Aquí me ven
Tratando de dejar atrás
Las malas cosas del pasado
Limpiándome toda la piel
De lo que un día me hizo daño
Para sanar mis heridas
Aquí me ven
Es hora de recuperar
Lo que dejé por olvidado
Las ganas de volver a amar
Y de vencer el calendario
Para encontrar mi salida
Aquí me ven
Tratando de limpiar los restos
Que quedaron del fracaso
Creyendo que tal vez podré
Recoger todos mis pedazos
Y recuperar mi vida
Aquí estaré
Y como un hombre asumiré
Que voy a retomar mis pasos
Que lo que nunca pudo ser es cosa ahora
Del pasado
Y quiero amar sin mentiras
Sin mentiras
Mentiras
Vivir sin mentiras
Amar sin mentiras
Quiero amar sin mentiras....
Aquí me ven
Tratando de limpiar los restos
Que quedaron del fracaso
Creyendo que tal vez podré
Recoger todos mis pedazos
Y recuperar mi vida
Aquí estaré
Y como un hombre asumiré
Que voy a retomar mis pasos
Que lo que nunca pudo ser es cosa
Del pasado
Y quiero amar sin mentiras
Sin mentiras.
El me quiso tanto yo aún sigo enamorada. Juntos atravesamos una puerta cerrada. Él cómo os diría? era toda mi ocupación. Cuando en la lumbre ardían sólo palabras de amor.
Palabras de amor, sencillas y tiernas que echamos al vuelo por primera vez. Apenas tuvimos tiempo de aprenderlas, recién despertábamos de la niñez.
Nos bastaban esas, tres frases hechas que entonaba un trasnochado galán. Historias de amor, sueños de poetas, a los quince años no se saben más.
Ella, dónde andará? Tal vez aún me recuerda. Un día se marchó y jamás volví a verla. Pero, cuando oscurece, lejos se escucha una canción. Vieja música que acuna, viejas palabras de amor.
Palabras de amor, sencillas y tiernas que echamos al vuelo por primera vez. Apenas tuvimos tiempo de aprenderlas, recién despertábamos de la niñez.
Nos bastaban esas, tres frases hechas que entonaba un trasnochado galán. De historias de amor, sueños de poetas, a los quince años no se saben más.
Amor, amor
que está herido.
Herido de amor huido ;
herido,
muerto de amor.
Decid a todos que ha sido
el ruiseñor. Bisturí de cuatro filos,
garganta rota y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡herido !
¡muerto de amor !
La lluvia tiene un vago secreto
de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentágrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!
La homeopatía es, posiblemente, la pseudomedicina que más de moda está en los últimos tiempos. La creación de una Cátedra de Homeopatía en la Universidad de Zaragoza o la programación por parte de la UNED de tres cursos de máster en los que se enseña esta pseudociencia
son pruebas de ello.
El propósito de las páginas que pueden leerse a
continuación es aportar unas breves pinceladas informativas, de fácil
comprensión y acceso, de las que muchas veces carece el consumidor de
este tipo de productos. Confiamos en que la divulgación de una serie de
conceptos muy importantes (qué es un ensayo clínico, qué es un placebo,
cuál es el supuesto mecanismo de acción de la homeopatía) sirva para
aclarar toda la desinformación que rodea a esta superchería.
Historia y fundamentos de la homeopatía
Samuel Hahnemann. Imagen obtenida de quotationsbook.com.
