Hace unos días podíamos leer que se pueden comprar los abrazos, y además...que se pueden comprar "a medida", o dicho de otro modo, hay variedad de abrazos en el mercado para escoger.
Pero...
¿realmente los abrazos se pueden comprar?
Esos
abrazos que se compran, ¿cuánto duran?, ¿a qué saben?, ¿qué nos aportan?, ¿nos
satisfacen?, ¿acaso sustituyen a los "abrazos verdaderos", a aquellos
abrazos que no se compran, que se reciben de forma espontánea, sincera, por
parte de esa persona que nos los da, esa persona cercana, esa persona que es
alguien especial para nosotros?
Esos
abrazos comprados... ¿alimentan nuestro cuerpo y nuestra alma de la misma forma
que los abrazos que nos dan nuestros hijos, nuestros padres, nuestros amigos,
nuestras parejas...?
Cuando
la noche se cierne sobre uno y la soledad inunda su espacio, su lecho, su
tiempo, su ilusión...¿pueden los abrazos comprados reportar esa sensación de
plenitud y satisfacción que reportaría un abrazo si nos lo diera la persona
soñada, deseada, esperada...?
¿Puede un abrazo comprado hacernos vibrar, hacer que nuestra mirada brille, hacernos sentir que somos especiales?
¿Puede
un abrazo comprado quitarnos en un instante "el peso" que supone un día
de trabajo, puede hacernos sentir alivio cuando lo recibimos?
¿Puede, tal vez, conseguir que nuestro cuerpo se afloje, se calme, se sosiegue?
Nunca
he probado un abrazo comprado y discúlpenme quienes los venden, pero
después de haber vivido y sentido un abrazo verdadero, no creo en los
abrazos comprados.
Cuando
después de un largo día la oscuridad inunda mi habitación, deseo,
sueño, espero un abrazo verdadero, un abrazo que de momento la soledad
no me puede aportar. Pero personalmente sé que un abrazo sentido y
sincero es irremplazable por uno comprado. Pero esta es solo mi humilde
opinión.
Hay personas que después de haber vivido un abrazo, después de haberlo sentido, lo han expresado. Unas lo han hecho a través de la pintura, otras a través de la múscia, otras... en forma de poema.
Algunos
autores son conocidos, de gran relevancia y embergadura internacional.
Otros... otros son autores anónimos, no menos importantes que los
citados anteriormente, porque ellos también has sabido captar la esencia
de un abrazo verdadero.
Son sólo una pequeña muestra de los muchos que se han escrito a lo largo y ancho del tiempo, de los muchos que se han escrito, supongo, desde la experiencia o desde el anhelo de un abrazo de esa pesona especial...
ABRÍGAME EN TUS BRAZOS
Abrígame en tus brazos
la noche está muy fría
quédate a mi lado
hasta que vuelva el día.
Susúrrame al oído
acaríciame la espalda
cógeme la mano
hasta que llegue el alba.
Déjame acariciarte
sentir que eres mía
deja que te ame
hasta el fin de mis días.
Quiero seguir mirando
esa bella sonrisa
no me prives de tus ojos
que son la luz que me guía.
No dejes de besarme
devórame la boca,
déjame amarte
hasta que llegue mi hora.
Déjame acariciar tu cuerpo
seguir todas tus curvas,
hagamos el amor
viajemos a la luna.
la noche está muy fría
quédate a mi lado
hasta que vuelva el día.
Susúrrame al oído
acaríciame la espalda
cógeme la mano
hasta que llegue el alba.
Déjame acariciarte
sentir que eres mía
deja que te ame
hasta el fin de mis días.
Quiero seguir mirando
esa bella sonrisa
no me prives de tus ojos
que son la luz que me guía.
No dejes de besarme
devórame la boca,
déjame amarte
hasta que llegue mi hora.
Déjame acariciar tu cuerpo
seguir todas tus curvas,
hagamos el amor
viajemos a la luna.
( Jesús )
ENTRE TUS BRAZOS (Poema # 35)
Me siento protegido, me siento querido
entre tus brazos
ya no encuentro el exilio.
No quiero estar lejos de esos brazos
que me queman como el fuego
y nos funde en uno solo.
He llorado, he sufrido
me siento perdido
pero entre tus brazos
encuentro el camino.
