La derrota de la Invencible Armada marcó el fin de 300 años de hegemonía española,
mientras que Gran Bretaña, por su parte, junto con detener los avances
napoleónicos, consolidó, por más de un siglo, su poderío naval. El
dominio de los mares permitió a los británicos montar el imperio mundial
más grande de su tiempo, que duró hasta la II Guerra Mundial. Trafalgar
es un hito en la historia de la humanidad, que dio inicio al periodo
conocido como la “Pax Britanica”, la cual marcó la dinámica de las
relaciones políticas, económicas, culturales y sociales del siglo XIX.
La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre del año 1805 a la
altura de cabo Trafalgar (Cádiz), enfrentándose la flota británica,
comandada por el almirante Horacio Nelson,
contra una flota combinada franco-española bajo el mando del almirante
Vileneuve. Fue la última gran acción de guerra en el mar de este
periodo, perdiéndose al rededor de 5.000 vidas y 15 buques (esto último
principalmente a causa del temporal del SW que se desató sobre los
maltrechos buques al día siguiente) y sus consecuencias se prolongaron
mucho más allá de las guerras napoleónicas.
El comandante británico Nelson murió, a bordo de su buque
insignia HMS Victory, a consecuencia de las heridas recibidas en los
albores del combate, lo que convirtió en triste a aquel día para ambas
marinas: para la franco-española, por la muerte de muchos de sus
almirantes, y por su propia destrucción; para la inglesa porque, a pesar
de lograr una fabulosa victoria, perdía a uno de sus líderes militares
más carismáticos y respetados de toda su historia.
El general Álava informó el 6 de agosto de 1805 de la falta de pericia de los artilleros de la flota:
"En la revista de inspección que acabo de pasar a los navíos “Bahama” y “San Leandro”, me pareció conveniente hacer que se representase el simulacro de un combate de mar practicándose el ejercicio de cañón á fuego para poder formar juicio del grado de instrucción en que se hallan los equipajes, mas como era la primera vez que disparaban artillería, ocurrieron adversos defectos de entidad, producidos por falta de tales ejercicios, como el introducir algunos los cartuchos por el revés, dejar otros dentro el atacador, etcétera. Esto me ha hecho conocer la necesidad absoluta de que se verifiquen una y otra vez en los navíos estos ejercicios que no están en uso, y que por este motivo lo participe á V. E. por si mereciese su aprobación ésta providencia, y el consuno de la pólvora adicionada que podrá este efecto pido al Departamento, disponiendo que se hagan cartuchos de papel y de sola la mitad de la carga ordinaria con el fin de economizar gastos".
Pero, ¿desde cuando era tan desastrosa la situación de la Armada española? Hasta el fin del reinado de Carlos III en 1788, las tripulaciones españolas habían sido igual de eficaces que sus homólogas británicas y francesas, sobre todo en funciones de guardacostas y protección de las rutas comerciales y de sus convoyes, que era lo que realmente importaba para la conservación del enorme imperio español de ultramar.
Fue la llegada de un rey débil e incompetente, Carlos IV, junto con ministros totalmente ineficaces y analfabetos en los asuntos del mar, como Godoy, y una Hacienda en ruina, las razones que llevaron en poco menos de una decena de años a una Armada poderosa y temible a ser un mero títere de los franceses, en un estado de dejadez lamentable, con una marinería carente de entrenamiento, que no recibía sus salarios, sin ninguna inversión en artillería y otros adelantos tecnológicos... Todo este cúmulo de despropósitos le costaron a España su Imperio.
