Con ustedes, el botijo
Desde la prehistoria el
hombre ha utilizado el barro para fabricar vasijas de todo tipo, cántaros, vasos, ollas,
botijos, etc, destinados, entre otras cosas, a guardar el agua y los alimentos. El ejemplo
del que vamos a tratar aquí es el botijo.
Según lo define el
diccionario un botijo es “una vasija de barro poroso utilizada para refrescar
agua”.
El botijo, ese instrumento para almacenar y refrescar agua tan español (pero también de muchos otros países mediterráneos) posee una historia que se remonta a las antiguas culturas mesopotámicas,
donde se encontraron los primeros restos de recipientes con formas
similares a los actuales. Sin embargo, se cree que ya en el Neolítico
los antiguos prehistóricos utilizaron envases naturales, como huevos de
avestruz o de otras aves, a guisa de botijos.
La procedencia etimológica de su nombre es romana, concretamente del término del latín tardío buttis (odre). De este mismo derivan también “bota” (la de beber), “botija” y, finalmente, “botella”.
Su funcionamiento es sencillo: el agua se filtra por
los poros de la arcilla y en contacto con el ambiente exterior se evapora, produciendo un
enfriamiento. La clave del enfriamiento está en la evaporación del agua.
Refrigeración
por evaporación
El proceso es muy
simple cuando el agua se evapora necesita energía para que se produzca el cambio de
estado de líquido a gas. Esa energía puede tomarla del ambiente, pero también del
propio sistema (el agua). Así cuando se evapora una parte de agua extrae energía del
sistema y el agua remanente, por tanto, disminuye la temperatura.
La teoría cinética nos
permite interpretar también el fenómeno de
refrigeración por evaporación desde el
punto de vista microscópico o molecular. Así, nos encontramos que las partículas de un
sólido, líquido o gas se están moviendo o agitando continuamente. La temperatura es una
medida de la energía cinética media de las partículas, mayor velocidad de éstas
implica mayor temperatura y viceversa. En un líquido las partículas se mueven deslizándose unas sobre otras, las más
veloces se acercan a la superficie libre del líquido y si tienen energía suficiente
pueden escapar de él, produciéndose la evaporación. Este cambio de estado (líquido ---> vapor) provoca un
enfriamiento del sistema, ya que precisamente desaparecen las partículas más
energéticas.
Este efecto podemos
notarlo en diferentes situaciones: en verano cuando se riegan las calles para refrescar el
ambiente, cuando nos ponemos una compresa de alcohol para disminuir la fiebre, cuando
sudamos y al evaporarse el sudor refrigeramos nuestro cuerpo, etc.
¿Qué ocurre en un
botijo?
Como decíamos al principio, en
un botijo el proceso de evaporación se ve favorecido por el hecho de que el barro es
poroso y parte del agua se filtra a través de él.
El grado de enfriamiento depende de varios
factores, fundamentalmente del agua que contenga el botijo y de las condiciones
ambientales. Si la temperatura ambiente es elevada, el proceso de evaporación será más
rápido, no así el proceso de enfriamiento. Si el ambiente es muy húmedo la evaporación
se ve dificultada y el botijo no enfriará. En condiciones favorables se puede conseguir
una disminución de temperatura de unos 10ºC.
También las cantimploras enfrían
Las cantimploras
metálicas forradas con una tela de fieltro tienen el mismo fundamento: se moja la tela
para que al evaporarse el agua que queda en ella se refresque el agua del interior.
|
Más aplicaciones del
efecto botijo
Aunque el sistema de
refrigeración por evaporación es muy antiguo y parece que ha perdido su utilidad frente
a los modernos frigoríficos, en países en vías de desarrollo, de clima árido y que no
disponen de electricidad tiene su importancia. De hecho la Fundación Rolex concedió uno
de sus premios del año 2000 a Mohammed Bah Abba por construir una doble vasija de barro
para conservar alimentos perecederos.
