viernes, 7 de septiembre de 2012

Madame...

...Bovary

¿No tenían otra cosa qué decirse? Sus ojos, sin embargo, es­taban llenos de una conversación más seria; y, mientras se es­forzaban en encontrar frases banales, se sentían invadidos por una misma languidez; era como un murmullo del alma, pro­fundo, continuo, que dominaba el de las voces. Sorprendidos por aquella dulzura nueva, no pensaban en contarse esa sensa­ción o en descubrir su causa. Las dichas futuras, como las playas de los trópicos, proyectan sobre la inmensidad que les precede sus suavidades natales, una brisa perfumada, y uno se adormece en aquella embriaguez sin ni siquiera preocuparse del horizonte que no se vislumbra...

Gustave Flaubert

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