viernes, 25 de enero de 2013

Estar contigo, Álex, Jorge y Lena


Estar contigo
es como tocar el cielo con las manos
como el primer dia en verano
como en un cuento

estar contigo

estar contigo
es ver en tu….
tus secretos
descubriendo too el dolor que llevas dentro

lo dejo todo
por un momento
estar contigo

yo siento que tu compañia
es el mejor regalo que me de dio la vida
la fuerza que me empuja a serguir adelante
de todo lo que tengo
es lo mas importante

estar contigo
es como un sueño
del que no quiero despertar
cierro los ojos y no estas

vivir contigo es mi deseo
es todo lo que quiero hacer
y a tu lado puedo ser

estar contigo
es que cada dia sea diferente
siempre hay alguien que consigue soprenderme
es como un jueego que me divierte

estar conitgo

siento que tu compañia
es el mejro regalo que me dio la vida
la fuerza que me empuja a serguir adelane
de todo lo que tengo
solo es importante

estar contigo
es como un sueño
del que no quiero despertar
cierro los ojos y no estas

vivir contigo es mi deseo
es todo lo que quiero hacer
y a tu lado puedo ser

solo yo mismo
solo yo misma
solo yo mismo


Ella que pasa Mario Benedetti - Las diez menos cuarto, Fede Comín



Paso que pasa
rostro que pasabas
qué más quieres
te miro
después me olvidaré
después y solo
solo y después
seguro que me olvido

Paso que pasas
rostro que pasabas
qué más quieres
te quiero
te quiero sólo dos
o tres minutos
para conocerte más
no tengo tiempo.

Paso que pasas
rostro que pasabas
qué más quieres
ay no
ay no me tientes
que si nos tentamos
no nos podremos olvidar
adiós.




