lunes, 13 de mayo de 2013

Ojos secos, Mario Benedetti, música Llorar, Jesse & Joy





El más triste es el llanto de ojos secos
el que se llora con o sin memoria
con la garganta / con la calavera
o las bisagras del recogimiento.
Antes lloraba por las guerras locas
con fábulas de sangre y osadía
por el paisaje herido de temblores
por los cansados de mirar al cielo,
pero los ojos se secaron / sabios
se secaron despiertos / errabundos
no saben ni qué mirar ni qué asumir
son ojos deslumbrados / cenicientos.
Por eso el llanto seco es la muralla
en que se estrellan todos los desdenes
y uno vive buscándose /buscándose
tragándose las lagrimas saladas.






Twilight Breaking Dawn Music Video,A Thousand Years (mil años), Christina Perri



El corazón late rápido
Colores y promesas
Cómo ser valiente
Cómo puedo amar
Cuando tengo miedo a caer
Pero viendo que estas solo
Todas mis dudas
De repente desaparecen de alguna manera
Un paso más cerca

He muerto todos los días esperando por ti
Cariño no tengas miedo, yo te he amado
Durante mil años
Te amaré por mil años más

El tiempo se detiene
Belleza en todo lo que ella es
Voy a ser valiente
No voy a dejar nada para llevar
Sin embargo, de pie delante de mí
Cada respiración, cada hora, ha llegado a esto
Un paso más

He muerto todos los días esperando por ti
Cariño no tengas miedo, yo te he amado
Durante mil años
Te amaré por mil años más

A lo largo creí que te encontraría
El tiempo ha traído tu corazón a mi
Te he amado mil años
Te amaré por mil más

Un paso mas cerca
Un paso mas cerca

He muerto todos los días esperando por ti
Cariño no tengas miedo, yo te he amado
Durante mil años
Te amaré por mil años más

A lo largo creí que te encontraría
El tiempo ha traído tu corazón a mi
Te he amado mil años
Te amaré por mil más

Las palabras, José Saramago


Las palabras son buenas. Las palabras son malas. Las palabras ofenden. Las palabras piden disculpa. Las palabras queman. Las palabras acarician. Las palabras son dadas, cambiadas, ofrecidas, vendidas e inventadas. Las palabras están ausentes. Algunas palabras nos absorben, no nos dejan: son como garrapatas, vienen en los libros, los periódicos, en los mensajes publicitarios, en los rótulos de las películas, en las cartas y en los carteles. Las palabras aconsejan, sugieren, insinúan, conminan,, imponen,segregan, eliminan. Son melifluas o ácidas. El mundo gira sobre palabras lubrificadas con aceite de paciencia. Los cerebros están llenos de palabras que viven en paz y en armonía con sus contrarias y enemigas. Por eso la gente hace lo contrario de lo que piensa creyendo pensar lo que hace.

Hay muchas palabras.

Y están los discursos, que son palabras apoyadas unas en otras, en equilibrio inestable gracias a una sintaxis precaria hasta el broche final: “Gracias. He dicho”. Con discursos se conmemora, se inaugura, se abren y cierran sesiones, se lanzan cortinas de humo o se disponen colgaduras de terciopelo. Son brindis, oraciones, conferencias y coloquios. Por medio de los discursos se transmiten loores, agradecimientos, programas y fantasías. Y luego las palabras de los discursos aparecen puestas en papeles, pintadas en tinta de imprenta —y por esa vía entran en la inmortalidad del Verbo. Al lado de Sócrates, el presidente de la junta domina el discurso que abrió el grifo fontanero. Y fluyen las palabras, tan fluidas como el “precioso líquido”. Fluyen interminablemente, inundan el suelo, llegan hasta las rodillas, a la cintura, a los hombros, al cuello. Es el diluvio universal, un coro desarmado que brota de millares de bocas. La tierra sigue su camino envuelta en un clamor de locos, a gritos, a aullidos, envuelta también en un murmullo manso represado y conciliador. De todo hay en el orfeón: tenores y tenorinos, bajos cantantes, sopranos de do de pecho fácil, barítonos acolchados, contraltos de voz-sorpresa. En los intervalos se oye el punto. Y todo esto aturde a las estrellas y perturba las comunicaciones, como las tempestades solares.

