miércoles, 26 de noviembre de 2014

Yo era una mujer casada, César Aira




"Yo no sabía siquiera lo que era el Amor. Si hubiera debido usar alguna de las grandes palabras, habría dicho más bien que era La Vida. Es curioso, ahora que lo pienso: tanta gente como hay en el mundo, y todos se aferran a los pocos a los que han logrado echar mano, insisten con ellos, más allá de disensos y decepciones, y aun más allá de las peores traiciones y perfidias. Del conocimiento (en cierto modo abstracto, matemático) de que hay tanta gente en el mundo proviene esa decisión tan repetida y formulada tan en serio: “rompo para siempre con él (o ella)”, o “se ha muerto para mí”, o “a otra cosa”. Pero al estar basada en lo general y estadístico, esa decisión casi nunca resiste al tiempo, que es particular y específico, y la relación se reanuda, si es que se ha interrumpido, aunque los términos de hostilidad y sufrimiento sigan siendo los mismos. Lo particular vence y se impone, aunque lo general sigue siendo cierto: hay muchísima gente en el mundo, y no sólo en el mundo sino en la ciudad en la que vivimos, en el barrio, muy cerca, rodeándonos. Y gente disponible, hombres y mujeres con los que iniciar una nueva relación más feliz, o por lo menos probar... ¿Entonces por qué seguimos fijados en las relaciones que establecimos una vez? ¿Acaso entonces, aquella vez, no tuvimos la oportunidad de elegir a alguien, de entre el océano innumerable de la humanidad? ¿Qué nos impide hacerlo otra vez? Quizás la respuesta a este enigma está en la historia o las historias que se han vivido. No en ésta o aquella historia sino en el hecho mismo de que haya habido una historia. En la fuerza encadenante de las historias".


Esta ausencia, David Bisbal

Despertar en el frío abismo de tu ausencia
es rogar por las horas perdidas en mi habitación
recordar cada lagrima que fue tan nuestra
me desangra el alma, me desangra el alma
Es andar el sendero que escribimos juntos
es tocar un silencio profundo en el corazón
escapar por las brechas de un amor profundo
es mentir de nuevo por negar tu ausencia

esta ausencia tan grande
tan dura, tan honda
que quiebra en pedazos
mi razón.
Esta ausencia desnuda
de dudas y sombras
me clava tu amor
Esta ausencia que duele
en el fondo del alma
que quema por dentro
mi sueño y mi calma

esta ausencia de hielo
de piel, de silencio
que corta las horas sin piedad
Esta ausencia infinita
de noches y días
no tiene final
Fue tan fácil decir
que el adiós sanaría
las espinas clavadas
en tu alma y la mía
Esta ausencia me grita
que se acaba la vida
porque no volverás, volverás.
Ya lo ves, tu partida no condujo a nada
porque nada hace el tiempo a la sombra de mi soledad
ya lo ves, derrotado y sin hallar la calma
que daría por verte y olvidarlo todo.


(...)