"En la revista de inspección que acabo de pasar a los navíos “Bahama” y “San Leandro”, me pareció conveniente hacer que se representase el simulacro de un combate de mar practicándose el ejercicio de cañón á fuego para poder formar juicio del grado de instrucción en que se hallan los equipajes, mas como era la primera vez que disparaban artillería, ocurrieron adversos defectos de entidad, producidos por falta de tales ejercicios, como el introducir algunos los cartuchos por el revés, dejar otros dentro el atacador, etcétera. Esto me ha hecho conocer la necesidad absoluta de que se verifiquen una y otra vez en los navíos estos ejercicios que no están en uso, y que por este motivo lo participe á V. E. por si mereciese su aprobación ésta providencia, y el consuno de la pólvora adicionada que podrá este efecto pido al Departamento, disponiendo que se hagan cartuchos de papel y de sola la mitad de la carga ordinaria con el fin de economizar gastos".
Pero, ¿desde cuando era tan desastrosa la situación de la Armada española? Hasta el fin del reinado de Carlos III en 1788, las tripulaciones españolas habían sido igual de eficaces que sus homólogas británicas y francesas, sobre todo en funciones de guardacostas y protección de las rutas comerciales y de sus convoyes, que era lo que realmente importaba para la conservación del enorme imperio español de ultramar.
Fue la llegada de un rey débil e incompetente, Carlos IV, junto con ministros totalmente ineficaces y analfabetos en los asuntos del mar, como Godoy, y una Hacienda en ruina, las razones que llevaron en poco menos de una decena de años a una Armada poderosa y temible a ser un mero títere de los franceses, en un estado de dejadez lamentable, con una marinería carente de entrenamiento, que no recibía sus salarios, sin ninguna inversión en artillería y otros adelantos tecnológicos... Todo este cúmulo de despropósitos le costaron a España su Imperio.
Napoleón quería invadir Gran Bretaña y para ello debía dominar el canal
de la Mancha. Ordena que toda su flota se concentre en Bretaña. El 30 de
marzo del 1805 el almirante Villeneuve logra romper el bloqueo
británico en Tolón, y tratando de unirse al resto de la flota francesa
pone rumbo a las Antillas. En Cádiz
se incorporó parte de la flota española bajo el mando del almirante
Francisco Gravina. El resto de la flota francesa queda bloqueada en
Brest y otros puertos.
Nelson tuvo conocimiento de la marcha de Villeneuve el 10 de abril y
comenzó una persecución a lo largo del Atlántico. Después de un
enfrentamiento, el 22 de julio, a la altura de Finisterre, contra e
almirante Calder y su escuadrón de 15 navíos (apresó dos buques
franceses y hundió a los españoles San Rafael y Firme) la flota combinada fondea en Vigo.
El día 13 de agosto se les une Cosme Damián de Churruca en el San Juan Nepomuceno,
comandando una flota de otros nueve navíos. Se hacen a la mar y el
almirante Villeneuve, tras titubear ante la orden de partir hacia el
canal de la Mancha (presumiendo la presencia de Nelson en la zona),
decide poner rumbo a Cádiz, adonde arribaron el 20 de agosto, demorando
la posible invasión de Inglaterra. Parece ser que Villeneuve recibe el
14 de septiembre la orden de dejar Cádiz y proceder a Nápoles
pero decide permanecer en la ciudad. Ese mismo día Nelson parte de
Porstmouth con la intención de unirse a la flota de Collingwood, que ya
bloqueaba el puerto de Cádiz. El 28 de septiembre llegó al golfo de
Cádiz. Y comenzó la espera.
Nelson había concentrado su flota de 27 buques a unas
50 millas al oeste de Cádiz, manteniendo un sistema de
aprovisionamiento con base en Gibraltar
y manteniendo una cadena de comunicación basado en señales visuales
(código de banderas) entre sus fragatas.
Ya el 9 de octubre Nelson reunió a sus capitanes y les explicó su plan.
Los buques formarían en dos columnas, con Nelson al mando de una y
Collingwood de la segunda. La primera atacaría perpendicularmente hacia
el centro de la línea enemiga (formación en fila, la habitual en el
combate naval entonces) y la segunda, próxima a la anterior, a la parte
posterior de la misma línea. Esa táctica, valiente por cuanto supone
aguantar el fuego enemigo hasta alcanzarlo, permitía:
- Aprovechar las dos bandas de cada buque inglés para disparar a cada uno de los buques enemigos que quedaban a cada banda una vez alcanzada la línea enemiga; disparos encima dirigidos ala proa o popa, zonas peor protegidas que el costado en los navíos de línea.
