domingo, 7 de julio de 2013

Fragmentos de un diario inexistente: El Sermón de un religioso peruano, Paulo Coelho




En mi libro El Alquimista, el joven pastor Santiago se encuentra de repente con un anciano en una plaza. Está buscando un tesoro, pero no sabe cómo llegar hasta él. El anciano se decide a iniciar la conversación:

-¿Cuántas ovejas tienes?

-Las suficientes –responde Santiago.

-Entonces estamos ante un problema. No puedo ayudarte mientras tú consideres que tienes las ovejas suficientes.

Basándose en este trecho, el padre peruano Clemente Sobrado publicó un interesante pensamiento del que transcribo a continuación algunos trechos:

Uno de los mayores problemas que todos arrastramos es que “tenemos suficientes ovejas”. Todos tenemos demasiadas razones para no cambiar. Todos tenemos demasiadas seguridades para esperar que alguien venga a proponernos algo nuevo.

Al menos, todos debiéramos caer en la sospecha de que no lo tenemos todo, ni somos todo lo que pudiéramos ser.

Es posible que todos estemos ante un grave problema. Y no se trata de que no queramos ayudarnos los unos a otros. Yo estoy convencido de que todos tenemos mucha capacidad de ayuda. Y de que todos pudiéramos hacer mucho los unos por los otros. Pienso que la verdadera dificultad está en que precisamente la gente no se deja ayudar.

Ese es el verdadero obstáculo para cualquier ayuda. Y no se dejan ayudar “porque tienen ovejas suficientes”. Están demasiado satisfechos.

Casi todos somos así: tenemos demasiadas cosas y muy pocas aspiraciones, tenemos demasiadas ideas prefijadas a las que no queremos renunciar. Tenemos demasiados esquemas de vida hechos y no necesitamos que nadie nos venga a inquietar con consejos. Pensamos además que ya hemos rezado suficiente, ya hemos ido bastante a misa, ya hemos comulgado mucho, ya hemos hecho mucha caridad, ya hemos leído suficientes vidas de santos. Un amigo mío, que un día vino a buscarme, me dijo de frente: “la verdad es que no sé a qué vengo. Porque mira, Clemente, yo creo que soy un buen cristiano”. No suelo hacerlo, pero aquel día, creo que me sentí inspirado y me levanté de inmediato diciéndole: “perdóname, flaco, pero yo tengo mucha gente que me espera porque no es ni suficientemente mala, ni suficientemente buena. Y tú no me necesitas. No eres: ni sufi! cientemente malo, para ser malo, ni suficientemente bueno, para ser bueno, ni suficientemente santo, para ser santo. Sencillamente eres un cristiano satisfecho. Y los cristianos satisfechos ya han renunciado a ser mejores. Otro día hablamos ¿quieres?” Desde entonces, cuando me llama por teléfono o me busca, siempre me dice: “quiero que atiendas a un cristiano que es insuficiente en todo”.

Señor: Regálanos un corazón insatisfecho. Regálanos un corazón donde broten esas preguntas esenciales que no queremos hacernos. Desinstálanos de nuestras autosatisfacciones. Que sintamos el gusto por lo que tenemos, pero que eso no lo es todo. Que nos sintamos buenos, pues sí. Pero que nos preguntemos si no tendremos que ser mejores. Que, al menos, preguntemos. Porque, es posible, que tú tengas respuestas que nos abran horizontes que antes no veíamos.

El nombre del viento (fragmento), Patrick Rothfuss





Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta.La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son dema¬siado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que «el tiempo todo lo cura» es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.



Así Era Ella, Cristian Castro

Desde el cielo a mi llegó
una especie de amor
que te juro que no conocía
que partió en dos mi vida.

Poco a poco iluminó
el mas oscuro rincón
me abrazaba cada noche fría
de su mano se iba la agonía.

Yo no supe entregarle
ni la mitad del corazón
no sabia lo que yo tenia
no sabia hasta que lo perdía.

Era un ángel era un sol,
era un sitio en mi canción
un milagro que no merecía
la verdad de todas mis mentiras.

Era blanca y yo era gris
era luna sin un fin
una estrella y de todas
la mas bella, así era ella.

En sus ojos vi el error
que mi ego cometió
poco a poco de mi se alejaba
su mirada de mi se apartaba.

Ya no puedo regresar
el tiempo atrás
no sabia que con su partida
se iba a ir detrás toda mi vida.

Era un ángel era un sol,
era un sitio en mi cancion
un milagro que no merecía
la verdad de todas mis mentiras.

Era blanca y yo era gris
era luna sin un fin
una estrella y de todas
la mas bella, así era ella...