martes, 30 de octubre de 2012

Llueve por dentro, Luis Fonsi

¿Qué puedo hacer? LLueve por dentro
Y el corazón, me duele y se deshace
Pienso en ti
Quiero volar y remontar esta tristeza
Para escaparme

Quiero vivir
Por siempre junto a ti no importa nada
Y huir de este silencio que se roba mis mañanas
Libera y acorrala

Hoy, llueve por dentro, en mi,en mi
Atravieso el cielo, por ti
Se inunda el corazon mientras te pienso
Cuando tú no estás, llueve por dentro.

¿Qué puedo hacer?
Si tu mirada
Se clava en mi
Luego me arranca el alma

No hay adiós
Solo hay entre tú y yo una distancia
Que nos separa

Quiero reír
Como lo hicimos esa madrugada
Y poco a poco rescatar el sol de tus mañanas
El viento entre tus alas.

Hoy, llueve por dentro, en mi, en mi
Atravieso el cielo, por ti
Se inunda el corazon mientras te pienso
Cuando tú no estás, llueve por dentro.

No es imposible amar de lejos, de lejos
Pero siento que muero
Si no te tengo..

Hoy, llueve por dentro, en mi, en mi
Atravieso el cielo, por ti
Se inunda el corazon mientras te pienso
Cuando tú no estás, llueve por dentro

Poema Bodas de Sangre, Federico García Lorca

-¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!
Que si matarte pudiera,
te pondría una mortaja
con los filos de violetas.
¡Ay, qué lamento, qué fuego
me sube por la cabeza!

-¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra,
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.

-¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
He dejado a un hombre duro
ya toda su descendencia
en la mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo
y no quiero que lo sea.
¡Déjame sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda.

-Pájaros de la mañana
por los árboles se quiebran.
La noche se está muriendo
en el filo de la piedra.
Vamos al rincón oscuro,
donde yo siempre te quiera,
que no me importa la gente,
ni el veneno que nos echa.

-Y yo dormiré a tus pies
para guardar lo que sueñas.
Desnuda, mirando al campo,
como si fuera una perra,
¡porque eso soy! Que te miro
y tu hermosura me quema.

-Se abrasa lumbre con lumbre.
La misma llama pequeña
mata dos espigas juntas.
¡Vamos!

-¿ Adónde me llevas ?
-A donde no puedan ir
estos hombres que nos cercan.
¡Donde yo pueda mirarte!

-Llévame de feria en feria,
dolor de mujer honrada,
a que las gentes me vean
con las sábanas de boda
al aire como banderas.

-También yo quiero dejarte
si pienso como se piensa.
pero voy donde tú vas.
Tú también. Da un paso. Prueba.
clavos de luna nos funden
mi cintura y tus caderas.

Si tu me dices ven lo dejo todo, pero dime ven (fragmento), Albert Espinosa

 La pared quedó iluminada y me encontré frente a frente con un mural lleno de fotos polaroid.
Las instantáneas estaban agrupadas de doce en doce... Estaban separadas por años...


Creo que conté que debía de haber casi cuarenta años seguidos en aquella pared...
Las fotos eran primeros planos de hombres y mujeres en diferentes lugares y realizando actividades cotidianas... Tomaban café, fumaban, reían..

