"La vida es una fuente interminable de reflexiones, desmedida como la eternidad, inagotables como la maldad e inmensas como el amor".
miércoles, 21 de agosto de 2013
La luna, Jorge Luis Borges
Cuenta la historia que en aquel pasado
Tiempo en que sucedieron tantas cosas
Reales, imaginarias y dudosas,
Un hombre concibió el desmesurado
Proyecto de cifrar el universo
En un libro y con ímpetu infinito
Erigió el alto y arduo manuscrito
Y limó y declamó el último verso.
Gracias iba a rendir a la fortuna
Cuando al alzar los ojos vio un bruñido
Disco en el aire y comprendió, aturdido,
Que se había olvidado de la luna.
La historia que he narrado aunque fingida,
Bien puede figurar el maleficio
De cuantos ejercemos el oficio
De cambiar en palabras nuestra vida.
Siempre se pierde lo esencial. Es una
Ley de toda palabra sobre el numen.
No la sabrá eludir este resumen
De mi largo comercio con la luna.
No sé dónde la vi por vez primera,
Si en el cielo anterior de la doctrina
Del griego o en la tarde que declina
Sobre el patio del pozo y de la higuera.
Según se sabe, esta mudable vida
Puede, entre tantas cosas, ser muy bella
Y hubo así alguna tarde en que con ella
Te miramos, oh luna compartida.
Más que las lunas de las noches puedo
Recordar las del verso: la hechizada
Dragon moon que da horror a la halada
Y la luna sangrienta de Quevedo.
De otra luna de sangre y de escarlata
Habló Juan en su libro de feroces
Prodigios y de júbilos atroces;
Otras más claras lunas hay de plata.
Pitágoras con sangre (narra una
Tradición) escribía en un espejo
Y los hombres leían el reflejo
En aquel otro espejo que es la luna.
De hierro hay una selva donde mora
El alto lobo cuya extraña suerte
Es derribar la luna y darle muerte
Cuando enrojezca el mar la última aurora.
(Esto el Norte profético lo sabe
Y tan bien que ese día los abiertos
Mares del mundo infestará la nave
Que se hace con las uñas de los muertos.)
Cuando, en Ginebra o Zürich, la fortuna
Quiso que yo también fuera poeta,
Me impuse. como todos, la secreta
Obligación de definir la luna.
Con una suerte de estudiosa pena
Agotaba modestas variaciones,
Bajo el vivo temor de que Lugones
Ya hubiera usado el ámbar o la arena,
De lejano marfil, de humo, de fría
Nieve fueron las lunas que alumbraron
Versos que ciertamente no lograron
El arduo honor de la tipografía.
Pensaba que el poeta es aquel hombre
Que, como el rojo Adán del Paraíso,
Impone a cada cosa su preciso
Y verdadero y no sabido nombre,
Ariosto me enseñó que en la dudosa
Luna moran los sueños, lo inasible,
El tiempo que se pierde, lo posible
O lo imposible, que es la misma cosa.
De la Diana triforme Apolodoro
Me dejo divisar la sombra mágica;
Hugo me dio una hoz que era de oro,
Y un irlandés, su negra luna trágica.
Y, mientras yo sondeaba aquella mina
De las lunas de la mitología,
Ahí estaba, a la vuelta de la esquina,
La luna celestial de cada día
Sé que entre todas las palabras, una
Hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
Con humildad. Es la palabra luna.
Ya no me atrevo a macular su pura
Aparición con una imagen vana;
La veo indescifrable y cotidiana
Y más allá de mi literatura.
Sé que la luna o la palabra luna
Es una letra que fue creada para
La compleja escritura de esa rara
Cosa que somos, numerosa y una.
Es uno de los símbolos que al hombre
Da el hado o el azar para que un día
De exaltación gloriosa o de agonía
Pueda escribir su verdadero nombre.
Luna, Ana Gabriel
Luna, tú que lo ves, díle cuanto le amo
Luna, tú que lo ves, díle cuanto lo extraño
Esta noche sé que él esté
Contemplándote igual que yo
A través de ti quiero dárle un beso
Tú que sabes de soledad
Aconséjale por favor
De que vuelva convéncelo te ruego
Luna, tú que lo ves, díle cuanto es que sufro
Luna y díle que vuelva porque ya es mucho
Tú que sabes en donde está
Acaríciale con mi amor
Díle que él es a quien yo más, más quiero
Tú que sabes por donde va
Ilumínale con tu luz
Su sendero porque quizás
No es bueno, no es bueno
Quizás no es bueno
Y díle que lo quiero
Esta noche es noche de luna llena...
..Hoy hay luna llena.
-¿Te has dado cuenta de lo grande que es la luna cuando sale y lo
pequeña que es cuando está en lo alto del cielo?
