lunes, 15 de octubre de 2012

Noticia curiosa...

Una ecuación que predice la forma de una coleta, Premio Ig Nobel 2012


los galardones que premian cada año los estudios científicos más absurdos o disparatados. Promovidos por la revista Anales de Investigación Improbable como alternativa divertida a los Nobel, los premios fueron entregados durante la noche del jueves en la Universidad de Harvard en Massachusetts (EE.UU.).



A pesar de que la mítica imagen de Albert Einstein sacando la lengua dejó muy claro que los mayores genios también pueden ser grandes bufones, la ciencia generalmente se considera demasiado compleja, impenetrable y aburrida para el común de los mortales.

Una vez al año, sin embargo, la Universidad de Harvard y sus premios Ig Nobel se esfuerzan en demostrar a todo el mundo que la ciencia no tiene porqué estar reñida con el cachondeo. Según las bases establecidas por los “Anales de la Investigación Improbable”, la revista que concede cada año estos desternillantes galardones, el objetivo de los Ig Nobel es "provocar el interés de la sociedad por la ciencia, la medicina y la tecnología", mediante la concesión de premios a los trabajos científicos más insólitos e imaginativos, "que hacen reír a la gente, y después les hacen pensar".

Y en la edición de este año una ecuación que predice la forma de una coleta, el descubrimiento de actividad cerebral en un salmón muerto y el hallazgo de los factores que explican por qué se derrama el café de una taza son algunos de los “avances” científicos que este año han ganado los  premios Ig Nobel. Estos galardones, cuyo objetivo es hacer reír mostrando el lado más divertido y disparatado de la ciencia, son entregados cada año como antesala a los auténticos Premios Nobel, cuyos ganadores se anunciarán a principios de octubre.

El científico británico Patrick Warren y sus colaboradores del centro de investigación de la empresa Unilever, en el Reino Unido, formularon la llamada “Ponytail Equation” (ecuación de la forma de una coleta), que tiene en cuenta factores como la dureza del cabello, los efectos de la gravedad y la presencia de rizos en el pelo. En combinación con un nuevo “factor matemático” que los científicos bautizaron como el “número de Rapunzel” (el nombre de la princesa de las largas trenzas), la ecuación predice la forma que adoptará el pelo de una persona cuando se junte para hacer una coleta.

Otro de los Ig Nobel, que se entregaron anoche en la Universidad de Harvard, lo ganó un equipo de investigadores estadounidenses que comprobó cómo los chimpancés se reconocen entre ellos por la forma de su trasero, y a un científico sueco que resolvió el enigma de porqué a los habitantes de la ciudad de Anderslöv el pelo se les tiñe de color verde (las “culpables”, al parecer, son las tuberías de cobre por las que pasa el agua caliente en sus duchas).

Pero además, el cachondeo anual de los Ig Nobel nos recuerda cómo a veces la ciencia puede avanzar gracias a la creatividad y el espíritu lúdico de algunos Peter Pan que se resisten a hacerse del todo mayores. El año pasado, por primera vez en la historia de estos premios, el ganador de un Ig Nobel -Andre Geim, de la Universidad de Manchester- recibió un Nobel de los de verdad (el de Fisica), y aseguró que ese lado juguetón de la ciencia había sido una de las claves de su éxito científico.

Si no fuera porque Geim, y su colega Konstantin Novoselov, se dedican a realizar toda clase de ensayos aparentemente disparatados en lo que ellos mismos han bautizado como «los experimentos de viernes por la noche», su descubrimiento del grafeno, por el que recibieron el auténtico Nobel de Física, no hubiera sido posible. La filosofía de esta ciencia divertida la resume así Novoselov: «Hacemos todas las locuras posibles, que muchas veces no conducen a nada, pero que a veces nos dan grandes sorpresas».

Según Geim, «las personas que no tienen sentido del humor no pueden ser buenos científicos». Seguro que otros ilustres predecesores que recibieron el galardón sueco estarían de acuerdo con él. No olvidemos la irreprimible socarronería del más grande de todos.

«Sólo hay dos cosas infinitas: 
el Universo y la estupidez humana... 
y del Universo no estoy seguro».


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