El término homeopatía tiene su origen en las ideas de Christian Friedrich Samuel Hahnemann
(1775-1843), un médico alemán que afirmaba que (en su época, jamás hay
que olvidar el contexto) la Medicina causaba más sufrimiento que
beneficio al paciente. Tras dejar la práctica de la medicina en 1794,
Hahnemann utilizó por primera vez la palabra en su trabajo Indications of the Homeopathic Employment of Medicines in Ordinary Practice («Indicaciones del empleo homeopático de medicinas en la práctica ordinaria»). La homeopatía clásica se define habitualmente como el sistema médico
basado en el uso de cantidades diminutas (inifinitesimales) de
sustancias que en grandes dosis producirían síntomas parecidos a los de
la enfermedad que está siendo tratada. El propio Hahnemann reconocía que
la idea de emplear sustancias que producen síntomas similares se le
ocurrió cuando, al tomar una infusión de corteza de cinchona,
experimentó síntomas parecidos a los de la malaria, enfermedad que se
trataba en aquella época precisamente mediante la corteza de cinchona,
rica en quinina. Irónicamente, todo parece indicar que lo que pasó es
que Hahnemann sufría de alergia a la quinina. Por otra parte, Hahnemann creía que dosis muy pequeñas de estos
medicamentos causaban poderosos efectos curativos, dado que al reducir
las dosis consumidas iban desapareciendo los síntomas que producían,
algo perfectamente comprensible pero que Hahnemann, evidentemente,
interpretó de forma errónea. De hecho, pensaba que su potencia se vería
afectada por una agitación metódica y vigorosa del preparado (lo que se
conoce como sucusión; Hahnemann empleaba su Biblia para golpear el recipiente que contenía la mezcla). Aunque a veces se emplean otros grados de dilución, la forma más
habitual de preparación de una dilución homeopática es la siguiente: se
coge 1 ml de la sustancia original (“tintura madre”) y se mezcla con 99
ml de agua. Se agita este preparado y se obtiene una dilución de 1 CH
(Centesimal de Hahnemann). A continuación, se coge 1 ml de este producto
y se repite la operación; así se consigue una dilución de 2 CH. Como se puede deducir del apartado anterior, cada vez que se realiza
una de estas mezclas, la sustancia original queda diluida 100 veces más
en el preparado final. Se supone que estos productos son más efectivos
cuanto más diluidos están. Un simple cálculo permite saber que una
dilución de 12 CH no contiene ya ninguna molécula del principio activo.
Es, en otras palabras, simplemente agua. No es raro ver medicamentos
homeopáticos con diluciones de 30 CH. Para saber qué significa esto,
podemos acudir al ejemplo perfectamente planteado por Ben Goldacre en su libro Bad Science:
Imagina una esfera de agua con un diámetro de 150
millones de kilómetros (es la distancia que hay entre la Tierra y el
Sol). La luz tarda ocho minutos en recorrer esa distancia. Imagina una
esfera de agua de ese tamaño con una molécula de una sustancia disuelta
en ella: eso es una dilución 30 CH (para los pedantes: es 30.89 CH).
Según Hahnemann, el efecto curativo se produce no por la sustancia
que (no) hay disuelta, sino porque de algún modo el proceso de dilución y
golpeteo (la dinamización) transmite al agua el espíritu curativo de la sustancia. Empleando un lenguaje más moderno, los homeópatas actuales hablan del efecto memoria
del agua, que recuerda con qué sustancias ha estado en contacto. Para
tener más información sobre este supuesto efecto curativo, será
necesario acudir a la sección Pruebas científicas. Por el momento, podemos concluir que, esencialmente, la homeopatía es simplemente agua. La cosa no va mucho más allá.
Pruebas científicas
Para poder entender esta sección, es necesario tener en mente unas
pequeñas nociones acerca del funcionamiento de un estudio que tiene como
objetivo verificar el funcionamiento de un determinado medicamento. No
todos los artículos científicos son iguales: unos estarán mejor hechos
que otros y habrán seguido una metodología más precisa. El hecho de
haber chapuceado durante el proceso puede provocar que el medicamento
parezca eficaz cuando en realidad no lo es. En el blog de medicina Per Ardua ad Astra se puede encontrar un excelente artículo que resume gran parte de lo que es necesario saber de forma genérica en este campo. Ahora cojamos todos los estudios que se han hecho para comprobar la eficacia de la homeopatía. Una búsqueda por el término homeopathy en PubMed, el buscador de los National Institutes of Health (Institutos Nacionales de la Salud
en castellano) estadounidenses, que indexa artículos científicos sobre
medicina, proporciona 4214 resultados a fecha del 22 de octubre de 2010.
