martes, 29 de mayo de 2012

Música


¿Qués es la música?
¿Es sonido, es lenguaje?

La lectura de un artículo sobre este tema me impulsó a dedicar estas líneas a la música. 
Daniel Mateos Moreno, joven compositor español escribió:

Todos hemos tenido profesores que han dejado huella en nosotros. Seguro que hay frases que nos decían y que nunca podremos olvidar. Muchas veces no somos conscientes de la profundidad de éstas hasta que pasan muchos años, a veces incluso cuando ya no están. Dentro de este conjunto de vivencias que todos hemos tenido, me ha venido a la memoria algo que me dijo una profesora mía cuando yo apenas era un niño; fue al finalizar un concierto en el que actué:
-"Daniel, lo que tenías que decir, lo has dicho bien".-
En aquel momento me quedé pensando, porque no entendía a qué se refería... ¡yo había tocado el piano, pero no había dado ningún discurso!
Realmente ahora es cuando he comprendido la profundidad de aquellas palabras: La música es un lenguaje

Es más fácil sentirla y reproducirla que explicarla o definirla. Todos entendemos qué es la música, pero ¿cuántos pueden poner en palabras cuáles son sus características esenciales o aquello que le da sentido?
El término música tiene su origen del latín “musica” que a su vez deriva del término griego “mousike” y que hacía referencia a la educación del espíritu la cual era colocada bajo la advocación de las musas de las artes.
Puede decirse que la música es el arte que consiste en dotar a los sonidos y los silencios de una cierta organización. El resultado de este orden resulta lógico, coherente y agradable al oído.

Desde los orígenes de la civilización, el hombre primitivo comienza a utilizar la danza y las ceremonias religiosas, para rogar a los dioses que resulten fructíferos la caza y los cultivos. A la vez va elaborando las técnicas de los sonidos con los que se comenzaron a acompañar los ritos.

Cada cultura tuvo concepciones diferentes en la apreciación y valor de la música. Unos le daban valor totalmente humano mientras que otros querían comunicarse con los espíritus.

En la civilización griega, en la época de la escuela Pitagórica, la música se transforma en la ciencia de los sonidos, se la relaciona con las matemáticas. Se elabora una concepción cósmica, relacionándola a la vez con la filosofía.




La música es melodía, es ritmo, es sonoridad, pero la escritura musical con un verdadero pentagrama, fue realizada por el monje italiano Guido d'Arezzo (990 - 1050), en el Siglo X. Este pentagrama constaba de cuatro líneas, empleaba claves y colores; y le puso los nombres a las notas musicales: do - re - mi - fa- sol - la - si a partir de las primeras sílabas de un texto latino. 

En 1711 aparece el diapasón, inventado por el laudista inglés John Shore.

El metrónomo, utilizado para medir los tiempos, se cree que fue inventado por un amigo de Beethoven, el alemán Johnn Maetzel (1772 - 1832) quien lo patentó en 1816. A partir de 1988 se realizan metrónomos de cuarzo de mayor precisión.


El hombre comienza a cantar acompañándose con palmas y golpes con los pies.
Ya en el paleolítico superior comienzan a inventar los primeros instrumentos de percusión, llamados idiófonos de choque, entre los que se usaron bastoncitos de bambú que se golpeaban unos contra otros, cajas de resonancia que consistía en tablas batientes colocadas sobre un hoyo. Evolucionan hacia los idiófonos de percusión, como troncos huecos, o cañas o bambúes ahuecados. De aquí derivan los timbales, el xilofón, gongs y tam-tam. Algunos fueron incorporados a la música sinfónica, debido a su riqueza sonora. Por ejemplo el xilofón fue incorporado por Saint-Saëns en 1864 a la orquesta, en la interpretación de "La Danza Macabra"
Los instrumentos membranófonos son los antepasados del tambor, y nacen cuando a las cajas de resonancia se les agrega una membrana. Y sucesivamente, surgen los cordófonos y los aerófonos.
Entre los instrumentos cordófonos más antiguos, aparece la cítara (cítara de bambú de Madagascar, cítara de enrejado de la India) y el arpa, que deriva del antiguo arco musical y ya se lo encuentra entre los Sumerios y en Egipto alrededor del 3000 antes de Cristo. Primero fue el arco de tierra usado en África, formado por un mango con una membrana y enclavado en un hoyo del terreno. El arco de caja, reemplazó el hoyo por una caja de resonancia. Y de allí derivan las arpas clásicas. Sufrió modificaciones a través del tiempo, hasta la realización del arpa de doble movimiento, fabricada por el francés Sebastián Érard en 1801.
 



LAS CLASES DE TUBA

(Ver cuento)
 
La maestra de segundo curso del colegio Sherezade, dijo a sus alumnos nada más empezar la clase:

–Quiero enseñaros un cuento fabuloso. Se titula Las clases de tuba. A diferencia de los cuentos que todos los días leemos, éste no tiene texto escrito, sólo preciosas imágenes con una frase al principio y otra al final.

–Pero, seño –dijo Ana, de 7 años, una niña que parecía tener siempre la boca llena de preguntas interesantes–, tú dijiste una vez que las historias hay que pensarlas primero, y que eso es como escribirlas en la cabeza. O sea, a ver si me explico, que aunque en ese libro no haya apenas nada escrito, el autor tuvo que escribir el cuento en su cabeza, ¿no?

–Pues sí, Ana, te explicas muy bien. Y, en efecto, el que pensó este cuento, lo escribió en su cabeza y se lo contó después a una ilustradora. La ilustradora lo pintó en papel con unos dibujos tan extraordinarios que sólo con ellos se entendía de maravilla la historia. Así que el autor supongo que diría: «Yo he escrito este libro en mí cabeza, la ilustradora lo ha contado con dibujos tal y como yo lo he imaginado, por lo tanto no necesito añadirle más palabras». Y por eso este libro se cuenta con hermosos dibujos y no con palabras escritas.

–Seño, Enséñanos ya ese cuento, por favor. Estoy deseando verlo –dijo Manuel, un niño al que le encantaban las historias de su profesora.

–Mirad, acercaos. Como en los cuentos todo es posible, este niño sale de su casa. Lleva una tuba. Alguien, le dice: «¡Y no te entretengas por el bosque, que vas a llegar tarde a las clases de tuba!»

¿De quién será la voz que sale de dentro de la casa?

–¡De la madre! –contestaron a coro casi todos los alumnos. Ya no hay, como os dije, más texto hasta llegar al final. Decidme, ¿por dónde camina el niño?

–Por un pentagrama –respondieron cinco niños a la vez.

Y una niña añadió:

–Por un camino de música.

–¡Oh, sí, fabuloso, por un camino de música! –repitió la maestra. Ahora vamos a leer las imágenes y vosotros ponéis las palabras, ¿vale?

Toda la clase fue con el niño por el bosque. Y cómo él, se entretuvieron por el camino. Y llenaron de palabras entusiasmadas aquel cuento que no tenía palabras. Y vivieron una aventura prodigiosa.

Os aseguro que los niños y niñas que vivieron este cuento, quedaron tan entusiasmados con él, que ahora sueñan con vivir una aventura tan fabulosa como la del niño protagonista de Las clases de tuba.

Ojalá las personas mayores lo leyeran también. Les serviría para entender un poco mas a los niños.


Escuchar música es una de las actividades fundamentales de muchos de nosotros y también una de las experiencias fisiológicas más complejas que existen. ¿Qué pasaría si de repente dejaras de escuchar?