Porque las palabras han dejado de comunicar. Cada palabra es dicha para que no se oiga otra. La palabra, hasta cuando no afirma, se afirma: la palabra es la hierba fresca y verde que cubre los dientes del pantano. La palabra no muestra. La palabra disfraza.

De ahí que resulte urgente mondar las palabras para que la siembra se convierta en cosecha. De ahí que las palabras sean instrumento de muerte o de salvación. De ahí que la palabra sólo valga lo que vale el silencio del acto.

Hay, también, el silencio. El silencio es, por definición, lo que no se oye. El silencio escucha, examina, observa, pesa y analiza. El silencio es fecundo. El silencio es la tierra negra y fértil, el humus del ser, la melodía callada bajo la luz solar. Caen sobre él las palabras. Todas las palabras. Las palabras buenas y las malas. El trigo y la cizaña. Pero sólo el trigo da pan.




Hay un océano de vida oculto en las paredes de la ciudad de Barcelona

La paleontóloga Anna Cornella ha fotografiado y clasificado más de un centenar de fósiles en las paredes y suelos de Barcelona. Un paseo matinal por la ciudad nos desvela la presencia de decenas de criaturas en las que casi nadie repara y que vivieron hace millones de años.



En el exterior de la tienda de ropa Desigual, en pleno paseo de Gràcia de Barcelona, suena la típica música electrónica. Anna se aproxima hasta el dintel y nos señala para que nos acerquemos: "Este animal, de pie, debió de tener un metro y medio de alto”, nos dice. “Es enorme".

El fósil tiene unos 20 centímetros de diámetro. Es un rudista, un bivalvo marino que vivió hace unos 120 millones de años y cuyos restos, después de una larga travesía, han venido a parar a este rincón de la ciudad. Indiferentes,  viandantes y compradores pasan cada día junto a esta criatura silenciosa, que les mira desde el pasado.

Anna Cornella es paleontóloga. Hace diez años se enamoró de un fósil en una pared cerca de su casa y decidió empezar su particular de caza de fósiles por la ciudad. Su marido y ella se montaban en la moto, se metían por las calles del centro y paraban en cuanto localizaban una piedra calcárea, susceptible de contener los restos de estas criaturas.

"Estamos conviviendo con organismos de hace millones de años, están en las paredes y suelo y nadie sabe que están ahí", asegura. A ella, como geóloga de formación, no le cuesta nada localizar las piedras. "La vista se me va”, asegura, “veo fósiles donde nadie los ve".

Una guía de fósiles urbanos

Durante diez años de trabajo, Anna y su marido hicieron alrededor de 5.000 fotografías de fósiles por toda Barcelona. De ellos, escogieron unos 120 ejemplares para la “Guía de Fósiles urbanos de Barcelona”, que ha editado por el Colegio de Geólogos de Cataluña y que se ha repartido por librerías y bibliotecas de la Ciudad Condal y que, curiosamente, no mereció la menor atención por parte del Ayuntamiento.

Mientras caminamos por el paseo de Gràcia, nos detenemos ante una marca en la piedra de un edificio, de unos 60 centímetros de longitud.  “Son las huellas de un cangrejo hace 20 millones de años”, nos indica Anna. Seguramente dejó esta marca al arrastrase, quien sabe si por alguna antigua playa, allá por el Mioceno.

“Me emociono porque yo me imagino ese animal en vida”, confiesa, “y me imagino la historia geológica, es decir,  me imagino el bicho, dónde estaba, cómo se plegaron los sedimentos, cómo se hicieron las montañas, las canteras..."

 “¿Ves que se ven como unas rayitas?”, nos pregunta a la altura de la calle Joaquim Pou  mientras humedece un poco la marca, para que se vea mejor. “Pues esto son foraminíferos. Se forman a partir de un núcleo y les va creciendo la concha. Se podrían considerar como los fósiles más antiguos que existen”.

