito, explican los geólogos, uno conoce el diámetro y volumen de la roca que impacta, mientras que aquí es más difícil de saber la cantidad de magma que se mueve bajo la superficie antes de una explosión.


Los trabajos de Valentine han llamado la atención de científicos de todo el mundo. El vulcanólogo italiamo Jacopo Taddeucci se ha sumado a los últimos experimentos para tomar mediciones.  En su opinión, estos datos pueden ayudar a la autoridades a decidir con más criterio un perímetro de seguridad en lugares tan frecuentados por los turistas como el volcán de Stromboli.
Otra vertiente de estas investigaciones, aunque los trabajos son muy preliminares, podría ayudar a conocer mejor la localización de diamantes. Este material es elevado a la superficie por los movimientos del magma bajo los volcanes y las pruebas de Valentine podrían aportar nuevas pistas.


 Fuente:
 http://noticias.lainformacion.com




¿Se hunden los barcos hasta el fondo del mar o llega un momento en que la presión les impide seguir bajando?



Como es lógico, cualquier objeto se hunde en el agua si es más denso que ella. La densidad del agua es de un gramo por centímetro cúbico, y las sustancias como la piedra o los metales son muchísimo más densos. Los barcos, aunque están construidos de grandes masas de acero, flotan porque en su interior están encerrados grandes espacios de aire. Como sabemos, si el barco sufre una brecha y empieza a entrar agua, el barco se hunde (lógico).

A medida que se hunde, empieza a soportar presiones cada vez mayores. En la superficie del océano, la presión es de sólo 1.034 gramos por centímetro cuadrado de superficie. Sin embargo, sólo diez metros más abajo, al peso de esa columna de agua se le añaden otros 1.034 gramos por centímetro cuadrado a la presión, y lo mismo para cada uno de los diez metros siguientes. Por supuesto, en las capas más profundas del océano se alcanza una presión increíble.

Sin embargo, estas presiones no tienen ningún efecto sobre el empuje hacia arriba que experimenta un objeto al hundirse. Sólo hay que fijarse un poco para darse cuenta de que la presión actúa en todas las direcciones por igual, hacia abajo, hacia arriba y lateralmente, de manera que el objeto sigue hundiéndose, sin hacer ningún caso del aumento de presión.

Pero hay otro factor. La presión comprime el agua y aumenta de esta forma su densidad (ya que la densidad es masa/volumen, el volumen se reduce pero la masa del agua sigue siendo la misma). En ese caso, ¿el agua podría hacerse tan densa que el objeto dejara de hundirse y quedará flotando determinado punto de las profundidades marinas?

Para nada. El efecto de compresión es muy pequeño. Incluso a una presión de 1 tonelada por centímetro cuadrado, la densidad del agua aumenta sólo de 1 a unos 1,05 gramos por centímetro cúbico. Teniendo en cuenta que la densidad del aluminio es 2,7 y la del acero 7,8 gramos por centímetro cúbico, los barcos metálicos se hundirían hasta el fondo de los abismos más profundos sin la menor posibilidad de flotar.

Pero pongamos el hipotético ejemplo de que el océano fuese más profundo aún. ¿Llegaría un momento en que una barra de aluminio (por ejemplo) alcanzase una profundidad máxima? La respuesta sigue siendo negativa.

Si los océanos tuviesen una profundidad de por ejemplo unos 68 kilómetros, la presión en el fondo alcanzaría unas 7 toneladas por centímetro cuadrado y la densidad del agua 1,3 gramos por centímetro cúbico. Pero para entonces el agua ya no sería líquida, sino que se convertiría en una curiosa sustancia sólida llamada "hielo VI" (el hielo VI es más denso que el agua, mientras que el hielo I, el hielo ordinario, es menos denso, podéis ver todos los tipos de hielo en la entrada de la Wikipedia sobre el hielo).

Así que, tenéis total seguridad de que el aluminio o cualquier otra sustancia de densidad mayor que 1,3 gramos por centímetro cúbico descenderían hasta cualquier profundidad oceánica mientras el agua siguiese siendo líquida, y si apuramos al máximo, iría a posarse sobre una superficie sólida que podría ser el fondo marino o ese hielo VI. Resumiendo, el agua ordinaria nunca puede hacerse suficientemente densa para hacer flotar al aluminio y mucho menos al acero.



Fuente
http://elbustodepalas.blogspot.com.es