-Eso depende de tu perspectiva. En realidad no importa dónde está
el cielo o dónde estás tú en el mundo, si levantas la mano y cierras un ojo,
nunca es más grande que tu pulgar...
En donde el cielo se confunde con el mar
Cuenta una historia que cuando el día se marchó perdiéndose en el horizonte allá en donde el cielo se confunde con el mar, salieron las estrellas a jugar al patio del Palacio Celeste. Jugaban a formar figuras caprichosas, para reírse de unos pequeños seres que se maravillaban al verlas. Pero una joven estrella se burló tanto de estas criaturas, que despertó a Destino de su milenario sueño, haciendo que la libertad de que gozaban todos en el universo cayera completamente bajo el dominio de tal cruel dictador.
Desde entonces, el Padre de todas las Cosas castigó a la joven estrella, haciendo que trabajara por siempre para esos pequeños seres de los cuales se burló, iluminándoles sus vidas cada vez que el día se marchara perdiéndose en el horizonte, allá en donde el cielo se confunde con el mar.
La luna llena, ¿roba el sueño?
Como si de un efecto mágico y 'oscuro' se tratara, parece que la
luna, cuando está en su fase llena, atrapa el sueño de los humanos. Al menos en
parte. Un equipo de investigadores de la Universidad de Basilea en Suiza ha
observado que durante las noches de plenilunio, a los hombres les cuesta más
tiempo conciliar el sueño, duermen menos y peor.
Dicen que despierta a las fieras, los lobos aúllan más, altera los
estados de ánimo de las personas, aviva sus instintos más básicos, las
atenciones en Urgencias aumentan... Desde tiempos ancestrales, a la luna se le
ha otorgado el don de la fertilidad, el de influir sobre las mareas, sobre el
comportamiento de los animales y de los hombres.
La relación entre la luna y el hombre ha sido y sigue siendo un
misterio plagado de mitos y leyendas. Una de las creencias más extendidas tiene
que ver con la conexión entre este satélite y el sueño del ser humano. Para
comprobar hasta qué punto están unidos, un grupo de expertos ha realizado un
experimento con 33 personas. "Mucha gente se queja de dormir peor los días
de luna llena", explican los autores de este estudio retrospectivo,
publicado en la revista 'Current Biology'.
"Tenemos la hipótesis de que las personas que duermen peor en
periodos de luna llena es porque están expuestas a más luz ambiental
(procedente de la luna en esta fase)", argumenta Francisco Javier Puertas,
especialista en la Unidad del Sueño del Hospital Quirón de Valencia. "En
la retina hay unas células que detectan la luz, sobre todo la blanca (como la
de la luna). Estas células están conectadas al núcleo núcleo supraquiasmático,
que es el reloj biológico, de tal forma que la presencia de luz inhibe la
secreción de melatonina y por la noche, la secreción de esta sustancia es
indicador de buen sueño".
Sin embargo, esta investigación se centra en el sueño de los
participantes en un ambiente controlado, en el laboratorio, donde los humanos
desconocen las fases lunares. Los científicos monitorizaban su actividad
cerebral (a través del electroencefalograma), observaban los movimientos
oculares y medían las secreciones hormonales. Después de repetir los
experimentos y comprobar varias veces las mediciones, "nos dimos cuenta de
que, efectivamente, los humanos responden a los ritmos geofísicos de la
luna", afirma Christian Cajochen, principal autor de la investigación y
psiquiatra del Hospital de la Universidad de Basilea (Suiza).
Según los resultados obtenidos, durante las noches de luna llena,
la actividad cerebral relacionada con el sueño profundo se redujo en un 30%.
Además, los participantes "tardaron en quedarse dormidos cinco minutos más
que en otras fases lunares y el sueño terminó 20 minutos antes". No sólo
eso, también tenían la sensación de que su sueño en luna llena había sido peor,
menos reparador. "Sus niveles de melatonina (una hormona que está
relacionada con la regulación de los ciclos del sueño y la vigilia) eran más
bajos".
Estos hallazgos, subraya Cajochen, "constituyen la primera
evidencia convincente de que los ciclos lunares pueden modular el sueño en
humanos incluso cuando no ven la luna [como ocurre en este experimento] y no
tiene conocimiento de la fase lunar real". Es, dice, ni más ni menos que
"herencia de un pasado en el que la luna podría haber sincronizado los
comportamientos humanos con fines reproductivos o de otro tipo, como también
ocurre en animales".
"Han pasado miles de años y, de alguna forma, ha quedado en
nuestra genética el ciclo lunar grabado en nuestro ritmo del sueño. Así, como
dicen los autores de este estudio, siete de cada 28 días (ciclo lunar) dormimos
peor (por el influjo de la luna)", concluye el especialista español al
comentar el estudio suizo.
