"La vida es una fuente interminable de reflexiones, desmedida como la eternidad, inagotables como la maldad e inmensas como el amor".
sábado, 20 de abril de 2013
La elegancia del erizo, fragmento, Muriel Barbery
Por primera vez en mi vida, he sentido el
significado de la palabra nunca. Pues bien, es horrible. Pronunciamos
esa palabra cien veces al día pero no sabemos lo que decimos antes de
habernos enfrentado a un verdadero nunca más. El caso es que uno siempre
tiene la ilusión de que controla lo que ocurre; nada parece definitivo.
Por mucho que me dijera estas últimas semanas que me iba a a suicidar,
¿de verdad lo creía?¿De verdad me hacía sentir esta decisión el
significado de la palabra nunca? En absoluto. Me hacía sentir mi poder
de decidir. Pero cuando alguien a quien se quiere muere… entonces de
verdad os digo que uno siente lo que significa, y hace mucho, mucho
daño. Es como un castillo de fuegos artificiales que se apagara de golpe
y todo quedara negro. Me siento sola, enferma, me duele el corazón y
cada movimiento me cuesta unos esfuerzos titánicos.
La gota de rocío, Silvio Rodríguez
La gota de rocío
del cielo se cayó
y en ella el amor mío
la carita se lavó.
Pero era tan temprano
que no salía el sol
y se helaron las manos
y mejillas de mi amor.
Creí que las estrellas
la iban a buscar
y que en su cara bella
se ponían a jugar.
Me dijo: "tengo frío,
acércame calor"
y fui con tanto brío
que encendí su corazón.
Y mientras la besaba
me dijo en un temblor:
"esto es lo que faltaba
para que saliera el sol".
!Oh! gota de rocío
no dejes de caer
para que el amor mío
siempre me quiera tener.
No eres Tu, soy Yo, Victor Frankl
Este
es un ensayo de Viktor Frankl,
neurólogo, siquiatra,
sobreviviente del holocausto
y el fundador de la disciplina
que conocemos hoy como logoterapia.
¿Quién
te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién
te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu
vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu compañero de trabajo? ¿Tu jefe?...
Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.
No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:
"Necesito que Pedro me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".
¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros,convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.
Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.
No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:
"Necesito que Pedro me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".
¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros,convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.
La
siguiente vez que pienses que
alguien te lastima, te hace
sufrir o controla tu vida, recuerda:
No es él, no es ella...
ERES
TÚ quien lo permite y
está en tus manos volver
a recuperar el control.
"Al
hombre se le puede arrebatar
todo, salvo una cosa: La última
de las libertades humanas- la
elección de la actitud
personal que debe adoptar frente
al destino- para decidir su
propio camino".
Viktor Frankl
Cuento para la niña triste, José Ángel Buesa
¿Sabes tú?
Mi vida es como un canto que nadie ha de cantar,
pues tuvo las violentas inquietudes del mar
y el espejismo de la droga hindú...
Yo anduve errante, soñador proscrito,
un año, o veinte, o quizás cien,
y medí las pirámides de Egipto
y las murallas de Jerusalén.
Yo tuve más tesoros que los Zares,
y un diamante mayor que el Gran Mongol,
y en cada uno de los siete mares
me vio náufrago el sol.
Yo visité con tembloroso paso,
como quien rinde un fúnebre tributo,
la húmeda celda de Torcuato Tasso
y el oscuro taller de Benvenuto.
Yo busqué en los jardines de Versalles
la huella leve de María Antonieta,
y lloré por Ronaldo en Roncesvalles
y por Icaro en Creta.
Y como fin de una aventura rara,
enloquecido por un astro hostil,
fui jeque de un aduar en el Sahara
y negrero en la Costa de Marfil.
Aún guardo en el cristal de una redoma,
para unir mis creencias y mis dudas,
un pelo de la barba de Mahoma
y una hoja del árbol donde se ahorcara Judas.
Tuve un corcel de resonante casco
que florecía en la llanura seca,
y mendigué en las calles de Damasco,
y oré en una mezquita de La Meca.
Y mucho más, que huyó de mi memoria
y que quizás no ha de volver jamás:
Días de amor y odio, de fracaso y de gloria;
y mucho más...y mucho más...
¿Sabes tú? Quizás nada ha sido cierto.
Acaso únicamente lo soñé...
- No sé bien si dormido o despierto;
no sé... -
Quizás la vida que he vivido ha sido
tan abrumadoramente vulgar,
que inventé los recuerdos
por no morir de olvido,
y nunca vi de cerca el mar.
Pero si sé que he naufragado
en una lágrima de mujer:
Fue un naufragio romántico,
a la luz de la Luna,
y me quedé en el fondo, sin querer.
Enso: Simboliza la iluminación, la fuerza, la elegancia...
Ensō (円相 ) es una palabra japonesa que significa círculo y
que está fuertemente relacionada con el zen. Se trata de uno de los
temas más típicos de la caligrafía japonesa, a pesar de que el círculo
es un símbolo y no un caracter. Simboliza la iluminación, la fuerza, la
elegancia, el universo y el vacío (mu), así como la propia estética japonesa. Como expresión del momento, se suele considerar una forma de minimalismo.
En la pintura del budismo zen, el ensō simboliza
un momento en que la mente es libre para simplemente dejar que el
cuerpo o espíritu se ponga a crear. La forma se suele plasmar
en seda o papel de arroz con un solo trazo (aunque en ocasiones el
gran Bankei Yōtakuinvertía dos trazos) y no hay posibilidad de
modificación. Así, la obra muestra el movimiento expresivo del espíritu
en un tiempo dado. Los budistas zen «creen que el carácter del artista
está totalmente expuesto en su manera de realizar un ensō. Sólo una persona que es mental y espiritualmente completa puede plasmar un auténtico ensō. Algunos artistas practicarán dibujando un ensō cada día a modo de ejercicio espiritual».
Algunos artistas pintan el ensō con
una abertura en el círculo, mientras que otros completan el círculo.
Para los primeros, la abertura puede simbolizar distintas ideas, por
ejemplo, que el ensō no es una figura separada, sino que es
parte de algo más grande, o que la imperfección es un aspecto esencial e
inherente de la existencia (como ocurre también en la idea de simetría
rota). El principio de controlar el equilibrio en la composición a
través de la asimetría y la irregularidad es un aspecto importante en
la estética japonesa:fukinsei (不均斉 ), la negación de lo perfecto.
El ensō también es un símbolo
sagrado en el budismo zen, y a menudo lo emplean los maestros zen a
modo de firma en sus obras de tipo religioso. Un tema relacionado con la
filosofía que encierra esta idea es Hitsuzendō, el camino del pincel, o caligrafía zen.
Fuente:
http://es.wikipedia.org
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