Por increíble que parezca, la práctica de encuadernar libros con piel humana no es solo una siniestra leyenda negra. Por el contrario, se convirtió en algo muy habitual entre los siglos XVII y XIX. Muchos de estos ejemplares se conservan en bibliotecas y museos de todo el mundo y cada uno de ellos tiene una historia detrás que, generalmente, coincide con la del dueño de la piel. Posiblemente, en la gran mayoría de ellos se desconozca esta cualidad porque a simple vista es imposible distinguir la piel humana a la de origen animal, y es necesaria una prueba de ADN para constatar su origen.
A principios del siglo XIX, en el Reino Unido era una costumbre habitual usar la piel de los criminales ejecutados para encuadernar libros. La mayoría de estos ejemplares se usaban para escribir las fechorías de estos mismos criminales. En la revolución francesa, las pieles de los nobles guillotinados se usaban para encuadernar ejemplares de la constitución francesa o paradójicamente, ediciones completas de Rousseau, del que los nobles se reían por sus teorías. En la época nazi, se sabe que la piel de muchos judíos acabaron como tapas de libros o incluso como pantallas de lámparas.
También existe constancia de muchos casos voluntarios, en los que el último deseo del fallecido era que se forrasen las tapas de algún libro en concreto con su piel, incluso algún escritor famoso recibió en su casa un paquete con la piel de una fan como regalo. De modo que si tenéis en vuestras casas algún ejemplar antiguo de dudosa procedencia, quien sabe… puede que sus tapas inertes tuviesen vida algún día.
Hacia el año 730 el árabe Abdul Alhazred escribió en Damasco (Siria) un libro titulado
Al azif. Era un tratado de magia negra y de conjuros que contenía las claves para permitir el regreso triunfal a nuestro planeta de los temibles dioses primigenios que, según la tradición, acechan en las fronteras espaciotemporales aguardando a que sus perversos adoradores abran las puertas interdimensionales que los mantienen alejados. En el año 950 Al azif fue traducido al griego por Theodorus Philetas con el título de Necronomicón. El libro de los nombres muertos.
Se dice que su simple lectura provocaba la locura e incluso la muerte. Sin embargo, el Necronomicón nunca existió. Fue inventado por Howard Phillips Lovecraft, quien lo mencionó por primera vez en su relato La ciudad sin nombre (1921). En escritos
posteriores se refirió a él con tal lujo de detalles bibliográficos y citó tantos supuestos pasajes en Los mitos de Cthulhu que muchos seguidores del maestro del horror llegaron a creer que existía realmente. Todavía hoy el libro sigue siendo solicitado en bibliotecas públicas.
Extrañas envolturas
De los numerosos rumores que han corrido acerca de este libro uno de los más aceptados dice que estaba escrito con sangre y que sus tapas habían sido elaboradas con piel humana. La encuadernación de libros con piel humana es tan despreciable que solo podría estar reservada a un perverso tratado de magia negra. Por ello, resulta sorprendente descubrir que dicha práctica fue bastante habitual entre los siglos XVII y XIX. De hecho, hasta tiene nombre propio: bibliopegia antropodérmica. La piel humana resulta tan maleable durante el proceso de curtido como la de cualquier otro animal. El curtido incrementa su grosor y la transforma en un cuero suave y de grano fino. Según algunos escritores, es parecida a la de un becerro, aunque resulta difícil desprender el pelo completamente. Otros estudiosos afirman que se parece más a la piel de oveja, con una textura firme, suave al tacto. Holbrook Jackson, autor de Anatomy of Bibliomania (1930), observó un trozo de cuero humano propiedad del famoso encuadernador Edwin Zaehnsdorf y explicó que le recordaba a una suave piel de cerdo. Según Jackson, para obtener un cuero utilizable la piel humana “debe sumergirse varios días en una solución fuerte de alumbre, vitriolo romano, sal común y secarse a la sombra”. Desde el punto de vista técnico, encuadernar un libro con piel humana no supone dificultad alguna, ya que el cuero para el encuadernado no es como el de un zapato, sino más delgado. Simplemente reviste un material más rígido que le sirve de soporte. Resultaba bastante habitual que se empleara la piel curtida de criminales ejecutados para encuadernar libros. La sentencia de los reos que acababan sus días en el patíbulo llevaba implícito que pudieran ser diseccionados por los médicos en sus clases de Anatomía. La piel de James Johnson, ahorcado en 1818 en Norwich (Reino Unido), fue usada para encuadernar un ejemplar del Samuel Johnson´s Dictionary.