Yo quiero que me abraces y me beses
pero sobres todo quiero que nunca te alejes
yo quiero que me abraces y me ames
pero sobre todo quiero que nunca me olvides.
M.H. (Martín Herrera)
DESDE TUS ABRAZOS
Desde tus brazos veo el mundo
sin miedo de perderme en él,
veo colores que no reconozco,
percibo aromas que creía extintos
y el que llenaba mi alma
muere con el roce de tus labios.
Mi sonrisa recupera su brillo
con cada mirada de tus ojos,
la oscuridad que envolvía
toda la distancia de mis días
desaparece al paso de tus caricias.
La esperanza perdida renace
sintiendo que tal vez esta vez
quizás sea cierto, y por fin,
mis noches encontraron su abrigo.
El futuro pareciera acercarme
presentimientos de felicidades,
cuando ya no buscaban mis pies
un lugar para descansar su suerte
artos de equivocar los pasos,
leyendo tantos dolores en verso.
Tus palabras quiebran el encierro
de mi pequeño y tímido corazón,
y todas las frases que uso, hoy
se resignifican en tu pecho
entendiendo que no fue en vano
no haber huido de mi vida,
creyendo que tan de repente
mi destino se acordó de mi fe
y llenó mi sombría soledad
de ilusiones como constelaciones celestes.
No sé escribir ahora, digo a tientas,
sin saber si llego a trazar
lo que dicta mi sentir.
Sólo sé que mi boca se deshace
al pronunciar tu nombre,
y todo mi cuerpo cree
haber encontrado ese abrazo,
ese que necesitaba mi rostro
para descansar del mundo.
Desde tus brazos veo el mundo
sin miedo de perderme en él,
veo colores que no reconozco,
percibo aromas que creía extintos
y el que llenaba mi alma
muere con el roce de tus labios.
Mi sonrisa recupera su brillo
con cada mirada de tus ojos,
la oscuridad que envolvía
toda la distancia de mis días
desaparece al paso de tus caricias.
La esperanza perdida renace
sintiendo que tal vez esta vez
quizás sea cierto, y por fin,
mis noches encontraron su abrigo.
El futuro pareciera acercarme
presentimientos de felicidades,
cuando ya no buscaban mis pies
un lugar para descansar su suerte
artos de equivocar los pasos,
leyendo tantos dolores en verso.
Tus palabras quiebran el encierro
de mi pequeño y tímido corazón,
y todas las frases que uso, hoy
se resignifican en tu pecho
entendiendo que no fue en vano
no haber huido de mi vida,
creyendo que tan de repente
mi destino se acordó de mi fe
y llenó mi sombría soledad
de ilusiones como constelaciones celestes.
No sé escribir ahora, digo a tientas,
sin saber si llego a trazar
lo que dicta mi sentir.
Sólo sé que mi boca se deshace
al pronunciar tu nombre,
y todo mi cuerpo cree
haber encontrado ese abrazo,
ese que necesitaba mi rostro
para descansar del mundo.
Autor desconocido
HAGO GIRAR MIS BRAZOS
Hago girar mis brazos como dos aspas locas...
en la noche toda ella de metales azules.
Hacia donde las piedras no alcanzan y retornan.
Hacia donde los fuegos oscuros se confunden.
Al pie de las murallas que el viento inmenso abraza.
Corriendo hacia la muerte como un grito hacia el eco.
El lejano, hacia donde ya no hay más que la noche
y la ola del designio, y la cruz del anhelo.
Dan ganas de gemir el más largo sollozo.
De bruces frente al muro que azota el viento inmenso
Pero quiero pisar más allá de esa huella:
pero quiero voltear esos astros de fuego:
lo que es mi vida y es más allá de mi vida,
eso de sombras duras, eso de nada, eso de lejos:
quiero alzarme en las últimas cadenas que me aten,
sobre este espanto erguido, en esta ola de vértigo,
y echo mis piedras trémulas hacia este país negro,
solo, en la cima de los montes,
solo, como el primer muerto,
rodando enloquecido, presa del cielo oscuro
que mira inmensamente, como el mar en los puertos.
Aquí, la zona de mi corazón,
llena de llanto helado, mojada en sangres tibias.
