Las
peculiaridades del cómic lo convierten en un género con una gran
aceptación entre los jóvenes. Esta secuencia de actividades propone un
acercamiento a su historia y características.
La primera curiosidad reside en el nombre. Cómic es un término de origen anglosajón. En español, el nombre más utilizado es historieta o tebeo. Este último procede de la revista TBO, publicada por primera vez en 1917. En otros idiomas: bande dessinée (francés), fumetti (italiano), manga (漫画, japonés), quadrinhos (portugués de Brasil).
El cómic
es un género con mucha aceptación. A pesar de su actualidad, han pasado
más de 100 años desde que las primeras historietas cautivaran a los
lectores. Desde entonces, son muchos los personajes que han ido poblando
sus páginas.
La
palabra cómic designa a aquello que algunos denominan figuración
narrativa; esa forma híbrida que mezcla texto e imagen se desarrollo
en Norteamérica a fines del XIX.
A
estas narraciones se las ha denominado cómics
porque fueron esencialmente cómicas. Hasta 1929 no apareció el primer
cómic realista, Tarzan, de Harold Foster, inspirado en la obra
de Burroughs.
Como
las restantes formas expresivas creadas por los medios de comunicación
de masas, los cómics son unos productos
industriales. Ello supone que en el proceso que va desde su creación
hasta su difusión pública en ejemplares múltiples y en forma de papel
impreso, intervienen gran número de personas y diversos procesos técnicos.
En puridad, el cómic existe como tal sin necesidad de su multiplicación
y difusión masiva, y, de hecho, el producto artesanal y único surgido
del pincel o de la plumilla del dibujante lo es ya. Sin embargo para
que tal producto alcance el estadio de la comunicación de masas es
necesario proceder a su reproducción en ejemplares múltiples, tarea
propia de la industria periodística o editorial.
El
cómic es un fenómeno de ámbito mundial. A pesar de que históricamente
alcanza su máxima expresión en Estados Unidos y Europa, Hoy en día,
se lo encuentra por doquier, y sobre todo en Japón, donde esta experimentando
un volumen de producción y un dinamismo extraordinarios.
Cada
país ha adoptado un termino específico para designar esta expresión
artística: así, en Francia las tiras o strips dan lugar a Bande
dessinée o B.D.; en Italia el termino fumetti deriva de la palabra fumetto (o humito), que designa
al bocadillo. Los países anglófonos utilizan comic y en España se alterna ese
termino castellanizado cómic con la palabra historieta, más globalizadora,
utilizada así mismo en la América hispanohablante. En Portugal se
utiliza el termino quadrinhos.
Los orígenes.
Los
cómics surgieron, precedidos de una larga tradición de narrativa
iconografica en Europa y por un exuberante
desarrollo de la ilustración, en el seno de la industria periodística
estadounidense, a finales del siglo XIX.
Los
cómics nacieron en Estados Unidos como consecuencia de la
rivalidad de dos grandes rotativos de Nueva York:
el World (New York World), propiedad de Joseph Pulitzer
desde 1883, y el Morning Journal, adquirido
por William Randolph Herast
en 1895.
En
un clima de intensa competencia comercial, el World creó, en abril
de 1893, un suplemento dominical en color en el que publicaron sus
creaciones los dibujantes del periódico. Entre estos figuro Richard Felton Outcault, quien desde julio de 1895 dio
vida a una serie de abigarradas viñetas, sin narración secuencial,
en las que con intención caricaturesca mostraba estampas infantiles
y colectivas del proletario barrio de Hogan
Alley, en Nueva York.
En esta serie, y a través de diversos tanteos, fue tomando cuerpo
un protagonista infantil -calvo, orejudo, de aspecto simiesco y vestido
con un camisón de dormir de color amarillo (coloración adquirida el
16 de febrero de 1896)- que fue bautizado como Yellow Kid (niño amarillo).