Si no hubiese visto años atrás los faros del Sr. Martín, creo que aquello me hubiera extrañado más.
Pero cuando a los diez años has visto la colección más fascinante de imágenes rubricadas con adjetivo, nada puede sorprenderte ya.
—¿Quiénes son? —pregunté.
—Mis perlas. —Sonrió—. Cada año de mi vida he buscado doce perlas. Doce personas que no conociera pero que se me aparecieran y marcaran mi mundo de tal manera que mi yo virara.
—¿Mi yo virara? —repetí.
—El Sr. Martín fue una perla de tu vida. —Me lo ejemplificó y yo se lo agradecí—. Fue una joya que el mundo te dio y, aunque han pasado los años, aún la conservas... Eso confirma qué gran perla fue, pues el tiempo no le ha quitada nada de su brillo ni de su intensidad.
Miré detenidamente aquel mural.
No podría deciros qué predominaba. Las perlas eran de todos los colores, sexos y edades. Me gustaba contemplarlas...
No sé si estuve diez o doce minutos en silencio absoluto admirando aquel collar...Aquel collar de perlas...
Había algo en esos rostros, en esas miradas, que desprendía energía. Sonreí.
—Hay energía en ellos, ¿verdad?
Él también sonrió.
—Mucha. Tres de ellos son más que perlas... Son esas energías especiales de las que te hablé en el barco, esas que has de encontrar... Almas que se funden con la tuya propia.
—¿De verdad? —Estaba entusiasmado con esa definición.
 Él continuó hablando:
—Con el tiempo, algunas perlas pasan a ser diamantes. Cada ochenta o noventa perlas aparece un diamante... Un diamante, para que me entiendas, es una de esas personas que se hace tan básica y tan importante en tu vida que parece creada únicamente para ti...
Le entendía, pero creo que mi cara indicaba lo contrario. Él continuaba dándome ejemplos.
—Esos diamantes son como tus desparramados.
—¿Desparramados...? —Mi interés iba in crecendo.
—Sí, tengo la teoría de que nos desparraman.
—¿A quiénes?
—A cada uno de nosotros y a cuatro personas más... Te desparraman en el mundo para que con el tiempo vayas encontrando a los otros cuatro. Ése es uno de los sentidos de la vida; encontrar desparramados, y por eso hay señales, para que no te confundas.
—¿Y cómo son esas señales? —pregunté.
—Algo que los une, puede ser algo sumamente sencillo...
—¿Qué ocurre cuando conoces a los cuatro diamantes?
Se tomó su tiempo. Demasiado para mi gusto, pues deseaba tanto conocer la respuesta que no podía esperar.
—No lo sé... Pero estoy seguro de que pasa algo.
Noté que me mentía, pero no me atreví a preguntar de nuevo.
En todas las fotos salía retratada una mujer, excepto en dos. La que yo le hice y la que él me realizó.
La mujer le miraba. Él aparecía de escorzo junto a ella.
George observó esas fotografías con un rostro tan repleto de nostalgia que nunca lo he olvidado; ninguna otra expresión de recuerdo extremo se ha asemejado jamás a ésa.
—¿Es una perla? —indagué.
—Un diamante en bruto. —Sonrió—. Se fue hace años. Aún no había tenido valor de ver estas fotos.
Se quedó en silencio.  Se acercó al saco de boxeo que presidía el centro de la estancia y lo acarició.
—¿Sabes qué hay dentro de este saco? —preguntó sin dejar de acariciarlo.
Negué con la cabeza.
—Trozos de mis perlas. Cuando alguna desaparece de mi mundo, cojo parte de su ropa o un objeto importante que la defina y lo introduzco en el saco.
»Hay muchas pertenencias de ella aquí.
»A veces golpeo el saco con rabia, otras lo acaricio y alguna vez bailo con ella y con la otra gente que me ha dejado.
Y se puso a bailar. Recordé al Sr. Martín y su maniquí. Fue precioso ver la intensidad de una anécdota en movimiento en otro cuerpo.
Él bailaba con ese saco repleto de rastros y restos de sus perlas, de la gente que había amado y querido... Y yo sentí envidia; aún no había deseado a nadie.
La música que sonaba era producto del roce del anclaje del saco con el techo y del leve zumbido que emitía la bombilla roja del laboratorio.
Sentía tanta envidia sana por aquel hombre con una vida tan intensa, que no pude más que acercarme a su saco y danzar junto a él.
Ahí estábamos, bailando separados por ese hermoso y extraño saco rojo lleno de vida.
Os juro que sentí algo tan agradable que no he vuelto a notar jamás bailando. Y eso que he intentado danzar con toda persona con la que he tenido alguna afinidad.
Pero el extraño roce de aquel saco rojo y la sensación de que su contenido era pura energía que te traspasaba y llegaba a todos los nervios de tu organismo es insuperable.
Además, las yemas de George y las mías se rozaban levemente. 63 años y 13 unidos a través de un saco. Medio siglo de experiencias nos separaban.
Si en aquel momento hubiera entrado la policía buscándome, le hubieran detenido inmediatamente.
A veces, las imágenes no sirven para explicar un sentimiento y una realidad.
Para nosotros, aquello era como un precioso abrecartas de nácar con incrustaciones de diamante. A ojos de un desconocido podría llegar a ser únicamente un vulgar puñal
decorado con restos de bisutería.
Bailamos largo tiempo. Cuando acabamos de danzar, le miré y le abracé.
—Has de volver a casa. Lo sabes, ¿verdad? —me susurró.
Asentí con la mirada perdida, pero me resistía a cumplir con lo que me pedía; nos faltaba tanto por vivir...
 