Desde él, siento saltar las piedras que me anuncian.
En él baila el presagio del humo y la neblina.
Todo de sueños vastos caídos gota a gota.
Todo de furias y olas y mareas vencidas.
Ah, mi dolor, amigos, ya no es dolor de humano.
Ah, mi dolor, amigos, ya no cabe en mi vida.
Y en él cimbro las hondas que van volteando estrellas!
Y en él suben mis piedras en la noche enemiga!
Quiero abrir en los muros una puerta. Eso quiero.
Eso deseo. Clamo. Grito. Lloro. Deseo.
Soy el más doloroso y el más débil. Lo quiero.
El lejano, hacia donde ya no hay más que la noche.
Pero mis hondas giran. Estoy. Grito. Deseo.
Astro por astro, todos fugarán en astillas.
Mi fuerza es mi dolor, en la noche. Lo quiero.
He de abrir esa puerta. He de cruzarla. He de vencerla.
Han de llegar mis piedras. Grito. Lloro. Deseo.
Sufro, sufro y deseo. Deseo, sufro y canto.
Río de viejas vidas, mi voz salta y se pierde.
Tuerce y destuerce largos collares aterrados.
Se hincha como una vela en el viento celeste.
Rosario de la angustia, yo no soy quien lo reza.
Hilo desesperado, yo no soy quien lo tuerce.
El salto de la espada a pesar de los brazos.
El anuncio en estrellas de la noche que viene.
Soy yo: pero es mi voz la existencia que escondo.
El temporal de aullidos y lamentos y fiebres.
La dolorosa sed que hace próxima el agua.
La resaca invencible que me arrastra a la muerte.
Gira mi brazo entonces, y centellea mi alma.
Se trepan los temblores a la cruz de mis cejas.
He aquí mis brazos fieles! He aquí mis manos ávidas!
He aquí la noche absorta! Mi alma grita y desea!
He aquí los astros pálidos todos llenos de enigma!
He aquí mi sed que aúlla sobre mi voz ya muerta!
He aquí los cauces locos que hacen girar mis hondas!
Las voces infinitas que preparan mi fuerza!
Y doblado en un nudo de anhelos infinitos,
en la infinita noche, suelto y suben mis piedras.
Más allá de esos muros, de esos límites, lejos.
Debo pasar las rayas de la lumbre y la sombra.
Por qué no he de ser yo? Grito. Lloro. Deseo.
Sufro, sufro y deseo. Cimbro y zumban mis hondas.
El viajero que alargue su viaje sin regreso.
El hondero que trice la frente de la sombra.
Las piedras entusiastas que hagan parir la noche.
La flecha, la centella, la cuchilla, la proa.
Grito. Sufro. Deseo. Se alza mi brazo, entonces,
hacia la noche llena de estrellas en derrota.
He aquí mi voz extinta. He aquí mi alma caída.
Los esfuerzos baldíos. La sed herida y rota.
He aquí mis piedras ágiles que vuelven y me hieren.
Las altas luces blancas que bailan y se extinguen.
Las húmedas estrellas absolutas y absortas.
He aquí las mismas piedras que alzó mi alma en combate.
He aquí la misma noche desde donde retornan.
Soy el más doloroso y el más débil. Deseo.
Deseo, sufro, caigo. El viento inmenso azota.
Ah, mi dolor, amigos, ya no es dolor de humano!
Ah, mi dolor, amigos, ya no cabe en la sombra!
En la noche toda ella de astros fríos y errantes,
hago girar mis brazos como dos aspas locas.
Pablo Neruda
HAGO GIRAR MIS BRAZOS
Hago girar mis brazos como dos aspas locas...
en la noche toda ella de metales azules.
Hacia donde las piedras no alcanzan y retornan.
Hacia donde los fuegos oscuros se confunden.
Al pie de las murallas que el viento inmenso abraza.
Corriendo hacia la muerte como un grito hacia el eco.
El lejano, hacia donde ya no hay más que la noche
y la ola del designio, y la cruz del anhelo.
Dan ganas de gemir el más largo sollozo.
