Dicen que no,
que en la vida no se busca el amor
Dicen también
que es mejor que llegue solo,
cierto es
porque yo te busque
antes y fracase
confundido hasta me
enamore
solo me lastime
del amor desconfié
y dude
y hasta un juego lo pensé
pero al fin te encontré
o me encontraste tu
o quizá fue el amor que al final se apiado
pero al fin te encontré
que de ti no dude
se que me equivoque y fue en vano jurar amor
en el pasado
porque solo a ti te he amado
Gracias por ser
mi alegría, mi poesía, mi placer
no importa el ayer
tu presente y tu futuro quiero ser
porque yo te busque
antes y fracase
confundido hasta me
enamore
solo me lastime
del amor desconfié
y dude
y hasta un juego lo pensé
pero al fin te encontré
o me encontraste tu
o quizá fue el amor que al final se apiado
pero al fin te encontré
que de ti no dude
se que me equivoque y fue en vano jurar amor
en el pasado y es que al fin te encontré
al fin te encontré
pero al fin te encontré
o me encontraste tu
o quizá fue el amor que al final se apiado
pero al fin te encontré
que de ti no dude
se que me he equivocado
y fue en vano jurar amor en el pasado
porque solo a ti
te he amado.
" En
medio de un enjambre de muchachas, desnuda Madame Edwarda sacaba la
lengua. Ella era, para mi gusto, encantadora. La elegí: ella se sentó
cerca de mí. Apenas tuve tiempo de responder al mozo: tomé a Edwarda que
se abandonó: nuestras bocas se juntaron en un beso enfermo. La sala
estaba abarrotada de hombres y de mujeres y tal fue el desierto donde el
juego se prolongó. Un instante su mano se deslizó, y yo me quebré de
pronto como un vidrio, y temblé en mis pantalones; sentí a Madame
Edwarda, de quien mis manos contenían las nalgas, ella misma al mismo
tiempo desgarrada; y en sus ojos más grandes, dados vueltas, el terror,
en su garganta un largo estrangulamiento. Me acordé que había deseado
ser infame o, más bien, que hubiera sido necesario, de toda fuerza, que
eso ocurriera. Adivinaba risas a través del tumulto de las voces, las
luces, el humo. Pero nada contaba ya. Apreté a Edwarda en mis brazos,
ella me sonrió: enseguida, transido, volví a sentir en mí un nuevo
choque, una suerte de silencio cayó sobre mí de lo alto y me heló. Era
elevado en un vuelo de ángeles, que no tenían cuerpos ni cabezas, hechos
de deslizamientos de alas, pero era simple: me volví desgraciado y me
sentí abandonado como lo estás en presencia de Dios. Era peor y más loco
que la embriaguez. Y ante todo sentí una tristeza ante la idea de que
esta grandeza, que caía sobre mí, me robaba los placeres que yo contaba
con Edwarda. Me encontré absurdo: Edwarda y yo habíamos cambiado dos
palabras. Experimenté un instante de gran malestar. No hubiera podido
decir nada de mi estado: ¡en el tumulto y las luces, la noche caía sobre
mí! Quise atropellar la mesa, tirarlo todo: la mesa estaba empotrada,
fijada en el suelo. Un hombre no pudo soportar nada más cómico. Todo
había desaparecido, la sala y Madame Edwarda. Sólo la noche...
(...)
La segundona tomó mi dinero, me levanté y seguí a Madame Edwarda cuya
desnudez tranquila atravesó la sala. Pero el simple pasaje de en medio
de las mesas abarrotadas de muchachas y clientes, ese rito grosero de la
“dama que sube”, seguida por el hombre que le hará el amor, no fue en
ese momento para mi más que una alucinante solemnidad: los talones de
Madame Edwarda sobre el suelo embaldosado, el contoneo de ese largo
cuerpo obsceno, el acre olor de mujer que goza, humeando para mí, de ese
cuerpo blanco... madame Edwarda iba delante de mí... en nubes. La
indiferencia tumultuosa de la sala a su felicidad, a la gravedad
mesurada de sus pasos, era consagración real y fiesta florida: la muerte
misma era de la fiesta, en eso de que la desnudez del burdel llama al
cuchillo del carnicero. "
Todos alguna vez paseando por alguna playa
hemos visto esos pequeños y desgastados trozos de cristales de colores,
que erosionados por el mar, brillan como pequeñas gemas sobre la arena.
Muchos incluso, en la infancia, aterosaraban estas pequeñas joyas como
si de un preciado tesoro se tratase.
Estos cristales desgastados, no son más que
el fruto de la contaminación a la que sometemos a la naturaleza.
