jueves, 17 de enero de 2013

Imagina, Cristian Castro


Imagina las cosas que pudiera hacer contigo
Imagina la paz y la ternura que sentimos
Imagina lo dulce y lo divino que seria
Imagina que juntos estaremos algún día

No existe amor igual
Que el que te puedo dar toda la vida
Yo se quien puedo ser
Quien te haga más feliz mas consentida

Imagina la noche en que te duermas en mis brazos
Imagina besar todo tu cuerpo muy despacio
Imagina todito lo que tengo en mi guardado
Imagina te entrego el corazón no te lo doy te lo regalo

Imagina querernos con locura y sin medida
Imagina vivir con tanto amor toda la vida

No existe amor igual
Que el que te puedo dar toda la vida
Yo se quien puedo ser
Quien te haga más feliz mas consentida

Imagina la noche en que te duermas en mis brazos
Imagina besar todo tu cuerpo muy despacio
Imagina todito lo que tengo en mi guardado
Imagina te entrego el corazón no te lo doy te lo regalo

Mi amor imagina un mundo y una vida para estar juntos
Siempre juntos
Imagina si puedes imaginate mi amor
Cuanto te amo 




Eterna presencia, Pedro Salinas






No importa que no te tenga,
no importa que no te vea.
Antes te abrazaba,
antes te miraba,
te buscaba toda,
te quería entera.
Hoy ya no les pido,
ni a manos ni a ojos,
las últimas pruebas.
Estar a mi lado
te pedía antes;
sí, junto a mí, sí,
sí, pero allí fuera.
Y me contentaba
sentir que tus manos,
me daban tus manos,
sentir que a mis ojos
les dabas presencia.
Lo que ahora te pido
es más, mucho más,
que beso o mirada:
es que estés más cerca
de mí mismo, dentro.
Como el viento está
invisible, dando
su vida a la vela.
Como está la luz
quieta, fija, inmóvil,
sirviendo de centro
que nunca vacila
al trémulo cuerpo
de llama que tiembla.
Como está la estrella,
presente y segura,
sin voz y sin tacto,
en el pecho abierto,
sereno, del lago.
Lo que yo te pido
es sólo que seas
alma de mi ánima,
sangre de mi sangre
dentro de las venas.
Es que estés en mí
como el corazón
mío que jamás
veré, tocaré,
y cuyos latidos
no se cansan nunca
de darme mi vida
hasta que me muera.
Como el esqueleto,
el secreto hondo
de mi ser, que sólo
me verá la tierra,
pero que en el mundo
es el que se encarga
de llevar mi peso
de carne y de sueño,
de gozo y de pena
misteriosamente
sin que haya unos ojos
que jamás le vean.
Lo que yo te pido
es que la corpórea
pasajera ausencia
no nos sea olvido,
ni fuga, ni falta:
sino que me sea
posesión total
del alma lejana
eterna presencia.






 

De "El Diario de Noah"...


"El mejor tipo de Amor es el que despierta el Alma
y nos hace aspirar a más.
Nos enciende el corazón
y nos trae paz a la mente.
Eso es lo que tú me has dado,
y lo que yo esperaba darte siempre".






Entre la vida y la muerte, es posible que una persona en estado vegetativo entienda lo que le digamos y que, por tanto, podamos comunicarnos de alguna forma con ella?






 



Cinco respuestas correctas a seis preguntas
Nos situamos a principios de 2010 en la universidad de Cambridge. El neurocientífico Adrian Owen se encuentra ante un paciente en estado vegetativo. El hombre está aparentemente inconsciente y no reacciona a ningún estímulo. En el interior de una máquina de resonancia magnética, los investigadores le hacen una serie de preguntas mientras monitorizan su actividad cerebral.
“¿Tu padre se llamaba Thomas? ¿Se llamaba Alexander? ¿Tienes algún hermano? ¿Tienes hermanas?” Una por una, y cada 30 segundos, las señales del escáner muestran las respuestas del paciente. No, sí, sí, no… Las gráficas contienen una señal cerebral clara y sorprendente para los científicos. El paciente ha respondido correctamente a cinco de las seis preguntas, y para la sexta no han recibido una señal clara.
“Nos quedamos impresionados al comprobar que el paciente era capaz de responder correctamente a las preguntas con solo cambiar su pensamiento”, recuerda Owen. Antes de realizar el experimento, los investigadores le habían explicado lo que debía hacer para responder. Para contestar “sí”, debía pensar en el acto de jugar al tenis, una actividad que se refleja en el área motora suplementaria del cerebro.
Para responder “no”, debía imaginarse vagando por las habitaciones de su casa, lo que activaría la circunvolución del parahipocampo, relacionada con la orientación espacial. El estudio mostraba que, de los 54 pacientes estudiados, cinco fueron capaces de modular su actividad cerebral cuando se lo pedían. ¿Significa esto que tenían consciencia? Owen está convencido de que sí. 

Volver del otro lado
En 1997, Kate Bainbridge sufrió una infección viral en el cerebro que la dejó en estado vegetativo. Los médicos que la atendieron consideraron que su situación era irreversible y que no reaccionaba a estímulos externos. Hasta que Adrian Owen decidió escanear su cerebro. Durante varias semanas, analizó la actividad cerebral de Kate mediante resonancia magnética y descubrió que algunas respuestas eran iguales que las de cualquier persona sana. Si le ponían delante la foto de un familiar, por ejemplo, las regiones cerebrales de la chica se activaban de la misma forma que en cualquier otro individuo. Unos años después, Kate salió del estado vegetativo y pudo contar lo que había vivido. “La imposibilidad de comunicarse era terrible”, aseguró. 

