Me he dado cuenta de que basta estar con los que uno quiere.
Me basta demorarme al atardecer con aquellos que quiero.
Me basta sentir cerca la hermosa carne, la carne que es curiosa, que respira y que ama.
Pasar entre la gente y tocar a alguno, o rozar con el brazo el cuello
de un hombre o de una mujer. ¿No es esto mucho?
No pido otra alegría, nado en ella como en el mar.
Hay algo en estar cerca de hombres y mujeres, y de mirarlos,
y en su contacto y en su olor, que es grato al alma.
Todas las cosas son gratas al alma, pero ésta es la más grata.
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