El gas mostaza fue la gran pesadilla de los soldados en combate, sobre todo durante la Primera Guerra Mundial, cuando era bastante desconocido, y las tropas tuvieron que aprender cuidarse de él, ya que esta arma silenciosa afectaba la vista y el olfato de manera horrible.
El bis(2-cloroetil)sulfano (C4H8Cl2S) fue sintetizado en la segunda mitad del siglo XIX (no está demasiado claro por quién). El primer químico del que estamos seguros logró producirlo fue Frederick Guthrie en 1860. Guthrie, como Albert Niemann unos años más tarde, describió ciertas propiedades tóxicas en el compuesto, pero la concentración y la cantidad producidas eran suficientemente pequeñas como para que ninguno de los dos fuera consciente del terrible peligro que suponía.
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Molécula de bis(2-cloroetil) sulfano |
En 1886, el alemán Viktor Meyer descubrió un proceso por el cual se obtenían concentraciones mayores, y uno de sus ayudantes ya sufrió quemaduras debidas al compuesto. Sin embargo, el inicio del horror se produjo, por lo que sabemos, cuando el inglés Hans T. Clarke se encontraba mejorando el sistema de Meyer en Alemania, trabajando junto con Emil Fischer, en 1913. Uno de los recipientes que contenía la sustancia se rompió, y Clarke sufrió quemaduras tan graves que tuvo que estar hospitalizado durante dos meses. Cuando Fischer envió un informe del accidente a la Sociedad Química Alemana, sus miembros fueron conscientes del potencial uso del gas mostaza como arma – el gobierno alemán inició su desarrollo como agente químico casi inmediatamente.
El gas mostaza, irónicamente, no es un gas a temperatura ambiente: es un líquido. Se le llamaba gas porque se usaba utilizando explosivos que lo vaporizaban y dispersaban sobre un amplio terreno. Sus efectos fueron tan desastrosos que durante la II Guerra Mundial no se utilizó nunca intencionadamente por los combatientes. El temor era tan grande que, a pesar de la crudeza de los combates y de las duras derrotas, nadie intentó utilizarlo, aunque todos lo tuvieron cerca del frente por si el enemigo lo utilizaba primero. Una de sus principales propiedades es que es un vesicante, es decir, produce ampollas cuando entra en contacto con la piel. Esto no sucede inmediatamente, sino entre 4 y 24 horas después de la exposición. Si los ojos están expuestos al agente mostaza (pues ése es otro de sus nombres), se sufre una grave conjuntivitis y fuertes dolores e irritación, y puede perderse la vista. Sus químicos destruyen el ADN y las células de las partes con las que entra en contacto, sobre todo las mucosas. Cuando se encuentra en estado líquido no tiene olor, pero si es mezclado con otros químicos toma un color marrón claro, y huele a cebolla o ajo. El gas mostaza contiene 4 elementos: carbón, sulfuro, cloro e hidrógeno.
Más horrible aún es que también produce intensa irritación, sequedad y ampollas en cualquier mucosa con la que entra en contacto: si se inhala en forma de aerosol, por ejemplo, las mucosas de la tráquea, los bronquios y los pulmones sufren graves daños. En general, además de sufrir ampollas internas, sangran, inundando los pulmones de sangre y produciendo un edema que puede matar a la víctima. La exposición de más de un 50% del cuerpo a este compuesto es normalmente letal.
Hoy en día sabemos que tiene otros terribles efectos, desconocidos en sus inicios: reacciona muy rápidamente con iones cloruro, produciendo otro ión llamado sulfonio, que a su vez se asocia con la guanina, uno de los nucleótidos del ADN. La modificación del ADN de esta manera en el núcleo de las células puede producir la muerte celular o cáncer.
Los alemanes utilizaron el “gas mostaza” por primera vez en la Gran Guerra contra soldados canadienses en 1915, y posteriormente contra los franceses en la Tercera Batalla de Ypres (los franceses lo llamaban yperita por esa razón). No era el primer agente químico utilizado en la guerra: ya se habían empleado, por varios países involucrados, otros compuestos tóxicos. Sin embargo, el gas mostaza fue probablemente el más eficaz.
