Se acabó, ya no hay más
terminó el dolor de molestar
a esta boca que no aprende de una herida.
He dejado de hablar
al fantasma de la soledad
ahora entiendo, me dijiste que nada es eterno
y solo queda subir otra montaña
que también la pena
se ahoga en esta playa.
Y es que vuelvo a verte otra vez
vuelvo a respirar profundo
y que se entere el mundo
que de amor también se puede vivir
de amor se puede parar el tiempo
no quiero salir de aquí
porque vuelvo a verte otra vez
vuelvo a respirar profundo
y que se entere el mundo
que no importa nada más.
Esta humilde canción
la que está arrancándome la voz
va llevándome a un latido diferente
corre por mis venas la música de un alma libre
y sin cadenas, sin luz que perseguir.
Y es que vuelvo a verte otra vez
vuelvo a respirar profundo
que se entere el mundo que
de amor también se puede vivir
de amor se puede parar el tiempo
no quiero salir de aquí
porque vuelvo a verte otra vez
vuelvo a respirar profundo
que se entere el mundo que no importa nada mas.
"La vida es una fuente interminable de reflexiones, desmedida como la eternidad, inagotables como la maldad e inmensas como el amor".
jueves, 13 de diciembre de 2012
El conejo de la luna...
...cuento popular de la India
¿Te has fijado alguna vez que cuando la
luna está llena hay una forma de color azul plateado en su superficie? Si la
miras atentamente, verás que tiene unas largas orejas y el cuerpo de un conejo.
Pero, ¿cómo es posible que un conejo haya llegado a la luna?
Hace mucho tiempo en un país llamado
India, había un precioso bosque. El más bonito que nunca había existido. Había
árboles de todos los tamaños y formas, cargados de frutas. Las flores eran de
todos los colores que se puedan imaginar y desprendían dulces olores. Los
animales vivían felizmente en aquel bosque desde hacia miles de años.
Entre todos los animales, cuatro se
hicieron muy amigos: el mono, la nutria, el elefantito y el conejo. Todos ellos
querían mucho al conejo, que era, además, el animal más querido por todos los
animales del bosque. Y os preguntaréis porque le querían tanto. Porque era un
ser muy especial: sabio, generoso, valiente y sincero. Pero lo más importante
de todo es que tenía un corazón de oro.
A los animales del bosque les gustaba
escuchar las historias que explicaba el conejo. Se sentaban a su alrededor y se
quedaban boquiabiertos escuchando cómo el conejo les contaba cosas acerca del
poder de las plantas y las flores para curar y del poder del amor para
transformar. También les hablaba de las lejanas estrellas, de los planetas y de
la energía y la magia. Todos los animales acudían a escucharlo, incluso los más
fieros como el tigre y el cocodrilo.
La amabilidad del conejo brillaba desde
su interior como la luz de la luna. Todos los que se acercaban a él se sentían
inspirados. Así, sus tres amigos, el mono, la nutria y el elefantito empezaron
a cambiar sus defectos.
El mono, a quién siempre le había gustado
hacer bromas y molestar a todos, se volvió más considerado y ayudaba a todos
los animales. La nutria, que siempre había sido muy tragona y egoísta con la
comida, ya que se guardaba todo el pescado para ella, empezó a repartirlo y a
ayudar a los demás. El elefante, que siempre había sido muy reservado y nunca
decía a los otros animales donde estaban los manantiales, empezó a compartir lo
que sabía y a ayudar a los demás. Y el conejo se volvió todavía más amable y el
brillo de esa bondad y amabilidad de su corazón fue incluso más intenso que
antes.
Y un día el conejo tuvo una idea y llamó
a sus cuatro amigos:
- Como nosotros tenemos mucha comida y
agua, y mucho amor y amistad, podríamos ofrecer nuestros alimentos y nuestros
sentimientos al resto del mundo, a los pobres y a los niños hambrientos.