Quien proclame que la homeopatía no se estudia debido a oscuros intereses farmacéuticos, por tanto, se equivoca. ¿Qué conclusiones se puede sacar de todo este material? Depende. Si
un estudio se ha hecho de forma descuidada (no se ha aleatorizado la
muestra, no hay doble ciego, etc.), podemos incluso esperar resultados
positivos. A medida que vamos revisando trabajos más cuidados y serios,
los resultados en favor de la homeopatía comienzan a diluirse. Una forma rápida de saber en qué estado está actualmente el conocimiento de la materia es acudir a las revisiones de la Cochrane Collaboration (gracias a la suscripción realizada por el Ministerio de Sanidad, podemos acceder desde territorio español a la Biblioteca Cochrane Plus en castellano).
Estas revisiones recopilan toda la literatura científica publicada
sobre un determinado tema y evalúan de forma unificada resultados que se
ofrecieron por separado en su día, consiguiendo de esta forma emitir un
dictamen más robusto. Sobre la homeopatía hay un puñado de revisiones de este tipo. Los veredictos no son muy favorables. Veamos:
Hasta ahí, las revisiones de Cochrane. Como dice el músico Tim
Minchin, estos tratamientos vienen de dos maneras: los que se ha
demostrado que no funcionan y los que no se ha demostrado que funcionen.
El efecto placebo
El efecto placebo es el fenómeno por el cual los síntomas de un
paciente pueden mejorar mediante un tratamiento con una sustancia
inocua, es decir, una sustancia sin efectos directamente relacionados con el tratamiento de los síntomas o la enfermedad.
La explicación fisiológica postulada para este fenómeno sería la
estimulación de una zona específica del cerebro que daría como resultado
la mejoría del cuadro sintomático del paciente. Es decir: el propio
paciente puede autoinfluenciarse por la sensación de ser tratado o la
esperanza de curación, y como resultado puede encontrarse mejor o
incluso facilitar la recuperación. Este fenómeno no funciona con la
misma eficacia ni en todos los pacientes ni con todas las enfermedades. Los estudios médicos para validar los medicamentos y tratamientos
para cualquier enfermedad o dolencia utilizan placebos. De esta forma,
se puede controlar cuando los síntomas mejoran mediante este fenómeno y
analizar adecuadamente la eficacia del tratamiento. Cuando un
tratamiento no funciona significativamente mejor que el placebo, se
considera ineficaz e inadecuado para dicha enfermedad y no puede
recetarse. En España, los tratamientos homeopáticos son la excepción y,
según la legislación vigente, modificada en 1994, no han de demostrar
ninguna eficacia. Es decir: pueden funcionar sólo como placebos. Además del uso de placebos, los estudios científicos utilizan estrategias denominadas de doble y triple ciego
que impiden que el investigador pueda saber si el tratamiento que
receta es placebo o no. De esta forma, se impide que los investigadores
evalúen la mejoría de forma subjetiva y condicionada por sus prejuicios.
Preguntas frecuentes
Pero esto es medicina milenaria, ¿no? Por algo se usará. En realidad fue inventada hace unos 200 años. En esa época, por
ejemplo, no se conocían los virus y bacterias como causantes de muchas
enfermedades. La gente moría de enfermedades que hoy en día tienen fácil
cura gracias a la medicina basada en el método científico. En cualquier
caso, que un remedio sea milenario no lo convierte en bueno. En algunas
culturas antiguas se consideraba que los sacrificios humanos evitaban
plagas o enfermedades y no por ello funcionan.
¡No tiene efectos secundarios! El aire tampoco y no por ello cura enfermedades. Es cierto que la
homeopatía carece de efectos secundarios: ¡es sólo agua! Pero, cuando se
toma un medicamento, se espera tratar una enfermedad y los tratamientos
homeopáticos no han demostrado tener la capacidad de hacerlo.
Pero a mí me funciona. ¿Cómo podéis decir que esto es inútil? Hay personas que se caen de un tejado y sobreviven. ¿Es este un
argumento para decir que no es peligroso? La homeopatía funciona como
otros placebos:
el paciente se cree tratado y con esperanzas de curación y, por tanto,
puede mostrar ciertas mejorías en algunos casos. Los medicamentos
científicamente probados no sólo poseen la cualidad del efecto placebo,
sino que además tratan la enfermedad de forma adecuada y testada. En
muchos casos, además, lo que se tiene son claros ejemplos de regresión a la media o remisión espontánea.