Aunque en la serie habían aparecido ocasionalmente globos con locuciones
inscritas, Yellow Kid se expresaba,
a través de textos escritos en su camisa, en un lenguaje crudo y populachero.
Pero
al adquirir Hearst el Morning Journal e iniciar, en octubre de 1896,
la publicación de su suplemento dominical titulado The American Humorist,
arrebató a Outcault a su rival y le hizo
que continuara las andanzas de Yellow Kid en sus paginas, mientras el World proseguía la publicación del mismo personaje, pero dibujado
por Geo B. Luks.
Los
cómics primitivos, siempre de carácter jocoso, iniciados por
Rudolph Dirks
en el Mourning Journal, se orientaron
fundamentalmente hacia los protagonistas infantiles y sus travesuras
(Kid strips), tendencia
en la que destacaron los revoltosos niños germanoamericanos
The Katzenjammer Kids (1897), en el marco de África tropical.
Con
la duplicidad de Yellow Kid y con este
nuevo episodio se instauró definitivamente en los cómics
la supervivencia de los personajes dibujados más allá de la voluntad,
e incluso de la muerte, de sus creadores originales.
Una
ternura infantil presidió también la creación de Little Tiger (1897), el tigrecito dibujado por
James G. Swinnerton para el Morninga Journal, que iniciaba la estirpe de animales
protagonistas. En el mismo periódico apareció ,
en 1899, el vagabundo Happy Hooligan, obra de Frederick
Burr Opper. El mismo dibujante dio vida a los extravagantes franceses
Alphonse and Gaston (1900), caricatura del refinamiento francés, y
a la agresiva mula protagonista de Her name was Maud!
(¡Su nombre era Maud!).
Así
empezó a esbozarse, siempre en forma de caricatura, la tipología del
antiheroe asocial, que tuvo su mejor plasmación en el alto
y poco escrupuloso Augustus Mutt (1907),
obra de Bud Fisher,
iniciador de las daily-strips (tiras
diarias), personaje que en 1908, encontraría al pequeño Jeff en un manicomio,
con quien se uniría para formar la extraña pareja Mutt and Jeff.
Sin
embargo, en la era de la adolescencia de los cómics,
el punto más alto de utilización de la fantasía, sin inhibiciones
industriales, corresponde a la aportación de Windsor
McCay. Este inició la explotación del universo onírico con
la serie Dreams of the Rarebit Fiend, en la que un personaje que había comido en exceso
Welsh Rarebit (tostada
cubierta que queso derretido con cerveza), tenia en cada episodio
una pesadilla, de la que despertaba en la última viñeta.
También
tuvo una orientación presurrealista la originalísima
serie protagonizada por la gata Krazy Kat (1910), obra de George
Herriman, que, a modo antinatural, aparecía
enamorada del ratón Ignatz, pero no era correspondida,
y, en cambio, era amada por el perro-policía Ofissa B. Pupp, a quien ella no quería.
Este
ciclo de libérrima fantasía creativa, tanto en la elección de personajes
y situaciones como en audacias técnicas y narrativas, entró en declive
hacia 1915, debido en parte a la estandarización y conservadurismo
industriales impuestos al género al ser tutelados los cómics
por los Syndicates distribuidores de material dibujado en los periódicos,
los cuales ahorraron así a las empresas periodísticas el mantenimiento
de dibujantes propios, si bien renunciando con ello los rotativos
al lujo de la exclusiva en este campo.
La
creación de los Syndicates
supuso un progreso, por cuanto al desvincular el dibujo de cómics
de las redacciones de cada periódico dio enorme difusión al género,
pero también un retroceso tanto por imponer una estandarización formal
y temática, como por la abrumadora influencia ejercida sobre los autores
y sus productos, cuya libertad e independencia artística quedaron
seriamente amenazadas. Consecuencia de la actitud estandarizadora
fue la codificación e implantación de ciertos géneros, como la tira
familiar (family strip), que si bien era de intención satírica,
en el fondo era respetuosa con la institución familiar que criticaba.
