domingo, 12 de mayo de 2013

Una Carta de Amor, Julio Cortázar




Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.



Solo pienso en ti, Gianmarco



Si estas tocando el cielo con tus manos
si sientes un calor extraño.. en tu corazon
si escuchas una musica lejana
diciendo que te ama, no dudes que soy yo.

La luz de tu mirada en mi camino
ahora solo quiero estar contigo
Tu voz me revuelve los sentidos
me transporta por un rio
su caudal es ser mayor.

Y tu cuando me abrazas y me besas
se llena de sorpresas el mundo en mi interior
Una estrella en la noche me contesta
ella es tu fiel princesa.

Solo pienso en ti amor, solo quiero darte mas de mi
que es todo el sol que da calor, una llena en mi pasion
Solo pienso en ti amor, solo quiero darte mas de mi
a tu lado quiero yo yo contruir un mundo de marfil
Solo pienso en ti amor, solo quiero darte mas de mi.

Aqui es que termino esta balada
voy uniendo 1000 tonadas
para asi poder decir,
gritarle al mundo que estoy amando
que soy un loco enamorado
por ti yo quiero seguir
dificil es decir cuan grande es el amor
que siento yo por ti

Solo pienso en ti amor, solo quiero darte mas de mi
eres todo el sol que da calor, luna llena en mi pasion
Solo pienso en ti amor, solo quiero darte mas de mi
a tu lado quiero yo, yo contruir un mundo de marfil
Solo pienso en ti amor, solo quiero darte mas de mi


Arte Poética, Jorge Luis Borges







Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo,
Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
Un triste oro, tal es la poesía
Que es inmortal y pobre. La poesía
Vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
Nos mira desde el fondo de un espejo;
El arte debe ser como ese espejo
Que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al divisar su Itaca
Verde y humilde. El arte es esa Itaca
De verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
Que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable.




Por qué pensamos lo que pensamos, José Saramago

 


Hay una afirmación que es a la vez interesante y problemática que dice que el pensamiento es el conjunto de ideas propias de una persona o colectividad. Eso se encuentra en un diccionario, no filosófico, sino de lengua. Esto que yo les estoy diciendo es una de las más interesantes y problemáticas definiciones. El conjunto del pensamiento como el conjunto de ideas propias de una persona o colectividad. 
Pero esto significa que pensamos lo que hay para pensar, eso significa que no podemos pensar fuera de lo pensado, estamos otra vez en el reino de la subjetividad. 
Cuando se están diciendo ideas propias que, aparentemente, nosotros pensamos lo que decimos es lo que la época en que vivimos piensa y nos expresamos en el lenguaje de esa época. De ahí, ¿qué es lo que expresamos? Sencillamente la parte del pensamiento común que hemos sido capaces de asimilar. 
Nuestro pensamiento está marcado por nuestro entorno, porque hemos heredado un idioma, una tradición cultural, costumbres, etc. Pensamos lo que hay prepensado, pensamos lo que antes han pensado otros. Es difícil pensar fuera de lo que hay prepensado.
 
 
 

Carta para volvernos a ver, Gonzalo Rojas



Escrita en el mar, el 25-10-58, entre las 2 y las 5 de la mañana, a bordo del "Laennec", Navifrance,
por la ruta del Atlántico norte. No publicada hasta la fecha.


Lo feo fue quererte, mi Fea, conociendo cuánta víbora
era tu sangre, lo monstruoso
fue oler amor debajo de tu olorcillo a hiena, y olvidar
que eras bestia, y no a besos sino a cruel mordedura
te hubiera, en pocos meses, lo vicioso y confuso
descuerado, y te hubiera en la mujer más bella ¡por Safo! convertido.

Porque, vistas las cosas desde el mar, en el frío de la noche oceánica
y encima de este barco de lujo, con mujeres francesas y espumosas,
y mucha danza, y todo, no hay ninguna
cuyo animal, oh Equívoca, tenga más desenfreno en su fulgor
antes de ti, después de ti. No hay ojos verdes
que se parezcan tanto a la ignominia.

Ignominia es tu sangre, Burguesilla: lo turbio que te azota por dentro,
remolino viscoso de miedo y de lujuria, corrupción
de todo lo materno que es la mujer. ¡Acuérdate, Malparida, de aquella pesadilla!
No hay trampa que te valga cuando tiritas y entras al gran baile del muro
donde se te aparecen de golpe los pedazos de la muerte.

No te perdono, entiéndeme, porque no me perdono, porque el mar
-por hermoso que sea- no perdona al cadáver: lo rechaza y lo arroja
como inútil estiércol.
Muerta estás y aun entonces, cuando dormí contigo, dormí con una máquina
de parir muertos. Nadie podrá lavar mi boca sino el áspero océano,
Mujer y No-mujer, de tu beso vicioso.

Lástima de hermosura. Si hoy te falta de madre justo lo que te sobra
de ramera
y de sábana en sábana, desnuda, vas riendo
y sin embargo empiezas a llorar en lo oscuro cuando no te oye nadie,
es posible, es posible que descubras tu estrella por el viejo ejercicio
del amor, es posible que tanta espuma inútil
pierda su liviandad, se integre en la corriente, vuelva al coro del Ritmo.

Tal vez el largo oleaje de esta carta te aburra, todo este aire solemne,
pero el Ritmo ha de ser océano profundo
que al hombre y la mujer amarra y desamarra
nadie sabe por qué y, es curioso, yo mismo
no sé por qué te escribo con esta mano, y toco
tu rara desnudez terrible todavía.

No hablemos ya de mayo ni de junio, ni hablemos
del gran mes, mi Amorosa, que construyó en diamante tu figura
de amada y sobreamada, por encima del cielo, en el volcán
de aquel Chillán de Chile que vivimos los dos, y eternizamos,
silenciosos, seguros de ser uno en el vuelo.

No. Bajemos de ahí, mi Sangrienta, y entremos al agosto mortuorio:
crucemos los horribles pasadizos
de tus vacilaciones, volvamos al teléfono
que aún estará sonando. Volemos en aviones a salvar
los restos de Algo, de Alguien que va a morir, mi Dios, descuartizado.

Digamos bien las cosas. No es justo que metamos a ningún Dios en esto.
Cínicos y quirúrgicos, los dos, los dos mentimos.
Tú, la más Partidaria de la Verdad, negaste la vida hasta sangrar
contra la Especie (¿Es mucho cinco mil cuatrocientas criaturas por hora...?)
Los dos, los dos cortamos las primeras, las finas
raíces sigilosas del que quiso venir
a vemos, y a besamos, y a juntamos en uno.

Miro el abismo al fondo de este espejo quebrado, me adelanto a lo efímero
de tus días rientes y otra vez no eres nada
sino un color difícil de mujer vuelta al polvo
de la vejez. Adiós. Hueca irás. Vivirás
de lo que fuiste un día quemada por el rayo del vidente.

Mortal contradictorio: cierro esta carta aquí,
este jueves atlántico, sin Júpiter ni estrella.
No estás. No estoy. No estamos. Somos, y nada más.
Y océano,
y océano,
y únicamente océano.