Y mientras el conejo bondadoso decía
esto, pasó por allí el espíritu celestial y escuchó lo que estaba diciendo. Se
quedó tan sorprendido de la bondad del conejo, que decidió seguir muy atento a
todo lo que ocurriera a partir de aquel momento.
El conejo continuó:
- Mirad la luna, amigos. Esta noche está
resplandeciente y con su luz transforma la oscuridad en brillo. Nosotros
podríamos hacer lo mismo con nuestro amor. Podríamos transformar la tristeza y
los problemas en alegría.
Y acordaron llevar la felicidad a todos
los que entraran al día siguiente en el bosque.
Aquella noche, los cuatro animales
planearon lo que cada uno iba a hacer para mejorar el mundo. La nutria prometió
ir a pescar y regalar todos los peces. El mono prometió regalar todos los
mangos que encontrara. El elefante prometió encontrar un nuevo manantial y
regalar toda el agua que pudiera coger.
Todos durmieron felices esa noche. Todos
menos el conejo, que aún no había encontrado nada que pudiera ofrecer. Su único
alimento era la hierba, que no gustaba a casi nada. No tenía nada que ofrecer.
Pensó y pensó, mirando la luna llena y cuando ya estaba a punto de dormirse sin
haber encontrado nada, tuvo una idea. Recordó que a los humanos les gustaba
comer conejo. Entonces prometió que se regalaría a sí mismo. Y se durmió
tranquilo y feliz.
El ser celestial, que había estado
escuchando todo oyó la promesa del conejo. Era increíble que un simple conejo
fuera tan bueno y desinteresado. Entonces decidió ponerlo a prueba. Quería
comprobar si el conejo había hecho en serio esa promesa.
Al día siguiente, el ser celestial bajó a
la tierra disfrazado de mendigo y llamó a los animales del bosque:
- Ayudadme por favor, me he perdido y
tengo hambre y sed
Todos los animales acudieron corriendo
hacia el mendigo
- Nosotros te ayudaremos – le dijeron. Te
daremos comida y agua y te ayudaremos a encontrar el camino de vuelta a casa.
El mono saltó a un árbol y bajó con unos
cuantos mangos y se los ofreció al mendigo. La nutria se metió en el río, pescó
varios peces y también se los ofreció al mendigo. El elefante corrió hacia un
manantial que había descubierto, sorbió con su trompa toda el agua que pudo y
se la ofreció al mendigo. Entonces el conejo se acercó y dijo muy seguro:
- Haz un fuego y yo saltaré dentro de él
para que puedas comer mi carne
El gran espíritu estaba sorprendido de la
valentía del pequeño conejo. Chasqueó los dedos y dijo algo e inmediatamente
surgió un fuego. Entonces, el conejo, sin pensárselo dos veces, saltó sobre el
fuego, pero no se quemó, porque en aquel momento el ser celestial lo cogió en
la palma de su mano. Entonces le dijo:
- Tu amor y tu valentía superan todo lo
que he visto en esta tierra. Todo el mundo debería conocer tu acto
desinteresado. Te voy a colocar en la luna para que todos cuando te vean, te
recuerden y aprendan de ti. Aparecerás en cada luna llena y tu amor brillará en
la luz de la luna.
Y con estas palabras, elevó al conejo
hacia el cielo y lo colocó en la luna. Todavía hoy se puede ver su silueta en
las noches de luna llena. Así que, la próxima vez que haya luna llena, salid a
mirar el cielo y veréis un conejo en la luna y recordad que, igual que le
ocurrió al conejo, si regaláis algo precioso podéis recibir a cambio algo muy
especial.
Jorobo, baile folklórico y algo más...
"Hoy canta alegre el Llanero
cabalgando sin cesar
a la luz de los luceros
en sueños sin despertar..."
cabalgando sin cesar
a la luz de los luceros
en sueños sin despertar..."