De todas formas, ¿qué mal hay en tomarlo, si no hace daño? Muchos pacientes deciden abandonar sus tratamientos médicos por
productos homeopáticos debido a la ausencia de efectos secundarios o a
recomendaciones de otras personas. Hay decenas de casos de pacientes que
han abandonado tratamientos con una alta probabilidad de éxito debido a
la homeopatía, en muchas ocasiones con el resultado de que el enfermo
ha acabado muriendo. Cada persona es libre de tomar lo que quiera o
incluso a rechazar tratamiento médico, pero también tiene derecho a
estar informada y a no caer en tratamientos milagrosos que no pueden
curar.
Si no funciona, ¿por qué se vende en las farmacias? Como dijo el responsable de Boots en la comisión del parlamento británico, “lo vendemos porque la gente lo compra”. Como se explica en la pregunta “¿Un médico me puede prescribir homeopatía?”,
los productos homeopáticos no requieren demostrar ninguna efectividad
para ser comerciales y, dado que son solo agua, no poseen efectos
secundarios adversos que obliguen a utilizar recetas. Las farmacias son
negocios y han encontrado una forma fácil de hacer dinero amparadas en
una legislación ambigua y en la permisividad de las autoridades
sanitarias.
¿Es lo mismo homeopatía que remedios naturales, remedios herbales o cosas similares? No. La homeopatía, como se explica en Historia de la Homeopatía,
consiste en diluir un producto químico tantas veces que al final no
existe ninguna molécula de dicho compuesto en el producto y se atribuye
el poder curativo a la memoria de agua. Algunos remedios naturales o
herbales pueden tener alguna base científica para uso médico, mientras
que otros carecen de pruebas que apoyen su uso terapéutico. En cualquier
caso, su efectividad suele ser limitada y nunca es milagrosa. Esto es
debido a que los componentes químicos que tratan la enfermedad en
cuestión, denominados principios activos, no suelen estar concentrados
en estos remedios. En los remedios homeopáticos, en cambio, los
componentes químicos han desaparecido por completo durante el proceso de
elaboración, y su efecto terapéutico real es, por tanto, nulo.
Pero existen medicamentos homeopáticos que contienen además productos naturales. Sí, pero se trata simplemente de una argucia de los fabricantes para
aprovechar la peculiar situación legal de los productos homeopáticos.
¿Es cierto que la homeopatía trata al enfermo, mientras que la medicina convencional sólo trata la enfermedad? Sí y no. La medicina convencional trata la enfermedad, en efecto,
pero procurando personalizar al máximo el tratamiento. Por otra parte,
que los homeópatas afirmen que ellos “tratan enfermos” no quiere decir,
como puede pensarse, que proporcionen un tratamiento más completo, sino
todo lo contrario: de acuerdo con la doctrina de Hahnemann, las
enfermedades como tales no existen, de modo que lo que hay que tratar
son los síntomas (y sólo los síntomas) que experimenta el enfermo,
teniendo en cuenta además una serie de características que la mayoría de
las veces no tienen nada que ver con sus dolencias y que en ocasiones
llegan al absurdo, como el color de sus ojos, la postura que adopta en
la cama para dormir, si se ensucia mucho o poco la ropa o los sueños que
haya tenido últimamente. Un tratamiento homeopático para el dolor de
cabeza se fijará tan sólo en ese síntoma (el dolor de cabeza) y aspectos
tales como si el paciente es diestro o zurdo, el tipo de películas que
le gustan y su comida favorita, pero no se preocupará en absoluto de
determinar si el dolor de cabeza es una simple cefalea o se debe a un
tumor cerebral.
¿Un médico me puede prescribir homeopatía? En la práctica, sí, amparado en una legislación muy ambigua. Los
médicos pueden recetar (y los farmacéuticos preparar) medicamentos
destinados de forma específica para un paciente. Todos los medicamentos,
incluidos los homeopáticos, deben cumplir tanto la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios (Ley 29/2006) como el Real Decreto 1345/2007, que, en principio, obligan a que cualquier tratamiento demuestre su eficacia para que se autorice su comercialización. Si embargo, las propias normas establecen una única excepción a este régimen: los productos homeopáticos pueden ser autorizados sin necesidad de demostrar eficacia alguna.
