La paleontóloga Anna Cornella ha fotografiado y clasificado más de un
centenar de fósiles en las paredes y suelos de Barcelona. Un paseo
matinal por la ciudad nos desvela la presencia de decenas de criaturas
en las que casi nadie repara y que vivieron hace millones de años.
En el exterior de la tienda de ropa Desigual, en pleno paseo de Gràcia
de Barcelona, suena la típica música electrónica. Anna se aproxima hasta
el dintel y nos señala para que nos acerquemos: "Este animal, de pie,
debió de tener un metro y medio de alto”, nos dice. “Es enorme".
El fósil tiene unos 20 centímetros de diámetro. Es un rudista,
un bivalvo marino que vivió hace unos 120 millones de años y cuyos
restos, después de una larga travesía, han venido a parar a este rincón
de la ciudad. Indiferentes, viandantes y compradores pasan cada día
junto a esta criatura silenciosa, que les mira desde el pasado.
Anna
Cornella es paleontóloga. Hace diez años se enamoró de un fósil en una
pared cerca de su casa y decidió empezar su particular de caza de
fósiles por la ciudad. Su marido y ella se montaban en la moto, se
metían por las calles del centro y paraban en cuanto localizaban una
piedra calcárea, susceptible de contener los restos de estas criaturas.
"Estamos
conviviendo con organismos de hace millones de años, están en las
paredes y suelo y nadie sabe que están ahí", asegura. A ella, como
geóloga de formación, no le cuesta nada localizar las piedras. "La vista
se me va”, asegura, “veo fósiles donde nadie los ve".
Una guía de fósiles urbanos
Durante
diez años de trabajo, Anna y su marido hicieron alrededor de 5.000
fotografías de fósiles por toda Barcelona. De ellos, escogieron unos 120
ejemplares para la “Guía de Fósiles urbanos de Barcelona”,
que ha editado por el Colegio de Geólogos de Cataluña y que se ha
repartido por librerías y bibliotecas de la Ciudad Condal y que,
curiosamente, no mereció la menor atención por parte del Ayuntamiento.
Mientras
caminamos por el paseo de Gràcia, nos detenemos ante una marca en la
piedra de un edificio, de unos 60 centímetros de longitud. “Son las
huellas de un cangrejo hace 20 millones de años”, nos indica Anna.
Seguramente dejó esta marca al arrastrase, quien sabe si por alguna
antigua playa, allá por el Mioceno.
“Me emociono porque yo me
imagino ese animal en vida”, confiesa, “y me imagino la historia
geológica, es decir, me imagino el bicho, dónde estaba, cómo se
plegaron los sedimentos, cómo se hicieron las montañas, las canteras..."
“¿Ves
que se ven como unas rayitas?”, nos pregunta a la altura de la calle
Joaquim Pou mientras humedece un poco la marca, para que se vea mejor.
“Pues esto son foraminíferos.
Se forman a partir de un núcleo y les va creciendo la concha. Se
podrían considerar como los fósiles más antiguos que existen”.
De la montaña a la ciudad
En un portal de la calle Aragón, en medio del intenso tráfico, Anna nos muestra dos grandes columnas llenas de corales fósiles
que vivieron en el Eoceno. Mientras hablamos, un vecino sale del portal
y nos mira con cara de asombro cuando le explicamos lo que tiene en la
puerta de su casa. “Suelo prestar más atención a los detalles
arquitectónicos”, asegura.
"Hay gente que te pregunta qué estás
haciendo”, nos cuenta Anna, “se lo explicamos y no lo entienden". Aquí y
allá, la gente se para a curiosear lo que miramos y, efectivamente, les
cuesta entender la explicación. “Eso es un fósil de hace 45 millones de
años”, le explica la paleontóloga a una señora. “¡Venga ya!”, exclama.
“¿Esto
no se supone que está en zonas fuera de la ciudad?”, pregunta otra
chica en el barrio Gótico, que no para de hablar por el móvil y fumar
mientras nos mira. “Hombre”, le explica Anna, “las piedras se sacan de
las canteras, que están en las montañas”.
Después de un largo
paseo, Anna nos lleva hasta la plaza de la catedral y allí nos hace
reparar en los bancos de la plaza, abarrotados de gente. “Justo donde
está ese señor sentado”, nos dice, “hay un fósil de un erizo. Se ven los
agujeros por donde salían las púas”.
El señor, que debe tener
más de ochenta años y está plácidamente tomando el sol, apenas se mueve.
Una mujer, a su lado, nos mira con cara de extrañeza cuando le
explicamos que el erizo vivió hace millones de años, se quedó en el
fondo del mar y sus partes minerales se quedaron impresas en la piedra
que luego alguien usó para hacer el banco.
“Ah, ¿sí?”, nos dice.
Y al rato nos ve perdernos de nuevo entre la multitud, buscando por las
paredes restos de algún antiguo animal.
Consejos para buscar fósiles en tu ciudad
Como explica Anna, es posible encontrar fósiles en las
paredes de cualquier ciudad siempre y cuando sepamos dónde buscar y qué
buscamos. En su blog, Fòssils Urbans de
Barcelona,
Anna anima a que los lectores le envíen las fotografías de los fósiles que
encuentren durante sus paseos. Si queréis contribuir a construir una Guía de
Fósiles Urbanos en toda España, estos son algunos
los consejos de Anna para reconocerlos:
1. Localizar las piedras. Observa las piedras del suelo, paredes, bancos
de piedra, columnas, etc. tanto del exterior de la ciudad como del interior por
ejemplo: estaciones de metro o tren. Los fósiles están habitualmente en rocas
de tipo calcáreo.
2. Buscar formas. Comprobar
si en esas piedras hay formas redondas,
alargadas, cilíndricas, cónicas, esféricas o espirales, formas que recuerden un
animal vivo como conchas, caracolas o erizos.
3. Visión espacial. Para reconocer un fósil debes tener en
cuenta que la impronta que dejó el animal puede haber sido cortada en cualquier
dirección en la piedra, de forma transversal o longitudinal.
4. Pistas falsas. Algunos mármoles y otros tipos de rocas no
sedimentarias tienen dibujos tipo cenefas o líneas alargadas blancas o negras o
rosadas y no son fósiles, sino que normalmente son vetas de cuarzo o
mineral similar.
5. Distintos tamaños. También hay que tener en cuenta que la
forma que podemos ver en la roca de una fachada puede ser de milímetros o hasta
60 cm de largo o más.
6. Material de exploración. Los fósiles son a veces muy pequeños,
por lo que conviene llevar una lupa para distinguir las formas de espiral o las
camarillas que indican la existencia de alguna forma de vida animal o vegetal.
7. Cómo fotografiarlos. Si vas a hacer una foto, lo mejor es
que humedezcas un poco el fósil. En algunas superficies, se ve mucho mejor de
esta manera.
8. Ten en cuenta la escala. Si vas a realizar una foto,
conviene siempre situar una pequeña escala junto al fósil, para saber de qué
tamaño estamos hablando.
Fuente:
http://noticias.lainformacion.com