- Emplear las carronadas, cañones de corto alcance cargados con metralla y que tenían efectos devastadores sobre las cubiertas enemigas (que, por cierto, no fueron montados a bordo de la flota franco-española a pesar de disponer de ellos).
- Al cortar la línea enemiga, los buques que quedaban delante debían virar y regresar para entrar en combate perdiendo un tiempo precioso.
- De hecho, esta táctica lo que conseguía era disminuir el número de buques enemigos que pudiesen en trar en acción, y por ende, el número de cañones.
- Una vez entre las líneas enemigas, se intentaba rodear a cada buque enemigo por al menos dos navíos propios.
- La acción era novedosa (sólo se había empleado en dos ocasiones anteriormente por los propios británicos) por lo que la reacción no podía estar preparada.
El 17 de octubre Villeneuve recibe información
del servicio de inteligencia: 4 buques británicos salían
al mediterráneo desde Gibraltar escoltando un convoy, y que otros
2 buques se hallaban en Gibraltar reaprovisionándose y sometidos
a reparaciones.
Al día siguiente Villeneuve , pensando que la flota de Nelson se ha debilitado con las bajas de los barcos antes indicados, se decide sacar la escuadra de Cádiz y así intentar conseguir la reconciliación con el emperador.
Al día siguiente Villeneuve , pensando que la flota de Nelson se ha debilitado con las bajas de los barcos antes indicados, se decide sacar la escuadra de Cádiz y así intentar conseguir la reconciliación con el emperador.
El 19 hace las convenientes señales
para darse al mar toda la escuadra. Está compuesta por 33 navíos
mientras que los ingleses tienen 27.
A las 06.00 horas aparece la señal <Izad velas y adelante>; al mediodía, con solo 7 barcos fuera, el viento desaparece y reina la calma, es necesario utilizar botes para remolcar el resto de la escuadra. Al mediodía del 20 toda la escuadra se encuentra en mar abierto. En Cádiz se presiente la catástrofe y en la iglesia del Carmen es tal la cantidad de gente que acude a rezar, que se tienen que formar tandas para entrar.
El tiempo que había permanecido
la escuadra en Cádiz había restado habilidad en los miembros
de las tripulaciones, además los navíos no estaban suficientemente
equipados. Los españoles se temen lo peor.
El 19 a las 9'30 horas el Mars repite
la señal ' El enemigo empieza a salir del puerto ' , entonces desde
el Victory se iza la señal ' Persecución general, sudeste
'. Nelson establece un sistema de seguimiento de la escuadra, manda colocar
dos fragatas cerca del enemigo para que comuniquen los movimientos al Defence,
este al Colossus, este al Mars y por fin desde el Mars al Victory. Las
comunicaciones durante la noche se
hacen con luces.
Durante el 20, la escuadra se dirige
al sur, hacia el estrecho de Gibraltar, alejándose del cabo de Trafalgar.
La formación es de 3 columnas, pero muy irregulares debido a la
poca experiencia de las tripulaciones. A última hora de la tarde
el viento sopla del oeste, lo que permite que los barcos giren y se encaminen
directamente al estrecho, pero esta maniobra termina de desordenar la formación.
A las 19'00 horas en el Redutable se ven luces de señal de los barcos de Nelson, y se le informa a Villeneuve, pero las comunicaciones en la escuadra combinada se hace mediante altavoz y hasta las 20'30 horas no llega el mensaje; Entonces Villeneuve ordena que la escuadra se coloque en línea de batalla.