El sistema consta de dos vasijas, de distinto diámetro, incluida una en la otra. El espacio que media entre ambas, se rellena con arena, que debe mantenerse constantemente empapada para asegurar la humidificación de sus paredes. Las frutas, hortalizas y demás alimentos se colocan en la vasija interior. |
La explicación física del
proceso de refrigeración es sencilla: el
agua contenida en la arena que separa ambas vasijas se evapora hacia la parte exterior de
la vasija mayor, ventilada por la circulación del aire seco exterior. El proceso de
evaporación comporta una reducción de varios grados de la temperatura de la arena, lo
que enfría la vasija interior, retarda la reproducción de los agentes de la
descomposición y conserva los alimentos. Gracias a este sencillo método, la
conservación de berenjenas, por ejemplo, pasó de 3 a 27 días y la de tomates y
pimientos, a tres o más semanas. (Información recogida en el artículo
“Invento prehistórico en pleno siglo XXI” de Investigación y Ciencia, Marzo de
2001.)
Máquinas frigoríficas
El proceso es igual que el que ocurre en una máquina frigorífica, es decir, extraer el calor de un foco frío para cederlo a otro más
caliente. Como este proceso resulta imposible realizarlo espontáneamente, la máquina
necesita de un aporte exterior de energía, en el caso que nos ocupa es la energía del
sol la que aporta a las partículas ese empuje que necesitan para separarse, que el
agua se evapore, y extraer calor de la parte fría.
Podríamos decir que el humilde botijo y vasijas similares son una
especie de “frigoríficos sin cable”, baratos, no contaminantes y puede que con
un gran futuro.
Puedes
experimentar todo esto en: Experimentos con un botijo y una cantimplora
Pero lo más curioso del tema es que, en el año 1990, un profesor de
Química en la Escuela Técnica Industrial de la Universidad Politécnica
de Madrid, el señor Gabriel Pinto, se empeñó en parametrizar en una ecuación matemática
todas las variables y factores que influyen en el mecanismo
refrigerador del botijo. Pinto desarrolló un modelo matemático que iba
ajustando mediante datos experimentales. Había considerado multitud de
factores, empero, existía algo que seguía sin cuadrar: las ecuaciones le
conferían al botijo una capacidad ilimitada de enfriar.
Fue entonces cuando otro profesor de Química, José Ignacio Zubizarreta, aportó el detalle que faltaba, algo que Pinto había pasado por alto: el calor de radiación que aporta el aire
que se encuentra en el interior del recipiente. La fórmula estaba
terminada. En 1995, ambos profesores publicaron en la revista americana
Chemical Engineering Education (en su número 29) el artículo titulado An ancient method for cooling water explained by means of mass and heat transfer. El resultado fue un par de ecuaciones diferenciales que relacionaban todos los parámetros; las que se pueden observar en la imagen siguiente.
Donde:
Suponiendo un botijo con geometría esférica perfecta, el siguiente esquema puede ayudar a comprender las ecuaciones.
De ahora en adelante, siempre habremos de mirar a los botijos con otros ojos.
Y ahora, nada mejor que una clase magistral sobre este singular "artefacto", por supuesto, en clave de humor...
Fuente:http://www.demogracia.com
Curiosidades sobre el botijo:
Poesía:
Breve historia del Museo del Botijo.
Comenzó como se inician estas cosas. "Mi suegra tenía un botijo muy bonito, de corcho y
metal -recuerda Pablo Castelo-, que llegó a mis manos como regalo. Lo coloqué en un lugar
preferente, pero cuando lo miraba me daba pena verlo tan sólo. Así que me decidí a tener
algunos más. Poco a poco, casi sin darme cuenta, logré reunir un centenar y a partir de ahí
me convencí de una cosa: coleccionar botijos es caro pero apasionante".
