Te amo, no porque eres, como eres, sino por quien soy, cuando estoy contigo.
Te amo, no por lo que has conseguido hacer de tí, sino por lo que consigues hacer de mí.
Te amo porque sabes sacar de mí un mejor YO…
Te amo porque pones tu mano en mi corazón desbordado y descuidas todas las debilidades y flaquezas, que no deberían descuidarse y a cambio eres capaz de hacer emerger de mí todo lo bueno y hermoso que nadie ha sido capaz de ver…
Te amo porque cierras tus oídos a las disonancias en mí y a cambio escuchando respetuosamente creas la música en mí.
Te amo, porque me ayudas a construir en el solar de mi vida no una posada
sino un templo; tal cual me ayudas para que mis palabras diarias no sean reproche sino canto.
Te amo porque has contribuido a establecer mi felicidad más que ningún otro hubiera sido capaz y lo hiciste sin un toque, sin una palabra, sin una señal.
Lo has hecho simplemente siendo tu misma.
Y probablemente es eso precisamente lo que suponemos debe ser una amistad.
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