Como sabemos, parásito es todo organismo que se nutre de otro de
distinta especie sin aportarle ningún beneficio. Cuando empleamos esta
denominación como un calificativo hacia aquellas personas que poseen un
comportamiento de alguna manera comparable, parecería que nos estamos
apropiando de un término originario de la Biología. Pero esto no es así,
sino todo lo contrario. Originariamente se llamó parásito a la persona
encargada de recolectar y custodiar el trigo de los templos y los
alimentos que los devotos ofrecían para el culto, que era almacenado en
el parasilion o granero.
Esta historia tuvo lugar en la Antigua Grecia, donde cada divinidad tenía un Parásito, escogido entre las familias más distinguidas, cuya función era parecida a la de los Epulones en Roma; cuidar de los alimentos sagrados y participar en los banquetes públicos que tenían lugar en el Pritaneo (edificio ilustre y suntuoso de Atenas, en donde el pueblo griego mantenía a quienes habían prestado algún servicio a la patria).
El nombre parásito, en su origen no sólo no era despectivo sino que honraba a aquellos para quienes se aplicaba. La palabra está compuesta por ‘para’ cerca y ‘sitos’ trigo, “cerca del trigo” porque custodiaban el trigo. Este cargo, muy apreciado en su origen, se degeneró a tal grado que llegó a convertirse en una denominación ridícula y de carácter despectivo. Según Plutarco, Solón fue el primero en llamar parásitos, con un tono irónico, a los que asistían con notable asiduidad a los festines públicos celebrados en el Pritaneo. Con el tiempo se fue aplicando el nombre parásitos a los que frecuentaban las casas ajenas como comensales.
El término también fue utilizado por los poetas cómicos latinos en sus composiciones, para quienes un parásito era un bufón gracioso, ridículo y despreciable.
Como vemos fueron los biólogos quienes se apropiaron del término parásito. En realidad cuando empleamos este vocablo para calificar a una persona de vividor estamos respetando el sentido original de la palabra.
Esta historia tuvo lugar en la Antigua Grecia, donde cada divinidad tenía un Parásito, escogido entre las familias más distinguidas, cuya función era parecida a la de los Epulones en Roma; cuidar de los alimentos sagrados y participar en los banquetes públicos que tenían lugar en el Pritaneo (edificio ilustre y suntuoso de Atenas, en donde el pueblo griego mantenía a quienes habían prestado algún servicio a la patria).
El nombre parásito, en su origen no sólo no era despectivo sino que honraba a aquellos para quienes se aplicaba. La palabra está compuesta por ‘para’ cerca y ‘sitos’ trigo, “cerca del trigo” porque custodiaban el trigo. Este cargo, muy apreciado en su origen, se degeneró a tal grado que llegó a convertirse en una denominación ridícula y de carácter despectivo. Según Plutarco, Solón fue el primero en llamar parásitos, con un tono irónico, a los que asistían con notable asiduidad a los festines públicos celebrados en el Pritaneo. Con el tiempo se fue aplicando el nombre parásitos a los que frecuentaban las casas ajenas como comensales.
El término también fue utilizado por los poetas cómicos latinos en sus composiciones, para quienes un parásito era un bufón gracioso, ridículo y despreciable.
Como vemos fueron los biólogos quienes se apropiaron del término parásito. En realidad cuando empleamos este vocablo para calificar a una persona de vividor estamos respetando el sentido original de la palabra.
Fuente:
http://www.culturizando.com
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