El
personaje de la novela, Andrés de Casa Sosas, nos explica su relato
desde esa última noche de su vida, desde la noche en la que la muerte le
conducirá a la oscuridad eterna, donde se reunirá con su madre y todos
sus seres queridos. La historia de Andrés es el transcurrir de una vida
y, a su vez, la muerte de una manera de vivir. Tenaz en su convicción,
sin perder la fidelidad a las costumbres propias en ningún momento, será
el último habitante de su pueblo natal y de la casa que le ha visto
nacer. Pero Andrés es acuciado por todos los males imaginables: la
soledad, la muerte, la desidia, la enfermedad, el odio, la alucinación,
el tiempo. Todos estos factores se ponen en contra de nuestro personaje a
lo largo de la narración. En La lluvia amarilla, el agreste
paisaje de montaña provoca que el hombre haga balance de su soledad y
desamparo en los umbrales de la muerte. De esta suerte, se establece en
la obra una bipolarización donde se incluyen distintas ramificaciones
que la constitución de la trama va presentando al lector. Así pues, la
creación de veinte capítulos no es del todo casual, ya que encierra una
división de la obra en dos mitades que se diferencian temáticamente
entre ellas. Al hilo de este contexto, se establece entre ambas partes
una línea imaginaria donde por un lado se encuentra la cordura (cap. I
al X), mientras que por otro hallamos locura y muerte (cap. XI al XX).
De este modo, la primera parte nos liquida el inicio de la historia del
pueblo y la situación particular del personaje, sin que sucedan
demasiados acontecimientos extraños o sobrenaturales. A su vez, en la
segunda parte Andrés de Casa Sosas sufre una patología atenuada por las
apariciones de sus difuntos y el delirium tremens que le ha
provocado la mordedura de una víbora (cap. VII). A mi parecer, es
innegable que a partir del capítulo diez la temática de la obra cambia,
tomando un mayor protagonismo la agonía, que le conducirá a la locura y a
la muerte. Ésta, lugar común más que recurrente en el relato, es uno de
los motivos que aparecen nada más empezar la novela y, junto al tiempo,
constituyen dos parámetros esenciales en la composición de la obra. La lluvia amarilla
presenta la muerte y el paso del tiempo a partir de una correlación
metafórica con lo «amarillo». Así pues, «la lluvia amarilla» es aquello
que nos envuelve y nos lleva de forma insalvable a la vejez, lo que
acicata la fugacidad del tiempo y lo que nos conduce irremediablemente
hacia la muerte. «La lluvia amarilla» simbolizará el
olvido, el fluir temporal, el efecto destructor de los orígenes
naturales, el origen de la tristeza. De ese modo, todo se tiñe de
«amarillo» en la novela, ya que desde el arranque narrativo sabemos que
el personaje está condenado a desaparecer, que su solitaria vida va a
finalizar en breve, y lo vislumbramos porque él mismo nos lo revela:
"A
través de la ventana, podía ver el pantalón hundido y devorado por el
musgo del molino y los reflejos temblorosos de los chopos sobre el río:
inmóviles, solemnes, como columnas amarillas bajo la luz mortal y helada
de la luna. Todo estaba en silencio, envuelto en una paz tan densa e
indestructible que acentuaba más aún la desazón que yo sentía. A lo
lejos, sobre la línea de los montes, los tejados de Ainielle flotaban en
la noche como las sombras de los chopos sobre el agua. Pero, de pronto,
hacia las dos o las tres de la mañana, un viento suave se abrió paso
sobre el río y la ventana y el tejado del molino se llenaron de repente
de una lluvia compacta y amarilla. Eran las hojas muertas de los chopos,
que caían, la lenta y mansa lluvia del otoño que de nuevo regresaba a
las montañas para cubrir los campos de oro viejo y los caminos y los
pueblos de una dulce y brutal melancolía. Aquella lluvia duró solo unos
minutos. Los suficientes, sin embargo, para teñir la noche entera de
amarillo y para que, al amanecer, cuando la luz del sol volvió a
incendiar las hojas muertas y mis ojos, yo hubiese ya entendido que
aquella era la lluvia que oxidaba y destruía lentamente, otoño tras
otoño y día a día, la cal de las paredes y los viejos calendarios, los
bordes de las cartas y de la fotografías, la maquinaria abandonada del
molino y de mi corazón.
esto es una narracion?(lo del final)
ResponderEliminarSí, es un fragmento del libro
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