De bruces frente al muro que azota el viento inmenso
Pero quiero pisar más allá de esa huella:
pero quiero voltear esos astros de fuego:
lo que es mi vida y es más allá de mi vida,
eso de sombras duras, eso de nada, eso de lejos:
quiero alzarme en las últimas cadenas que me aten,
sobre este espanto erguido, en esta ola de vértigo,
y echo mis piedras trémulas hacia este país negro,
solo, en la cima de los montes,
solo, como el primer muerto,
rodando enloquecido, presa del cielo oscuro
que mira inmensamente, como el mar en los puertos.
Aquí, la zona de mi corazón,
llena de llanto helado, mojada en sangres tibias.
Desde él, siento saltar las piedras que me anuncian.
En él baila el presagio del humo y la neblina.
Todo de sueños vastos caídos gota a gota.
Todo de furias y olas y mareas vencidas.
Ah, mi dolor, amigos, ya no es dolor de humano.
Ah, mi dolor, amigos, ya no cabe en mi vida.
Y en él cimbro las hondas que van volteando estrellas!
Y en él suben mis piedras en la noche enemiga!
Quiero abrir en los muros una puerta. Eso quiero.
Eso deseo. Clamo. Grito. Lloro. Deseo.
Soy el más doloroso y el más débil. Lo quiero.
El lejano, hacia donde ya no hay más que la noche.
Pero mis hondas giran. Estoy. Grito. Deseo.
Astro por astro, todos fugarán en astillas.
Mi fuerza es mi dolor, en la noche. Lo quiero.
He de abrir esa puerta. He de cruzarla. He de vencerla.
Han de llegar mis piedras. Grito. Lloro. Deseo.
Sufro, sufro y deseo. Deseo, sufro y canto.
Río de viejas vidas, mi voz salta y se pierde.
Tuerce y destuerce largos collares aterrados.
Se hincha como una vela en el viento celeste.
Rosario de la angustia, yo no soy quien lo reza.
Hilo desesperado, yo no soy quien lo tuerce.
El salto de la espada a pesar de los brazos.
El anuncio en estrellas de la noche que viene.
Soy yo: pero es mi voz la existencia que escondo.
El temporal de aullidos y lamentos y fiebres.
La dolorosa sed que hace próxima el agua.
La resaca invencible que me arrastra a la muerte.
Gira mi brazo entonces, y centellea mi alma.
Se trepan los temblores a la cruz de mis cejas.
He aquí mis brazos fieles! He aquí mis manos ávidas!
He aquí la noche absorta! Mi alma grita y desea!
He aquí los astros pálidos todos llenos de enigma!
He aquí mi sed que aúlla sobre mi voz ya muerta!
He aquí los cauces locos que hacen girar mis hondas!
Las voces infinitas que preparan mi fuerza!
Y doblado en un nudo de anhelos infinitos,
en la infinita noche, suelto y suben mis piedras.
Más allá de esos muros, de esos límites, lejos.
Debo pasar las rayas de la lumbre y la sombra.
Por qué no he de ser yo? Grito. Lloro. Deseo.
Sufro, sufro y deseo. Cimbro y zumban mis hondas.
El viajero que alargue su viaje sin regreso.
El hondero que trice la frente de la sombra.
Las piedras entusiastas que hagan parir la noche.
La flecha, la centella, la cuchilla, la proa.
Grito. Sufro. Deseo. Se alza mi brazo, entonces,
hacia la noche llena de estrellas en derrota.
He aquí mi voz extinta. He aquí mi alma caída.
Los esfuerzos baldíos. La sed herida y rota.
He aquí mis piedras ágiles que vuelven y me hieren.
Las altas luces blancas que bailan y se extinguen.
Las húmedas estrellas absolutas y absortas.
He aquí las mismas piedras que alzó mi alma en combate.
He aquí la misma noche desde donde retornan.
Soy el más doloroso y el más débil. Deseo.
Deseo, sufro, caigo. El viento inmenso azota.
Ah, mi dolor, amigos, ya no es dolor de humano!
Ah, mi dolor, amigos, ya no cabe en la sombra!
En la noche toda ella de astros fríos y errantes,
hago girar mis brazos como dos aspas locas.
Pablo Neruda
Que hermosos poemas.. y excelente reflexion!♥
ResponderEliminarNo hay nada mejor que los abrazos de verdad que son dados desde el alma.. con amor y ternura a quien se quiere o ama :3