A las 19'00 horas en el Redutable se ven luces de señal de los barcos de Nelson, y se le informa a Villeneuve, pero las comunicaciones en la escuadra combinada se hace mediante altavoz y hasta las 20'30 horas no llega el mensaje; Entonces Villeneuve ordena que la escuadra se coloque en línea de batalla.
Al amanecer del día 21, las dos
flotas se distinguen claramente. A las 5'45 desde el Victory se transmite
el mensaje para que la flota se divida en dos columnas. Entonces el General
Gravina pide a Villeneuve permiso para obrar independientemente de la línea
con la escuadra de observación que está a sus ordenes,
el francés lo desaprueba, previniendo a Gravina que permanezca en
la línea de batalla y subordinado a los movimientos generales.
Villeneuve ordena una virada por redondo a un tiempo en toda la línea, el efecto fue hacer la vanguardia retaguardia, y la retaguardia vanguardia. La línea se había roto dejando grandes claros al enemigo. Este movimiento lo realizó Villeneuve para tener Cádiz bajo el viento en el caso de una derrota.
Villeneuve ordena una virada por redondo a un tiempo en toda la línea, el efecto fue hacer la vanguardia retaguardia, y la retaguardia vanguardia. La línea se había roto dejando grandes claros al enemigo. Este movimiento lo realizó Villeneuve para tener Cádiz bajo el viento en el caso de una derrota.
Mientras en el Victory, Nelson está en
cubierta vigilando a la escuadra combinada, el cirujano del barco observa
que Nelson lleva las condecoraciones cosidas a la chaqueta, siendo un blanco
fácil, pero antes de poder comunicárselo a Nelson, este se vuelve
al grupo de oficiales para desplegar un mensaje a toda la flota.
' Inglaterra espera que todo hombre cumplirá con su deber ' , y a
continuación ' Atacad al enemigo de cerca '.
En el San Juan Nepomuceno, Churruca
mira por el telescopio el mástil del Bucentaure a la espera de una
solución, como no se produce, sacude la cabeza y se dirige a su
segundo al mando " Nuestra vanguardia será aislada del cuerpo
principal y nuestra retaguardia se verá abrumada. La mitad de la
línea estará obligada a permanecer inactiva. El almirante
francés no lo entiende. Sólo ha de actuar con osadía,
sólo ha de ordenar que los barcos de la vanguardia viren de nuevo
a sotavento y se sitúen detrás de la escuadra de retaguardia.
Eso colocaría al enemigo entre dos fuegos ", ¡Perdidos!
¡Perdidos! ¡Perdidos!.
A las 11:48 Nelson izó un mensaje que decía: England expects that every man will do his duty.
La batalla comenzó hacia el medio día y duró hasta las seis de la tarde, aproximadamente, cuando el navío francés Achille
explotó. La táctica que daba ventaja numérica a los ingleses hizo que
poco a poco los buques de la flota combinada fuesen cayendo bajo el
fuego de dos o más enemigos. Además, la formación en fila de la flota
combinada no era tal fila, quedando varios navíos mal colocados sin
poder entrar en combate.
Sirva como ejemplo el texto de Cayetano Valdés, comandante del Neptuno (a señalar que había tres Neptunos, uno por cada país) sobre el San Juan de Nepomuceno:
Doblada la retaguardia, fue puesto entre dos fuegos por dos navíos enemigos, los dos de tres puentes (Belleisle y Tonnant). La defensa del Nepomuceno,
y el empeño de los enemigos por rendirle, fue de lo más obstinado que
cabe. A las tres y media de la tarde se hallaba este navío sin gobierno,
desarbolado de todos sus masteleros; acribillados sus palos; velamen y
costados, con siete balazos a lumbre de agua, cordadas casi todas sus
jarcias, inutilizados 19 cañones, y con más de la tercera parte de la
tripulación fuera de combate. Sin embargo, seguía su vigorosa defensa,
resuelto su comandante y segundo Cosme Churruca y Francisco Moyua, a
perecer antes que rendirse. Ambos murieron en el acto de combate, por
sus heridas, y aunque el teniente de navío Joaquín Núñez, que los
sustituyó, siguió la defensa durante media hora, mas convencido de ser
inútil, y un sacrificio infructuoso el que se hacía impunemente de los
restos de tan valerosa tripulación, desesperanzado de ser socorrido, y
aumentados los daños hasta quedar casi destrozado, se rindió con acuerdo
de su oficialidad al navío Dreadnought. Tuvo 120 hombres muertos
y 175 heridos. Los ingleses quedaron asombrados de la defensa de este
navío y aseguraban que se había batido de un modo que no había ejemplo.
