Al leer el libro de Heinrich Heine "De l'Allemagne" publicado en francés en 1835, Teófilo Gautier gran poeta y literato, al describirlo habló de "blancas Wilis que danzan sin piedad... entre la bruma suavizada por la luna de Alemania". Involuntariamente se dijo: "¿No sería un tema apropiado para un bonito ballet?".
Wilis, según la leyenda germana, son doncellas prometidas que mueren
antes de la boda. Sin poder permanecer en sus tumbas, salen a medianoche
ataviadas con sus ropajes de novia, para bailar hasta el amanecer. Si
algun viajante se encontraba con ellas por el camino o el bosque,
quedaba condenado a bailar sin descanso, hasta caer muerto de
extenuación.
Gautier, mientras intentaba dar forma al ballet, no conseguía encontrar una trama apropiada. Entonces, una noche en la Opera de Paris, expresó su idea a Vernoy de Saint-Georges, libretista experto. Tres días más tarde Saint-Georges presentó un apunte titulado "Giselle ou les wilis", que fue aceptado para ser representado en el Teatro de la Opera.
La música fue encargada a Adolphe Adam, prolífico compositor de cuarenta óperas y catorce ballets. Contemporáneo de Donizetti, d'Halevy y Meyerbeer, Adam era un hombre alegre con una inmensa capacidad de trabajo. Componía rápidamente, mantenía que no por componer más lento el resultado había de ser mejor y decía que para él la música era una profesión y no una religión. Completó la partitura de "Giselle" en pocos días.
Adam era un maestro en la música para danza y la frescura de sus melodías realzan sus alegres movimientos o acompañan con delicado sentimiento. Especialmente interesante en tan temprana obra, es el uso aún tímido pero claramente evidente del "leit-motiv". El "tema del villano" para Hilarión es repetido en cada entrada; el tema del amor durante la locura de Giselle y el de las "wilis" persiste en toda la obra.
Gautier, mientras intentaba dar forma al ballet, no conseguía encontrar una trama apropiada. Entonces, una noche en la Opera de Paris, expresó su idea a Vernoy de Saint-Georges, libretista experto. Tres días más tarde Saint-Georges presentó un apunte titulado "Giselle ou les wilis", que fue aceptado para ser representado en el Teatro de la Opera.
La música fue encargada a Adolphe Adam, prolífico compositor de cuarenta óperas y catorce ballets. Contemporáneo de Donizetti, d'Halevy y Meyerbeer, Adam era un hombre alegre con una inmensa capacidad de trabajo. Componía rápidamente, mantenía que no por componer más lento el resultado había de ser mejor y decía que para él la música era una profesión y no una religión. Completó la partitura de "Giselle" en pocos días.
Adam era un maestro en la música para danza y la frescura de sus melodías realzan sus alegres movimientos o acompañan con delicado sentimiento. Especialmente interesante en tan temprana obra, es el uso aún tímido pero claramente evidente del "leit-motiv". El "tema del villano" para Hilarión es repetido en cada entrada; el tema del amor durante la locura de Giselle y el de las "wilis" persiste en toda la obra.
El Ballet de Giselle es considerada la
obra maestra absoluta del teatro de la danza del Romanticismo, constituyéndose en pieza pura y
fundamental de la danza clásica, tanto por el tratamiento de los ideales
románticos como por el empleo de la más refinada técnica teatral del
siglo XIX.
El Ballet Giselle constituye una
de las más puras joyas del ballet romántico. Está compuesto por dos
actos, con música de Adolphe Adam, coreografía de Jules Perrot y Jean
Coralli y libreto de Théophile Gautier y Jules-Henri Vernoy, basado en
la obra De l'Allemagne (1835) de Heinrich Heine. La variación de Giselle
del primer acto no es original de Adam, fue incorporada posteriormente y
se cree que su autor fue Leon Minkus.
La primera representación se hizo el 28 de junio de 1841,
en la Opera de Paris, con la favorita de Gautier, Carlota Grisi, como
Giselle y Lucien Petipa (hermano del coreógrafo Marius Petipa) como
Albrecht. La coreografía de la mayor parte de la obra fue realizada por
Jean Corralli, aunque la mayorí de las danzas de Grisi fueron retocadas
por el maestro de baile Jules Perrot.
El ballet obtuvo en París un éxito inmediato. En Londres se interpretó por vez primera el 12 de marzo de 1842 y gozó de un triunfo similar. La propia reina Victoria lo admiraba grandemente y lo vio dos veces. Un crítico inglés describió a Grisi como "tímida, delicada, joven, lozana, con la belleza de las rosas silvestres".
En diciembre de 1842 "Giselle" se representaba en Rusia, aunque de forma algo distinta a la original, con asiduas reapariciones en sus escenarios. Más adelante fue repuesto por Diaghileff en 1911 para los famosos bailarines Karsavina y Nijinsky. Anna Pawlova tambíen lo representó.En 1886, tras varias repeticiones, el ballet desapareció del repertorio parisino y no volvió a verse hasta 1924. Serge Lifar lo repuso en 1932. La mayoría de las versiones que vemos actualmente proceden de la variante rusa.
