martes, 11 de junio de 2013

El valor de una sonrisa...


Pasaba cada día por la puerta de mi despacho, silenciosa, tranquila, pero siempre sonriendo. Desde mi mesa oía su voz saludando y yo pensaba entonces que la mañana era más luminosa, más acogedora, más humana. Luego me perdía en mi trabajo y parecía que la olvidaba, pero no, de vez en cuando recordaba esa sonrisa y todo me parecía más fácil.
Un día llegué hasta donde ella trabajaba. En el mismo edificio, en el mismo lugar, pero tan lejano de mí como las antípodas y… observé que la gente a su alrededor la ninguneaba, que sus opiniones no eran escuchadas, que su sonrisa se perdía entre un montón de intereses, de hipocresías, de amabilidades medidas y tasadas.
La miré, me miró y las dos nos entendimos con ese lenguaje que va más allá de la palabra.
Pensé que lo que triunfa, lo que medra, lo que asciende es el comercio servil e interesado. La manipulación y el engaño, la sonrisa fácil y la crítica punzante e hipócrita. Su sonrisa limpia, serena y tranquila servida cada mañana como un regalo para el corazón, se hacía añicos frente a la mezquindad.
Ella me miró otra vez y esta vez presentí el dolor.
Pasaron unos días y volví a subir aquella escalera que me llevaba a las antípodas… ya no estaba allí. Todo me pareció diferente. La luz era la misma, pero parecía no tener la misma intensidad. Un aire menos puro atravesaba la estancia. Pregunté por ella.
—Se fue— me dijeron. —Su mesa un día apareció vacía. No sabemos porqué, ya que no la veíamos, pero cuando miramos hacia donde ella estaba, sentimos la sensación de haber perdido algo.
—Quizá su sonrisa?— pregunté. Nadie me contestó, todos bajaron la cabeza.



Cero, Dani Martín

Todo lo que vimos se nos fue
Soñé que siempre iría al lado
Eso que inventamos ya no es
Ahora solo existe el pasado

Y me toca entender
Qué hacer con tus abrazos
Ahora toca aprender
Como dejar de querer
Saber borrarlo bien
Que igual que vino fue
Que hoy es CERO

Quiero
Que todo vuelva a empezar
Que todo vuelva a girar
Que todo venga de cero
De cero…

Y quiero que todo vuelva a sonar
Que todo vuelva a brillar
Que todo venga de cero
De cero…

Eso, desaparece y no lo ves
Ese regalo que la vida pone al lado
Dura lo que dura y ya se fue
Ni tu ni yo lo hemos cuidado

Y ahora toca entender
Qué hacer con tanto daño
Y ahora toca aprender
Como dejar de querer
O saber borrarlo bien
Que igual que vino fue
Y es tan feo

Quiero
Que todo vuelva a empezar
Que todo vuelva a girar
Que todo venga de cero
De cero…

Y quiero que todo vuelva a sonar
Que todo vuelva a brillar
Que todo venga de cero
De cero…

Y siento que todo lo malo es pensar
Que todo lo que viene va
Que todo se va consumiendo
Y el silencio manda hoy más

Quiero
Que todo vuelva a empezar
Que todo vuelva a girar
Que todo venga de cero
De cero…

Y quiero… que todo vuelva a sonar
Y quiero… que todo venga de cero, de cero
Y quiero… que todo vuelva a empezar
Y quiero… que todo venga de cero de cero




Los extraños «campos» de flores de hielo de la Antártida





La rápida congelación del vapor de agua convierte el océano en un inmenso jardín de hermosas flores de hielo salado


Las aguas de los océanos Ártico y Antártico no solo esconden numerosos secretos en sus profundidades, sino que en ocasiones ofrecen hermosos e inusuales espectáculos sobre su superficie. Uno de ellos son las conocidas como flores de hielo, cuya historia encontramos en el blog «Curiosón».
Estas extrañas formaciones que pueden llegar a ocupar vastas extensiones de hielo marino tienen su origen en el vapor de agua que se escapa a través de pequeñas fisuras del hielo superficial. Al entrar en contacto con el aire frío y cargado de humedad, el vapor se congela sin pasar por el estado líquido, cristalizando de forma que da origen a estas curiosas estructuras en un proceso conocido como «nucleación».
Mediante este proceso, que sucede a temperaturas próximas a los 22 grados bajo cero, las estructuras de las flores de hielo crecen verticalmente, a medida que el aire cargado de humedad va entrando en contacto con la escarcha recién formada; pueden encontrarse tanto en el Ártico como en la Antártida e incluso en estanques de agua dulce, siempre que la temperatura sea lo suficientemente baja.
Sin embargo, la principal particularidad de las flores de hielo marinas, según podemos leer en el blog «Cooking ideas», es que a diferencia del hielo normal, son saladas, ya que el mar de hielo poroso en el que se forman exprime el agua salada en un proceso conocido como rechazo de salmuera. Ese exceso de sal es recogido sobre los cristales de hielo, haciendo que la salinidad de estas flores alcance casi tres veces la del agua de mar.
 
Junto con la sal, las flores de hielo recogen también bacterias marinas y otras sustancias a medida que crecen, lo que las convierte en un laboratorio ideal para estudiar los microorganismos que habitan en estas zonas y que pueden esconder algunas respuestas sobre el origen de la vida.

Además de lo espectaculares que resultan, estas formaciones se convierten en un laboratorio ideal para estudiar los microorganismos que habitan en estas regiones y, según los investigadores de la Universidad de Washington, podrían ayudar a descubrir a dónde vamos o de dónde venimos, ya que estas flores también producen sustancias químicas, como formaldehídos, que pueden dar pistas sobre el origen de la vida en la Tierra, así como sobre la presencia de vida en otros planetas. 


Fuente:
http://www.abc.es
http://actualidad.rt.com