En este ciclo destacaron: las series de George
McManus, The Newlyweds (1904), y Bringing up Father (1913), feliz sátira del inmigrante nuevo rico;
The Gumps (1919), de Sidney Smith; The Thimble Theatre (El teatro del
dedal), 1919, de Elzie Crisler
Segar, serie de la que en 1929, surgiría Popeye.
La
existencia de una amplia capa femenina de lectores de cómics
determinó también el nacimiento de la girl strip, con protagonista
femenina, cuya pionera fue Polly and her Pals, 1912, de Cliff Sterrett (guión
y dibujo).
En
esta era de adolescencia de un arte los cómics
podían juzgarse en su conjunto como productos culturales bastante
candorosos y con un registro temático notablemente limitado.
No
obstante se dieron algunos tímidos balbuceos en el campo del cómic
de aventuras. En este apartado cabe señalar el nombre del dibujante
Charles W. Kahles, autor de las aventuras en globo del niño Sandy Highflyer (1903),
y del también infantil Hairbreadth Harry (1906), un
muchacho justiciero. Dando un paso más Harry
Hershfield introdujo en 1910 la estructura serial, con episodios
que se continuaban. Sin embargo, el intento más importante para implantar
la narrativa de aventuras en
los cómics provino del dibujante Roy
Crane, autor en 1924, de la serie protagonizada
por Wash Tubbs, quien
desde 1928 actuaría acompañado del Captain Easy. En esta serie a pesar de los rasgos caricaturescos
de los rostros ya presentar a un protagonista de baja estatura, Crane rebasó el esquematismo gráfico de sus predecesores al
introducir el uso del pincel, con masas negras y grises matizados,
anunciando el estilo naturalista que seria propio del cómic de aventuras
en la década siguiente.
Aunque la capitalidad de los cómics en los primeros años del siglo correspondiese a Estados
Unidos, también se produjeron obras valiosas en algunos países europeos
como en Inglaterra, Francia e Italia sobre todo.
El
periodo que se abre en 1929 y se cierra con el comienzo de la II
Guerra Mundial constituye una edad de oro para el nuevo medio de
expresión, debido en parte a la considerable ampliación temática
producida con la introducción de la mitología aventurera, lo que
conllevó una notable ampliación de la esfera de sus lectores.
Una nueva generación de dibujantes, consiguieron rebasar el estilo bufo y el grafismo caricaturesco
en el que habían permanecido constreñidos los cómics
durante sus primeros años de vida.
En enero de 1929, Alan Harold
Foster inició la publicación dominical
de las aventuras de Tarzán, el famoso hombre mono ideado por Edgar Rice
Burroughs en 1914. En la misma fecha en
que apareció Tarzán, lo hizo también el futurista Buck Rogers, dibujado por Dick Calkins, que junto a su inseparable
compañera Wilma Deering
abrieron el sendero de la ciencia-ficción en los cómics.
En octubre de 1931, cuando la ola de criminalidad engendrada por
la prohibición y el gangsterismo nacido a sus expensas batía marcas
sangrientas en la nación, apareció el detective Dick Tracy,
obra de
Chester Gould.
De este modo se implantaron en los cómics estadounidenses los tres géneros mayores de la épica
aventurera: la aventura exótica, la ciencia-ficción y la aventura
policial y de intriga.
Alex Raymond en enero
de 1934, bajo encargo de King Features Syndicates, lanzó al
mercado Flash
Gordon destinado a competir con Buck Rogers, a Jungle Jim, cuyas aventuras
selváticas era una
replica de Tarzán, y a Secret Agent X-9, para cubrir el campo de aventuras de intriga,
cuyo guión era del novelista Dashiell
Hammett.Así se consolido el género de aventuras en los
cómics, precisamente en la década en que
la nación padecía los estragos de la Depresión y el público aparecía
especialmente receptivo a las evasiones imaginarias y estimulantes
proporcionadas por este tipo de narrativa heroica y compensadora
de las agobiantes frustraciones cotidianas.
