domingo, 3 de noviembre de 2013

1 de noviembre, Jp Torga




Aquí estoy... sentado ante vosotros un día más... 
Si... reconozco que me gusta venir y hacerlo. Estar aquí, a vuestro lado, me da tranquilidad y sosiego. Recobro una calma, que todos perdemos ante las variadas situaciones que nos muestra la vida. 


A la vez, a vuestro lado... siempre vivo un torrente de buenas sensaciones. Sensaciones que se transforman en emociones dentro de mi pecho... emociones que me colman de sentimientos y trasladan a la mente recuerdos de un pasado cercano.

Recuerdos... 
Hoy... esos recuerdos me trasladan una vez más a revivir el niño que fui... y me veo acurrucado en tu regazo papá, viajando en aquel vespino azul... ¿te acuerdas?
¡Cómo me gustaba esperarte cada tarde, apenas cincuenta metros de casa! ¡¡qué sonrisa me dibujabas y que cosquilleo en el pecho al verte llegar!! Aquel viaje era mi ilusión de cada día, y... recuerdo tu risa y tus bromas cuando llegábamos a casa... para después... después abrir la tartera de tu comida y merendar un poco de conejo que siempre dejabas para mí. 


Desde mi admiración de niño... te veía trabajar y... ¡me parecías tan fuerte! A tu lado me sentía protegido, papá. Sabía que nada malo podía ocurrirme...
Y... siempre contabas con el apoyo de mamá... ¿recuerdas mamá? siempre nos decías "si haces esto... o lo otro, a papá le gustará mucho y así el no tendrá tanto que hacer, llega siempre tan cansado del trabajo..."


Mamá... ¿y... cuando me contabas el miedo que habías pasada de niña, al vivir la angustia de una cruel guerra civil? ¡¡Cómo me gustaba escuchar esas historias!! Las contabas de tal manera, con tantos detalles... que podía sentir que estaba allí mientras sobrevolaban los aviones con su ruido infernal, o cuando llegaban los soldados y tenias miedo... al escucharte, me hacías sentir todo lo que tu habías vivido... inseguridad, temor y hambre.


En mi niñez fuisteis un buen espejo donde reflejarme... ¡¡me enseñasteis tantas cosas!! A ese espejo me asomo ahora, cada día, buscando unas palabras que a veces no llegan...


Más tarde, en la adolescencia, cometí el error de pensar que sabía más que vosotros... ¡Qué ingenuo! ¿saber más que vosotros? ¿Con todo lo que habéis vivido? Con toda vuestra experiencia... ¿Sabéis? Ahora yo también he vivido eso, apreciar como ciertos jóvenes creen que saben más que la experiencia...


Después... en mi primera juventud, busqué vuestra opinión o consejo. Para mí era importante esa consulta. Muchas veces no necesité cometer errores, solo con hacer caso de vuestra sentir ya fue suficiente.


En mi segunda juventud fue cuando pude descubriros con más fuerza. Vuestras vivencias se sumaban a las mías. Fui valorando aun mas vuestro esfuerzo. Ese brío con el que desempeñasteis vuestro trabajo por sacar una numerosa familia adelante en tiempos tan difíciles...Y es que... hoy hablamos de crisis, pero vosotros supisteis hacer de la necesidad y del esfuerzo un estilo de vida, un proyecto donde día a día administrabais recursos más que escasos.


Hoy... cuantas veces me sorprendo hablando a mis hijos a través de vuestras palabras. Cuantas veces opino del tiempo que va hacer mañana, a través de lo que indicaba la naturaleza y tú me mostrabas, papá y... ¡qué pocas veces fallabas!


¡Cuántas veces reproduzco tus refranes y dichos, mamá! Cuantas veces en mi conversación te menciono con orgullo. Con el paso del tiempo, con la ausencia... ¡se valoran tantas cosas!


Aquí sentado, frente a vosotros, solo puedo leer vuestros nombres escritos sobre mármol... pero al leerlos, os veo sonriendo y llenos de ánimo... ánimo que siempre supisteis trasmitirme. 
Ahora, al irme, cumpliré el ritual de besaros. Lo haré con velada emoción en mis ojos, después de deciros, una vez más, lo que os echo de menos. 


Hoy... como cada vez que estoy aquí ante vosotros, besaré mis dedos y con ellos acariciaré vuestro nombre. A través de ese gesto podré sentiros una vez mas ... y con el corazón encogido por la ausencia, me iré con vuestra presencia a mi lado...



Jptorga________




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