"LA MALASANGRE" de Griselda Gambaro Su estreno en 1982
Griselda Gambaro |
El 17 de agosto de 1982 subía a escena, en la sala del Teatro Olimpia de Buenos Aires de Sarmiento 777, "La malasangre",
de Griselda Gambaro y este estreno llenaba de expectativas a la crítica
periodística. Esta expectativa se advierte en las gacetillas previas al
estreno, especialmente en "Clarín Espectáculos" el 12 de agosto de
1982, cinco días antes, en
las que se pone de manifiesto "lo personal" de la escritura dramática
de Griselda Gambaro, así como el incipiente prestigio de la directora
Laura Yusem y la presencia de Lautaro Murúa, un actor que hacía tiempo
que faltaba del país, exiliado en España por sus ideas políticas.
No olvidemos que no son tiempos fáciles, la dictadura más sangrienta de la historia nacional aún se sostiene, aunque tambalea, derrotada en la increíble guerra por Malvinas y se abre, entonces, la oportunidad de decir, de animarse una vez más, a enfrentar el silencio desde un escenario.
No olvidemos que no son tiempos fáciles, la dictadura más sangrienta de la historia nacional aún se sostiene, aunque tambalea, derrotada en la increíble guerra por Malvinas y se abre, entonces, la oportunidad de decir, de animarse una vez más, a enfrentar el silencio desde un escenario.
Laura Yusem |
La misma Griselda dijo: "El hecho escénico nos tiene que despertar, nos tiene que desanestesiar de todo eso que es la falsa información, la deformación de los sentimientos y las ideas que es base de nuestra sociedad". Y añade: "El mundo nunca ha sido enteramente blanco ni enteramente negro; el mundo ha sido siempre una gran confusión, en todo sentido, incluso en el ético..." La posición adoptada por Gambaro es, pues, muy clara, es la de "decir no" a la sujeción y el autoritarismo.
La misma Griselda dijo: "El hecho escénico nos tiene que despertar, nos tiene que desanestesiar de todo eso que es la falsa información, la deformación de los sentimientos y las ideas que es base de nuestra sociedad". Y añade: "El mundo nunca ha sido enteramente blanco ni enteramente negro; el mundo ha sido siempre una gran confusión, en todo sentido, incluso en el ético..." La posición adoptada por Gambaro es, pues, muy clara, es la de "decir no" a la sujeción y el autoritarismo.
Portada Programa de mano Colección privada de Roberto Famá Hernández |
La
obra tuvo un éxito impresionante y en medio de tal coyuntura política,
justamente, porque el texto se apoya de manera, simbólica,
metafóricamente (procedimiento habitual en tiempos de dictadura)
en el tema de la represión expuesto en la figura o referente histórico
de Juan Manuel de Rosas y su familia, lo que fue fácilmente reconocible o
identificable por el espectador ya que la puesta y el texto lograron
claros paralelismos entre pasado y presente.
Programa de mano Colección privada de Roberto Famá Hernández |
Con La malasangre, dijo Gambaro, "quise
contar una historia que transitara esa zona donde el poder omnímodo
fracasa siempre si los vencidos lo enfrentan con coraje y dignidad, si
se asumen en el orgullo y en la elección". Y
es que Gambaro sabe utilizar cualquier ropaje, cualquier disfraz para
hacer "visible lo invisible", ella enmascara, oculta la realidad, la
transforma sólo para desnudarla y mostrarla tal cual es.
FICHA TECNICA
El elenco :
Soledad Silveyra
Lautaro Murua
Susana Lanteri
Patricio Contreras
Danilo Devizia
Oscar Martinez
Escenografía y vestuario: Graciela Galan
Dirección General: Laura Yusem
FICHA TECNICA
El elenco :
Soledad Silveyra
Lautaro Murua
Susana Lanteri
Patricio Contreras
Danilo Devizia
Oscar Martinez
Escenografía y vestuario: Graciela Galan
Dirección General: Laura Yusem
La Malasangre, resumen de la obra
La acción de La malasangre - compuesta por ocho escenas - comienza con una persistente tensión, francamente insostenible, entre Dolores y Benigno, su padre. La protagonista contará - en su pugna por alcanzar su identidad como mujer y su libertad - con un único apoyo: Rafael.
Lautaro Murúa |
Entre
las situaciones dramáticas fundamentales, se halla la situación
inicial, con el trabajo que el padre - que está buscando un preceptor
para su hija - ofrece a Rafael, el cual, por su "defecto" físico (es
jorobado) le despierta una curiosidad "malsana", burlona, alevosa. En
las expectativas del poderoso padre, el personaje "deformado" no es un
peligro para nadie. Así creerá ejercer un control, una vigilancia - que
encarnarán la figura de la madre y de Fermín -, sobre el cuerpo de su
hija.
Soledad Silveyra |
Dolores
es sincera, arriesgada, brutal por momentos. Su tono es de seguridad,
se enfrenta con toda la fuerza de su ánimo a lo que considera injusto.
