sábado, 8 de junio de 2013

Leyenda del drago milenario y Búscame donde nacen los dragos de Emma Lira


 
 
Una tarde en la remota antigüedad, cierto navegante mercader llegaba de las costas mediterráneas en busca de sangre de Drago producto muy en boga y de gran importancia en la elaboración de ciertas preparaciones de la farmacopea, y desembarcó por la playa de San Marcos, de Icod de los Vinos para llevar a efecto su lucrativo propósito.

Estando ya en la playa sorprendió allí a unas infantas o damas de esta tierra, que conforme al rito tradicional se bañaban solas en el mar aquella tarde veraniega. El intruso navegante las persiguió, logrando apoderarse de una de ellas. Esta trató astutamente de conquistar el corazón del extraño viajero para lograr huir, y con signos de consideración y amistad le ofreció algunos hermosos frutos de la tierra.

Para aquel navegante que venía detrás de la sangre del Drago, y traía metido en la imaginación y en el alma el mito helénico de las Hespérides, los frutos que aquella dama de esta tierra le ofreciera, pudieron muy bien parecerle las manzanas del mítico jardín. Mientras él comía gustosamente desprevenido, la bella aborigen saltó ágil al otro lado del barranco, y velozmente huyó hacia el bosquecillo cercano escondiéndose tras la arboleda.

El viajero sorprendido en principio trató de perseguir a la chica de cerca, pero vio con sorpresa que algo se interponía en su camino, que un árbol extraño movía sus hojas como dagas infinitas, y que el tronco parecido al cuerpo de una serpiente se agitaba con el viento marino y entre sus tentáculos se ocultaba la bella doncella guanche. El navegante lanzó un dardo que llevaba en sus manos, contra lo que a él se le figuró un monstruo, con gran miedo y asombro y al quedarse clavado en el tronco, del extremo de la jabalina empezó a gotear sangre líquida del Drago.

Confuso y atemorizado, tras el incidente, el hombre huyó laderas abajo, se metió en su pequeña barca y se alejó de la costa; porque iba pensando en su corazón, que había sorprendido en el jardín a una de las Hésperides a la que salió a defender el mítico Dragón...
 
Emma Lira, la autora de la novela, delante de momias guanches.| Efe
 
Más de 500 años -los que van desde la conquista de Canarias por los castellanos hasta hoy- separan a las dos protagonistas de 'Búscame donde nacen los dragos', el debut como novelista de Emma Lira, una periodista trotamundos que ha querido contar la historia de una huida.
La huida de dos mujeres distintas y distantes en el tiempo: Tiguedit, princesa guanche, leyenda o realidad, "¿quién sabe?", afirma la autora, y Marina, una periodista joven y madrileña, como ella, que huye a Tenerife con el propósito firme de iniciar una nueva vida, tras un fracaso amoroso. "Una huida de, pero también para, encontrarse a sí misma", señala Lira.
Una novela "hecha con el corazón", escrita desde el "cariño hacia esta tierra y sus gentes" y que Emma Lira ha tardado nueve meses en escribir, después de un concienzudo trabajo de documentación y de empaparse de una cultura aborigen, la guanche, sobre la que aún "existe tanto desconocimiento", sobre todo en la Península.

Lira, periodista curtida en viajes por medio mundo, encontró en Canarias, y más concretamente en el sur de la isla de Tenerife, la última de las islas en ser conquistada para los Reyes Católicos, el lugar en el que descansar de tantos viajes y la inspiración para escribir esta historia que es, a partes iguales, una mezcla de "aventura y romance", reconoce en una entrevista.

Antiguas leyendas

Allí, en la comarca de Abona, uno de los nueve menceyatos (reinos) en los que estaba dividida la isla antes de la conquista, se instala Marina en su huida.
Y allí, frente al océano Atlántico, conocerá antiguas leyendas guanches, además de tener noticias de que, tiempo atrás y en ese mismo lugar, fueron encontrados los restos óseos de quien se cree fue una princesa aborigen y de dos de sus hijos, siameses.
 
Una princesa que, como Marina se encargará de demostrar, llegó por mar a Tenerife desde una aldea perdida del Anti-Atlas, en lo que hoy es el sur de Marruecos, a bordo de una embarcación fabricada con la madera del árbol ancestral para los guanches, el drago, cuya savia, según la tradición, curaba y cura hoy las heridas del cuerpo y el alma.
Un ejemplar milenario único en su especie por sus dimensiones -24 metros de altura y 10 de perímetro de base- puede verse aún en la localidad tinerfeña de Icod de los Vinos.
Esta población del noroeste de la isla ha sido uno de los escenarios escogidos por Emma Lira para presentar su novela a los medios de comunicación, en un recorrido por algunos de los lugares en los que está aún muy presente la huella de un pueblo, los guanches, que se ha demostrado tiene sus orígenes en el norte del continente vecino a Canarias, África.

Recorrido por la isla

En el barranco Agua de Dios, en la localidad tinerfeña de Tegueste, tierra hoy de vinos y de enorme riqueza arqueológica, Lira habló de Tiguedit, su princesa imaginada, "o no, ¿quién sabe?", y de Marina, un personaje del que ella admira su valentía, que tenga las agallas para cortar por lo sano con su pasado y de no parar hasta conocer la verdadera historia de la princesa guanche.
En la profundidad del barranco y a la entrada de una de las cuevas que habitaron durante siglos los primeros pobladores de las islas, Lira dice que su novela "habla de segundas oportunidades", de la búsqueda de los sueños "y de lo que siempre es una aventura: encontrarse con uno mismo".
Desde Tegueste, la autora de 'Búscame donde nacen los dragos', editada por Plaza y Janés, acompaña a los periodistas a la capital, Santa Cruz de Tenerife, para visitar su Museo de la Naturaleza y el Hombre, donde se custodian con mimo las escasísimas momias guanches halladas hasta el momento, si bien quienes lo dirigen están convencidos de que hay muchas otras "esperando su rescate".
"He querido -dice allí Lira, en presencia de los cuerpos momificados- que la historia de la isla, de esta parte de Canarias, ocupe el lugar que le corresponde, más allá de los tópicos del turismo de sol y playa, que a veces es lo único que se conoce de esta tierra".
El museo fue uno de los lugares más visitados por Emma Lira para documentar y escribir su novela, que por ser la primera le provoca "una sensación de vértigo, de vulnerabilidad, de exposición pública", que, sin embargo, no ha experimentado como autora de otros escritos. "Siento una sensación de desnudez", insiste.

Entre la ficción y la realidad

La recién estrenada novelista no niega que en esta historia de pasado y presente hay "mucho de autobiográfico", que las peripecias de Marina en su obsesión por conocer qué fue lo que le ocurrió a Tiguedit no las haya vivido ella en algún momento de su tan viajada existencia, aunque Lira tiene claro que ella, de momento, no se ha atrevido a romper con su pasado.
Lo dice antes de entrar, junto al resto de acompañantes, en la Cueva del Viento, en el oeste de la isla, el mayor tubo volcánico que hay en Europa, donde hace siglos los aborígenes guanches se ocultaron huyendo de los conquistadores castellanos. "Tiene gracia -comenta Emma Lira- que una peninsular escriba sobre la historia guanche de Canarias".
En ese lugar, la cueva, que a ella le recuerda al historiador canario Viera y Clavijo, quien allá por 1768 escribió sobre una supuesta cueva de las mil momias guanches. Una leyenda que a Lira le gustaría se hiciera realidad.


Fuente:
http://www.elmundo.es


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