El cómic derivaría hacia posiciones netamente
racistas y de agresividad política, exasperadas durante la II Guerra
Mundial. Los ejemplos de manipulación política de los cómics
son numerosisimos. El Japón militarista
los utilizó ya antes de la II Guerra Mundial para exponer sus ambiciones
expansionistas: así, en las aventuras de Dankichi,
de Keizo Shimada, un niño japonés naufraga
con su mascota en una isla al sur del Pacifico, en la que más tarde
era coronado rey por los nativos, quienes así reconocían la hegemonía
política nipona.
En
1936, aparece la obra del guionista Lee Falk y el dibujante Ray Moore, Phantom (El Hombre enmascarado), que se podría incluir
en el apartado de aventuras exóticas.
En el terreno de la ciencia-ficción destacó Brick Bradford
(1933), un precursor de Flash
Gordon, guionizado por William Ritt y dibujado
por Clarence Gray.
En Otros ambientes más cotidianos, el clima
moral de la Depresión contribuyó a la creación de otras series en
las que, de un modo directo o indirecto, se hacía referencia a la
difícil situación. Ejemplo típico de esta tendencia social fue la
popularisima tira protagonizada por Li´l Abner, un joven campesino, pobre casi analfabeto,
creado por Al Capp en 1935.
Documento
de la época fue asimismo Apple Mary (1932),
de Martha Orr, sufrida mujer de edad madura
y víctima de la crisis económica, que la empujó a vender manzanas
por las calles, de donde derivó su nombre (Apple:
manzana). Tampoco estuvo ausente en aquellos años el mensaje sociopolítico
de las creaciones de Walt Disney, y particularmente en
las andanzas del ratón Mickey, primer
muñeco que saltó de la pantalla al papel impreso (1930), y que en
su primera fase se convirtió netamente en el símbolo del triunfo
del débil sobre el poderoso.
Pero, junto al nacimiento de la aventura épica, la principal novedad en la historia de los cómics de los años treinta fue la aparición de la modalidad editorial llamada comic book. Los comic books dieron un impulso enorme a la difusión del genero, se convirtieron en lectura predilecta de los soldados en campana e incluso llegaron a utilizarse como manuales de instrucción militar.
Pero, junto al nacimiento de la aventura épica, la principal novedad en la historia de los cómics de los años treinta fue la aparición de la modalidad editorial llamada comic book. Los comic books dieron un impulso enorme a la difusión del genero, se convirtieron en lectura predilecta de los soldados en campana e incluso llegaron a utilizarse como manuales de instrucción militar.
La
espectacular emergencia de una nueva generación de superheroes
en sus paginas, así
llamados por ostentar unas capacidades físicas netamente
sobrehumanas. El más celebrado y arquetípico fue Superman obra del escritor Jerry Siegel y el dibujante Joe Shuster, que apareció en 1938
en el primer número de Action Cómics Magazine.
Tras la senda de Superman aparecieron nuevos superheroes, no siempre suficientemente imaginativos. Así, Captain Marvel (1938), fue acusado de plagio ante los tribunales y Fawcet Publications tuvo que suprimirlo en 1945. A la misma generación perteneció Batman (1939), creado por Bob Kane, al igual que The Flash (1939), escrito por Graner Fox y dibujado por Harry Lampert.
La vigorosa expansión internacional de los cómics estadounidenses alcanzó en su apogeo los mercados europeos, dificultando el desarrollo de los nacionales en el continente, incapaces de competir con tal competencia.
Tras la senda de Superman aparecieron nuevos superheroes, no siempre suficientemente imaginativos. Así, Captain Marvel (1938), fue acusado de plagio ante los tribunales y Fawcet Publications tuvo que suprimirlo en 1945. A la misma generación perteneció Batman (1939), creado por Bob Kane, al igual que The Flash (1939), escrito por Graner Fox y dibujado por Harry Lampert.