Botellas de vidrio que acaban en el mar y que con el paso del tiempo,
acaban por hacerse añicos y que, con el tiempo, el oleaje deposita en
las playas. Curiosamente, el mar transforma nuestra dejadez en algo
bello con su peculiar y natural reciclaje. En casi todas las playas del
planeta se pueden encontrar estos cristales, pero hoy os traigo cuatro
ejemplos que destacan del resto por el elevado porcentaje de cristales
que contienen. Esto se debe, ni más ni menos, a que en las cercanias
existe o existía un vertedero de basuras. Hay que tener en cuenta que el
reciclaje del vidrio todavía no es una práctica extendida en muchos
paises y que millones de botellas acaban todos los años flotando a la
deriva en mares y océanos.
Al ser el vidrio un material inerte, la
naturaleza es capaz de “reciclarlo”, sin causar demasiados males en la
fauna o el entorno. Aprovecho el post para recordar que esto no sucede
con el plástico, y que miles de animales mueren todos los años a causa
de las bolsas de los supermercados o de los plásticos de los packs de
latas. En nuestra mano está el ir con un poco de cuidado con este tema
para que esto no suceda.
La playa de los Cristales o el Bigaral en la costa del Cabo Peñes
Situada en Antromero, al sur de Luanco, se encuentra
una cala conocida como la playa de los cristales. Es de pequeñas
dimensiones, unos 70 metros de largo por aproximadamente 30 metros de
ancho; aunque el conjunto de la cala, entre punta y punta de la costa
que la resguarda, es de unos 210 metros. Su nombre original es playa del
Bigaral, debido a que en la antigüedad debió ser muy abundante en
bígaros.
El origen de los cristales
La cala fue utilizada durante decenios como
vertedero de residuos entre los que abundaban las botellas de vidrio.
Con el tiempo se pudo eliminar el vertedero de la playa; sin embargo la
acción del mar había roto las botellas y el vidrio terminó formando una
playa en la que la arena ha sido sustituida por cuentas de cristal
pulidas y redondeadas. Lo que no deja de ser una ironía de la
naturaleza, ya que el cristal se hace a partir del dióxido de silicio
(SiO2) que es el componente básico de la arena.
En días de Sol el efecto es sorprendente ya
que la arena refleja destellos de distintas tonalidades, verdes,
marrones, blancos. Precisamente en esta bellaza está la maldición de la
playa, ya que los visitantes terminan llevándose los cristales más
hermosos y brillantes como recuerdo, con lo que en unos años se podría
terminar con una playa formada por arena normal, pequeños cantos con
restos de cristalitos diminutos.
Aunque sea un caso especial no resulta único.
En la costa norte de la península, donde la acción del mar redondea los
cristales de las botellas con rapidez, existen otras playas de
cristales. Un ejemplo lo encontramos en Laxe que también cuenta con una
Playa de los Cristales.
Playa de Laxe (Galicia)
Laxe ha sigo
galardonado en el año 2008 como municipio turístico gallego, resulta uno
de los pueblos más emblemáticos de “A Costa da Morte” siendo una villa
típica marinera. El mismo pueblo posee uno de los arenales más bellos y
extensos de este litoral, playa que ha conseguido en el año 2009 la Q de calidad y posee la bandera azul.
Lo característico de esta zona, como su propio nombre indica es la
Costa, con sus abundantes y salvajes playas, sus parajes naturales con
multitud de rutas de senderismo, sus faros, los diferentes yacimientos
megalíticos, así como las diferentes rutas de cruceiros o pazos.
Playa de Mendocino. (California)
Los residentes de la zona de Fort Bragg, convirtieron sus costas en su basurero particular durante 18 años, de 1949 a 1967, arrojando sus desperdicios sin ningún tipo de control al mar en la zona que llamada en tiempos The Dumps (Los vertederos). Fue un vertedero público en el que se arrojaron, entre otras
cosas, miles de botellas de vidrio de todos los colores.
En 1967, el comité de calidad del agua
de la costa norte de Estados Unidos prohibió que se siguieran arrojando
desperdicios al mar y cerraron el lugar. Estuvieron hasta el año 2002
limpiando la playa, desde entonces las olas y la marea han estado
puliendo y devolviendo a tierra las miles de toneladas de vidrio que la
gente tiró sin ningún pudor al mar, convertido en lo que vemos.
Ahora, más de 30 años más tarde, la “madre naturaleza” ha recuperado
esta playa. Años de acción de las olas golpeando han depositado
toneladas de vidrio pulido en la playa.
La playa fue recientemente adquirida por el estado de California y
es un espacio protegido. Con el objetivo de preservar la belleza
artificial del lugar, no se permite a los visitantes llevarse consigo
trozos de vidrio.
Glass Beach, Hawaii
Incluso en lugares paradisiacos como Hawaii, existen estas playas. Esta en concreto es una de las más famosas de las islas.