jueves, 14 de agosto de 2014

Conversando contigo..., JpTorga

Escribo…
Lo hago desde la fina arena de una playa cualquiera…
Tengo por techo el cielo azul, las palmeras agitando sus hojas para aliviar el calor y el mar… el mar susurrando palabras con cada batir de olas.

¿Qué tal? ¿Me buscabas? O… ¿solo has llegado aquí por casualidad?
Posiblemente, no importa…. ¿verdad?


¿Buscas aliviar la soledad con un halo de compañía?
O tal vez… no buscas nada en especial, solo entretener al tiempo.


Bueno… en realidad tampoco importa mucho el motivo. Lo importante es que estás aquí y yo, en los próximos minutos debo hacer las cosas bien para agradarte.

Probablemente, a estas alturas, estás leyendo con cierta extrañeza y graciosamente arrugas el ceño pensando… ¿y éste, a dónde quiere ir a parar con esta palabrería?

Tienes razón, aunque si he de ser sincero, yo… tampoco lo sé.

¿Sabes?
Creo que éste es el momento crucial.
Sí… Si decides seguir leyendo, es que he alimentado tu curiosidad y te está interesando.

Por otro lado… Si decides irte y dejar de leer, debo entender que no he cumplido tus expectativas y por ello buscarás otro lugar mas divertido.

¿Cuánta responsabilidad, verdad?
Llegaste sin pedir nada y yo… yo me he llenado de compromiso por agradarte. Sé, que debo escribir algo interesante para ti, para que encuentres un atisbo de atracción en este incansable goteo de letras.

Letras…
Letras que caen una a una, sobre un manantial cuajado de palabras.
Palabras que forman un río torrencial que desemboca inexorablemente en un mar de frases.
Frases que buscan anidar en tu corazón formando un océano de sensaciones.

Sensaciones…
Que palabra ¿verdad?
Las hay de todo tipo…
Sensaciones agradables…
Tristes…
Emocionadas…
Distantes…

En realidad, hoy… tal vez te ha visitado alguna de ellas ¿Ha sido así?
¿En algún momento te has sentido triste?
¿Has podido salvar ese momento de soledad que produce la tristeza?
Y ese momento triste… ¿qué o quien lo ha motivado?
¿Ha merecido la pena dejarlo arraigar en ti?

No…
No alimentes tristeza. Existen cosas en esta vida, que está en nuestra mano solucionar. En cambio, otras… otras solo el tiempo las hace cambiar. Y en éste último caso, a nosotros… solo nos toca elegir la mejor manera de ser un poco más felices.

Felices… Felicidad…
Claro… ¡ahora caigo!
¡Tú no llegaste aquí por un relámpago de tristeza! Nooo… hoy… hoy te sientes radiante. Ha sido un buen día… ¡te sientes bien!
¡No sabes cuánto me alegro!

Por cierto ¿has pensado que hacer con esa felicidad?
¿La vas a guardar, solo para ti en el fondo de tu corazón?
O… has decidido compartirla generosamente con los demás.
¿Conoces a alguien que tal vez necesite un poco de felicidad?
¿Te animas a compartir con él o ella un poco de ese bienestar que te acompaña?

Piensa en alguien que pueda estar triste…
¿Cómo crees que reaccionará si te animas a compartir tu alegría a través de algo tan simple como una conversación o un abrazo?

Ssssst… Cierra los ojos por un instante y piensa…
¿A quién abrazarías ahora?

Abrazos…
Cuántas sensaciones se trasmiten a través de un abrazo, ¿verdad?
¿Alguna vez te han abrazado?
No…, no me mires así. Ya sé, que sí.
En realidad me refiero a que rodeen tu cuerpo con otros brazos y… ¡vaya! vuelves a mirarme con ese gesto donde no ocultas que me estás cuestionando.

Venga, me explico mejor…

El abrazo debe comenzar con una mirada intensa y cómplice.
Después… después deben rodearte con los brazos y atraerte con intensidad.
Detrás de ese primer gesto, debe ir el resto del cuerpo… el corazón y el alma.
La mente debe quedar vacía y solo sentir… sentir todo lo que debe arrastrar ese gesto… ternura, complicidad, entrega.
Detrás del abrazo debe haber una vida para entregar.
Delante del abrazo debe haber ilusión creada para recibir esa vida.


Vida…
Tenemos solo una ¿verdad?
y… malgastamos el tiempo, los días, los minutos que la forman.
Tiempo, siempre pensamos que queda tiempo para todo. Para vivir, soñar, reír, compartir, divertirse… Y curiosamente, éste, irremediablemente… se acaba. Lo hace en discreto silencio, sin que apenas nos demos cuenta.
Sí… se acaba el tiempo…
y se acaba la felicidad, se acaba la tristeza, las sensaciones, los abrazos…
Se acaba la vida.

Bueno…
Creo que debes irte ya, ¿verdad? Te he robado un poco de ese tiempo. Tu tiempo.

Al final, me he extendido en un sinfín de palabras. Unas, claro está, percibirás que están mejor ordenadas que otras. Me estoy dando cuenta… que casi lo he convertido en una especie de circunloquio.

No cabe esperar más, que esta lectura haya servido para alimentar tu curiosidad y tal vez, hayas encontrado algo en ella de provecho.

Debo reconocer que, para mi… tu presencia ha sido motivadora.
Sí… Saber que has estado ahí y que tal vez vuelvas pronto, me ha ayudado a sentirme bien. Me evade del desánimo. Me concede sensaciones positivas, llenándome mi vida.

De acuerdo, tienes razón, me sigo extendiendo innecesariamente… Ya dejo de escribir.
Solo una cosa más…
¿Volverás?