Lo anterior ocurria en el año 70. Con la fiebre de coleccionar botijos de todos los rincones
del mundo, Pablo Castelo, sus hijos y por supuesto todos sus amigos, se impusieron la obligación
de conseguir para Villena un museo que fuera ejemplar, del que pudieran presumir como un segundo
tesoro.
En el Museo del Botijo hay dos plantas dedicadas a recoger los mil doscientos ejemplares que se
exhiben en la actualidad. Están clasificados por países y los nacionales, por zonas y comarcas.
Pablo Castelo ha recorrido Rusia, Argentina, Colombia, México, Chile, Paraguay, Perú, Marruecos,
Francia, Grecia, Portugal, Italia y Estambul (Turquía) buscando ejemplares raros. Su búsqueda
está plagada de cientos de anécdotas: "Un día llamó a mi puerta un religioso de un colegio de
Carmelitas de Santiago de Chile. Traía en la mano un botijo y un mensaje. 'Me lo ha
entregado un vecino de Villena para que se lo traiga', fueron sus palabras".
Uno de los botijos más diminutos de la colección llegó desde México . "El comandante piloto de
Aeroméxico visitó mi museo . Al terminar la visita nos fuimos al Villenense a tomarnos una botella
de tequila. Con la segunda botella, el piloto me prometió que haría un próximo viaje y me traería
un ejemplar. Pasaron muchos meses hasta que volví a tener noticias suyas. Otro piloto de Aeroméxico
llegó un día a mi casa y me entregó un paquetito. Me dijo: lleve cuidado, dentro hay un botijo que
me ha entregado en México mi compañero para que se lo traiga. Y aquí está".
Hay, cientos de anécdotas. Desde el cónsul de Nador, que envió un precioso y raro ejemplar, hasta
el propietario de la firma Lois, que rellenó un cheque, sin poner cantidad, y dijo que pusiera
precio por su Museo. "No lo venderé nunca porque el Museo no tiene precio. Hay botijos que me han
costaddo hasta 20.000 pesetas. Pero los viajes, las caminatas, las gestiones para encontrar los
ejemplares más raros no pueden ser valorados".
El Museo del Botijo de Pablo Castelo siempre está abierto al público pese a ser privado. Colegios,
asociaciones, congresistas, personalidades de la vida política y militar... "Es una aportación que
hago al pueblo. Mis colecciones no son mías, son de todos. Siempre están a disposición de quienes
quieran verlos".
Video documental del no-do (1974)
Curiosidades sobre el botijo:
Patente curiosa: botijo con caja de música incorporada
Botijo con caja de música incorporada, que esencialmente se caracteriza
porque el cuerpo del botijo, utilizable y constituido como tal, presenta
inferiormente una pestaña anular, que se proyecta hacia dentro sin
solución de continuidad, desde la propia base del mismo, que viene a
constituir una proyección de tipo troncocónico, conformando todo ello un
alojamiento prácticamente cilíndrico de poca altura, en el que está
situada la caja de música, que cuenta con un apéndice proyectado hacia
abajo, que se expande al elevar el botijo, y pone en marcha la caja de
música, hasta tanto no se apoye de nuevo sobre su superficie de reposo,
lo que implica el retraimiento del citado apéndice.
Poesía:
A UN BOTIJO
Sobre el alféizar en su dulce espera
el botijo contiene la alegría
desde un frío de dentro, y desafía
el calor sofocante del afuera.
La humildad de su barro, carcelera
de un agua cantadora en que confía
el pobre campesino en su agonía,
es un lujo de fuente, que libera
su garganta reseca en el trabajo.
Y al llegar a su casa y con su pena,
a la sombra, posado en la alacena
lo descubre feliz, suelta el alijo
y bebe a chorro igual que un agasajo
el alma refrescante del botijo
Pedro Miguel Lamet
Gracias por este estupendo post sobre los botijos!
ResponderEliminarFe
Fe, gracias a ti por el comentario. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn saludo
MarHorten