De la montaña a la ciudad

En un portal de la calle Aragón, en medio del intenso tráfico, Anna nos muestra dos grandes columnas llenas de corales fósiles que vivieron en el Eoceno. Mientras hablamos, un vecino sale del portal y nos mira con cara de asombro cuando le explicamos lo que tiene en la puerta de su casa. “Suelo prestar más atención a los detalles arquitectónicos”, asegura.

"Hay gente que te pregunta qué estás haciendo”, nos cuenta Anna, “se lo explicamos y no lo entienden". Aquí y allá, la gente se para a curiosear lo que miramos y, efectivamente, les cuesta entender la explicación. “Eso es un fósil de hace 45 millones de años”, le explica la paleontóloga a una señora. “¡Venga ya!”, exclama.

“¿Esto no se supone que está en zonas fuera de la ciudad?”, pregunta otra chica en el barrio Gótico, que no para de hablar por el móvil y fumar mientras nos mira. “Hombre”, le explica Anna, “las piedras se sacan de las canteras, que están en las montañas”.

Después de un largo paseo, Anna nos lleva hasta la plaza de la catedral y allí nos hace reparar en los bancos de la plaza, abarrotados de gente. “Justo donde está ese señor sentado”, nos dice, “hay un fósil de un erizo. Se ven los agujeros por donde salían las púas”.

El señor, que debe tener más de ochenta años y está plácidamente tomando el sol, apenas se mueve. Una mujer, a su lado, nos mira con cara de extrañeza cuando le explicamos que el erizo vivió hace millones de años, se quedó en el fondo del mar y sus partes minerales se quedaron impresas en la piedra que luego alguien usó para hacer el banco.

“Ah, ¿sí?”, nos dice. Y al rato nos ve perdernos de nuevo entre la multitud, buscando por las paredes restos de algún antiguo animal.


Consejos para buscar fósiles en tu ciudad

Como explica Anna, es posible encontrar fósiles en las paredes de cualquier ciudad siempre y cuando sepamos dónde buscar y qué buscamos. En su blog, Fòssils Urbans de Barcelona, Anna anima a que los lectores le envíen las fotografías de los fósiles que encuentren durante sus paseos. Si queréis contribuir a construir una Guía de Fósiles Urbanos en toda España, estos son algunos los consejos de Anna para reconocerlos:
1. Localizar las piedras.  Observa las piedras del suelo, paredes, bancos de piedra, columnas, etc. tanto del exterior de la ciudad como del interior por ejemplo: estaciones de metro o tren. Los fósiles están habitualmente en rocas de tipo calcáreo.
2. Buscar formas.  Comprobar  si en esas piedras hay formas redondas, alargadas, cilíndricas, cónicas, esféricas o espirales, formas que recuerden un animal vivo como conchas, caracolas o erizos.
3. Visión espacial. Para reconocer un fósil debes tener en cuenta que la impronta que dejó el animal puede haber sido cortada en cualquier dirección en la piedra, de forma transversal o longitudinal.
4. Pistas falsas. Algunos mármoles y otros tipos de rocas no sedimentarias tienen dibujos tipo cenefas o líneas alargadas blancas o negras o rosadas y no son fósiles, sino que normalmente son vetas de cuarzo o mineral similar.
5. Distintos tamaños. También hay que tener en cuenta que la forma que podemos ver en la roca de una fachada puede ser de milímetros o hasta 60 cm de largo o más.
6. Material de exploración. Los fósiles son a veces muy pequeños, por lo que conviene llevar una lupa para distinguir las formas de espiral o las camarillas que indican la existencia de alguna forma de vida animal o vegetal.
7. Cómo fotografiarlos. Si vas a hacer una foto, lo mejor es que humedezcas un poco el fósil. En algunas superficies, se ve mucho mejor de esta manera.
8. Ten en cuenta la escala. Si vas a realizar una foto, conviene siempre situar una pequeña escala junto al fósil, para saber de qué tamaño estamos hablando.





Fuente:
http://noticias.lainformacion.com



¿Qué pasa con las aves durante un huracán?