Los alemanes lo utilizaban, o bien en forma de aerosol (recuerda que no es un gas, sino un líquido) o en el interior de bombas de artillería. Cuando era lanzado contra la infantería, causaba estragos: no porque matase a muchos soldados, pues no lo hacía (recuerda que hace falta un 50% de exposición de la piel). Incapacitaba a muchos de ellos, produciendo gran sufrimiento y llevando a los servicios médicos del enemigo al borde del colapso (hacen falta semanas o meses para recuperarse completamente).
Además, los efectos psicológicos no son menos terribles: mira la foto de arriba e imagina docenas de soldados en situaciones parecidas, o peores… y a continuación imagina que estás en una trinchera y ves que varios morteros están empezando a lanzar cilindros de agente mostaza. ¿Correrías? La mayor parte de los soldados lo hacían. Sé que yo lo haría sin dudarlo un solo momento.
El problema era que, una vez soltado sobre un área, era muy difícil eliminarlo: era una sustancia oleosa y pegajosa, que se evaporaba poco a poco hasta desaparecer. Normalmente, era usado sobre posiciones en las que no se quería entrar, simplemente sacar al enemigo de allí, y la verdad es que, para eso, funcionaba muy bien.
Desde luego, esta horrible arma era vista como “juego sucio” por los ingleses y los franceses. ¿Quiere esto decir que no hicieran ellos lo mismo? Ni mucho menos – en palabras del comandante en jefe del British II Corps, el Teniente General Ferguson:
Es una forma cobarde de hacer la guerra que no aprobamos ni yo ni otros soldados ingleses [...] No podemos ganar esta guerra salvo que matemos o incapacitemos más de nuestros enemigos que ellos, y si esto puede ser logrado únicamente copiando al enemigo en su elección de armas, no debemos negarnos a hacerlo.
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Un bombardeo químico típico durante la Primera Guerra Mundial. |
Como hemos dicho en otras ocasiones aquí, es fácil juzgar las cosas desde nuestro tiempo y lugar. No escribimos esta cita para que maldigas a los ingleses o a los militares: ingleses, alemanes, españoles, americanos, militares, políticos y líderes religiosos, todos ellos han hecho las cosas más atroces en el nombre de ideales nobles y no tan nobles. Todos humanos. Como contrapunto, he aquí las palabras de otra inglesa, la enfermera Vera Brittain:
Ojalá la gente que quiere seguir con esta guerra sin importar lo que cueste pudiera ver a los soldados que sufren de envenenamiento por gas mostaza. Grandes ampollas color mostaza, ojos que no ven, cerrados y pegados, siempre luchando por respirar, sus voces un mero susurro, diciendo que sus gargantas se cierran y que saben que van a asfixiarse.
La Primera Guerra Mundial, en efecto, mostró el verdadero horror de la guerra química y nos enseñó el terrible poder del agente mostaza. La humanidad estaba horrorizada, y la Convención de Ginebra de 1925 prohibió la guerra química. Pero ¿estaba la humanidad suficientemente horrorizada?
* El Reino Unido lo usó contra el Ejército Rojo en 1919.
* España lo utilizó contra los rebeldes bereberes en la guerra del Rif, en 1921-1927.
* Italia lo utilizó contra Libia en 1930.
* La Unión Soviética lo usó en Xinjiang contra China en 1934 y 1936-37.
* Italia lo utilizó contra Abisinia en 1935-1940.
* Polonia lo utilizó contra Alemania en 1939.
* Alemania lo utilizó contra Polonia y la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial.
* Japón lo utilizó contra China en 1937-1945.
* Egipto lo utilizó contra Yemen del Norte en 1963-1967.
* Irak lo utilizó contra Irán en 1981 y en 1983-88.
* Irán lo utilizó contra Irak en 1987-1988.
* Irak lo utilizó contra los kurdos en 1988.
* Sudán lo utilizó (probablemente) contra los insurgentes en la guerra civil en 1995 y 1997.
Pero, además, este agente químico es letal incluso cuando no se utiliza como arma. Aún siguen encontrándose, de vez en cuando, cilindros sin explotar que contienen agente mostaza en Bélgica y Francia. Puede que no te lo creas, pero hasta que recientemente se prohibió, la manera típica de librarse de ellos era hacerlos estallar bajo el océano. Alemania tenía enormes cantidades almacenadas durante la Segunda Guerra Mundial, y cuando los Aliados entraron en Alemania se libraron de este compuesto…tirándolo al Mar Báltico. El problema es que el gas mostaza sigue siendo activo durante cinco años, y en contacto con el agua del mar se convierte en una especie de gel al polimerizarse. Si después llegaba a la costa, flotando en una playa, era posible confundirlo con ámbar gris, una sustancia muy valiosa… te imaginas el resto.