El Joropo es la expresión cultural por excelencia de los pueblos llaneros, y aunque se dice que el origen de la palabra se deriva del árabe, es más acertada la tesis de que proviene del vocablo indígena “soropo” palabra que evoca las casas o caseríos antiguos donde se llevaban a cabo los parrandos llaneros.
El Joropo está en permanente evolución, se trata originalmente de una fiesta campesina
o pueblerina que integra poesía, canto, música y danza en
un sistema de creatividad improvisatoria sobre estructuras establecidas
y parámetros definidos de estilo.
No existe una fecha exacta para especificar el momento en que apareció el joropo, pero posiblemente sus orígenes se remontan a la época de la conquista, cuando por el auge de la aparición del nuevo mundo y por consiguiente por la fiebre del oro, llegaron a América los afamados conquistadores y con ellos soldados y jesuitas. Por eso se cree que sus orígenes se remontan a las músicas ibéricas del Siglo XVII y XVIII, tales como el múltiple Fandango, las Folías, Peteneras, Jotas y Malagueñas andaluzas, sazonadas con la influencia de ocho siglos de dominación árabe y posteriormente transformadas en América con el mestizaje de elementos africanos e indígenas, bajo el sol abrasador de la Cuenca del Orinoco y la vastedad infinita de sus horizontes y llanuras.
Los antecesores del Joropo incluyen la música de marineros y trovadores que llega en los galeones provenientes de España, transformándose en música arraigada en el suelo americano y dando lugar a una tradición vital y poderosa que se expresa en un alto desarrollo musical y poético convirtiéndose en emblema de la identidad nacional.
El Joropo es una tradición que abarca casi la totalidad del territorio venezolano y al menos la cuarta parte del territorio colombiano. En Venezuela el Joropo es considerado el baile nacional por excelencia y existen tres tipos de Joropo clasificados por regiones con importantes variantes de instrumentación y estilo: el Joropo Oriental, el Joropo Central y el Joropo Llanero. Solamente el Joropo Llanero, extendido alrededor de la cuenca central del Orinoco, es común a Colombia y Venezuela, siendo el más difundido de todos, tanto por la amplia discografía y radiodifusión como por la abundancia de festivales, concursos y torneos que involucran a ambos países. Además es notable el auge y desarrollo urbano que ha tenido esta música en los últimos años en las respectivas capitales.
No existe una fecha exacta para especificar el momento en que apareció el joropo, pero posiblemente sus orígenes se remontan a la época de la conquista, cuando por el auge de la aparición del nuevo mundo y por consiguiente por la fiebre del oro, llegaron a América los afamados conquistadores y con ellos soldados y jesuitas. Por eso se cree que sus orígenes se remontan a las músicas ibéricas del Siglo XVII y XVIII, tales como el múltiple Fandango, las Folías, Peteneras, Jotas y Malagueñas andaluzas, sazonadas con la influencia de ocho siglos de dominación árabe y posteriormente transformadas en América con el mestizaje de elementos africanos e indígenas, bajo el sol abrasador de la Cuenca del Orinoco y la vastedad infinita de sus horizontes y llanuras.
Los antecesores del Joropo incluyen la música de marineros y trovadores que llega en los galeones provenientes de España, transformándose en música arraigada en el suelo americano y dando lugar a una tradición vital y poderosa que se expresa en un alto desarrollo musical y poético convirtiéndose en emblema de la identidad nacional.
El Joropo es una tradición que abarca casi la totalidad del territorio venezolano y al menos la cuarta parte del territorio colombiano. En Venezuela el Joropo es considerado el baile nacional por excelencia y existen tres tipos de Joropo clasificados por regiones con importantes variantes de instrumentación y estilo: el Joropo Oriental, el Joropo Central y el Joropo Llanero. Solamente el Joropo Llanero, extendido alrededor de la cuenca central del Orinoco, es común a Colombia y Venezuela, siendo el más difundido de todos, tanto por la amplia discografía y radiodifusión como por la abundancia de festivales, concursos y torneos que involucran a ambos países. Además es notable el auge y desarrollo urbano que ha tenido esta música en los últimos años en las respectivas capitales.
