La suite para piano Iberia, escrita por Isaac Albéniz, fue compuesta entre 1905 y 1909
(fecha de la muerte del compositor), y es quizás la más importante obra
de la literatura pianística española, así como una de las cimas de la
música para piano de todos los tiempos.
A pesar de conocerse como “Suite Iberia” esta obra es más bien una colección de piezas independientes y no están dispuestas siguiendo un orden determinado o significado. En todas ellas Albéniz evoca un lugar, fiesta, canción o danza peninsular con predilección al Sur de España. Sin embargo sus melodías son compuestas libremente partiendo de los elementos rítmicos y melódicos del género en particular. En ocasiones estas referencias se vuelven irreconocibles para catalogarlas dentro de un canto o baile concreto. Son composiciones en general de gran complejidad y riqueza armónica y rítmica. Se observan los ritmos superpuestos, los cruces de manos, saltos de dificultad extrema, acordes imposibles, la dificultad de lectura. Como refiere el maestro Piero Rattalino, podemos comparar esta música por su riqueza tímbrica y la gran complejidad de movimientos de masas con la música de Liszt y algunos virtuosos posteriores, y por las superposiciones de timbres diversos en la misma zona del teclado con la música de Debussy y Ravel. En ocasiones parece necesitarse “dos teclados” o incluso “tres manos” para realizar la amplísima variedad de ataques. Esta continua “búsqueda” sonora es señalada con numerosos términos: souple (blando), sambre (sombrío), vibrant (vibrante), enveloppé (encubierto), pppp, ffff ... Sorprendentemente toda la originalidad y frescura características de la obra nacen de un orden y una estructura muy definida. Nada es aleatorio: “la fórmula ideal en arte debería ser `variedad dentro de la lógica’”
A pesar de conocerse como “Suite Iberia” esta obra es más bien una colección de piezas independientes y no están dispuestas siguiendo un orden determinado o significado. En todas ellas Albéniz evoca un lugar, fiesta, canción o danza peninsular con predilección al Sur de España. Sin embargo sus melodías son compuestas libremente partiendo de los elementos rítmicos y melódicos del género en particular. En ocasiones estas referencias se vuelven irreconocibles para catalogarlas dentro de un canto o baile concreto. Son composiciones en general de gran complejidad y riqueza armónica y rítmica. Se observan los ritmos superpuestos, los cruces de manos, saltos de dificultad extrema, acordes imposibles, la dificultad de lectura. Como refiere el maestro Piero Rattalino, podemos comparar esta música por su riqueza tímbrica y la gran complejidad de movimientos de masas con la música de Liszt y algunos virtuosos posteriores, y por las superposiciones de timbres diversos en la misma zona del teclado con la música de Debussy y Ravel. En ocasiones parece necesitarse “dos teclados” o incluso “tres manos” para realizar la amplísima variedad de ataques. Esta continua “búsqueda” sonora es señalada con numerosos términos: souple (blando), sambre (sombrío), vibrant (vibrante), enveloppé (encubierto), pppp, ffff ... Sorprendentemente toda la originalidad y frescura características de la obra nacen de un orden y una estructura muy definida. Nada es aleatorio: “la fórmula ideal en arte debería ser `variedad dentro de la lógica’”
De ella dijo Olivier Messiaen:
“es la maravilla del piano, ocupa quizá el más alto puesto entre las
más brillantes muestras del instrumento rey por excelencia”. No debe
confundirse con la Suite española Op. 47, también de Albéniz.
Consta de cuatro cuadernos de tres piezas cada uno.
En Iberia todo no es sólo bella música .Presenta una dimensión política y
filosófica y resume la idea que tenía Albéniz de la cultura española y
su lugar en la civilización europea. En la vida de Albéniz como en su
música existe una dicotomía entre los hechos y la ficción, entre lo real
y lo imaginario, y también entre lo viejo y nuevo.
A lo largo de los cuatro cuadernos de Iberia Albéniz evoca una España
ideal pero al mismo tiempo la España real que conoció y vivió.
En ella queda pianísticamente expresado el sonido universal de lo
español tal y como Albéniz lo añoraba, porque sintió y escribió Iberia
desde el exilio, desde la añoranza de su tierra. Su personalidad que pasaba de la melancolía a la euforia se ve reflejada en esas estampas de gran sentido romántico.
El Cuaderno 3 se dio a conocer en París, en casa de la Princesa de Polignac, en 2 de enero de 1908. Está formada por <<El Albaicín>>, <<El Polo>> y <<Lavapiés>>.
El Albaicín. Pieza inspirada en este barrio granadino que
mantiene un extraordinario y original juego rítmico. Éste se mantiene a
lo largo de toda la página, con infinitas facetas. Parece un cante jondo
melancólico, unas veces misterioso y otras apasionado. Son de destacar
el rítmico y originalísimo arranque de la pieza así como las numerosas
referencias a arpegios y rasgueos característicos de la guitarra
flamenca. La primera sección alterna una rica y viva colección de temas
de resonancias flamencas con otro tema más pausado, misterioso y
profundo, como el cantaor que desgrana su quejío con un ligero
acompañamiento de fondo. La segunda sección, de gran contraste con la
anterior, presenta un bellísimo tema de un lirismo apasionado,
arrebatador. Finalmente, una tierna, casi amorosa reexposición del mismo
tema remata la pieza de manera magistral. El Albaicin es considerada
por muchos la obra maestra dentro de esa gran obra maestra que es
Iberia.
Hoy os dejo esta adaptación a la danza en el arte de Sara Baras, espero que la disfrutéis...
Hoy os dejo esta adaptación a la danza en el arte de Sara Baras, espero que la disfrutéis...
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