Muchos de estos volúmenes recogían las fechorías del propietario de la piel. Otro ejemplo es el de John Horwood, que fue ahorcado a los 18 años en la prisión de New Gaol en Bristol (Reino Unido) en 1821 por el asesinato de Eliza Balsum, una mujer mucho mayor de la que se había enamorado y que no le correspondía. Tras la ejecución, su cuerpo fue entregado al Bristol Royal Infirmary, donde el cirujano Richard Smith llevó a cabo su disección durante una de sus clases de Anatomía. Posteriormente, le quitó parte de su piel, que una vez curtida, fue empleada para encuadernar un libro en el que se recogen los detalles de su caso. El ejemplar muestra en su portada una calavera con dos tibias entrecruzadas en cada esquina y en letras doradas, la leyenda central “Cutis vera Johannis Horwood” (“La piel verdadera de John Horwood”). En la actualidad se conserva en el Bristol Record Office. Aunque parezca increíble, hay muchos casos similares.
Libros trágicos
En 1827 William Corden mató a su amante, Maria Martin, en un paraje conocido como Red Barn, en Polstead (Suffolk, Reino Unido). Más tarde fue ahorcado en Bury St. Edmunds en 1828. Después de la ejecución, el cirujano George Creed despegó
la piel de su espalda, la curtió y se la entregó a un encuadernador local para que confeccionara las tapas de un libro que se publicó seis años más tarde. En él se recoge la historia del famoso crimen. Actualmente se encuentra en el Moyse´s Hall Museum de Bury St. Edmunds. Más pintoresca, si cabe, es la historia del bandolero James Allen.
En 1833 Allen intentó robar a John Fenno, de Springfield, en Salem Turnpike (Massachusetts, EE.UU.). Al parecer, Fenno se resistió con tal bravura –incluso después de que Allen le disparara– que el atacante quedó impresionado. Finalmente, Allen fue capturado y enviado a prisión. Allí dictó sus memorias a un guardián, al que le pidió que cuando muriera encuadernaran el libro con su piel y que le fuera enviado a Fenno. Allen no volvió a pisar la calle. Cuando murió, en 1837, las autoridades cumplieron su última voluntad. Su cuerpo fue enviado al Hospital General de Massachussets, donde se le quitó suficiente cantidad de piel para realizar la encuadernación. En la portada del libro, junto al kilométrico título,Narración de la vida de James Allen, alias Jonas Pierce, alias James H. York, alias Burley Grove, el Salteador de Caminos, que es su confesión en el lecho de muerte al guardián de la prisión, figura la inscripción “Hic liber Waltonis cute compactus est” (“Este es el libro de Walton encuadernado en su piel”). A la postre, los descendientes de Fenno lo donaron al Boston Atheneum, donde permanece en la actualidad.
