viernes, 7 de septiembre de 2012

Il Divo

Lo que soy te daré sin miedo a algun error
creo en ti y dejaré en tus manos mi ilusión.
Quiero estar dentro de tu corazón,
Poder lograr que me ames como yo.

Madame...

...Bovary

¿No tenían otra cosa qué decirse? Sus ojos, sin embargo, es­taban llenos de una conversación más seria; y, mientras se es­forzaban en encontrar frases banales, se sentían invadidos por una misma languidez; era como un murmullo del alma, pro­fundo, continuo, que dominaba el de las voces. Sorprendidos por aquella dulzura nueva, no pensaban en contarse esa sensa­ción o en descubrir su causa. Las dichas futuras, como las playas de los trópicos, proyectan sobre la inmensidad que les precede sus suavidades natales, una brisa perfumada, y uno se adormece en aquella embriaguez sin ni siquiera preocuparse del horizonte que no se vislumbra...

Gustave Flaubert

Manuscrito Voynich


 

 







El Manuscrito Voynich es un antiguo texto que posee escrituras que no pueden ser interpretadas, ilustraciones que desafían la inteligencia de los científicos, incluyendo a muchos aficionados, quienes intentan descubrir desde hace casi un siglo, el mensaje conceptual de esta obra. Lo único que se ha podido determinar, hace pocos meses por científicos de la Universidad de Arizona, es su antigüedad. Este trabajo habría sido realizado en el siglo XV.

 Investigadores de la Universidad de Arizona han descifrado uno de los infinitos enigmas que rodean lo que se ha llamado el "manuscrito más misterioso del mundo": el Manuscrito Voynich, un libro lleno de dibujos y textos que nadie ha sido capaz de dar sentido hasta el día de hoy. 
Un equipo dirigido por Greg Hodgins, en el departamento de Física de la Universidad de Arizona y mediante el uso de la técnica de datación por radioisótopos de carbono, ha fechado el pergamino del manuscrito Voynich entre 1404 y 1438, y el Instituto McCrone de Investigación, de Chicago, ha determinado que el texto y las ilustraciones son de la misma época, por lo que el libro sería un siglo más antiguo de lo que los estudiosos se habían imaginado anteriormente. 
 Pero ¿qué es el Manuscrito Voynich?
 En algún lugar de Europa, probablemente el norte de Italia, y en algún momento de principios del siglo XV alguien (probablemente dos personas), tomaron pluma, tinta común y pergamino, y escribieron un libro de 38.000 palabras, utilizando de principio a fin un alfabeto y un idioma que han desafiado cualquier identificación. No es un libro enorme. Mide unos 16 por 23 cm  y unos 5 cm de espesor. Tiene cerca de 240 páginas, la mayoría de ellas ilustradas. El alfabeto tiene entre 23 y 40 caracteres distintos.

El libro consta de seis secciones. La primera es la más grande, con 130 páginas. Contiene los planos detallados de 113 plantas y flores que nadie ha sido capaz de identificar. Se llama la sección de Botánica. La sección 2 es de 26 páginas, con dibujos astrológicos, un montón de diagramas circulares y concéntricos, y algunos signos del zodíaco. La tercera sección se llama la sección biológica y contiene principalmente dibujos de mujeres desnudas retozando en piscinas conectadas con intrincadas cañerías. La sección 4 es la sección cosmológica, con unos impresionantes diagramas circulares que de alguna manera parecen tener naturaleza cósmica. La quinta sección es farmacéutica, con más de 100 dibujos de hierbas, raíces, polvos, tinturas, y pociones cuyo contenido es indescifrable. La última sección, denominada Estrellas, es la más misteriosa. Está compuesta de 23 páginas de texto sin imágenes, en párrafos cortos, cada uno marcado con una estrella.
 A primera vista, el Manuscrito Voynich no parece ser diferente a cualquier otro trabajo antiguo donde se incluyen escrituras y dibujos. Pero una segunda mirada, más cercana y analítica, revela que aquí nada es lo que parece.
Extracto del texto de una página cualquiera
 Algunas frases se asemejan a las utilizadas en latín, a diferencia de otras que no se utilizan en ningún idioma conocido, y se organizan en lo que parecen ser las palabras y/o frases, con la singularidad de que no se asemejan a cualquier cosa escrita por los seres humanos. Hodgins, un científico, investigador, asistente y profesor en el departamento de Física de la Universidad de Arizona (con un nombramiento conjunto en la Escuela de la UA de Antropología), está fascinado con el manuscrito. "¿Es un código? ¿Es un sistema de cifrado? Hay mucha gente que está haciendo el análisis estadístico del uso de los diagramas y el uso de las palabras y poseen las mejores herramientas para descifrar el significado de este trabajo, pero aun nadie ha logrado determinar si es un texto cifrado por algún científico de aquella época, si es un conjunto de textos y dibujos sin sentido alguno. Hasta hay personas que especulan con la posibilidad de que se trate de un trabajo extraterrestre. Por supuesto, nada de esto ha podido ser demostrado aún”.
 Algunas de las ilustraciones muestran una influencia oriental, incluyendo un mapa que es probable que sea de la ciudad circular de Bagdad, el centro del conocimiento del Este.
Unos cientos de años más tarde (no sabemos exactamente cuándo), se añadió una cubierta, pero desafortunadamente es en blanco. También en una fecha posterior, las ilustraciones fueron coloreadas por alguien menos cuidadoso que el artista original.