En la actualidad, agregan los autores de la investigación, el
efecto de la luna podría quedar ensombrecido por la luz eléctrica que ilumina
las casas y las calles por la noche y otros aspectos de la vida moderna que
también influyen en la calidad del sueño (como los trabajos a turnos). Es
importante "seguir avanzando e indagar en las bases moleculares y
neuronales que subyacen en la alteración del sueño producido, en teoría, por
los efectos geomagnéticos y electromagnéticos de la luna". Haría que
estudiar, además, "el efecto lunar sobre otros aspectos como el
rendimiento cognitivo y el estado de ánimo".
Hombre que mira la luna
Es decir la miraba
porque ella
se ocultó tras el biombo de
nubes
y todo porque muchos
amantes de este mundo
le dieron sutilmente el olivo
con su brillo reticente la
luna
durante siglos consiguió
transformar
el vientre amor en garufa
cursilínea
la injusticia terrestre en
dolor lapizlázuli
cuando los amantes ricos la
miraban
desde sus tedios y sus
pabellones
satelizaba de lo lindo y
oía
que la luna era un fenómeno
cultural
pero si los amantes pobres
la contemplaban
desde su ansiedad o desde
sus hambrunas
entonces la menguante
entornaba los ojos
porque tanta miseria no era
para ella
hasta que una noche
casualmente de luna
con murciélagos suaves
con fantasmas y todo
esos amantes pobres se
miraron a dúo
dijeron no va más al carajo
selene
se fueron a su cama de
sábanas gastadas
con acre olor a sexo
deslunado
su camanido de crujiente
vaivén
y libres para siempre de la
luna lunática
fornicaron al fin como dios
manda
o mejor dicho como dios
sugiere.
Mario Benedetti
La Luna
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
Jaime Sabines
En astronomía, un claro es la luz solar que un astro refleja sobre otro, y que disipa las tinieblas de la noche en este último. El claro de luna es, por lo tanto, la iluminación nocturna de la Tierra por la luz solar reflejada en la Luna.
Como la superficie lunar absorbe el 93% de la luz que recibe del sol, el claro de luna es bastante débil. No obstante, dada la proximidad de la Luna, esa luz permite orientarse, e incluso, fotografiar el paisaje (como la imagen de la derecha). Para los astrónomos tiene efecto nefasto, ya que las partículas que se hallan en suspensión en el aire, al ser iluminadas por la Luna, provocan un resplandor del cielo que vela las placas fotográficas durante las exposiciones prolongadas.
La Tierra es para la Luna lo que ésta para nosotros, en lo concerniente a la iluminación de ambos discos, pero las fases son inversas para dos hipotéticos observadores situados en ambos astros. Así, cuando nosotros vemos la luna llena, con todo el disco lunar iluminado, y con la máxima intensidad del claro de luna, el hemisferio de nuestro planeta dirigido hacia la Luna no recibe ninguna luz del Sol (para el presunto observador lunar es la fase de la "Tierra Nueva") y el disco terrestre apenas si representa un débil resplandor. Inversamente, durante el novilunio, cuando el hemisferio lunar visible de la Tierra no recibe luz solar, el hemisferio terrestre vuelto hacia la Luna se halla iluminado por el Sol y refleja hacia nuestro satélite bastante luz como para que en la superficie lunar la iluminación sea comparable a la luz crepuscular de un anochecer terrestre. El claro de Tierra es visible desde nuestro planeta en forma de luz cenicienta. Menos conocido es el claro de Venus. Este planeta alcanza su brillo máximo en el momento en que su diámetro aparente es de 40" y que la anchura de sus cuernos es de 10" solamente. En esas condiciones, y en una noche sin Luna, la luz de Venus provoca cierto resplandor en nuestro cielo y basta para que los objetos den sombras perceptibles; incluso se pueden obtener fotografías a contraluz con exposiciones de unos cuantos minutos.
La Suite bergamasque de Claude Debussy es una suite para piano en varios movimientos. Aunque fue escrita en 1890, la obra no se publicó hasta 1905, y eso pese a que su autor intentó que no viese la luz, pues creía que esta obra de juventud estaba muy por debajo del nivel de sus composiciones más modernas.
La Suite toma su nombre de las máscaras de la Commedia dell'Arte de Bérgamo (Comedia del arte de Bérgamo) y está inspirada en las Fêtes galantes (Fiestas galantes) de Verlaine. Está dividida en cuatro piezas: un Preludio, un Minueto, el Claro de luna (la pieza más popular de Debussy) y un dinámico y contrastante Pasapiés.
Nocturno, Chopin
Fuel Fandango Trece lunas
Sendero del que yo vengo
Y me pregunto luna
Donde estas, a donde te has ido
Y me pregunto luna
Ase tiempo que no puedo ver te
Ase tiempo que no puedo ver te
Ase tiempo que no puedo ver te
Ase tiempo que no puedo ver te
Caminito del tiempo
Sendero del que yo vengo
Literatura
¿A qué sabe la luna?
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