Muchos bibliófilos se aficionaron a estas peculiares encuadernaciones. En 1831, André Leroy, joven, romántico y apasionado, asaltó el tanatorio y arrancó como pudo trozos de piel de su admirado Jacques Delille, el autor de una celebrada traducción de las Geórgicas de Virgilio. Delille sirvió para encuadernar su propia traducción. Algunos no tuvieron tanta paciencia, como cierto poeta ruso que perdió una pierna en un accidente de equitación y encuadernó una colección de sus mejores sonetos con la piel del miembro amputado. Cojo y enamorado, regaló el librito a su enamorada. No nos consta cómo acogió ella el presente. Otro curioso caso es el de cierta viuda –uno la imagina joven y apetitosa– que mandó forrar las cartas de amor de su primer marido con la piel del difunto. El segundo, sabiendo que la buena salud es un estado transitorio que no augura nada bueno, no quedaría muy tranquilo ojeando el volumen. Está también el decadente Doctor Cornil, que mandaba encuadernar libros de la manera más refinada posible. Un buen día encargó forrar un ejemplar de Los tres mosqueteros con una piel tatuada de dos dragones enzarzados en singular combate. Otro tatuaje, un corazón atravesado por una flecha, le sirvió para ser portada de Bubu de Montparnasse. El delicado doctor también pidió encuadernar una edición de Mercier de Compiègne, L’eloge des seins, con la piel del pecho de una mujer buscando un exquisito efecto con el pezón que sobresalía en el centro de la portada. Un colega suyo consiguió que forraran en 1891 una Danza de la muerte de Holbein con la piel de otra mujer. El supremo refinamiento aquí consistía en usar pelo humano en vez de hilo de seda para coser los cuadernillos.
Los libros en piel humana han excitado el deseo de pornógrafos, además del de los bibliófilos. Los hermanos Goncourt cuentan en sus diarios que algunos internos de hospital de Clamart fueron despedidos por contrabandear la piel de lo pechos de sus pacientes fallecidas con un encuadernador de libros obscenos en Fabourg Saint-Germain. El editor de libros eróticos Isidore Liseux juraba haber visto un ejemplar del Justine y Juliette de Sade confeccionado de esa forma. Incluso, rumor de rumores, hay quien habla de un fabuloso volumen, el tratado De serto virginum, encuadernado de la manera más apropiada.
Uno de los ejemplares más modernos que se conservan es también uno de los más bellos en su ominoso estilo. Me refiero a una colección de panfletos del cirujano holandés Bernhard Siegfried Albinus. En sus páginas, el autor se interroga sobre la causa del color de la piel de los etíopes. Esta disertación sirvió de inspiración para el antropólogo Hans Friedenthal, que mando encuadernar lujosamente la obra con la piel de un hombre negro y decorarla con una plaquita de plata incrustada en la portada con la efigie del hombre y su cráneo. El libro es único en muchos otros aspectos. Contiene seis de las primeras mezzotintas en color que se hicieron, obra de dibujante Jan Ladmiral. Y la piel de su legítimo propietario fue lo suficientement e extensa como para forrar otros dos libros más.
El libro se guarda en un saco negro, con un corazón y unos pulmones bordados en tela amarilla. Un estuche protege todo el conjunto con la admonitoria frase “Piensa cuando estés aterrorizado por otros hombres… de tu propia piel”. Tanto despliegue de medios hizo salivar de deseo a cierto bibliófilo de principios del siglo pasado hasta hacerle fantasear con la posibilidad de poseer una magna obra de cinco tomos, cada uno forrado con la piel de un hombre de distinta raza.
Os dejo un muestrario de libros confirmados encuadernados en piel humana.
A True and Perfect Relation of the Whole Proceedings Against the Late Most Barbarous Traitors, Garnet A Jesuit and His Confederates.
1606. "Donante" del pellejo: padre Henry Garnet
Este libro es una memoria del fracaso y posterior arresto y ejecución de los participantes en la Conspiración de la pólvora. Los conspiradores fueron un grupo de rebeldes católicos que en 1605 intentaron matar al rey protestante Jacobo I de Inglaterra, su hijo mayor, y gran parte de la corte y gobierno inglés. Su plan consistía en hacer estallar la pólvora durante una sesión de las cámaras del Parlamento. El intento fracasó, y los implicados fueron descubiertos y ejecutados, entre ellos el famoso Guy Fawkes. La carne de uno de los partícipes, el padre Henry Garnet, líder además de los jesuitas ingleses, sirvió tras su muerte para encuadernar este volumen, que contiene una inscripción en latín que reza: "una severa penitencia castigó la carne". Este es uno de los ejemplos más famosos de bibliopegia antropodérmica, ya que muchos creen distinguir el rostro agonizante del jesuita en la portada.
