domingo, 16 de marzo de 2014

Tan sólo, Josefina Plá





..Tan sólo una mirada,
una pupila sólo para todas las cosas.
Para la aurora y el ocaso,
para el amor y el odio,
para el amante y el verdugo,
la paloma y la víbora,
la estrella y la luciérnaga.


Solamente unas manos
para el cáliz y el látigo,
para la rosa y para el cacto.
Solamente unas manos
para la arena y el rocío,
para mecer la cuna,
y acariciar la sien del esperado,
y abrir el último agujero.


Una boca tan sólo
para el beso y el grito
y para la oración y la blasfemia.
Para el suspiro y la mentira,
para el perdón
y la condena.


Y tan sólo una sangre
para escuchar el tiempo,
para regar los sueños,
para comprar la herida y la agonía,
y destilar las lágrimas.


Ah, tan sólo una sangre
una boca, unas manos,
una mirada solo.


En un rincón del alma, Chavela Vargas


En un rincón del alma
donde tengo la pena
que me dejo tu adiós,
en un rincón del alma
se aburre aquél poema
que nuestro amor creo.
en un rincón del alma
me falta tu presencia
que el tiempo me robó,
tu cara, tus cabellos
que tantas noches nuestras
mi mano acaricio.
En un rincón del alma
me duelen los "te quiero"
que tu pasión me dio,
seremos muy felices
no te dejaré nunca...
siempre serás mi amor.
En un rincón del alma
también guardo el fracaso
que el tiempo me brindo,
lo condeno en silencio
a buscar un consuelo
para mi corazón.
Me parece mentira,
después de haber querido
como he querido yo,
me parece mentira
encontrarme tan solo
como me encuentro hoy,
de que sirve la vida
si a un poco de alegría,
le sigue un gran dolor...
me parece mentira
que tampoco esta noche
escucharé tu voz.
En un rincón del alma
donde tengo la pena
que me dejo tu adiós,
en un rincón del alma
se aburre aquél poema
que nuestro amor creó.
Con las cosas más bellas
guardaré tu recuerdo
que el tiempo no logró,
sacarlo de mi alma,
lo guardaré hasta el día
en que me vaya yo

Aparatos de amplificación sonora anteriores a la invención del radar




El radar analógico

La invención del radar en la década de 1930 no sólo salvó a Gran Bretaña de la Luftwaffe alemana, también dio a los aliados una enorme ventaja sobre sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial. Imagínense dónde estaríamos si el único medio para detectar las aeronaves enemigas hubiesen sido los antiguos espejos de sonido, cornetas acústicas y tubas de guerra usados antes de la invención del radar.


Las raíces de la localización acústica se remontan a finales del siglo XIX, incluso antes de la invención de los aviones. Las primeras entregas de estos aparatos aparecieron en las páginas de la revista Scientific American de 1880. El profesor Mayer patentaba en 1879 este curioso aparato destinado a localizar fuentes de sonido.

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Años después, se mejoraría el Topophone y llegaría una nueva versión que, además de servir para escuchar sonidos ampliados, también valía para que te escucharan a larga distancia. Vamos, ¡¡todo un portento tecnológico!!

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Durante las siguientes décadas, los ampliadores de sonido portátiles proliferaron mucho y aparecieron en el mercado una infinitud de modelos hasta que las mentes militares fueron adaptándolos para usos militares.

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La proliferación de los ataques aéreos en los conflictos bélicos necesitaron de aparatos de detección cada vez más sofisticados y capaces de “escuchar” a los aviones a una distancia considerable para tener tiempo de reacción. Los espejos sonoros portátiles u orejeros, se convirtieron en enormes y aparatosos conos o cuernos. Para su uso, se seleccionaban a los soldados con oído más fino, capaces de detectar el pedo de una mosca a varios kilómetros de distancia.

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Mientras que los ingenieros militares corrían tras el radar electrónico, todos los ejércitos se tenían que apañar con lo que tenían y, al igual que los aliados, las tropas de Hitler también tenían sus propios ampliadores de sonido. He aquí, las Ringtrichterrichtungshoerer (o “anillo de cuerno de detector de dirección acústica”) … RRH, para abreviar, utilizada durante la Segunda Guerra Mundial por el ejército alemán.

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No nos olvidemos de Japón y de sus extrañas “tubas de guerra”. Estas eran una variación de la bocina acústica, un intento fracasado de aparato antiaéreo que pretendía hacer caer a los aviones mediante ondas de sonido de baja presión.

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Los británicos también crearon una serie de espejos acústicos fijos a los largo del Canal de la mancha. Estos eran simples conchas parabólicas de hormigón, con un orificio inferior donde el “escuchador” ponía la oreja. Muchas de estas parabólicas sobreviven hoy en estado de abandono, testimonio de la tecnología rudimentaria que se utilizaba hace tan apenas unas décadas.

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Fuente:
http://tejiendoelmundo.wordpress.com