La instrumentación tradicional del Joropo
Llanero es el clásico trío de arpa ó bandola (considerados
como “instrumentos mayores”), cuatro y maracas, además
de la reciente incorporación del bajo eléctrico. Ya sea en el
registro instrumental como en el vocal, observamos una creatividad
permanente de los músicos. Los copleros improvisan versos
rimados
sobre modelos melódicos preexistentes, contando sucesos
históricos
ó costumbristas, o refiriéndose a eventos y personas de la
fiesta; los instrumentistas aportan variantes significativas a
los patrones
establecidos, inventando nuevos gestos expresivos en una
incesante búsqueda
de sonoridades que trasciendan las fronteras de lo conocido
tradicionalmente.
Se destaca una manera de cantar denominada "canto recio" que
sobresale
por su estilo fuertemente declamatorio y su carácter épico,
como de grito al aire libre. También es notable el canto alterno
o duelo improvisado entre dos copleros, llamado "contrapunteo".
El Joropo se caracteriza por un sistema de estructuras
cristalizadas a lo largo de la historia a partir de canciones y danzas tradicionales
que se erigieron en formas musicales, sirviendo como base para a variantes
en la letra, o convirtiéndose en formas puramente instrumentales.
Los principales géneros se denominan Golpes (danzas rápidas)
y Pasajes o Tonadas (canciones lentas).Entre ellos figuran el Zumba que
zumba, la Chipola, el Gabán, el Gavilán, el Pajarillo, el
Seis por Derecho, los Merecures, el Seis Numerao, la Catira, la Guacharaca,
la Periquera, el Nuevo Callao, el Carnaval, el San Rafael, el Quitapesares,
entre otros y sus diversas combinaciones.
El joropo no solo es un estilo musical, también es
baile y danza, y representa además una fiesta popular, es un baile
alegre que divierte y reúne a sus participantes, en cada zona geográfica
toma su propia esencia, y desarrolla diferentes paso y figuras en el
baile, existiendo sin embargo figuras básicas que los identifican.
Las principales figuras del joropo son el valsiao, el
escobillao y el zapatiao. El primero se da en el inicio del baile, en el
vals las parejas se abrazan suavemente recorriendo el espacio de baile
en tres tiempos propios del vals, dan vueltas rápidas en giros
espirales. El siguiente, el escobillao, es una figura donde los
bailarines colocados de frente mueven los pies a manera de cortos
avances y retrocesos como si estuvieran cepillando el suelo. El tercero,
el zapatiao, es una figura varonil y se realiza por la pareja sin
soltar el abrazo ó sueltas completamente como es propio en los llanos,
en esa figura el hombre hace sonar sus pisadas del fuego mientras la
mujer se limita a escobillar.
El
"escobillao" lo emplea solo la mujer, es un movimiento que se produce a
partir de la posición inicial. Se adelanta el pie derecho, después de
apoyarse ligeramente en el izquierdo para invertir inmediatamente la
posición inicial. Se adelanta el pie derecho, después de apoyarse
ligeramente en el izquierdo para invertir inmediatamente la posición,
los pies se frotan suavemente en el suelo y en forma rápida; la piernas
van extendidas. Al igual que el valseo, en el "escobillao" se aprecia la
gracia y elegancia de la mujer llanera.
Otros pasos del joropo
popular que se dan en forma general son la zambullida del guire, zamuro
en tazajera, gabán sacando pescao, el brazo del perro.
La coreografía del pasaje es la misma que el joropo pero en forma lenta como lo requiera la música.
INTRUMENTOS: Los instrumentos típicos de la música llanera son el arpa, el cuatro, el tiple y las maracas.
ARPA: Traída a los llanos en el año de 1953 y la cual los indios aprendieron a interpretar de una manera única.
CUATRO:
Guitarra venezolana de cuatro cuerdas y de allí es que proviene su
nombre “cuatro” la cual no solo acompaña a la voz sino también al arpa y
a las maracas.