Practicarum Quaestionum Circa Leges Regias Hispaniae
1632 (?): Jonas Wright
La excepcional colección de libros de la Langdell Law Library de la Universidad de Harvard acoge un extraño tomo de varios siglos de antigüedad. El Practicarum Quaestionum Circa Leges Regias Hispaniae es un tratado de derecho español en cuya última página puede leerse la borrosa inscripción:
"El encuadernado de este libro es todo lo que queda de mi querido amigo Jonas Wright, quien fue desollado por los wavuma en el cuarto día del mes de agosto de 1632. El rey Btesa me dio el libro, una de las posesiones del pobre Jonas, junto a su piel para que lo forrara. Requiescat in pace".
Los wavuma se cree que fueron una tribu africana que habitó el actual Zimbabue. Este es un notable ejemplo del tema que nos ocupa, ya que prueba que la práctica era utilizada más por razones sentimentales y conmemorativas que por excitación macabra.
Leeds, England Ledger
Siglo XVIII: desconocido
En 2006 fue descubierto un libro de 300 años de antigüedad en el casco antiguo de Leeds (Inglaterra) tras un intento de robo fallido. No se conoce mucho acerca del libro, salvo que fue escrito en francés y se remonta al siglo XVIII. Esto sugiere que pudo haber sido realizado durante la Revolución francesa, un momento en el que el encuadernado antropodérmico disfrutó de gran popularidad. Si fue hecho durante ese periodo, este ejemplar se encontraría junto a otros documentos como la Declaración de los Derechos del Hombre y la Constitución francesa de 1793, de los cuales se cree que existen copias encuadernadas con piel humana.
Geórgicas de Virgilio
Década de 1810: Jacques Delille
Jacques Delille fue un famoso poeta francés que destacó también como traductor. Uno de sus trabajos más reconocidos fue la traducción en verso de las Geórgicas de Virgilio. Cuando Delille murió, alguien robó un poco de su piel para forrar su traducción de la obra de Virgilio.
Samuel Johnson's Dictionary
1818: James Johnson
Samuel Johnson es uno de los escritores y lexicógrafos más importantes de la lengua inglesa. Su diccionario, publicado por primera vez en 1755, es ampliamente considerado como una de sus más grandes obras, ya que listaba 40.000 palabras, lo que lo convertía en el diccionario más extenso hasta el momento. En 1818, un criminal llamado James Johnson era colgado en Norwich, y su piel utilizada para encuadernar una copia del diccionario de Samuel Johnson. No hay ninguna conexión conocida entre ambos hombres.
Red Barn Murder Judicial Proceedings
1828: William Corder
El asesinato del granero rojo fue un infame crimen que tuvo lugar en Polstead, Suffolk (Inglaterra), en 1827. El caso empezó cuando una joven mujer llamada Maria Marten tuvo un hijo fuera del matrimonio con el pícaro local William Corder, un delito que podría dar lugar a persecución por parte de los funcionarios de la parroquia. Los amantes planearon citarse para darse juntos a la fuga en un granero rojo. Sin embargo, cuando se encontraron Corder mató a Marten de un disparo y huyó tras enterrar el cadáver. Los restos de Marten fueron hallados cuando su madrastra tuvo sueños en los que era asesinada y enterrada en el granjero rojo. El suceso, el juicio y la ejecución de William Corder provocaron un gran revuelo, inspirando canciones y obras de teatro que han sobrevivido hasta nuestros días. El cuerpo de Corder fue disecado y examinado por profesionales médicos. Su esqueleto fue utilizado para la enseñanza en el Hospital de Suffolk Occidental, mientras que su piel fue curtida por un cirujano llamado George Creed, y usada para forrar el relato de su crimen, escrito por Creed:
"El encuadernado de este libro es la piel del asesino William Corder, sacada de su cuerpo y curtida por mí mismo en el año 1828. George Creed, cirujando en el Hospital de Suffolk".
El libro se exhibe hoy día en el Moyse's Hall Museum.
