sábado, 16 de agosto de 2014

Canción de amor, Rilke





¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!



Caramelo, Pablo Alborán

(...) Sabor a caramelo
te adoro, te anhelo
sentir la pasión
te derrites con dolor
sabor a café es el sabor de tu piel
tus labios canela y tus besos la miel.

El aroma de su cuello me envenena
y poco a poco me desnuda sobre la arena.

Sueño, sueño, sueño, sueño, sueño, sueño
despierto y me tortura la mente
quiero hacerle el amor
al compás de la marea.

(...)




Destinos turísticos prohibidos a mujeres. ¿Vamos?



¿Vamos en masa? ¿Qué harían los monjes del monte Omine, en Japón, si llegáramos 1000 homínidas al mismo tiempo? ¿Reservamos habitación en el hotel Connexion, de Niza, exclusivo para hombres gays? Estas son dos de las anacrónicas ofertas con límite para mujeres. Y hay más. Entre las grandes fanfarronadas está la biblioteca de T.M. Zink. El millonario Mr. Zink dejó un ingreso de 50.000 dólares para que en el año 2005 el dinero acumulado se utilizara, según su deseo, para montar y mantener una biblioteca en cuyos estantes no se expusiera ningún libro cuyo autor fuera mujer, en su catálogo no debía aparecer un solo nombre femenino y a la entrada un letrero advertiría: “No se admiten mujeres”. A su hija le dejó 5 dólares en herencia, a su viuda, 1 dólar. Su hija recurrió a los tribunales y ganó el juicio. La biblioteca sin mujeres que soñó Mr. Zink nunca se construyó y hoy su testamento aparece en las listas de los más ridículos de la historia. Pero hay otros delirios que sí están abiertos al público.

  • El monte Omine de Japón. Hay dos fabulosas rutas para llegar a una de las montañas sagradas de Japón, el monte Omine. Una empieza en kimpujinja, en lo alto del monte Yoshino, donde un poste de piedra advierte en japonés: “Prohibido el acceso a las mujeres”. En la cumbre hay un templo budista y allí se espera que los peregrinos observen disciplinas como ser colgados por los talones sobre un risco, para recordarles la fragilidad de su existencia. Para las mujeres, las guías turísticas ofrecen otras excursiones montañeras que bordean la prohibida Omine. En los últimos 1.300 años solo ha sido visitado por hombres. Este monte está declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Irónico, ¿no?
  • Un museo Maorí que no puedes visitar si tienes la regla. Una mujer con la menstruación, en lengua Maorí, es tapú (o tabú) y si miran o tocan algún objeto de la cultura Taonga debe caerles un rayo, o alguna maldición parecida. Así que el museo Te Papa, de Nueva Zelanda, advierte que está prohibida la entrada a mujeres embarazadas (hapu) o con la regla (wahine). En muchos templos hindúes en diversas partes del mundo hay señales que prohíben la entrada a mujeres si están con la regla. Se basan en la creencia de algunas religiones, como el hinduismo y la Iglesia Ortodoxa Oriental, de que cuando menstruamos somos impuras y, como resultado, non gratas en lugares sagrados.
  • Un hotel en Niza, para público gay. El hotel Connexion es exclusivo para hombres. No es “gay friendly”, es estrictamente gay. Un lujo de hotel, con hamacas en las habitaciones por si quieres dormir colgado. Puedes invitar hasta a tres personas a tu habitación individual, pero solo hombres, y en los pasillos ofrecen preservativos gratis.
  • El monte Athos, en Grecia. A la “montaña sagrada” de los griegos hay que llegar en ferry, y solo si eres hombres y con un permiso especial. La presencia femenina está prohibida hasta tal punto que tampoco pueden entrar animales de compañía si son hembras. La razón de la prohibición, dicen, es que las mujeres pueden romper el equilibrio espiritual de los monjes ortodoxos.
  • Arabia Saudí. Bueno, ser mujer y querer visitar Arabia Saudí es como plantearse un viaje a Plutón. La primera cláusula para que se abran las puertas es ir acompañada de un hombre. Allí, no te estará permitido casi nada, pero lo último que está en los titulares del país es si permitir o no a las mujeres conducir. Este año el Consejo Consultivo aceptó por primera vez en su historia estudiarlo.
  • El templo de Haji Ali Dargah, en Mumbai, India. Es uno de los paisajes más llamativos de Mumbai, con un templo dedicado a un santo Sufí del Siglo XV, Pir Ají Ali Bukhari y, dentro, su tumba. En la visita a la tumba es donde las mujeres tienen el límite. El santuario recibe alrededor 20,000 visitas diarias de todas las castas y credos. Pero, de acuerdo con la ley islámica, está prohibido para la mujeres visitar una tumba. En noviembre de 2012 hubo algunas protestas, pero por ahora, el sanctum sanctorum queda fuera del alcance de las mujeres que sí pueden hacer ofrendas, pero a distancia.
  • La Atracción Galaxy, en un parque acuático de Baviera, Alemania. La atracción es parte de un complejo acuático con termas y saunas cerca de Munich, y está prohibida a mujeres. Los responsables del centro argumentaron su prohibición porque seis habían sufrido heridas en la zona genital mientras se deslizaban a 50 km/h por la atracción. Una asociación ginecológica alemana puso el grito en el cielo, asegurando que no había ninguna condición fisiológica que impidiera que las mujeres se subieran al Galaxy si se lo pedía el cuerpo, y aseguraron que se trataba de pura discriminación sexista.
  • Cafeterías griegas solo para hombres. Se llaman “kafenion” y son cafeterías griegas a las que solo acuden los hombres. A las mujeres no les está permitido sentarse. Qué hacen allí los caballeros: pues jugar al backgammon o tavli, o beber café griego. Todavía quedan algunos kafenion en aldeas y en ciertos rincones de Atenas.
  • La playa de Mlimadji, en las Islas Comores. Las autoridades de la ciudad decidieron prohibir la entrada de mujeres a la playa por petición de líderes religiosos. Hasta el año pasado, la asociación cultural Twamaya gestionaba la playa e históricamente había estado abierta para todo el mundo.

Fuente:
Lorena Sánchez para http://hominidas.blogs.quo.es