El Santísima Trinidad, de 136 cañones, uno de los objetivos de
Nelson por ser el mayor navío de línea jamás construido, se fue a pique
esa noche mientras era remolcado por otras tres buques ingleses. A bordo
quedaron 80 heridos no pudiendo hacer nada por ellos. El Príncipe de Asturias, a bordo del cual iba Gravina, hubo de ser socorrido y remolcado a Cádiz con el almirante herido.
(Germán Sarasúa)
La victoria sobre el combinado franco-español permitió a Inglaterra tener la supremacía naval en los siguientes 100 años.
Napoleón no consiguió volver a tener una escuadra capaz de asegurar un desembarco en Inglaterra, y su objetivo jamás se realizaría.
España no perdió su armada aquí, sólo perdió 10 navíos que quedaron contrarrestados con los 6 navíos que se capturó a Francia en el inicio de la guerra de la Independencia. Pero para poder dotar a todos los barcos que participaron en el combate se tuvieron que utilizar los fondos de amortización, un tanto sobre las fincas pertenecientes a la iglesia concedido al Rey por el Papa, un empréstito de cien millones de reales en acciones (transmisibles por endoso), y el producto de algunas contribuciones nuevas. Además no se recibían caudales de América por el cerco inglés.
Sin dinero se empezó a desguazar barcos para poder equipar a otros, e incluso para leña .
En 1805 España tiene 41 navíos de guerra, en 1811 tiene 26 navíos de guerra, en 1820 se tiene 17, y en 1835 sólo 3 navíos para poder asegurar las costas españolas y la de las colonias que empezaban a independizarse.
El HMS Victory se conserva actualmente en el puerto de Porsmouth, en Gran Bretaña. |
La batalla de Trafalgar en la pintura:
El Temerario, Camino al Desguace, Joseph M. William Turner |
Turner ha querido jugar con el destino de la embarcación al utilizar un
ocaso cuya luz se filtra entre las nubes y se refleja en las aguas del
mar. Ese ocaso será el de la propia Temeraire. Junto a la nave podemos
observar un remolcador de vapor; la tecnología ha vencido a la
tradición. El humo del remolcador es otro punto importante de referencia
al igual que los reflejos de ambos barcos en el agua. Los azules,
amarillos y blancos serán muy comunes en la paleta del maestro
londinense, haciéndolos aún más luminosos al emplear una potente
iluminación. El resultado es una obra cargada de romanticismo con la que Turner cosechó un importante éxito. Obra maestra del pintor y preferida de los ingleses, la obra atrae
tanto por el sentimentalismo patriótico que exude como por la gloria ya
pasada que ilustra.
La batalla de Trafalgar |
La batalla de Trafalgar fue encargada a Turner por Jorge IV, para formar pareja con El glorioso Primero de junio de 1794 que
Loutherbourgh había pintado casi 30 años antes, según parece, no gustó nada a los almirantes ingleses debido a la visión
pesimista del cuadro. Puesto que, a pesar de que la batalla fue ganada
por los ingleses de Nelson – que pereció en el combate -, Turner interpretó que la victoria fue un tanto agridulce.
Punto de vista que no gustó mucho, como decía, ya que se ve al barco de
Nelson, el Victory, con graves daños producidos en sus mástiles y en
sus velas mientras unos marinos ingleses, en primer plano, tratan de
evitar ahogarse.
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