Narrative of the Life of James Allen, alias Jonas Pierce, alias James H. York, alias Burley Grove, the Highwayman, Being His Death-bed Confession to the Warden of the Massachusetts State Prison.
1837: James Allen
James Allen fue un bandolero del Massachusetts de principios del siglo XIX que tuvo una inusual última voluntad. Allen había sido encarcelado por intentar robar a un hombre llamado John A. Fenno en un camino de Massachusetts. Durante el asalto, Fenno resistió los ataques de Allen, incluso herido de bala. Finalmente no sólo consiguió evitar el atraco, sino que llevó a Allen ante las autoridades. Al acercarse la hora de su muerte, Allen pidió que su libro de memorias transcrito por el carcelero fuera encuadernado con su piel y entregado a Fenno. La portada del libro llevaba la inscripción "Hic Liber Waltonis Cute Compactus Est", que traducida quiere decir "Este libro fue encuadernado [por Allen] en su propia piel". El tomo fue donado por la familia de Fenno al Boston Athenæum.
The Poetical Works of John Milton
1852: George Cudmore
En 1830, el exterminador de ratas George Cudmore, de Roborough, envenenó a su esposa con arsénico a través de una manzana asada y leche. Cudmore fue detenido y colgado en el penal del condado de Devon, y su cuerpo diseccionado en un hospital de Exeter. Allí fue donde el librero W. Clifford se hizo con una porción de su piel, con la que forró las obras poéticas de John Milton. La portada delantera lleva una inscripción mencionando a Cudmore y el delito que dio lugar a su ejecución. El libro se conserva en la Westcountry Studies Library de Exeter.
Terres du Ciel
1882: condesa francesa desconocida
Camille Flammarion fue un prolífico astrónomo que tuvo muchos admiradores en su día, entre los cuales estaba una joven condesa que murió de tuberculosis. Nunca se conocieron, pero en su testamento ella le legó un gran corte de la piel de la espalda, pidiendo que forrase con él la primera copia de su próximo libro, Terres du Ciel, a lo que Flammarion accedió increíblemente. El libro porta una inscripción dorada en su portada "Pío cumplimiento de un deseo anónimo / Encuadernación en piel humana (mujer), 1882". El ejemplar descansa en la biblioteca del observatorio de Juvisy.
El largo viaje de Tere Medina
1972: desconocido
En la Bailey Library de la Universidad Slippery Rock hay un extraño y pequeño libro de poesía erótica en castellano titulado El largo viaje, de Tere Medina. El libro está envuelto en piel humana, lo cual es sorprendente ya que fue escrito supuestamente en 1972. En la primera página, se puede leer en inglés y español lo siguiente:
"La portada de este libro está hecha con el cuero de la piel humana". "La tribu aguadilla de la meseta de Mayagüez preserva la capa epidérmica del torso de los miembros fallecidos de la tribu. Mientras que la mayoría de la piel se reserva para uso utilitario por los aguadillas, algunos encuentran su camino en los mercados, donde hay una demanda pequeña pero constante. Esta cubierta es representativa de esa demanda".
La encuadernación antropodérmica desapareció de la faz de la tierra antes de la primera guerra mundial. No hay ejemplares posteriores en el tiempo aunque el deseo de los sibaritas nunca será satisfecho y muchos anhelen secretamente acariciar con las yemas de sus dedos uno de estos libros. Tal vez olerlos con los ojos cerrados. Saber a qué saben. ¿Creéis posible que se sigan encuadernado en secreto sin que lleguen a nuestros oídos, ni a nuestras manos?
Fuente:
http://zonaforo.meristation.com
http://www.legadosdelmisterio.net
http://www.masalladelaciencia.es
http://tejiendoelmundo.wordpress.com
hola, buenas tardes! Me gustaria saber si este texto es original de su autoria. Le pregunto porque estoy leyendo un libro que contiene un capítulo igual. Gracias
ResponderEliminarEste texto lo he redactado tomando como referencia textos o datos de las fuentes que indico al final del mismo.
EliminarUn saludo
Mar...