TIPLE: Afortunada imitación de la guitarra la
cual los indígenas aprendieron a interpretar. Que consta de 4,5 y 6
cuerdas de tripa.
MARACAS: Constituidas por una calabaza piedrecillas por dentro y sus ejecutor siempre debe permanecer de pie.
Porque “oficio de maraquero oficio pa condenao los músicos sentados y el maraquero parao” .
VESTUARIO: Debido al clima se usa un vestido sencillo.
El hombre usa: sombrero para protegerlo del clima y sus inclemencias.
La camisa y el pantalón que son las prendas que cubren su cuerpo.
Liquiliqui evolución del pantalón garrasí y la camisa cachicamita, se puede confeccionar en colores blanco o azul oscuro.
La mujer lleva su cabello peinado elegantemente y adornado con cintas o algunas flores.
Usa una falda sencilla de colores claros y una blusa cuello bandeja con mangas cortas.
Tanto el hombre como la mujer bailan con cotizas o descalzos.
En el país identificamos, el joropo llanero, central y
oriental. Igualmente en la región de Guayana, centro-occidental y de los
andes se encuentra en cada una un tipo de joropo con características
especificas que identifican la región.
El Joropo Llanero se caracteriza por tocarse con arpa
de cuerdas de nylon, cuatro y maracas, sin embargo en muchas ocasiones
se sustituye el arpa por la bandola llanera.
El Joropo Central se toca con arpas de cuerdas de
metal, maracas y buche (voz), el cuatro como instrumento acompañante
desaparece lo que da origen a una sonoridad mas melodiosa pero menos
rítmica.
En el Joropo Oriental se adicionan otros instrumentos
como la guitarra y el bandolín, el cuatro y algunas veces el acordeón y
algunas veces la cuereta que es un tipo de acordeón pequeño de origen
europeo. El joropo oriental se denomina también golpe.
Cualquiera que sea la modalidad el Joropo es nuestra
música y baile tradicional más representativo, orgullo de nuestra patria
y producto de nuestras vivencias y mestizaje.
El Joropo constituye un gran arte de la improvisación
y de la variación instrumental y vocal y se encuentra en un momento
de trascendencia histórica al incorporar a su lenguaje, elementos
e instrumentos de otras culturas musicales.
"Sabana de Sol Quemao...
...me huele a tierra mojada
me huele a llanto en el cielo
me huele a lluvia encantada..."
Fuente:
http://html.rincondelvago.com/
http://www.venezuelatuya.com/tradiciones
http://soropo.wordpress.com
Y ahora, ¿qué he hecho? José Carlos García Fajardo Profesor de Pensamiento Político y Social (UCM)
El artículo sobre La mitad del Cielo ocasionó
reacciones diversas y algunos me piden que cuelgue nuevos post con esas
reflexiones que sirvan para un debate abierto. Pero, por favor, a mí no me
importaría ser la mitad del Cielo siempre que la otra mitad fuera el ala de un
mismo vuelo.
Amarse no es mirarse uno a otro, recuerda Saint Exupéry, sino saber mirar juntos en la misma dirección.
Me preocupa esa especie de solapado autismo que se esconde en querer ser Ying y Yang, padre y madre, blanco y negro, hombre y mujer, arriba y abajo, justo e injusto, en lugar de reconocer la coincidencia de los opuestos. Pero jamás la descubrirá ni encontrará quien niegue la realidad de los opuestos y complementarios. Eso de que “el buey solo bien se lame” no significa más que lo que dice, pero para eso hay que ser buey castrado, y muchos por ahí no pasamos.
¿Por qué esa manía de pretenderse autosuficientes en lugar de reconocerse contingentes? ¿Tanto miedo tenemos a reconocer que necesitamos amar y ser amados, que necesitamos ayuda y consuelo, estímulo y compañía, ternura y acicate? Muchas personas sufren porque creen que no les está permitido sentirse mal, quejarse o llorar, pedir ayuda o reconocer que han metido la pata. De ahí tantas personas agobiadas por creerse siempre actuando ante un público que no existe y ante jueces que no son tales o ante padres inflexibles o ante presuntos dispensadores de patentes de eternidad.