Una entrevista al autor en el programa Buenafuente 2011



Y ahora... otra versión, esta vez en formato músical...




Sobre el castigo...

Existen herramientas educativas mucho más eficaces que el castigo para extinguir conductas y comportamientos indeseables.
Los humanos son las criaturas que nacen con menos habilidades, prácticamente tienen que aprenderlo todo. Aprenderán en función de su capacidad innata y, sobre todo, de la relación que exista entre los estímulos, las conductas y sus consecuencias. Un premio o un estímulo positivo refuerza una conducta. Es decir, si un niño recibe un premio del tipo que sea por una conducta o que la consecuencia de esta sea percibida como buena o positiva, esta conducta se aprenderá y tendrá mas probabilidades de que se repita.

¿Por qué un niño se comporta mal o no hace lo que esperamos que haga? 
Reduciendo mucho la contestación, se podría decir que existen dos motivos. El primero y principal es porque no sabe bien lo que tiene que hacer, no lo ha aprendido o no lo tiene claro. Quizá le hemos confundido con mensajes contradictorios o hemos supuesto que los niños tienen un mecanismo mental el cual le indica qué comportamientos son los correctos y cuáles no. El segundo motivo es que no ha asimilado que las conductas que le han enseñado (suponiendo que esto sea así) son positivas para él, bien de forma inmediata o en un futuro. Aclarando un poco: el premio o las consecuencias positivas de un comportamiento sirven para generar nuevas conductas y reforzarlas.
El castigo sirve para extinguir una conducta. Su función es eliminar un comportamiento que consideramos perjudicial para él o para la “sociedad”. Por lo tanto el castigo no crea nuevas conductas ni las refuerza. Es una forma de aprender a desaprender. Pero cuando castigamos a un niño sin que sepa qué es lo que tiene que hacer y cuándo lo tiene que hacer, lo que estamos haciendo es jugar a la ruleta con él. Estamos jugando con el azar para ver si por eliminación de conductas indeseables aparece la que es correcta. Esto se llama aprendizaje por ensayo y error.
O bien puede ocurrir que castiguemos una conducta secundaria. Por ejemplo si castigamos al niño por las malas notas que ha sacado, lo que estamos haciendo es castigar “la entrega de notas”, entonces al niño le entrarán los siete males cuando tenga que mostrarlas a los padres y hará todo lo posible por no hacerlo. Estamos castigando la entrega de notas y no estamos enseñando la conducta deseable que es el estudiar o tener un hábito de estudio para que no ocurra el suspenso.
En definitiva, el castigo es muy poco eficaz para el aprendizaje ya que no enseña nada nuevo; y, como extinción de conductas indeseables, existen herramientas educativas mucho más eficaces que el pegar un bofetón. En casos en los que la conducta del niño fuera de riesgo vital para él o para otros, entonces los padres valorarán qué acción es la adecuada para extinguir este comportamiento indeseable.
El castigo más cruel que puede recibir un niño no es una nalgada o una torta (que lo es), es la retirada del afecto y cariño de los padres. Ningún niño se merece este castigo.

Por Juan Ramón Farrán García
 
Psicólogo experto en Intervención Social con Infancia y Familia
Psicólogo experto en Psicoterapia

Aguas de abril, Bebe y Luis Pastor

No sé de qué compás te deslizaste
ni en qué estación de metro te perdí
No vi llegar al lobo y me avisaste
las tiendas 'se han cerrao pa'mi'

Aguas abril, flores en mayo
beso una estatua de sal
Se fue mi tren, también el barco
solo en mi puerto de mar...