Sabías que:

  • Algunas especies viajan en el ojo del huracán y se ven desplazadas cientos de kilómetros.
  • Los científicos han descubierto que algunas aves pueden atravesar la tormenta.
  • Durante unos días, especies exóticas del Caribe pueden verse muy al norte.
 

A medida que vuelve la calma a la costa Este de los Estados Unidos, miles de aves regresarán a sus hábitats naturales después de una semana de viaje. El huracán Sandy, como otras grandes tormentas, ha dejado un reguero de destrucción a su paso, pero también ha afectado a decenas de miles de aves. Aunque no hay cifras directas de la mortalidad, es seguro que cientos de pájaros habrán muerto a consecuencia de los vientos y las inundaciones, pero ¿qué pasa con el resto? ¿Cómo se las apañan para sobrevivir a una fuerza de la naturaleza que se lleva todo por delante?
Igual que hacemos los humanos, algunas especies - las que viven dentro de los árboles, sobre todo- habrán buscado refugio, otras habrán tratado de esquivar la tormenta emigrando unos días antes - detectan bien los cambios de presión-  y aprovechando los vientos que bordean el huracán. "Cuando las aves se encuentran una tormenta como ésta, básicamente intentan ponerse a salvo como hacemos nosotros", comenta el biólogo Bryan Watts a National Geographic.
Algunas especies que viven en el océano quedan atrapadas en el ojo del huracán durante días, una zona donde los vientos y las lluvias son menores, pero que les puede obligar a desplazarse cientos de kilómetros desde su hábitat natural. Durante días, las aves deben volar sin descanso y sin alimento, lo que les pone en riesgo de morir. Según Slate, en 2005, durante el huracán Vilma un grupo de vencejos de EEUU fue depositado por la tormenta a casi 1.000 km de su hogar, en las costas europeas.
Estos desplazamientos provocan situaciones extrañas, como el avistamiento de especies exóticas, procedentes del Caribe, en las costas del Este de EEUU. "Un huracán", asegura Charles Kennedy, presidente de la Asociación de Ornitólogos del Sur de Alabama, "es un gran evento en sí mismo, y para los amantes de los pájaros ofrece la oportunidad de observar aves en lugares donde no podrían verlos. A 300 kilómetros de la costa, por ejemplo, puedes ver aves marinas". En 1995, durante el huracán Opal, Kennedy vio como al quedar su zona en el ojo del huracán, a más de 200 kilómetros de la costa, miles de gaviotas empezaron a sembrar el cielo. Viajaban atrapadas en la zona de calma de la tormenta.
Es posible, por ejemplo, que un grupo de charranes sombríos (Onychoprion fuscatus) sean 'absorbidos' por el huracán de las costas del Caribe y de Florida y aparezcan en Long Island. "Después de días y días volando", explica Kennedy, "las aves se posan en cuanto el huracán toca tierra, a menudo exhaustas y hambrientas".
El caso más curioso lo representan aquellas aves capaces de atravesar el huracán. En el año 2011, los científicos siguieron por satélite los movimientos de un grupo de zarapitos durante el huracán Irene que atravesó la tormenta en dirección sur hasta posarse en las Bahamas. Estaban migrando desde el Ártico hasta Venezuela, y el huracán no pareció ser un impedimento.
Cuando se encuentra en el mar, es frecuente que el huracán desplace a las aves de una isla a otras y, como recogen James W. Wiley y Joseph M. Wunderle en un estudio de la Universidad de Cambridge en 2010, algunas especies han quedado tan dispersas por estas tormentas que han desaparecido o han quedado al borde la extinción.
El efecto más importante del huracán sobre el hábitat de las aves es la destrucción de la vegetación, que puede dificultar la búsqueda de alimento, pero también se destruyen nidos y zonas de reproducción. Pelícanos, petreles y otras especies habrán tenido que recorrer cientos de kilómetros para ponerse a salvo, y puede que permanezcan en una zona poco habitual mientras reponen fuerzas. "Estas aves han estado volando sobre los huracanes durante siglos", explica el experto Charles Kennedy. "Tan pronto como puedan estarán volviendo a la costa".



 Fuente:
 http://noticias.lainformacion.com