Lo que soy te daré sin miedo a algun error
creo en ti y dejaré en tus manos mi ilusión.
Quiero estar dentro de tu corazón,
Poder lograr que me ames como yo.
¿No tenían otra cosa qué decirse? Sus ojos, sin embargo, estaban llenos
de una conversación más seria; y, mientras se esforzaban en encontrar
frases banales, se sentían invadidos por una misma languidez; era como
un murmullo del alma, profundo, continuo, que dominaba el de las voces.
Sorprendidos por aquella dulzura nueva, no pensaban en contarse esa
sensación o en descubrir su causa. Las dichas futuras, como las playas
de los trópicos, proyectan sobre la inmensidad que les precede sus
suavidades natales, una brisa perfumada, y uno se adormece en aquella
embriaguez sin ni siquiera preocuparse del horizonte que no se
vislumbra...
El Manuscrito Voynich es un antiguo texto que posee escrituras que no pueden ser interpretadas, ilustraciones que desafían la inteligencia de los científicos,
incluyendo a muchos aficionados, quienes intentan descubrir desde hace
casi un siglo, el mensaje conceptual de esta obra. Lo único que se ha
podido determinar, hace pocos meses por científicos de la Universidad de
Arizona, es su antigüedad. Este trabajo habría sido realizado en el siglo XV.
Investigadores de la Universidad de Arizona han descifrado uno de los infinitos enigmas que rodean lo que se ha llamado el "manuscrito más misterioso del mundo":
el Manuscrito Voynich, un libro lleno de dibujos y textos que nadie ha
sido capaz de dar sentido hasta el día de hoy.
Un equipo dirigido por
Greg Hodgins, en el departamento de Física de la Universidad de Arizona y
mediante el uso de la técnica de datación por radioisótopos de carbono, ha fechado el pergamino del manuscrito Voynich entre 1404 y 1438, y el Instituto McCrone de Investigación, de Chicago, ha determinado que el texto y las ilustraciones son de la misma época, por lo que el libro sería un siglo más antiguo de lo que los estudiosos se habían imaginado anteriormente.
Pero ¿qué es el Manuscrito Voynich?
En algún lugar de Europa, probablemente el norte de Italia, y en algún
momento de principios del siglo XV alguien (probablemente dos personas),
tomaron pluma, tinta común y pergamino, y escribieron un libro de
38.000 palabras, utilizando de principio a fin un alfabeto y un idioma
que han desafiado cualquier identificación. No es un libro enorme. Mide
unos 16 por 23 cm y unos 5 cm de espesor. Tiene cerca de 240 páginas,
la mayoría de ellas ilustradas. El alfabeto tiene entre 23 y 40
caracteres distintos.
El libro consta de seis secciones. La primera es la más grande, con 130
páginas. Contiene los planos detallados de 113 plantas y flores que
nadie ha sido capaz de identificar. Se llama la sección de Botánica. La
sección 2 es de 26 páginas, con dibujos astrológicos, un montón de
diagramas circulares y concéntricos, y algunos signos del zodíaco. La
tercera sección se llama la sección biológica y contiene principalmente
dibujos de mujeres desnudas retozando en piscinas conectadas con
intrincadas cañerías. La sección 4 es la sección cosmológica, con unos
impresionantes diagramas circulares que de alguna manera parecen tener
naturaleza cósmica. La quinta sección es farmacéutica, con más de 100
dibujos de hierbas, raíces, polvos, tinturas, y pociones cuyo contenido
es indescifrable. La última sección, denominada Estrellas, es la más
misteriosa. Está compuesta de 23 páginas de texto sin imágenes, en
párrafos cortos, cada uno marcado con una estrella.
A primera vista,
el Manuscrito Voynich no parece ser diferente a cualquier otro trabajo
antiguo donde se incluyen escrituras y dibujos. Pero una segunda mirada,
más cercana y analítica, revela que aquí nada es lo que parece.
Extracto del texto de una página cualquiera
Algunas frases se asemejan a las utilizadas en latín,
a diferencia de otras que no se utilizan en ningún idioma conocido, y
se organizan en lo que parecen ser las palabras y/o frases, con la
singularidad de que no se asemejan a cualquier cosa escrita por los seres humanos.
Hodgins, un científico, investigador, asistente y profesor en el
departamento de Física de la Universidad de Arizona (con un nombramiento
conjunto en la Escuela de la UA de Antropología), está fascinado con el
manuscrito. "¿Es un código? ¿Es un sistema de cifrado? Hay mucha gente
que está haciendo el análisis estadístico del uso de los diagramas y el
uso de las palabras y poseen las mejores herramientas para descifrar el
significado de este trabajo, pero aun nadie ha logrado determinar si es un texto cifrado por algún científico de aquella época,
si es un conjunto de textos y dibujos sin sentido alguno. Hasta hay
personas que especulan con la posibilidad de que se trate de un trabajo
extraterrestre. Por supuesto, nada de esto ha podido ser demostrado
aún”.
Algunas de las ilustraciones muestran una influencia oriental,
incluyendo un mapa que es probable que sea de la ciudad circular de
Bagdad, el centro del conocimiento del Este.
Unos cientos de años más tarde (no sabemos exactamente cuándo), se
añadió una cubierta, pero desafortunadamente es en blanco. También en
una fecha posterior, las ilustraciones fueron coloreadas por alguien
menos cuidadoso que el artista original.