Se trata de una trasposición de la normativa de la Unión Europea, que
permitió este régimen excepcional debido a las presiones de la industria
homeopática, especialmente la francesa, que de otro modo hubiese tenido
que retirar del mercado sus productos ante la imposibilidad de
demostrar que sirvan para algo. A pesar de que este trato de favor se introdujo en España en 1994, la
Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) no ha
autorizado aún ni un solo producto homeopático, si bien hace la vista
gorda en cuanto a su venta. Por otra parte, los intentos de elaborar una
normativa específica para los tratamientos homeopáticos y otras
terapias “alternativas” han fracasado debido a la oposición de las
diversas comisiones encargadas de su estudio, que no han podido
encontrar ninguna evidencia de que resulten eficaces para nada, por lo
que en la actualidad existe un vacío legal que permite que médicos y
personas que no lo son, incluso que carecen de titulación alguna, puedan
prescribir homeopatía.
¿Por qué la homeopatía parece eficaz en animales? En el caso de los animales, estudios recientes
utilizando placebos apuntan a que los cuidadores tienden a pensar que
el animal mejora aun cuando no existe realmente un tratamiento ni una
mejora relacionada con él. Dado que la homeopatía funciona como un placebo,
los cuidadores y veterinarios pueden verse influenciados de igual
forma. Además, no hay suficientes indicios que apunten a que los
animales tratados homeopáticamente mejoren en el desarrollo de sus
enfermedades ni siquiera considerando el efecto placebo antes
mencionado.
¿Por qué la homeopatía parece eficaz en niños? Los estudios realizados en niños utilizando productos homeopáticos
no han demostrado ser más eficaces que el efecto placebo. Existen
algunos estudios, normalmente patrocinados por empresas homeopáticas,
que defienden mejorías en los pacientes de ciertas enfermedades. Sin
embargo, dichos estudios nunca se realizan usando doble o triple ciego
(necesario para evitar el prejuicio del investigador), número de
muestras significativas o incluso controles simples con placebos. Por otra parte, muchísimas dolencias infantiles mejoran con el paso
del tiempo y algunas llegan a desaparecer con la llegada de la
adolescencia. Muchos padres llegan a creer que el asma o los cólicos de
su hijo desaparecieron gracias a la homeopatía, sin darse cuenta de que
en los niños que no reciben ningún tratamiento específico (o sólo un
tratamiento para el alivio de los síntomas) estas dolencias también
desaparecen.
¿Un homeópata tiene un título oficial que acredite sus conocimientos? Existen multitud de títulos homeopáticos, algunos de los cuales pueden obtenerse mediante cursos online
de apenas unos minutos. Por otra parte, aunque la legislación española
permite autorizar los productos homeopáticos como medicamentos sin
necesidad de demostrar que sirvan realmente para algo, la Agencia de
Medicamentos no ha autorizado ninguno, por lo que en principio puede
recetarlos cualquiera. Además, ¿qué conocimientos requiere un
especialista para recetar productos que de cualquier forma no han
demostrado ser efectivos?
¿Cómo me podéis demostrar que el agua no tiene memoria? No se puede demostrar que carece de memoria, igual que no se puede
demostrar que no existen duendes. ¡Siempre habrá una excusa para
explicar por qué no los vemos o encontramos su rastro! Lo que se podría
demostrar es que el agua tiene memoria. Sólo haría falta una prueba al
respecto, y nadie la ha presentado todavía. El único intento serio fue presentado hace unas décadas por el Dr. Benveniste
y posteriormente se dejó claro, más allá de cualquier duda razonable,
que se trataba de un estudio fraudulento. Curiosamente, según los
defensores de la homeopatía, el agua sólo recuerda lo que a ellos les
interesa y no el resto de productos que han estado en contacto con ella. Por otra parte, muchos remedios homeopáticos se presentan en forma de
gránulos o píldoras de sacarosa y lactosa que fueron impregnadas con el
agua supuestamente “dinamizada”, pero que acaba evaporándose. ¿Qué
queda entonces de la memoria del agua, hay que creer también en la
memoria de la lactosa?
