domingo, 5 de mayo de 2013

Las manos de mi madre, Alfredo Espino







Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se las clavan en ellas!

Para el ardor ingrato de recónditas penas,
no hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
son dos alas de paz sobre mis tempestades.

Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas.
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
¡Son las únicas manos que tienen corazón!
(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
aprended de blancuras en las manos maternas).

Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡Las manos maternales aquí en mi pecho son
como dos alas quietas sobre mi corazón!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con terneza! 



La madre ahora (Mario Benedetti)-Madre (Silvio Rodríguez)

Doce años atrás
cuanto tuve que irme
dejé a mi madre junto a su ventana
mirando la avenida.

Ahora la recobro
sólo con un bastón de diferencia.

En doce años transcurrieron
ante su ventanal algunas cosas
desfiles y redadas
fugas estudiantiles
muchedumbres
puños rabiosos
y gases de lágrimas
provocaciones
tiros lejos
festejos oficiales
banderas clandestinas
vivas recuperados.

Después de doce años
mi madre sigue en su ventana
mirando la avenida
o acaso no la mira
sólo repasa sus adentros
no sé si de reojo o de hito en hito
sin pestañar siquiera.

Páginas sepias de obsesiones
con un padrastro que le hacía
enderezar clavos y clavos
o con mi abuela la francesa
que destilaba sortilegios
o con su hermano el insociable
que nunca quiso trabajar.

Tantos rodeos me imagino
cuando fue jefa en una tienda
cuando hizo ropa para niños
y unos conejos de colores
que todo el mundo le elogiaba.

Mi hermano enfermo o yo con tifus
mi padre bueno y derrotado
por tres o cuatro embustes
pero sonriente y luminoso
cuando la fuente era de ñoquis.

Ella repasa sus adentros
ochenta y siete años de grises
sigue pensando distraída
y algún acento de ternura
se le ha escapado como un hilo
que no se encuentra con su aguja.

Cómo quisiera comprenderla
cuando la veo igual que antes
desperdiciando la avenida.

Pero a esta altura
qué otra cosa puedo hacer yo
que divertirla con cuentos ciertos
o inventados
comprarle una tele nueva
o alcanzarle su bastón.

A ti, Pastora Soler

Cada latido que siento en el pecho
hace que a veces parezca hasta un sueño
cantan las voces dentro de mi alma
es por vosotros que vivo sintiendo
de cada caída que me he levantado
de cada lagrima que he derramado
todo se borra con vuestras sonrisas
con cada gesto con cada aplauso.
Como agradecer tanta vida tanta entrega
como demostrar que con vosotros no hay fronteras.
A ti que me regalas cada noche
un sueño distinto perfumado de ilusiones
a ti te entrego el alma con mi voz en cada verso
eres tu la vida que reflejo en mis canciones
a ti que le das forma a lo que siento
eres tu la magia que acompaña mi deseo
a ti que por costumbre luchas en contra del viento
viajando siempre juntos desahogando sentimientos
a ti, gracias a ti.
Tu eres mi sol eres mi luna
nunca te alejes sin ti no es lo mismo
viviendo contigo esta gran aventura
que cada noche los dos destruimos.
Como agradecer tanta vida tanta entrega
como demostrar que con vosotros no hay fronteras
A ti que me regalas cada noche
un sueño distinto perfumado de ilusiones
a ti te entrego el alma con mi voz en cada verso
eres tu la vida que reflejo en mis canciones
a ti que le das forma a lo que siento
eres tu la magia que acompaña mi deseo
a ti que por costumbre luchas en contra del viento
viajando siempre juntos desahogando sentimientos
a ti.
Por ti en un instante vivir,
a ti, gracias a ti.
A ti que me regalas cada noche
un sueño distinto perfumado de ilusiones
a ti te entrego el alma con mi voz en cada verso
eres tu la vida que reflejo en mis canciones
a ti que le das forma a lo que siento
eres tu la magia que acompaña mi deseo
a ti que por costumbre luchas en contra del viento
viajando siempre juntos desahogando sentimientos
a ti, gracias a ti
gracias, gracias a ti


Hilvanados, Julia Otxoa





Los hombres a medio coser van por ahí deshilachados, como sin peso, como quien se deshace en el aire, y apenas hilvanado al menor tropezón se abre en grandes rotos, por los que se asoman los curiosos para ver el paisaje o los turistas para contemplar los monumentos de la ciudad, hasta el punto, que muchos son los que han llegado a pensar que estos hombres de tan rasgados son casi transparentes. Pero ellos, ermitaños de la costura, aman sobre todas las cosas ir así por la vida, ligeramente esbozados entre las cosas, libres del peso de la ropa acabada sobre sus cuerpos. Deshaciéndose en largos hilos mecidos por el viento cual leves cometas o hermosos espantapájaros.