martes, 18 de septiembre de 2012

El ojo del Sahara


 


Llevaba ahí millones de años, pero hubo que esperar a que el ser humano consiguiera salir al espacio para darse cuenta de su existencia. Es la Estructura Richat, también conocida como el Ojo del Sáhara, una asombrosa formación circular en mitad del desierto de Mauritania, cerca de la ciudad de Ouadane.

El Ojo del Sahara es un accidente geográfico singular, formado por una serie de círculos concéntricos fácilmente visibles desde el espacio, desde donde destacan en mitad de la monotonía e uniformidad del desierto más grande del planeta. Una especie de enorme diana para jugar a lso dardos. Dardos colosales, claro está. Ha llamado la atención desde las primeras misiones espaciales porque forma un raro ojo de buey en la monótona extensión del desierto. 


Desde la distancia, el aspecto general es el de una gran espiral, como un ammonites gigante en el desierto. La estructura, que tiene un diámetro de casi 50 kilómetros, se ha convertido en un punto de referencia para las misiones espaciales. La posibilidad de que la Estructura Richat fuera formada por una erupción volcánica  parece improbable porque faltaría un centro ígneo o rocas volcánicas. 
 Pero en contra de lo que se pensó la primera vez que un astronauta viera la Estructura Richat, esta formación circular no es el el cráter de un viejo meteorito caído en la Tierra. Este capricho de la Naturaleza se formó sin intervenciones externas y sus círculos, que presentan distintos colores, son en realidad capas de rocas sedimentarias, metamórficas, e ígneas que fueron empujadas a la superficie terrestre por poderosos movimientos del magma interno de la Tierra que actuaron sin interrupción a lo largo de cientos de milloens de años.
El centro de la estructura está constituido por rocas de edad Proterozoico a Ordovícico, con carbonatos (calizas y dolomías) que contienen brechas silíceas originadas por disolución y colapso kárstico, e instruidas por diques anulares de basalto, kimberlita y rocas volcánicas alcalinas en el Cretácico. Ninguno de los estudios realizados ha identificado evidencias de impacto meteorítico (metamorfismo de impacto). La estructura y su núcleo de brechas se interpretan como la expresión superficial de un complejo magmático alcalino de edad Cretácico que afectó a rocas más antiguas dando lugar a un relleno kárstico de origen hidrotermal.


 Este colosal ojo de buey, incluso después de que se haya estudiado y certificado su formación a través de procesos internos de la corteza terrestre, sigue fascinando al mundo y excitando la imaginación de muchos que tratan de ver en él algún tipo de señal sobrenatural o extraterrestre.

 Posición geográfica (21°7.6′N, 11°24′O)


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