El libro fue propiedad del astrólogo inglés John Dee en el siglo XVI, que escribió los números de página en la esquina superior derecha de cada hoja. Dee lo vendió al emperador Rodolfo II de Alemania, en el entendimiento de que se trataba de la obra original de Roger Bacon, un fraile del siglo XIII considerado como uno de los padres del método científico. De allí, el libro pasó por varios propietarios, que escribieron sus nombres sobre el documento. En 1666 el libro le fue mostrado al estudioso Athanasius Kircher en Roma, junto con una carta firmada por Johannes Marcus Marci, con la esperanza de que Kircher pudiera traducirlo. La carta de Marci aún se conserva junto con el libro. La pista del manuscrito se difumina en este punto, hasta que finalmente fue descubierto por el antiguo librero Wilfrid Voynich en 1912 en el colegio jesuita de Villa Mondragone en Italia. Después de pasar por varios propietarios más, el libro fue donado finalmente a su hogar actual, la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale, bajo su nombre oficial de EM 408.




Se utilizó pluma de ave para escribir el texto y dibujar las figuras con pintura de colores; según se puede apreciar, el texto es posterior a las figuras, ya que en numerosas ocasiones el texto aparece tocando el borde de las imágenes, algo que no ocurriría si éstas hubiesen sido añadidas posteriormente.
 Pero las pistas que indican que hay un significado en el texto no terminan aquí. Los patrones sobre el uso de las palabras y su interrelación también se diferencian en cada una de las 6 secciones del libro, como si las secciones tratasen en realidad acerca de temas diferentes. Las páginas de cada sección son más similares entre sí de lo que lo son con páginas de otras secciones.

Un análisis más amplio de esto lleva a otro punto interesante. Un conocido análisis hecho en la década de los 70 por la Marina de los EE.UU. (en concreto por el criptógrafo Prescott Currier) encontró que el manuscrito Voynich está escrito en dos idiomas distintos. Él usó el término lenguajes, pero también advirtió que su observación podría estar relacionada con que la temática fuese completamente distinta, que se hubiesen utilizado dos esquemas de encriptación diferentes, o que se tratase de dos dialectos de un mismo idioma. Él los llamó Voynich-A y Voynich-B. Curiosamente, Voynich-A y Voynich-B son dos estilos diferentes de escritura, aunque ambos usan el mismo alfabeto. Cada página del libro está escrito íntegramente en A o B. Las secciones de biología y de las estrella del libro están escritos en Voynich-B, los otros están escritos en Voynich-A. La excepción es la sección primera y más grande, la de botánica, que contiene una combinación de los dos. Pero no están mezcladas. El libro está encuadernado en bifolios, que son grupos de páginas dobladas, que se apilan una encima de la otra para formar un libreto. Cada bifolio en el manuscrito Voynich está escrito íntegramente en un idioma u otro.


Por último, Hodgins agrega que lo que el trabajo parece albergar es información relacionada con la alquimia, a la que siempre se la ha asociado con misterios, secretos y la conservación de conocimientos en forma codificada. Sin ir muy lejos, basta con recordar la manera de trabajar que tenía el propio Leonardo Da Vinci (a quien algunos le atribuyeron este manuscrito). Lo cierto es que nadie sabe aún de qué se trata. Botánica, organismos marinos, símbolos astrológicos, figuras humanas y muchas cosas más (incomprensibles, por supuesto) acompañan un texto tan fascinante y fantástico como imposible de comprender.


Heridas y gusanos

Probablemente ver una herida por la que se pasean los gusanos sea algo realmente repugnante para mucha gente. Incluso, puede que resulte asqueroso tan sólo el pensar en ello. Pero dejando la repugnancia aparte los gusanos pueden llegar a ser beneficiosos y a suponer la salvación del herido como ya saben desde hace bastante tiempo los médicos militares.

Las primeras noticias sobre el poder curativo de las larvas de los insectos nos llegan de hace aproximadamente cinco siglos. En las grandes batallas que tuvieron lugar durante el Renacimiento con grandes extensiones de terreno llenas de muertos y heridos cuyas heridas se iban pudriendo poco a poco y llenándose de gusanos, se observó cómo algunos iban mejorando y lograban sobrevivir. Se llegó a ver que los gusanos de las heridas ayudaban a eliminar la infección.
El caso mejor documentado es el de dos soldados que durante la I Guerra Mundial quedaron abandonados en el campo de batalla con heridas muy graves. Los encontraron al cabo de una semana y parece que lograron salvar su vida gracias a la acción benefactora de las larvas sobre las heridas. Esto llevó a seguir investigando el efecto de las larvas de los insectos y en 1931 el médico W. S. Baer comunicó que había tenido éxito en la curación de una infección ósea (osteomielitis) por aplicación de las larvas. Se siguió experimentando y hacia 1940 las larvas se utilizaban como terapia para luchar contra diversas infecciones y quemaduras. Posteriormente el tratamiento ha caído en desuso, parece ser que debido a lo repugnante que resulta.
La interpretación que se ha hecho de estos efectos terapéuticos es que las larvas tienen el hábito de "masticar" los tejidos infectados o necrosados, dejando a un lado los que están en buen estado. De esta manera, se consigue que desaparezcan las bacterias que dan lugar a la infección manteniendo las heridas limpias. También parece que el continuo movimiento de estos seres diminutos estimula el crecimiento de tejidos sanos, lo que favorece la cicatrización. Es posible también que lleguen a liberar algún agente antibacteriano.
gusano-2.gif (13425 bytes) Tomado de Investigación y Ciencia, Agosto de 1999

De todas formas, esperamos no tener que llegar a recurrir al método, porque aunque beneficioso resulta un poco truculento.