El lector ya me entiende. Antes, eran los clérigos, rabinos y ulemas, que amenazaban con el Infierno o con el mismo Cielo, amenaza real ante la perspectiva de una eternidad sin culos y tañendo el arpa sobre una nube. Ahora, son psicólogos, educadores, presuntos líderes de opinión los que pretenden dispensar parecidas patentes de “buena conducta”. Ya está bien con tantas murgas. Las personas no necesitamos ser salvadas por nada ni por nadie, nos basta con ser reconocidas, aceptadas y respetadas. Sobre todo que nos dejen ser nosotros mismos. Si nos dejamos impresionar por los modelos impuestos socialmente viviremos en una insufrible paranoia, como si siempre nos estuvieran vigilando, como si tuviéramos que dar cuentas a ese gran hermano... que no existe, más que en el cuenco de mis manos y en el anverso de mi corazón.
Basta ya de preguntarme tantas veces “Y ahora, ¿qué he hecho?” Por eso, me ratifico en la convicción de que la educación, las buenas maneras, el buen gusto y el estilo son valores propios de cada sociedad y que ignorarlos o despreciarlos quizás no muestren sino una debilidad de carácter. Todos esos valores son formas de la vida, de la libertad, de la justicia y del indeclinable derecho a la búsqueda de la felicidad. Como quiera que la llames.
Recordemos ese anónimo texto del Desiderata, entrado en la vieja iglesia de Saint Paul, Baltimore, 1693, EEUU. Es bueno para el camino: Camina plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio: Vive en buenas relaciones con todas las personas, todo lo que puedas, sin rendirte. Di tu verdad tranquila y claramente; escucha a los demás; incluso al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su propia historia. Evita a las personas ruidosas y agresivas, sin vejaciones al espíritu. Si te comparas con otros, te volverás vano y amargado; porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de tus logros así como de tus planes. Mantén el interés por tu propia carrera, por humilde que sea; es una verdadera fortuna en las cambiantes vicisitudes de los tiempos. Sé cauto en tus negocios; porque el mundo está lleno de engaños. Pero no por eso te ciegues a la virtud que, sin duda, existe; mucha gente lucha por altos ideales; y, en todas partes, la vida está llena de heroísmo. Sé tú mismo. Especialmente no finjas afectos. Tampoco seas cínico en el amor; porque, frente a toda aridez y desencanto, el amor es perenne como la hierba. Recoge mansamente el consejo de los años, renunciando con donaire a las cosas de la juventud. Nutre la fuerza de tu espíritu para que te proteja en las desgracias repentinas. Pero no te angusties con fantasías. Muchos temores nacen de la fatiga y de la soledad. Junto con una sana disciplina, sé amable contigo mismo. Tú eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las estrellas; tú tienes derecho a estar aquí. Y te resulte evidente o no, sin duda el universo se desenvuelve como debiera. Por lo tanto, mantente en paz con Dios, de cualquier modo que lo concibas. Y, cualesquiera que sean tus trabajos y aspiraciones, mantén, en la ruidosa confusión, paz con tu alma. Con todas sus farsas, trabajos y sueños rotos, éste sigue siendo un mundo hermoso. Ten cuidado. Esfuérzate en ser feliz.
Amarse no es mirarse uno a otro, recuerda Saint Exupéry, sino saber mirar juntos en la misma dirección.
Me preocupa esa especie de solapado autismo que se esconde en querer ser Ying y Yang, padre y madre, blanco y negro, hombre y mujer, arriba y abajo, justo e injusto, en lugar de reconocer la coincidencia de los opuestos. Pero jamás la descubrirá ni encontrará quien niegue la realidad de los opuestos y complementarios. Eso de que “el buey solo bien se lame” no significa más que lo que dice, pero para eso hay que ser buey castrado, y muchos por ahí no pasamos.
