lunes, 13 de mayo de 2013

Hay un océano de vida oculto en las paredes de la ciudad de Barcelona

La paleontóloga Anna Cornella ha fotografiado y clasificado más de un centenar de fósiles en las paredes y suelos de Barcelona. Un paseo matinal por la ciudad nos desvela la presencia de decenas de criaturas en las que casi nadie repara y que vivieron hace millones de años.



En el exterior de la tienda de ropa Desigual, en pleno paseo de Gràcia de Barcelona, suena la típica música electrónica. Anna se aproxima hasta el dintel y nos señala para que nos acerquemos: "Este animal, de pie, debió de tener un metro y medio de alto”, nos dice. “Es enorme".

El fósil tiene unos 20 centímetros de diámetro. Es un rudista, un bivalvo marino que vivió hace unos 120 millones de años y cuyos restos, después de una larga travesía, han venido a parar a este rincón de la ciudad. Indiferentes,  viandantes y compradores pasan cada día junto a esta criatura silenciosa, que les mira desde el pasado.

Anna Cornella es paleontóloga. Hace diez años se enamoró de un fósil en una pared cerca de su casa y decidió empezar su particular de caza de fósiles por la ciudad. Su marido y ella se montaban en la moto, se metían por las calles del centro y paraban en cuanto localizaban una piedra calcárea, susceptible de contener los restos de estas criaturas.

"Estamos conviviendo con organismos de hace millones de años, están en las paredes y suelo y nadie sabe que están ahí", asegura. A ella, como geóloga de formación, no le cuesta nada localizar las piedras. "La vista se me va”, asegura, “veo fósiles donde nadie los ve".

Una guía de fósiles urbanos

Durante diez años de trabajo, Anna y su marido hicieron alrededor de 5.000 fotografías de fósiles por toda Barcelona. De ellos, escogieron unos 120 ejemplares para la “Guía de Fósiles urbanos de Barcelona”, que ha editado por el Colegio de Geólogos de Cataluña y que se ha repartido por librerías y bibliotecas de la Ciudad Condal y que, curiosamente, no mereció la menor atención por parte del Ayuntamiento.

Mientras caminamos por el paseo de Gràcia, nos detenemos ante una marca en la piedra de un edificio, de unos 60 centímetros de longitud.  “Son las huellas de un cangrejo hace 20 millones de años”, nos indica Anna. Seguramente dejó esta marca al arrastrase, quien sabe si por alguna antigua playa, allá por el Mioceno.

“Me emociono porque yo me imagino ese animal en vida”, confiesa, “y me imagino la historia geológica, es decir,  me imagino el bicho, dónde estaba, cómo se plegaron los sedimentos, cómo se hicieron las montañas, las canteras..."

 “¿Ves que se ven como unas rayitas?”, nos pregunta a la altura de la calle Joaquim Pou  mientras humedece un poco la marca, para que se vea mejor. “Pues esto son foraminíferos. Se forman a partir de un núcleo y les va creciendo la concha. Se podrían considerar como los fósiles más antiguos que existen”.

De la montaña a la ciudad

En un portal de la calle Aragón, en medio del intenso tráfico, Anna nos muestra dos grandes columnas llenas de corales fósiles que vivieron en el Eoceno. Mientras hablamos, un vecino sale del portal y nos mira con cara de asombro cuando le explicamos lo que tiene en la puerta de su casa. “Suelo prestar más atención a los detalles arquitectónicos”, asegura.

"Hay gente que te pregunta qué estás haciendo”, nos cuenta Anna, “se lo explicamos y no lo entienden". Aquí y allá, la gente se para a curiosear lo que miramos y, efectivamente, les cuesta entender la explicación. “Eso es un fósil de hace 45 millones de años”, le explica la paleontóloga a una señora. “¡Venga ya!”, exclama.

“¿Esto no se supone que está en zonas fuera de la ciudad?”, pregunta otra chica en el barrio Gótico, que no para de hablar por el móvil y fumar mientras nos mira. “Hombre”, le explica Anna, “las piedras se sacan de las canteras, que están en las montañas”.

Después de un largo paseo, Anna nos lleva hasta la plaza de la catedral y allí nos hace reparar en los bancos de la plaza, abarrotados de gente. “Justo donde está ese señor sentado”, nos dice, “hay un fósil de un erizo. Se ven los agujeros por donde salían las púas”.

El señor, que debe tener más de ochenta años y está plácidamente tomando el sol, apenas se mueve. Una mujer, a su lado, nos mira con cara de extrañeza cuando le explicamos que el erizo vivió hace millones de años, se quedó en el fondo del mar y sus partes minerales se quedaron impresas en la piedra que luego alguien usó para hacer el banco.

“Ah, ¿sí?”, nos dice. Y al rato nos ve perdernos de nuevo entre la multitud, buscando por las paredes restos de algún antiguo animal.


Consejos para buscar fósiles en tu ciudad

Como explica Anna, es posible encontrar fósiles en las paredes de cualquier ciudad siempre y cuando sepamos dónde buscar y qué buscamos. En su blog, Fòssils Urbans de Barcelona, Anna anima a que los lectores le envíen las fotografías de los fósiles que encuentren durante sus paseos. Si queréis contribuir a construir una Guía de Fósiles Urbanos en toda España, estos son algunos los consejos de Anna para reconocerlos:
1. Localizar las piedras.  Observa las piedras del suelo, paredes, bancos de piedra, columnas, etc. tanto del exterior de la ciudad como del interior por ejemplo: estaciones de metro o tren. Los fósiles están habitualmente en rocas de tipo calcáreo.
2. Buscar formas.  Comprobar  si en esas piedras hay formas redondas, alargadas, cilíndricas, cónicas, esféricas o espirales, formas que recuerden un animal vivo como conchas, caracolas o erizos.
3. Visión espacial. Para reconocer un fósil debes tener en cuenta que la impronta que dejó el animal puede haber sido cortada en cualquier dirección en la piedra, de forma transversal o longitudinal.
4. Pistas falsas. Algunos mármoles y otros tipos de rocas no sedimentarias tienen dibujos tipo cenefas o líneas alargadas blancas o negras o rosadas y no son fósiles, sino que normalmente son vetas de cuarzo o mineral similar.
5. Distintos tamaños. También hay que tener en cuenta que la forma que podemos ver en la roca de una fachada puede ser de milímetros o hasta 60 cm de largo o más.
6. Material de exploración. Los fósiles son a veces muy pequeños, por lo que conviene llevar una lupa para distinguir las formas de espiral o las camarillas que indican la existencia de alguna forma de vida animal o vegetal.
7. Cómo fotografiarlos. Si vas a hacer una foto, lo mejor es que humedezcas un poco el fósil. En algunas superficies, se ve mucho mejor de esta manera.
8. Ten en cuenta la escala. Si vas a realizar una foto, conviene siempre situar una pequeña escala junto al fósil, para saber de qué tamaño estamos hablando.





Fuente:
http://noticias.lainformacion.com



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