Todo esto, ¿no será una campaña de la industria farmacéutica para desprestigiar a la homeopatía? No. Estas páginas han nacido de la
iniciativa de un grupo de ciudadanos preocupados porque la pseudociencia
cada vez parece avanzar más. Aparte de esto, no hay que olvidar que la
homeopatía forma parte de la industria farmacéutica, y también existen
importantes multinacionales, con muchos miles de millones facturados al
año, dedicadas al negocio de la homeopatía. La única diferencia es que,
según su contabilidad, las industrias homeopáticas gastan mucho menos
dinero en investigación, puesto que no tienen que molestarse en
comprobar si sus productos funcionan y en demostrarlo ante las
autoridades sanitarias. Por otra parte, algunas compañías fabricantes de
productos homeopáticos pertenecen a multinacionales farmacéuticas, así
que sus intereses no son contrapuestos, sino todo lo contrario.
Si pasan por Eslovenia, no pueden dejar de visitar Bled, ubicado en el vallle de los Alpes Julianos.
Bled es uno de los centros turísticos mas importantes y promocionados
de Eslovenia y con solo mirar las fotografías, uno puede ir adivinando
el por qué.
Este pueblo situado en la frontera eslovaca con Austria, alberga a
un pequeño lago glacial con un islote conocido como la isla de Bled,
lugar en donde se construyo una iglesia de la Asunción de María.
Vigilando el lago se encuentra el castillo de Bled (el mas antiguo de
Eslovenia) construido sobre la cima de un acantilado de 130 metros de
altura.
Excepto en invierno, en donde el lago esta congelado, pequeños barcos de madera van y vienen de la isla llevando turistas. En los bosques que circundan al lago hay varios castillos e iglesias.
Debido a su agradable clima la región ha sido históricamente un
importante centro de recreo y salud, siendo visitada con frecuencia por
la aristocracia europea.
En la isla en medio del lago los antiguos antepasados eslovenos adoraban
a Živa, la diosa del amor y la fertilidad de los antiguos eslavos.
Luego los peregrinos visitaban la isla para ir al santuario de Santa
María. Hace más de un milenio, el 10 de abril de 1004, la localidad de
Bled fue mencionada por primera vez. El Sacro emperador Enrique II donó
estas tierras al obispo de Bresanone. En la edad media esta localidad
florecía gracias a los peregrinos que en el siglo XIX fueron sustituidos
por los verdaderos turistas. El suizo Arnold Rikli descrubrió la fuente
de la salud y el bienestar en el clima benéfico del lugar, así como
también en el agua del lago y en el agua termal. Su propuesta de los
balnearios con hidroterapia fue complementada por las pensiones y
hoteles de los habitantes del lugar.
La localidad, que a principios del siglo XX era el balneario más hermoso del imperio,
atraía a la elite aristocrática europea. Después de la II Guerra
Mundial se encontraba aquí una de las residencias protocolares más
bellas del país. Los personajes más importantes de todo el mundo
disfrutaron de las bellezas de Bled. Hoy en día los peregrinos de los
nuevos tiempos la siguen descubriendo y aquí regresan. En Bled esperan
miles de oportunidades a los mundanos buscadores de cosas diferentes y
bellas, del relax y de la inspiración, de la paz o de los estímulos.
Sin dudas, se destaca el lago, que impresiona por su belleza y por la
variación de colores a lo largo del año ya que varían dependiendo la
estación del año. En la orilla, hay unas barcas que son los que se
encargan de trasladar a la isla a aquellos que quiere visitarla sin
cansarse (no está tan lejos; ir a nado es la otra opción).
Ocupando casi la totalidad de la isla, se encuentra la Iglesia
barroca de la Asunción, visitada especialmente por las parejas en su
luna de miel: para poder visitarla, hay que subir unas largas y
empinadas escaleras, y según la leyenda, el esposo debe llevar a su
esposa en brazos sin dejar que sus pies toquen el suelo, asegurándose
así una larga y feliz vida conyugal.
Otra leyenda dice que hace mucho tiempo, unos ladrones asesinaron al
hombre que vivía en el castillo de Bled y tiraron su cuerpo al lago; su
viuda, llena de tristeza, comenzó a ir a la capilla que se encontraba en
la isla a rezar, hasta que un día juntó todo el oro que tenía, lo mandó
a fundir y cubrió con él una campana para colocarla allí. Sin embrago,
al intentar transportarla, una tormenta provocó un accidente que terminó
con varios hombres muertos y la campana perdida. Dicen que por las
noches, se escucha el tintineo de la campana desde lo profundo del lago.