Efectos del gas mostaza:
Puede que esto también resulte difícil de creer, pero sigue siendo legal fabricarlo y almacenarlo, por mucho que se diga lo contrario. La http://en.wikipedia.org/wiki/Chemical_Weapons_Convention de 1993 permite que un país posea hasta una tonelada de este compuesto, aunque si produce más de 100 gramos al año debe informar a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas. Muchos países aún tienen grandes cantidades de gas mostaza almacenadas.
De mostaza y quimioterapia
Los inicios de la moderna era de la quimioterapia pueden ser relacionados directamente con el descubrimiento de que el gas mostaza, un agente químico de uso militar, podía ser usado con efectividad para el tratamiento contra el cáncer.
Después de la Primera Guerra Mundial, varios países trabajaron en mejorar la calidad del gas mostaza y finalmente Alemania y Estados Unidos lo lograron prácticamente de manera simultánea.
El 2 de diciembre de 1943, Alemania bombardea el puerto italiano de Bali, una importante base de suministros para los aliados y hunde 16 barcos. Uno de ellos llevaba un gran cargamento de gas mostaza el cual al derramarse se mezcló con el aceite del barco provocando severos daños a los tripulantes del mismo que habían logrado salvarse. A la mañana siguiente, varios soldados tenían serias lesiones en ojos y piel, y algunos otros presentaron casos de disminución en la presión e irrigación sanguínea, así como en el nivel de glóbulos blancos. Como resultado, 83 soldados de los 617 expuestos al gas fallecieron, algunos durante los primeros días por los efectos inmediatos del gas y el resto a los 8 o 9 días debido a la fuerte disminución de glóbulos blancos.
Al ser notificados de este acontecimiento, el ejército estadounidense consideró que el gas mostaza y la mostaza de nitrógeno podían ocasionar mutaciones al igual que los rayos X, por lo que los usaron como tratamiento experimental para combatir los linfomas para los cuales sólo existían los rayos X como única alternativa de tratamiento de aquel entonces. Después de obtener resultados positivos con ratones, en 1946 se experimentó usando un clorhidrato recién desarrollado en un paciente con cáncer terminal. Durante 10 días se le le dieron infusiones de este componente y a partir del segundo día el tumor comenzó a disminuir y desapareció a las 2 semanas. Los efectos secundarios fueron daños a la médula ósea la cual se recuperó al cabo de unas semanas, sin embargo el tumor reapareció y el paciente finalmente murió. Es decir, usaron contra el cáncer algo que originalmente era un gas venenoso creado para matar personas.
En 1949, el profesor Morizo Ishidate de la Universidad Imperial de Tokyo en conjunción con el profesor Tomizo Yoshida de la Universidad Imperial de Tohoku, con el propósito de disminuir la toxicidad de la mostaza de nitrógeno, disolvieron el clorhidrato en una solución de bicarbonato de sodio y lo oxidaron con hidrógeno hiperácidificado para combinar la mostaza de nitrógeno con óxido de nitrógeno disminuyendo así la mitad de su toxicidad. El clorhidrato de este componente comenzó a venderse en Japón como remedio contra los tumores como nitromin.
En Alemania, de la misma forma se comenzó a desarrollar la ciclofosfamida a partir de la mostaza de nitrógeno lo cual le robó mercado al nitromin. A partir de la mostaza de nitrógeno también se desarrollaron el quilorambucil, melfalan, uracil mostaza, etc. los cuales se continúan comercializando hasta la fecha.
El gas mostaza se sigue usando bajo el nombre de Endoxan para combatir los siguientes tipos de cáncer: mieloma múltiple, linfomas, cáncer de pulmón, de seno, de útero, de ovario, de estomago, de faringe, de vejiga, de hígado, de colon, de testículo, melanoma, etc.
Este componente actúa matando las células cancerosas al mismo tiempo que las sanas, las cuales son mucho más vulnerables y por lo tanto mueren primero dando como resultado la muerte del paciente, lo cual fue el objetivo original de dicho componente como ya hemos podido observar.