De este modo se la describe cuando irrumpe, por vez primera, en escena: "Dolores
es una hermosa muchacha de veinte años, de gestos vivos y apasionados, y
una especie de fragilidad que vence a fuerza de orgullo, de soberbio
desdén." Vehemente, furiosa ante el servilismo, reivindica su
libertad de elección, como venganza contra el autoritarismo, la tiranía y
el abuso arbitrario del poder por parte del padre. El acuerdo tácito de
la madre a los intereses de su marido exaspera a la joven, indignada
ante tanta servidumbre, tanta sumisión, tanta anulación.Rafael
evita mirar directamente a los ojos a Dolores, pero ésta no deja de
retarle, de hostigarle. En un principio, será Rafael quien juegue,
mediatizado por su mirada, con su accionar primeramente oblicuo, con lo
no dicho o con lo dicho a medias. Pero, progresivamente, se irá
produciendo un acercamiento entre ambos personajes, aunque a ella le
moleste la debilidad de carácter de él, circunstancia que provoca
silencios tensos. Para ella, él tiene "Lindos ojos...Tiernos y
sedientos". Quiere que él la mire, pero él oculta sus ojos, evita los de
ella. Se ha enamorado... y va a ser correspondido. Planearán huir.
La
historia de amor entre Dolores y Rafael -un juego de poder, también -
dramatiza, en cierto modo, la fuerza activa de rebelión que encarna
ella, pero que no logrará evitar el final trágico -la muerte del
prudente Rafael -. Su éxito lo es en tanto que acto verbal de rebeldía,
ya que condena al tirano a la soledad. Nos hallamos ante la disección de
los mecanismos por medio de los cuales el poder se ejerce y se
perpetúa, así como ante distintas posiciones respecto al ejercicio de
aquél. La risa se alza, aquí, como liberación, como salvación.
Patricio Contreras |
En
lo relativo al dialogismo e intercambio entre los personajes, éstos
tienen una doble faz. Por una parte, parecen adaptarse y aceptar las
órdenes del padre pero, por otra, actúan siguiendo sus impulsos. Las
relaciones padre-hija u hombre-mujer son trasladadas al plano
político-social. El diálogo que se entabla entre los enamorados se
propone como una alternativa vital real, auténtica, al margen del orden
establecido. Pero una cosa es el deseo, el ámbito de los sueños, y otra
muy distinta la realidad. Además, la opción amorosa de Dolores y Rafael
es, al mismo tiempo, una opción política. Nos encontramos, así, en la
intersección de dos ámbitos o esferas: la de lo público o social y la de
lo privado o personal, o lo que es lo mismo, la exterioridad y la
interioridad. Y es que, si atendemos a la poética que el texto nos
plantea, "nada es tan simple como uno cree". De ahí el metafórico juego
entre lo liso y lo torcido.
Como desenlace, el intento de huida, finalmente fracasado, de los amantes y la muerte de Rafael a mano de los verdugos. La revelación de la traición de la madre, que acaba siendo desenmascarada por la hija, en el marco de un enfrentamiento en el que ésta, a diferencia de aquélla, no se resigna, ni se somete, a la autoridad masculina. "El nombre es el destino", dirá Dolores. Su odio, contenido y feroz, hacia la madre, así como la condena al silencio son un reto lanzado al espectador: un silencio plagado de sentido. Porque lo que está dentro de las figuras es el miedo y el deseo reprimido, que se proyecta en una relación brutal con el cuerpo femenino: la violencia y crueldad como forma de exterminio de cualquier amenaza al poder central.
El Padre actúa motivado por el odio, al cual él llama amor. La madre actúa llevada por la envidia y el miedo. El novio - en el horizonte de expectativas del matrimonio concertado -, se expresa a través de la relación cruda, brutal con el cuerpo de Dolores, al tiempo que aparece retratado en rasgos tales como la carencia de desarrollo intelectual o la riqueza ostentosa. La pareja protagonista se libera de la represión, sí, pero ¿a qué precio? Ella es condenada a permanecer en silencio y él a morir. Esta doble figura que componen ambos personajes encarna la debilidad frente a la fuerza, la integridad frente a la corrupción, el valor frente al miedo y el amor frente al odio.
Como desenlace, el intento de huida, finalmente fracasado, de los amantes y la muerte de Rafael a mano de los verdugos. La revelación de la traición de la madre, que acaba siendo desenmascarada por la hija, en el marco de un enfrentamiento en el que ésta, a diferencia de aquélla, no se resigna, ni se somete, a la autoridad masculina. "El nombre es el destino", dirá Dolores. Su odio, contenido y feroz, hacia la madre, así como la condena al silencio son un reto lanzado al espectador: un silencio plagado de sentido. Porque lo que está dentro de las figuras es el miedo y el deseo reprimido, que se proyecta en una relación brutal con el cuerpo femenino: la violencia y crueldad como forma de exterminio de cualquier amenaza al poder central.
El Padre actúa motivado por el odio, al cual él llama amor. La madre actúa llevada por la envidia y el miedo. El novio - en el horizonte de expectativas del matrimonio concertado -, se expresa a través de la relación cruda, brutal con el cuerpo de Dolores, al tiempo que aparece retratado en rasgos tales como la carencia de desarrollo intelectual o la riqueza ostentosa. La pareja protagonista se libera de la represión, sí, pero ¿a qué precio? Ella es condenada a permanecer en silencio y él a morir. Esta doble figura que componen ambos personajes encarna la debilidad frente a la fuerza, la integridad frente a la corrupción, el valor frente al miedo y el amor frente al odio.
Fuente: Roberto Famá Hernández.
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