Después de este terrible accidente, la viuda vendió sus propiedades y
mandó construir una iglesia en la isla, que es la que está actualmente.
Se mudó a Roma y tras su muerte, el Papa bendijo una nueva campana que
fue colocada en la iglesia en 1543 por Francis Patavinus y que cumple
los deseos de aquellos que la hacen repicar.
El castillo de Bled, construido en el siglo XI, fue sede de los
obispos de Brixen (Tirol del Sur), que controlaron la zona desde 1004 a
1803. El edificio se encuentra en el espolón de un acantilado de más de
100 m de altura sobre el lago y hoy en día, alberga un Museo de Historia
con armaduras medievales, varios restaurantes y una pequeña capilla
medieval. Dicen que el castillo es bello, pero que lo que se destaca es
el mirador en las terrazas, desde donde se tiene una espectacular vista
panorámica de los alrededores del Lago: el azul oscuro del agua, el
verde de los espesos bosques, la pequeña Iglesia blanca en el centro de
la pequeña isla. Y hacia al otro lado, los Alpes Julianos (es la parte
de los Alpes que tocan Eslovenia), que aunque no son tan altos como los
suizos o franceses, no son menos hermosos.
El castillo fue mencionado por primera vez el 22 de mayo 1011, en la
escritura de donación emitido por el emperador Enrique II en favor de
los obispos de Brixen. Al estar situado en la Marca de Carniola, pasó a
manos de la Casa de Hasburgo en 1278.
La parte más antigua del castillo es la torre románica. En la Edad Media,
más torres se construyeron y las fortificaciones se han mejorado. Otros
edificios fueron construidos en el estilo renacentista. Los edificios
se organizan en torno a dos patios, que están conectados con una
escalera. Hay una capilla en el patio superior, que fue construido en el
siglo XVI y renovado en torno a los 1700, cuando también fue pintado
con frescos ilusionistas. El castillo también cuenta con un puente
levadizo sobre un foso.
Bled es sin dudas un lugar de extraordinaria belleza, pero solo tiene
dos kilómetros de longitud que se puede recorrer a pie en menos de dos
horas.
Entonces, este viaje es corto; después hay que recorrer otras
ciudades de Eslovenia, como Ljubljana, su capital que se encuentra a
solo 40 km.
El proceso de beatificación de Juan Pablo II va a ser el más rápido de
la historia. Más aún que el de la madre Teresa de Calcuta.
En la medicina moderna, parece que los milagros
están muy baratos”, afirma Peter Gumpel. “Situaciones que hace siglos
llevaban implícita una sentencia de muerte, como el cáncer, son ahora
objeto de curación mediante tratamientos complejos”, explica. Lo
llamativo es que esta afirmación no la ha realizado ningún escéptico ni
alguien que se declare ateo, sino un jesuita que forma parte de la
congregación vaticana que se dedica a investigar las curaciones
sobrenaturales.
Para que una sanación sea considerada milagrosa, la Iglesia católica exige el cumplimiento de una serie de requisitos instaurados por el papa
Benedicto XIV en el siglo XVIII: que se trate de una enfermedad física e
incapacitante (los trastornos mentales están excluidos), que esté
diagnosticada, y que la curación sea espontánea, repentina y no
explicable por los parámetros de la ciencia actual. Pero para el padre
Gumpel, estos criterios no siempre se han cumplido. “Es doloroso
reconocerlo, pero se han dado por buenas supuestas curaciones de
enfermedades que no estaban rigurosamente diagnosticadas”, asegura el
jesuita.
De una opinión similar es Juan Antonio Aguilera,
director del departamento de Bioquímica de la Universidad de Granada,
para quien hasta las estadísticas están en contra de la existencia de
los milagros. “Antes del siglo XX se contaban a cientos, pero en las últimas cuatro décadas, solo cuatro han sido aceptados como tales”.