¿Por qué esa manía de pretenderse autosuficientes en lugar de reconocerse contingentes? ¿Tanto miedo tenemos a reconocer que necesitamos amar y ser amados, que necesitamos ayuda y consuelo, estímulo y compañía, ternura y acicate? Muchas personas sufren porque creen que no les está permitido sentirse mal, quejarse o llorar, pedir ayuda o reconocer que han metido la pata. De ahí tantas personas agobiadas por creerse siempre actuando ante un público que no existe y ante jueces que no son tales o ante padres inflexibles o ante presuntos dispensadores de patentes de eternidad.
El lector ya me entiende. Antes, eran los clérigos, rabinos y ulemas, que amenazaban con el Infierno o con el mismo Cielo, amenaza real ante la perspectiva de una eternidad sin culos y tañendo el arpa sobre una nube. Ahora, son psicólogos, educadores, presuntos líderes de opinión los que pretenden dispensar parecidas patentes de “buena conducta”. Ya está bien con tantas murgas. Las personas no necesitamos ser salvadas por nada ni por nadie, nos basta con ser reconocidas, aceptadas y respetadas. Sobre todo que nos dejen ser nosotros mismos. Si nos dejamos impresionar por los modelos impuestos socialmente viviremos en una insufrible paranoia, como si siempre nos estuvieran vigilando, como si tuviéramos que dar cuentas a ese gran hermano... que no existe, más que en el cuenco de mis manos y en el anverso de mi corazón.
Basta ya de preguntarme tantas veces “Y ahora, ¿qué he hecho?” Por eso, me ratifico en la convicción de que la educación, las buenas maneras, el buen gusto y el estilo son valores propios de cada sociedad y que ignorarlos o despreciarlos quizás no muestren sino una debilidad de carácter. Todos esos valores son formas de la vida, de la libertad, de la justicia y del indeclinable derecho a la búsqueda de la felicidad. Como quiera que la llames.
Recordemos ese anónimo texto del Desiderata, entrado en la vieja iglesia de Saint Paul, Baltimore, 1693, EEUU. Es bueno para el camino: Camina plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio: Vive en buenas relaciones con todas las personas, todo lo que puedas, sin rendirte. Di tu verdad tranquila y claramente; escucha a los demás; incluso al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su propia historia. Evita a las personas ruidosas y agresivas, sin vejaciones al espíritu. Si te comparas con otros, te volverás vano y amargado; porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de tus logros así como de tus planes. Mantén el interés por tu propia carrera, por humilde que sea; es una verdadera fortuna en las cambiantes vicisitudes de los tiempos. Sé cauto en tus negocios; porque el mundo está lleno de engaños. Pero no por eso te ciegues a la virtud que, sin duda, existe; mucha gente lucha por altos ideales; y, en todas partes, la vida está llena de heroísmo. Sé tú mismo. Especialmente no finjas afectos. Tampoco seas cínico en el amor; porque, frente a toda aridez y desencanto, el amor es perenne como la hierba. Recoge mansamente el consejo de los años, renunciando con donaire a las cosas de la juventud. Nutre la fuerza de tu espíritu para que te proteja en las desgracias repentinas. Pero no te angusties con fantasías. Muchos temores nacen de la fatiga y de la soledad. Junto con una sana disciplina, sé amable contigo mismo. Tú eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las estrellas; tú tienes derecho a estar aquí. Y te resulte evidente o no, sin duda el universo se desenvuelve como debiera. Por lo tanto, mantente en paz con Dios, de cualquier modo que lo concibas. Y, cualesquiera que sean tus trabajos y aspiraciones, mantén, en la ruidosa confusión, paz con tu alma. Con todas sus farsas, trabajos y sueños rotos, éste sigue siendo un mundo hermoso. Ten cuidado. Esfuérzate en ser feliz.
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