La supervivencia de este ballet cuando muchos otros de su época están olvidados, puede deberse tanto a su exquisita partitura, como al poético argumento que nos recuerda las leyendas alemanas. Es la más pura expresión de la época romántica, comparable quizá con la "Sinfonía Inacabada" de Franz Schubert o la obra "La Dama de las Camelias" de Alejandro Dumas, que han llegado hasta nosotros como todo un símbolo de aquellos tiempos y siguen vivos y admirados por la gente.
El ballet obtuvo en París un éxito inmediato. En Londres se interpretó por vez primera el 12 de marzo de 1842 y gozó de un triunfo similar. La propia reina Victoria lo admiraba grandemente y lo vio dos veces. Un crítico inglés describió a Grisi como "tímida, delicada, joven, lozana, con la belleza de las rosas silvestres".
En diciembre de 1842 "Giselle" se representaba en Rusia, aunque de forma algo distinta a la original, con asiduas reapariciones en sus escenarios. Más adelante fue repuesto por Diaghileff en 1911 para los famosos bailarines Karsavina y Nijinsky. Anna Pawlova tambíen lo representó.En 1886, tras varias repeticiones, el ballet desapareció del repertorio parisino y no volvió a verse hasta 1924. Serge Lifar lo repuso en 1932. La mayoría de las versiones que vemos actualmente proceden de la variante rusa.
La supervivencia de este ballet cuando muchos otros de su época están olvidados, puede deberse tanto a su exquisita partitura, como al poético argumento que nos recuerda las leyendas alemanas. Es la más pura expresión de la época romántica, comparable quizá con la "Sinfonía Inacabada" de Franz Schubert o la obra "La Dama de las Camelias" de Alejandro Dumas, que han llegado hasta nosotros como todo un símbolo de aquellos tiempos y siguen vivos y admirados por la gente.
Primer acto
En los valles cercanos al Rin
vive Giselle, una campesina de gran belleza y extremada inocencia,
Giselle desea ante todo bailar, pero es reprimida constantemente por
Berther, su madre, quien teme, debido a su frágil y quebradiza salud,
que Giselle muera doncella antes de su boda, convirtiéndose así para la
eternidad en una Willi, (espíritus nocturnos del bosque que matan a los
hombres que están en él después de la media noche).
Albrecht, duque de Silesia,
corteja a Giselle haciéndose pasar por Loys un apuesto aldeano llegado a
la vendimia, mientras Hilarión, el guardabosque que está profundamente
enamorado de Giselle, sospecha de la identidad y del engaño del
forastero.
La corte del príncipe de
Courtland, regresando de una cacería, hace un alto en el camino en la
casa de Giselle para comer y beber, Bathilde la hija del príncipe y
prometida de Albrecht se impresiona por el encanto de Giselle y se hacen
confidencias sobre sus amoríos sin saber ninguna de las dos que ambas
aman al mismo hombre.
En el pueblo se celebra la
fiesta de la vendimia y los jóvenes del pueblo eligen a la reina, honor
que recae en Giselle, quien con permiso de su madre baila para todos.
Hilarión entre tanto descubre la verdadera identidad de Albrecht, y
aprovecha la presencia de la corte y de su prometida Batidle para
desenmascararle.
Giselle es sorprendida por el
engaño y su inocencia se ve rota por la traición, haciéndola caer en una
desesperación que la arrastrará hacia la locura y la muerte.
Segundo acto
Hilarión acude al bosque para
visitar la tumba de su amada y es sorprendido por la media noche y con
ella la llegada de las Willis. Myrtha,, su reina, es la encargada de
hacer la llamada a las Willis para iniciar así, una noche más, el ritual
de la venganza, siendo Hilarión su primera víctima.
Al oír pasos las Willis
desaparecen, es Albrecht que se acerca, siente tanto arrepentimiento que
se ha adentrado en el bosque buscando la tumba de Giselle y suplicar su
perdón.
Giselle se hace visible
conmovida por su arrepentimiento e intenta prevenirle para que se marche
del bosque, pero ya es tarde y la implacable Myrtha ordena a las Willis
atraer a Albrecht hasta su presencia donde haciéndole bailar
conseguirán quitarle la vida.
La fuerza del amor que Giselle
siente en su interior será la salvación de Albrecht, dándole su aliento y
haciéndole resistir vivo hasta la llegada del alba. Con el amanecer las
Willis desaparecen, y así Giselle tiene que despedirse de su amado para
siempre, Albrecht trata inútilmente de retenerla pero ella tiene que
seguir su triste destino envuelta en esa maldición provocada por el
engaño y la traición del hombre.
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