Las células cancerosas también son conocidas como células inmortales pues nunca mueren. El telómero de estas células permanece por siempre y jamás envejece. Con rivales como estos, las células saludables, destinadas de cualquier forma a morir algún día, no tienen ninguna oportunidad de competir.
Por las razones anteriores, es posible decir que por más que el paciente resista la crudeza de la quimioterapia y y todo el sufrimiento derivado del cáncer, por más que luche y luche, es realmente difícil que pueda vencer a las inmortales células cancerosas, ya que las células sanas que son mucho mas vulnerables irán muriendo poco a poco a causa de la quimioterapia y se acabarán junto con la vida del paciente.
Con todo esto entonces, ¿por qué se debe utilizar contra el cáncer un fármaco que fue originalmente creado para ser un gas venenoso tan letal?
Porque si la industria farmacéutica le dice al médico: "este medicamento funciona contra este tipo de cáncer y basados en diversas pruebas clínicas durante muchos años ha adquirido la licencia por parte del Ministerio de Salud para ser usado por lo que puede usted recetarlo con confianza" el médico le creerá ciegamente.
El médico quiere salvar la vida del paciente a como dé lugar, y al ser invadido por la duda sobre cual medicamento usar en cánceres calificados de incurables acepta como verdad lo recomendado por la industria farmacéutica y receta el nuevo producto.
Sin embargo, al administrar la quimioterapia, el paciente pierde el cabello, el apetito, y es acosado por constantes náuseas y vómito hasta que al final entra en una condición crítica por lo que el médico suspende el tratamiento antes de concluirlo. El cáncer, por supuesto, llega a reducirse o incluso a verse como si hubiese desaparecido, pero la realidad es que el hongo no se reduce ni desaparece.
En casi todos los casos, el hongo no hace más que trasladarse a otro lugar y ponerse en estado de espera. El paciente ya en un estado visiblemente precario, al ver que el cáncer ha disminuido celebra, pero al comenzar su organismo a recuperarse y a reparar las células dañadas durante varios meses, el cáncer vuelve a expandirse. Lo que significa que el paciente se recupera al mismo tiempo que el cáncer, lo cual es lógico pues ambos tipos de células pertenecen al mismo organismo.
El paciente entonces, de la misma forma que antes, vuelve a someterse a la quimioterapia por recomendación del doctor. Sin embargo, ahora el cáncer se ha vuelto más resistente y ahora antes de que las células cancerosas se reduzcan las células sanas comienzan a destruirse rápidamente hasta acabar con la vida del paciente. Sin embargo, tanto el médico que creyó en el Ministerio de Salud como este último, están libres de toda culpa.
En este centro no utilizamos quimioterapia, por lo que le recomendamos antes de usarla investigar exhaustivamente sobre este método y pensar muy bien si desea usted inyectar veneno en su organismo o en el de sus seres queridos.
Todo sucedió cuando un barco aliado que llevaba un cargamento de este gas fue bombardeado cuando se encontraba amarrado en un puerto italiano. el venenoso líquido se esparció por el agua a la vez que muchos marineros, temiendo por su vida, se lanzaron a ella. Al ser rescatados tuvieron que ser tratados debido a los efectos del gas mostaza. Muchos de ellos sufrían una peligrosa reducción del número de glóbulos blancos en la sangre. Entonces algunos médicos pensaron que el gas mostaza podría ser un posible tratamiento para algunas leucemias que se caracterizan por una sobre producción de glóbulos blancos. Debido a la alta toxicidad del gas mostaza, que contiene azufre, probaron en pacientes leucémicos mostazas nitrogenadas, donde la posición del azufre es ocupada por el nitrógeno.
El primer paciente tratado con estas mostazas nitrogenadas presentó espectaculares avances en 48 horas y al décimo día había desaparecido totalmente la masa del linfoma. Muchas variantes de las mostazas nitrogenadas y de azufre que se habían desarrollado como armas químicas se probaron como sustancias anti cancerígenas, y aunque ninguna curó ningún tipo de cáncer humano, sus efectos retardando el tumor ofrecieron una nueva arma en la lucha contra el cáncer: la quimioterapia.
Fuente:
http://www.taringa.net
http://simoncini-cancer-center.com
http://masabadell.wordpress.com