La vigorosa expansión internacional de los cómics estadounidenses alcanzó en su apogeo los mercados europeos, dificultando el desarrollo de los nacionales en el continente, incapaces de competir con tal competencia.
En
Francia, la avalancha de cómics estadounidenses se canalizó a través de la agencia
Opera Mundi. Pero la novedad más importante del cómic de expresión
francesa lo aportó, en 1929, el belga Hergé
(Georges Rémi)
con el niño aventurero Tintin, flanqueado por su inseparable Milú.
Vivió aventuras en los cinco
continentes y tuvo su primer albun con
Tintin au pays des Soviets (1930). También apareció en Bélgica el importante
semanario Spirou (1938), cuna del personaje homónimo creado
por Rob Vel
(Robert Velter).
En España, en donde la revista Pulgarcito (1923)
había dado un gran impulso al género, destacaron algunos excelentes
caricaturas y dibujantes humoristicos,
como el extraordinario K-Hito (Ricardo Gracía
López), quien en sus tiras, protagonizadas por Macaco
y fundó la revista Gutiérrez (1927). Entre las revistas anteriores
a la guerra civil cabe señalar: la barcelonesa Pinocho (1931); Yumbo (1935), que difundió los nuevos cómics
de aventuras; Mickey (1935), etc.
Tras
la contienda civil, que sirvió para una ocasional politización de
los chistes y de las tiras dibujadas, emergió con fuerza la revista
donostiarra Chicos (1938).
Dando la guerra pie al enfrentamiento de los cómics
de los bandos republicano y nacionalista.
Componentes del cómic
Al igual que el fotógrafo o el director de cine, el dibujante se vale de la expresión de los personajes y de los diferentes tipos de plano y angulaciones para mostrar la realidad a través de los límites de las viñetas.
LOS GESTOS
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En el
estudio del cómic, no pueden faltar los gestos. Los dibujantes de cómics
han creado un código que permite descifrar el significado de los gestos
de los personajes. Aunque existen muchas variantes expresivas, estos
ejemplos son muy fácilmente reconocibles:
El pelo erizado: terror, cólera
Cejas altas: sorpresa
Cejas fruncidas: enfado
Cejas con la parte exterior caída: pesadumbre
Mirada ladeada: maldad, traición
Ojos muy abiertos: sorpresa
Ojos cerrados: sueño, confianza
Ojos desorbitados: cólera, terror
Nariz oscura: borrachera
Boca muy abierta: sorpresa
Boca sonriente: confianza
Boca sonriente que muestra los dientes: hipocresía
Comisuras de los labios hacia abajo: pesadumbre
Comisuras de los labios hacia abajo mostrando los dientes: cólera
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LOS TIPOS DE PLANOS
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Las viñetas presentan
la realidad en diferentes tomas. Para su estudio, al igual que en la
fotografía o en el cine, se distinguen los siguientes tipos de plano:
Plano de detalle. Muestra algún rasgo del rostro del personaje o algún objeto a una distancia muy corta.
Primer plano. La cabeza o cabezas de los personajes ocupan prácticamente todo el espacio de la viñeta.
Primer medio. Muestra el busto de los personajes hasta la cintura.
Plano americano. El Plano americano, o
también denominado 3/4, recorta la figura por la rodilla
aproximadamente. Recibe el nombre de "americano" debido a que este
plano apareció ante la necesidad de mostrar a los personajes junto con
sus revólveres en los westerns americanos.
Plano entero. El personaje o personajes aparecen de cuerpo entero.
Plano general. El protagonista es el
entorno (paisaje exterior -playa- o interior -habitación-), que puede
aparecer con o sin personajes. Tiene una función descriptiva.
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Fuente:
www.homines.com
materialesdelengua.org
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