El libro fue propiedad del astrólogo inglés John Dee en el siglo XVI,
que escribió los números de página en la esquina superior derecha de
cada hoja. Dee lo vendió al emperador Rodolfo II de Alemania, en el
entendimiento de que se trataba de la obra original de Roger Bacon, un
fraile del siglo XIII considerado como uno de los padres del método
científico. De allí, el libro pasó por varios propietarios, que
escribieron sus nombres sobre el documento. En 1666 el libro le fue
mostrado al estudioso Athanasius Kircher en Roma, junto con una carta
firmada por Johannes Marcus Marci, con la esperanza de que Kircher
pudiera traducirlo. La carta de Marci aún se conserva junto con el
libro. La pista del manuscrito se difumina en este punto, hasta que
finalmente fue descubierto por el antiguo librero Wilfrid Voynich en
1912 en el colegio jesuita de Villa Mondragone en Italia. Después de
pasar por varios propietarios más, el libro fue donado finalmente a su
hogar actual, la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale, bajo su
nombre oficial de EM 408.
Se utilizó pluma de ave para escribir el texto y dibujar las figuras con
pintura de colores; según se puede apreciar, el texto es posterior a
las figuras, ya que en numerosas ocasiones el texto aparece tocando el
borde de las imágenes, algo que no ocurriría si éstas hubiesen sido
añadidas posteriormente.
Pero las pistas que indican que hay un significado en el texto no
terminan aquí. Los patrones sobre el uso de las palabras y su
interrelación también se diferencian en cada una de las 6 secciones del
libro, como si las secciones tratasen en realidad acerca de temas
diferentes. Las páginas de cada sección son más similares entre sí de lo
que lo son con páginas de otras secciones.
Un análisis más amplio de esto lleva a otro punto interesante. Un
conocido análisis hecho en la década de los 70 por la Marina de los
EE.UU. (en concreto por el criptógrafo Prescott Currier) encontró que el
manuscrito Voynich está escrito en dos idiomas distintos. Él usó el
término lenguajes, pero también advirtió que su observación podría estar
relacionada con que la temática fuese completamente distinta, que se
hubiesen utilizado dos esquemas de encriptación diferentes, o que se
tratase de dos dialectos de un mismo idioma. Él los llamó Voynich-A y
Voynich-B. Curiosamente, Voynich-A y Voynich-B son dos estilos
diferentes de escritura, aunque ambos usan el mismo alfabeto. Cada
página del libro está escrito íntegramente en A o B. Las secciones de
biología y de las estrella del libro están escritos en Voynich-B, los
otros están escritos en Voynich-A. La excepción es la sección primera y
más grande, la de botánica, que contiene una combinación de los dos.
Pero no están mezcladas. El libro está encuadernado en bifolios, que son
grupos de páginas dobladas, que se apilan una encima de la otra para
formar un libreto. Cada bifolio en el manuscrito Voynich está escrito
íntegramente en un idioma u otro.
Por último, Hodgins agrega que lo que el trabajo parece albergar es información relacionada con la alquimia,
a la que siempre se la ha asociado con misterios, secretos y la
conservación de conocimientos en forma codificada. Sin ir muy lejos,
basta con recordar la manera de trabajar que tenía el propio Leonardo Da Vinci (a quien algunos le atribuyeron este manuscrito). Lo cierto es que nadie sabe aún de qué se trata. Botánica, organismos marinos, símbolos astrológicos, figuras humanas y muchas cosas más (incomprensibles, por supuesto) acompañan un texto tan fascinante y fantástico como imposible de comprender.
Probablemente ver una herida por la que se pasean los gusanos sea
algo realmente repugnante para mucha gente. Incluso, puede que resulte asqueroso tan sólo
el pensar en ello. Pero dejando la repugnancia aparte los gusanos pueden llegar a ser
beneficiosos y a suponer la salvación del herido como ya saben desde hace bastante tiempo
los médicos militares.
Las primeras noticias sobre el poder curativo de las larvas de los insectos
nos llegan de hace aproximadamente cinco siglos. En las grandes batallas que tuvieron
lugar durante el Renacimiento con grandes extensiones de terreno llenas de muertos y
heridos cuyas heridas se iban pudriendo poco a poco y llenándose de gusanos, se observó
cómo algunos iban mejorando y lograban sobrevivir. Se llegó a ver que los gusanos de las
heridas ayudaban a eliminar la infección.
El caso mejor documentado es el de dos soldados que durante la I
Guerra Mundial quedaron abandonados en el campo de batalla con heridas muy graves. Los
encontraron al cabo de una semana y parece que lograron salvar su vida gracias a la
acción benefactora de las larvas sobre las heridas. Esto llevó a seguir investigando el
efecto de las larvas de los insectos y en 1931 el médico W. S. Baer comunicó que había
tenido éxito en la curación de una infección ósea (osteomielitis) por aplicación de
las larvas. Se siguió experimentando y hacia 1940 las larvas se utilizaban como terapia
para luchar contra diversas infecciones y quemaduras. Posteriormente el tratamiento ha
caído en desuso, parece ser que debido a lo repugnante que resulta.
La interpretación que se ha hecho de estos efectos terapéuticos es
que las larvas tienen el hábito de "masticar" los tejidos infectados o
necrosados, dejando a un lado los que están en buen estado. De esta manera, se consigue
que desaparezcan las bacterias que dan lugar a la infección manteniendo las heridas
limpias. También parece que el continuo movimiento de estos seres diminutos estimula el
crecimiento de tejidos sanos, lo que favorece la cicatrización. Es posible también que
lleguen a liberar algún agente antibacteriano.
Tomado
de Investigación y Ciencia, Agosto de 1999
De todas formas, esperamos no tener que llegar a recurrir al
método, porque aunque beneficioso resulta un poco truculento.