Un momento para la lectura: Tensión, JpTorga

“… Mario cerró los ojos con fuerza y de su boca surgió un grito sobrecogedor
-         Aaaaaaagggggg… ¡¡Noooooooo…!! No más, por favor… - sollozó, para luego desgarrar el lugar con un nuevo alarido - ¡¡Nooooo!! – de sus párpados cerrados surgieron gruesos lagrimones.
Al abrir los ojos, el gesto de su cara se contrajo con terror. Allí avanzaba ella, implacable, de nuevo hacia él ¿Quién eres? – suplicó -¿Por qué me haces esto? – la voz salió quebrada, casi en un suspiro desde el fondo de su existencia.
Ella posó el martillo de herrero sobre la mesa y recreándose en el gesto sonrió con mirada pícara…
Su sonrisa era dulce, casi angelical.
Sus ojos color avellana se entrecerraron, mientras le examinaba. Le miraba igual que un niño malintencionado mira un insecto.
Se apoyó con ambas manos sobre la mesa y ante él… dejó entrever un generoso escote.
Deslizó su mano derecha y acarició los dedos de Mario, en un gesto que en otra situación, hubiera parecido dulce.
Él… aunque quiso intentarlo, no pudo evitar la caricia. Sus manos estaban apresadas de forma individual con dos gruesos grilletes. Las palmas de las manos quedaban presionadas hacia abajo. Con pánico pudo advertir que ella, aparte del martillo, tenía sobre la mesa finas  hojas de cuchilla de afeitar con las puntas afiladas como agujas.
La joven cogió una de esas hojas entre sus dedos… Pudo  percibir que la hoja realzaba un brillo cautivador, similar a un guiño a la luz de la lámpara.
Mario se quedó mirando con desaliento. Intentó por enésima vez mover las manos, pero éstas estaban fuertemente sujetas con las argollas a la mesa.
En un gesto instintivo intentó mover sus piernas y pudo darse cuenta, para su horror, que estaban sujetas con abrazaderas a las patas de la silla. A su vez, con extrañeza, percibió sus pies descalzos.
-         No te conozco. Por favor… ¡suéltame! – dijo entre lágrimas, mientras notaba que de su nariz surgía un canalillo de sangre que iba inexorable hacia la boca.
La mujer, ajena a sus súplicas, cogió con maña uno de los trémulos dedos de Mario y con fuerza lo dobló hacia arriba… Ese gesto arrancó un sonido ronco de la garganta del hombre. Con un rápido gesto deslizó la cuchilla bajo la uña del dedo índice de su rehén…
- ¡¡Aaaaaaaah…!! - De nuevo un alarido de dolor llenó la estancia.
La luz era escasa.
El olor a humedad era patente.
Una nueva cuchilla entre los dedos de la mujer.
Una sonrisa radiante en su boca.
Gesto despavorido en la cara de Mario…
Apenas se había recuperado del corte anterior, y… esta vez ella, se tomó su tiempo para deslizar suavemente la hoja bajo la uña del dedo anular. Mientras lo hacía, le miró a los ojos con deleite. Ojos que Mario cerraba por puro dolor.
Al principio contrajo los labios. Luego, cuando la cuchilla llegó al fondo de la uña, aulló presa de sufrimiento.
Intentó de manera institntiva levantarse de la silla, pero un grueso cinturón de cuero le abrazaba inexorable por la cintura. De nuevo con desesperanza percibió que no podía moverse…
-         ¡No! ¡Nooo! ¡Noooooo! ¡¡Otra más nooo..!! – Imploró al ver que ella pasó una nueva cuchilla ante sus ojos llorosos.
La mujer hizo un gesto de hastío ante el nuevo alarido de Mario…
Por un momento pensó que el joven iba a desmayarse.
Cogió una jarra de plástico llena de agua y estrelló su contenido contra la cara contraída de dolor del hombre.
-         No te dejaré desmayarte, amigo. ¡¡MÍRAME!! – Ordenó.
Mario hundió la barbilla sobre el pecho. No podía más. El dolor bajo sus uñas era inhumano… Gotas de sudor frío perlaron sus sienes.
-         ¡¡MÍRAME!! – Volvió a ordenar
Mario no movió la cabeza. No podía. Sentía que las fuerzas le abandonaban.
Ella cogió el martillo en un gesto rápido, lo levantó hasta la altura de sus ojos y lo descargó con fuerza sobre el dedo meñique del hombre.
El gesto duró solo un segundo. El dolor… le acompañó por un tiempo interminable.
La carne del dedo se abrió como una uva madura. La sangre cubrió la mesa, bajo la mano de un Mario sobrecogido por el sufrimiento.
De nuevo el martillo descendió raudo en busca de su víctima y el dedo pulgar se deshizo bajo su impacto…
Un nuevo aullido.
Lágrimas que brotan.
Llanto ahogado.
Ojos desencajados…
La mujer se alejó de la mesa con paso lento, firme. Cantoneando unas caderas que nadie miraba. Olvidándose por completo de los gemidos de su cautivo.
Cogió una vela encendida y la fue acercando a la cara del hombre. Percibió con nitidez el olor ácido de sus pestañas al quemarse.
Mario de nuevo cerró los ojos de manera instintiva. Por ello no pudo percibir que ella, en un gesto ágil, se agachaba y la llama alargada de la vela se situaba bajo la planta del pie derecho.
Él… intentó retirar el pie ante la sensación lacerante de calor, pero no pudo… Ella fue moviendo con instruida lentitud la llama de un lugar a otro de la base del pie.
En un gesto precipitado de la mujer, la llama se apagó al acercarse en exceso a la piel.
Se elevó del suelo con una sonrisa de triunfo en la cara. Miró a su espalda. Cogió la taladradora entre sus largos dedos y apretando el gatillo, ésta hizo un ruido estresante, parecido a las turbinas limpiadoras dentales que esgrime un dentista…
Pasó la herramienta en pleno funcionamiento por delante de los ojos desorbitados de Mario… y con la broca del taladro, apuntando hacia la base superior de la rodilla… fue descendiendo lentamente.
El sonido del taladro en funcionamiento entró con fuerza por los oídos de un Mario aterrado por las circunstancias.
La joven percibió cómo el hombre empapaba sus pantalones a la altura de la ingle. Pudo percibir el olor a miedo que reinaba en el lugar, y… el taladro dibujó la trayectoria hasta llegar a la articulación de la rodilla  comenzando a romper la tela del pantalón vaquero…”

Paula se pasa una mano por los ojos, mientras se revuelve inquieta sobre la butaca…
En un gesto de angustia, se agarra con fuerza al brazo de su novio…
Éste sostiene el paquete de palomitas en esa mano derecha… y con la otra atrapa un puñado, que se lleva a la boca con regodeo…
Al percibir la horrenda angustia que traspasa la pantalla de cine, hasta el patio de butacas. Paula, apoya la frente sobre el hombro de su pareja y cierra los ojos con pesar...
No le gustan ese tipo de películas.
No disfruta con el dolor ajeno.
Mientras piensa esto, escucha un grito humano desgarrador que llena la sala, mientras percibe gestos de desazón en distintos asientos.
Con los ojos cerrados, percibe que su novio coge un nuevo puñado de palomitas y las introduce ruidosamente en la boca, mientras de manera placentera se recuesta plácidamente en el asiento y sonríe cómplice con la película…
JpTorga      

Algunos de los mejores posters de la historia del cine mudo

Un buen póster ha sido siempre el mejor reclamo para conseguir llevar la gente al cine...