Me visto de terraza sin licencia
me lo hago de vuelo sin motor
De aquí pallá como el inspector Gadget
persigo algún indicio de tu amor

Aguas abril, flores en mayo
camino solo por Madrid
se acerca junio y cumplo años
soy un extraño para ti

Estoy como Neptuno cuando hiela
mi horóscopo me dice 'precaución'
que tú eres cáncer y hoy es luna llena
y aún tengo que hacer otra canción

Aguas abril, flores en mayo
aunque sonría no soy feliz
junio me quema y llueve en julio
quizás me vaya a San Fermín

No sé de qué compás te deslizaste
ni en qué estación de metro te perdí
tampoco oí 'Pastor, que viene el lobo'
las tiendas se han cerrado para mí

Aguas abril, flores en mayo
beso una estatua de sal
se fue mi tren, también el barco
solo en mi puerto de mar..

Experimentando con el sonido

El sonido no se transmite en el vacío


El sonido se produce por la vibración de un medio material y para propagarse necesita también de un medio que pueda vibrar, por ejemplo, el aire. Por ello, en el vacío es imposible que el sonido se transmita. Por ejemplo, si metemos un reloj en un recipiente en el que se hace el vacío no podremos escuchar la alarma.
En este experimento, aunque no vamos a ser capaces de obtener un vacío perfecto, vamos a ver cómo al ir quitando aire de un recipiente cada vez oimos menos el sonido.
¿Qué necesitamos?
  • Recipiente y bomba de vacío (de los que se utilizan para guardar alimentos)
  • Reloj alarma
¿Cómo lo hacemos?
Vamos a programar el reloj para que suene la alarma en 1 minuto. A continuación lo introducimos en el recipiente, colgando de la tapa, sujeto con papel cello, pero sin hacer el vacío. Es importante que el reloj cuelgue (si es de un hilo, mejor) porque si apoya en la base el sonido se transmitiría por la vibración del recipiente.
Esperamos a que suene la alarma y nos fijamos en el volumen de sonido.
Repetimos ahora el experimento, pero esta vez si que hacemos el vacío con la bomba de mano (todo lo que podamos). 
 

Esperamos a que suene la alarma y nos fijamos, de nuevo, en el volumen de sonido. Esta vez notaremos que se oye muy bajo. La intensidad del sonido dependerá del vacío que hayamos podido conseguir.
Es necesario darse cuenta que el aparato que estamos utilizando no es capaz de extraer todo el aire del recipiente y por eso todavía escuchamos un poco el reloj. Sin embargo, si dispusieramos de una buena bomba de vacío dejaríamos de oirlo totalmente.

Fuente: El rincón de la ciencia

Cómo funciona una pizarra mágica




 La pizarra mágica es un juguete, con forma de tablero, que los niños utilizan para dibujar. Está formada por un marco de plástico de colores llamativos y varios espacios para ubicar diferentes accesorios. Dentro del marco, aparece la pizarra en forma de rectángulo de color blanco con un enrejado muy fino.
Para escribir o dibujar se utiliza un "lápiz" de plástico que tiene en la punta un imán; al pintar en la pizarra aparece el dibujo en forma de líneas de color negro. Si queremos borrar el dibujo, basta con pasar una barra que atraviesa toda la pizarra, por detrás, y la tendremos preparada para pintar de nuevo. Entre los accesorios también suelen llevar imanes en forma de estrellas, animales, etc. y al ponerlos sobre la pizarra forman el dibujo directamente.
 La pizarra está fabricada con un recipiente plano dividido en pequeños departamentos, o celdas, formando un enrejado hexagonal que se observa a simple vista.  
  El recipiente contiene un gel de color blanco de aspecto aceitoso en el que se encuentran dispersas partículas muy finas de virutas de hierro o de imán cerámico. Al escribir pasamos el imán que se encuentra en el extremo de lápiz y éste atrae a las virutas justo en la zona por donde hemos escrito, destacando en negro el dibujo realizado. 

 Cuando queramos borrar pasamos un imán blando que se encuentra debajo de la pizarra y la atraviesa de un lado a otro. Este imán, en forma de barra, atrae a las virutas hacia la parte de abajo dejando en blanco la pizarra.


Fuente: El rincón de la ciencia