Menos curación sobrenatural
Si tomamos como ejemplo Lourdes, de las más de seis mil supuestas curaciones que allí se han producido, solo sesenta y seis han sido reconocidas por la Iglesia como milagrosas. Y todas ellas se produjeron mucho antes de que Patrick Theillier fuera
nombrado director del comité médico del célebre santuario. Theillier se
define como católico, pero sus creencias no han impedido que instaure
un proceso de investigación riguroso que cribe los supuestos fenómenos
sobrenaturales.
El director del comité examina personalmente a
cada paciente que ha sanado, luego se pone en contacto con sus
facultativos habituales y recopila los informes médicos sobre el
desarrollo de su dolencia. Dichos informes son examinados después hasta
por doscientos especialistas independientes que no están vinculados al
santuario.
Desde que Theillier tomó posesión de su cargo, ninguna
curación ha superado su proceso de criba. “Hace un siglo, cuando se
creó este comité,” explica, “era habitual que se produjeran decenas de
supuestas sanaciones milagrosas de casos de tuberculosis, enfermedad que
hoy se cura. Por eso, los tuberculosos han desaparecido del santuario y
su lugar ha sido ocupado por pacientes de otras enfermedades, como el
cáncer. Curiosamente, de las 66 curaciones reconocidas como milagrosas
en Lourdes,
solo tres son de casos de cáncer. “Hemos adelantado mucho en este
campo, lo que significa que puede que dentro de cincuenta años los milagros de ayer no superen los criterios científicos del mañana”, afirma tajantemente Patrick Theillier.
Sanación espontánea
Unas
palabras que resultan proféticas si tenemos en cuenta las recientes
investigaciones sobre las regresiones espontáneas del cáncer. Se trata
de un fenómeno excepcional que fue estudiado por primera vez en 1965 por
el médico norteamericano Warren Cole, quien recopiló 176 casos en los
que los tumores malignos habían desaparecido sin que se hubiera aplicado
tratamiento alguno al paciente.
Cole observó que el fenómeno,
dentro de su excepcionalidad, era más frecuente en los casos de los
tumores conocidos como carcinomas, aunque también se daba (en casos aún
más raros) en cánceres de colon y mama. En España, el doctor Bruno
Sangro, de la Unidad de Hepatología de la Clínica Universitaria de
Navarra, ha dirigido un estudio cuyos resultados fueron publicados en European Journal of Gastroenterology & Hepatology.
Según
sus conclusiones, la regresión espontánea total o parcial es más
habitual en el caso de los tumores llamados hepatocarcinomas. “Es un
fenómeno que se da en tres casos de cada mil”, explica el experto.
¿Las causas? Siguen siendo un misterio, aunque el doctor Sangro aventura
una hipótesis que podría explicarlo, pero que no tiene nada de
milagrosa: “El ritmo de crecimiento del tumor influye. Cuando este crece
demasiado deprisa, no le da tiempo a crear una red vascular
suficientemente eficaz para nutrirlo. Es como si muriera de hambre”. El efecto placebo tampoco parece ser una de las causas de estas remisiones espontáneas.
¿El poder de la oración?
Es cierto que se han realizado estudios acerca
del poder benéfico sobre los enfermos de la oración pero, curiosamente,
ninguno ha avalado los supuestos beneficios médicos de tal práctica.
Más bien al contrario.
El primer experimento serio al respecto fue
realizado en 1983 en el San Francisco Medical Center, y para llevarlo a
cabo se empezó dividiendo a doscientos pacientes de edema pulmonar
grave. Cien sabían que alguien rezaba por ellos, el resto no. Del primer
grupo fallecieron solo trece, frente a los 17 decesos del segundo, pero
los médicos llegaron a la conclusión de que la diferencia era
insignificante como para poder adjudicar responsabilidad alguna al poder
de las plegarias.
Peligros del estrés
Más recientemente, en 2009, otra investigación realizada por el doctor
William Bethea y cuyos resultados se publicaron en American Heart
Journal arrojó un resultado cuando menos curioso: la oración podía tener
efectos perjudiciales, ya que el 59% de los enfermos que sabían que
rezaban por ellos mostraban más estrés que el resto. ¿Todo eso quiere decir que la ciencia está erradicando la creencia en los milagros?
Para Patrick Theillier, la respuesta está clara: “Un milagro es sobre
todo una certidumbre personal. Por eso, la ciencia nunca será capaz de
confirmar ninguno”.