La quimera del oro (1925)

No puede entenderse la hsitoria de la comedia cinematográfica sin la figura de Charles Chaplin. Sus cortos destilan humor puro, pero sus largometrajes son una mezcla de diversión y drama, y en algunos de ellos, como El chico, se rastrea la influencia de Charles Dickens. Probablemnte sea La quimera del oro su filme má emblemático dado que es el más puramte cómico, y en el que las pinceladas dramáticas están contadas los dedos de la mano. El filme es por otra parte una fiel recreación en lo que se refiere a la reconsturcción histórica de la fiebre del oro en Alaska a principios del siglo XX. Un contexto que le sirve a Chaplin para realizar algunas de sus escenas más memorables, como el baile de los panecillos o aquella en la que su compañero de aventuras, enloquecido por el hambre, le imagina convertido en un giganteaco pollo. El filme es además la muestra palpable del talento perfeccionista de Chaplin quien, al no convencerle el material que había filmado, volvió a rodar casi toda la película por segunda vez.

Metrópolis (1927)

Probablemente, el filme de ciencia ficción más importante del siglo XX. Una fábula distópica dirigida por el maestro alemán Fritz Lang. Ambientada en una ciudad ultrafuturista, narra como un joven perteneciente a la clase privilegiada descubre la existencia de una masa obrera explotada que vive en el subsuelo de la ciudad. El filme está claramente influenciado por la ideología marxista, ya que su tema es la lucha de clases, aunque no puede considerarse una película estrictamente socialista ya que el mensaje final también critica la lucha revolucionaria. La película destaca por sus magistrales decorados que han influído en multitud de películas posteriores, como Blade runner. y también por la presencia del inquietante y hermoso robot femenino llamado María, sni duda uno de los androides más famosos de la historia del cine.



El gabinete del doctor Caligari (1920)

Uno de los títulos fundacionales del cine expresionista alemán. La película narra la historia de un malvado médico que utiliza a un sonámbulo para cometer asesinatos. El filme destaca por su estética sombría y alucinada, con unos decorados asombrosos que reproducen edificios de ángulos imposibles y en los que incluso las luces y las sombras están pintadas. El filme está considerado también el primero que incluyó "la vuelta de tuerca final", un giro de guión asombroso e inesperado que transforma en el desenlace todo el significado de la película. 


Ricardo III (1912)

En sus orígenes, el cine fue despreciado por las élites culturales, siendo considerado un simple entretenimeinto de barraca de feria. Por eso, muchos de los primeros cineastas buscaron desesperadamente la legitimación cultural y lo hicieron mirando a su hermano mayor, el teatro. Así, fueron habituales en los inicios del medio las cintas que adaptaban prestigiosas obras y que contaban con algunos de los más reputados intérpretes teatrales, como Sarah Bernhardt. En este caso, la película que nos ocupa fue una adaptación de la célebre obra de Shakespeare protagonizada por Frederick Warde, una de las estrellas d elos escenarios londinenses a principios del siglo XX. Lo que destaca en ella es que a diferencia de otras de las adaptaciones de la época, esta película no se limita a ser una representación teatral filmada sino que utiliza recursos propiamente cinematográficos. Entre ellos un prólogo en el que el actor, con vestimenta moderna, introduce a los espectadores en los entresijos de la tragedia que van a contemplar.


The battle of Elderbush Gulch (1913)

El primer western de la historia del cine fue Asalto y robo de un tren (1903), dirigido por Edwin S. Porter. Pero aquella cinta era solo un borrador, un cortometraje alargado que mostraba el asalta a un ferrocarril y la posterior persecución de lps bandidos. Diez años después, el maestro David Wark Griffith dirigió esta película que ya sentó todas las bases del género. El póster, además, fue pionero por su tremendismo y por prometer a los espectadores  un despliegue de brutalidad y violencia realmente aterrador.