¿Existen más casos como el de Kate? La investigadora Davinia Fernández-Espejo trabaja en el Brain and Mind Institute de la Universidad de Ontario (Canadá). Su objetivo es detectar si los pacientes de este tipo están conscientes, y para ello está utilizando el electroencefalograma (EEG). Sus estudios apuntan en la misma dirección que los de Owen: un porcentaje de los pacientes en coma tiene actividad cerebral que podría ser asociada con la consciencia. “En 2011 estudiamos 19 pacientes en estado vegetativo”, explica Fernández-Espejo, “y vimos que tres de ellos tenían consciencia. Les pedíamos que se imaginaran moviendo la mano derecha y moviendo los dedos de los pies, y la actividad cerebral de tres de ellos nos indicaba que nos estaban entendiendo. Y el seguimiento de órdenes es un criterio para demostrar que una persona está consciente”. 

Algunos neurocientíficos pusieron en duda el hallazgo y atribuyeron los resultados a una respuesta automática del cerebro a ciertas palabras. Para desmontarlo, el propio Owen realizó una prueba suplementaria: introdujo a una serie de sujetos sanos en un escáner y, sin darles instrucciones, monitorizó su reacción al decirles aleatoriamente las palabras “tenis” o “casa”. Los resultados demostraron que no había señal en las áreas cerebrales que debían activarse, de modo que el cerebro no había respondido de forma automática.

No engañarse
Lo que convierte esta investigación en un asunto vital es que no hay diferencias entre los pacientes que no tienen indicio de consciencia y los que sí. Es decir, puede haber pacientes “atrapados” en un cuerpo inerte sin que los demás sepan que son conscientes de lo que sucede.
La reacción de las personas en estado vegetativo que abren los ojos o realizan algún movimiento también puede llamar al engaño. “Es cierto que estos pacientes tienen reflejos y hacen ciertos movimientos”, explica la científica española. “Las familias a veces los interpretan como intencionales. Muchos conservan el reflejo de risa o llanto, pero esto no basta para diferenciarlos.” El objetivo de estos estudios es conseguir identificar a aquellos que tienen consciencia. Los trabajos de Owen arrojan una cifra escalofriante: un 20%. La esperanza está en abaratar los experimentos de encefalograma que encabeza Fernández-Espejo. Se podrán hacer más preguntas, lo que aclarará cuál es el verdadero estado de su cerebro. “Con una sola prueba”, dice Owen, “no puedes asegurar que esa persona esté diciendo que sí, pero si tienes 175 preguntas correctas de 190, está bastante claro”. 

“Quizá en un futuro”, concluye Fernández-Espejo, “consigamos que hablen o den órdenes sencillas, como algunos pacientes tetrapléjicos”.


 Fuente:

 http://www.quo.es


Misión Imposible: sorprendente versión de David Garrett





Fascinantes juegos de luces en una cueva bajo los volcanes de Kamchatka




Esta foto muestra una cueva de hielo de apariencia surrealista en la península de Kamchatka, en Rusia, que se ha formado por una corriente de agua que fluye desde los manantiales calientes que parten del volcán Mutnovsky.
Esta corriente fluye bajo el hielo glaciar por los flancos del volcán y, debido a que los glaciares de los volcanes de Kamchatka se han estado derritiendo en los últimos años, el techo de esta cueva se ha hecho tan delgado que la luz solar penetra a través de él, iluminando de forma extraña y a la vez bella las estructuras de hielo en su interior.
Su descubrimiento es obra de unos geonautas europeos, llamados Florian, Martin y Marc, y se produjo durante el pasado verano; por supuesto, había un riesgo relativamente alto de que estas cuevas de hielo colapsaran y se derrumbaran sobre sus cabezas, pero que duda cabe que se recompensa el peligro con un escenario de luz y hielo único en el mundo.





 

 



La península de Kamchatka, con el tamaño de Alemania y una población que no llega al medio millón de personas, es una de las regiones volcánicas más activas del mundo, con alrededor de 160 volcanes, 29 de ellos todavía activos; y es frecuente que varios volcanes entren en erupción al mismo tiempo, al ser una tierra fronteriza entre dos continentes, donde chocan la placa de Eurasia y la placa del Pacífico.
Este equipo de geólogos visitó los volcanes Kliuchevskoi, Bezymianny, Shiveluch y Mutnovsky. Y también la “montaña de fuego” Tolbachik, el mayor volcán de Kamchatka, que precisamente entró en erupción por primera vez en 36 años sólo unos días después de que estos aventureros transitaran por él, el pasado 28 de noviembre.
La erupción fue precedida por un enjambre de más de 250 terremotos al día, algunos muy severos que a buen seguro habrían acabado con esta bella de cueva de hielo y sus vistantes, de haberse encontrado dentro todavía obnubilados por su belleza.

El Tolbachik en la erupción del pasado 28 de noviembre

 
 

 


Fuente:

http://blogs.lainformacion.com